lunes, octubre 27, 2008

Reyertas 09; El aprendiz petrolero de Napoleón

¿Qué será peor? ¿Convertir los triunfos en derrotas o creer que los mexicanos debemos conformarnos con victorias pírricas? Sin duda que ninguna de las dos posiciones son más que la base sobre la cual se sustenta el santoral de mártires por la liberación de los pueblos. Sin embargo, es claro que la transformación de la sociedad mexicana no necesita de mártires sino de verdaderos avances para derrocar la dictadura del capital. En los últimos días, con motivo de la reforma petrolera que está por aprobarse en el Congreso de la Unión, resulta curioso que las facciones de las izquierdas electorales que se arrogan el título de ser la izquierda histórica en México, cuando no es más que una de parte de las expresiones de la izquierda electoral y cuya historia está plagada de cuestionamientos sobre su seriedad y compromiso social, han reducido todo el fenómeno de la aprobación de dicha reforma a la cuestión de festejar lo que hay o convertir al movimiento en defensa de la industria petrolera en una derrota más. Esa expresión de la izquierda aboga porque todos nos subamos al carro de los festejos acríticos. Esa posición sin duda está cargada tanto de un oportunismo como de un desprecio profundo a la acción de la sociedad. Veamos por qué.

Tras la aprobación de la reforma en el Senado de la República, seguida por la aprobación de los siete dictámenes por las comisiones en la Cámara de Diputados, el grupo de legisladores identificados con la corriente perredista de Nueva Izquierda (chuchos), se pronunció por dejar pasar las redacciones aprobadas sin hacer el más mínimo esfuerzo por dejar explícita la prohibición para que las compañías privadas puedan apropiarse de una parte de la renta petrolera. Es cierto, que al ser eliminadas algunas de las propuestas contenidas en las propuestas de reforma presentadas por el PAN y el PRI, se dio un gran avance. Pero, sin quedar explícito el problema se estaría abriendo el paso para que en instancias menores, como la Comisión Nacional de Hidrocarburos (que se crearía gracias a la reforma en aprobación) y el Consejo de Administración (cuya nueva estructura permitirá que los intereses privados la controlen a discresión), generan las condiciones necesarias para que sean las empresas particulares la que exploten directamente los hidrocarburos propiedad de la nación. Lo anterior implicaría una franca violación al artículo 27 constitucional. Es por eso, que lo avanzado no basta: es un triunfo pírrico que en cualquier momento podría convertirse en una derrota contundente contra la sociedad mexicana. El desprecio de los legisladores perredista hacia la movilización popular, su propia base, radica en que tanto el efectivo coordinador de los senadores del PRD, Carlos Navarrete, como el eterno suspirante a la gubernatura del estado de Morelos, Graco Ramírez, presentan los avances alcanzados como logros que los mexicanos debemos a las excelsas cualidades negociadoras de los legisladores perredista, y no gracias al esfuerzo de movilización realizado por el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo (MNDP). Claro que todo movimiento requiere de dirigentes con suficiente capacidad para concretar la movilización social en avances, pero ni siquiera el dirigente más habilidoso para la negociación puede lograr avances sin el respaldo de una fuerza social y mucho menos podrá hacer que sus contrapartes acaten los acuerdos sin esa fuerza.

La simple frase: “No suscribirán contratos de exploración o producción que contemplen el otorgamiento de bloques o áreas exclusivas”, causa la reticencia más enconada por parte de los legisladores del PRI y del PAN que defienden la política neoliberal de la privatización de los sectores estratégicos. Eso debería ser un elemento que llamase la atención de todo aquél que se autoproclame como legislador de izquierda, o al menos como nacionalista. Al respecto, las declaraciones vertidas a la prensa por el diputado panista Juan José Rodríguez Pratts, el sábado 25 de octubre, tras la aprobación en comisiones de la minuta que envió el Senado sobre la Reforma Petrolera, dejan muy clara cuál es la estrategia de los neoliberales para aprovechar la reforma. Según el político tabasqueño: ceder en la inclusión de las 12 palabras que propone López Obrador sería matar a la empresa pública... nos llevaría a amarrar inclusive contratos que hoy está firmando Pemex, por ejemplo en perímetros, en territorio nacional, porque a eso es a lo que se refiere con áreas exclusivas ”. Bastaría un poco de sagacidad a los legisladores novo izquierdistas para darse cuenta de la trampa que está utilizando el panista. Primero tendrían que recordar que en el artículo 27, la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos establece claramente la exclusividad de la Nación para la explotación de los hidrocarburos, para ello expresa también claramente que en materia de explotación no se podrán otorgar contratos ni concesiones. Es decir, los particulares, nacionales o extranjeros, no pueden tener la posibilidad de beneficiarse de la producción de petrolíferos ni controlar físicamente los yacimiento ni áreas específicas dónde se hallen aquéllos; pero, no se prohibe que la Nación pueda contratar a particulares para que le ayuden a construir la infraestructura necesaria para explotar los hidrocarburos, bajo la estipulación constitucional los particulares pueden participar en la industria petrolera, pero con la límitante de no tener acceso al control del producto ni a los beneficios directos que emanen de la explotación. Por eso mismo es que PEMEX ha tenido desde hace mchos años compañías contratistas que le entregan productos que la empresa estatal requiere para cumplir con su objetivo. El agregar esas doce palabras simplemente pondría la Reforma Petrolera en tono con la Constitución, lo que anularía el riesgo de inconstitucionalidad. Pero entonces, ¿por qué el ilustre tabasqueño Rodríguez Pratts habla del riesgo de matar a Pemex, atarla de manos e impedir los contratos que se están firmando en áreas exclusivas? ¿Será que mediante esos contratos que se están firmando, se permitirá que las compañías trasnacionales controlen físicamente tanto una porción del territorio nacional (los yacimientos) como el producto obtenido? De ser esto cierto, la cuestión pone en peligro la soberanía nacional no solamente por el hecho de violar la Constitución, sino porque significa cometer el mismo error que naciones petroleras, como Venezuela, cometieron en la década de los noventa. El caso venezolano es particularmente ilustrativo de lo que implica que la Nación otorgue ese tipo de concesiones a particulares, pues con el pretexto de carecer de la tecnología adecuada, la política de Apertura petrolera entregó a las trasnacionales campos maduros y de difícil producción para que ellas lograsen volverlos rentables mediante la utilización de innovaciones tecnológicas. El resultado de esa decisió que saltó a la vista cuando comenzó el proceso de renacionalización de la industria petrolera con la Ley de Hidrocarburos de 2001, en cuánto comenzó a ponerse en práctica, sobre todo en 2004, se descubrió que las trasnacionales estaban defraudando al fisco venezolano al declarar menor producción de la que obtenían o por haberse apropiado de una mayor extensión territorial de la que se les había permitido. Así, Venezuela estaba perdiendo por partida doble: ni obtenía la renta petrolera ni podía recaudar correctamente los impuestos generados de esas actividades. ¿Ese es el tipo de soberanía energética que persiguen afanosamente los neoliberales? ¿Conviene esto más a soberanía de los mexicanos que tomar las medidas parlamentarias necesarias para lograr una trasnferencia tecnológica en materia petrolera?

Por último, la manera en que fue aprobado en el Senado el dictamen petrolero es una muestra más de que el régimen de Calderón es un régimen golpista, sin tanta violencia como la explayada por las dictaduras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX, pero golpismo al fin y al cabo: se violó flagrantemente la división de poderes al utilizar a la Policía Federal Preventiva como instrumento de coerción para anular a los Senadores opositores, rompiendo así el orden constitucional, eliminando la soberanía de los legisladores, que dicho sea de paso radica en que son representantes de la voluntad social y no de sí mismos, como lo sugirió el propio presidente de la mesa directiva de los diputados, César Duarte, después de la aprobación de la minuta de reforma. Las protestas de las bancadas perredista en el Congreso, no han estado a la altura de la gravedad que repercute tal acontecimiento; la consecuencia de ello es que de facto se legitima el golpismo calderonista. López Obrador podrá parecernos a muchos que no es el dirigente revolucionario que México necesita o que incluso podría llegar a ser un obstáculo para el avance revolucionario, pero no se trata ahora de los personalismos, de renunciar a las demandas básicas por antojos o animadversiones personales. Se trata de construir una política que permita el desarrollo de los medios de producción en el país, lo cuál pasa, inevitablemente, por defender las industrias estratégicas. Ni la muerte ni la derrota son ahora opciones: ¡Necesario es vencer!

miércoles, octubre 22, 2008

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 05:

La Episteme

(quinta parte)


Praxis

“El pensador medita la virtud, la verdad, la felicidad; pero el hombre activo se limitará únicamente a poner en práctica las virtudes, a comprender las verdades, a disfrutar de días felices.”

Friedrich Schiller

La ética y la filosofía política son las ramas de la filosofía que estudian la idea de lo bueno y de lo justo, así como la estética estudia la idea de lo bello o estético. Sin embargo poseemos una disciplina de lo estético que es el arte y no poseemos una disciplina de lo bueno y de lo justo. Por tanto, mi propuesta consiste en generar una disciplina totalmente práctica que, por ser una disciplina autónoma y no una ciencia o filosofía, tendrá su propio método. Esto sería imposible si las disciplinas de la cultura no se hubieran desarrollado cabalmente como en la actualidad. Ahora bien, existen diversos tipos de prácticas: hay una práctica artística, una práctica filosófica, una práctica científica, una práctica religiosa y una práctica productiva entre otras, es decir, una práctica para cada actividad humana. Mi propuesta, partiendo de Sánchez Vázquez, consiste en generar una disciplina práctica que conjugue la actividad ética con la política.

Para ello debe distinguirse la ética de la política, en tanto que la política se relaciona con intereses y la ética se relaciona con voluntades, sin que pueda reducirse una a otra, pues, como explica Sánchez Vázquez, circunscribir lo ético a lo político tendería a un maquiavelismo, es decir, en justificar las atrocidades morales a favor de un fin político, y compeler lo político a lo ético provocaría un moralismo extremo en el cual se catalogarían las decisiones políticas como buenas y malas suprimiendo los intereses subyacentes. Asimismo, mientras la ética consiste en decisiones individuales, la política compete tanto a lo individual como a lo social, y debido a que la sociedad en su conjunto es algo más que la mera suma de individuos: un auténtico proyecto de emancipación social requiere de acciones en grupo, pues, como explica Bunge, no se puede reducir la sociedad a la mera suma de individuos (individualismo, subjetivismo), ni los individuos son meros componentes sociales (holismo, determinismo).

Ahora bien, para que dicha práctica no sea mera espontaneidad, requiere una teoría que la respalde, es decir que la praxis debe ser una práctica pensada (conciente) y no una mera teoría estática (como las filosofía continentales) o una mera practicidad (como el pragmatismo o el utilitarismo), en otras palabras, debe conformar una unidad entre teoría y práctica, en la cual cada una se alimente de la otra en un movimiento dialéctico (marxismo). Además, debe poseer un objetivo que transforme a la realidad, lo cual es posible en razón de que el humano es ante todo un sujeto histórico, en tanto que si bien está determinado por su propia historia: él mismo hace la historia. Por tanto, en la medida que sus acciones se realicen con conciencia histórica y social: podrá efectuar la transformación del mundo.

Dicha transformación social tiene cierta relación con la transformación material, dado que, como expone Marx, la sociedad posee una estructura económica y una superestructura (ideológica, jurídica y política) que se determina por la primera. Esto no es arbitrario, pues si la realidad es material, tal como enseña la ciencia actual, es evidente que lo social no puede poseer una autonomía completa, debido a que su existencia reposa sobre elementos materiales (los pensamientos existen en los cerebros, la lucha de clases se da entre individuos concretos, etc.). Históricamente, esta base material es clara, pues aun cuando la religión imperó en la edad media y la polis en el mundo antiguo, “lo indiscutible es que ni la Edad Media pudo vivir de catolicismo ni el mundo antiguo de política. Es, ala inversa, el modo y manera en que la primera y el segundo se ganaban la vida, lo que explica por qué en un caso la política y en otro el catolicismo desempeñaron el papel protagónico”. En ese sentido, la práctica productiva consiste en la transformación del mundo en relación con los medios de producción y la práctica social (praxis) consiste en la transformación del mundo en relación con la interacción de los individuos, sin olvidar que están determinados, en última instancia, por las condiciones histórico-materiales.

Ahora bien, ¿Cómo es posible que la praxis transforme a la sociedad en analogía con el trabajo que transforma el mundo material? Para que esto sea realizable es necesario que, en la medida de lo posible, los individuos superen la contradicción que surge entre el “yo” y el “ellos”, es decir, que se supere el antagonismo surge entre el bien común y el bien individual, entre los intereses individuales y los intereses sociales. Dicha superación se efectúa mediante la síntesis “nosotros”, en la cual las decisiones ético-políticas se optimizan.

INSTRUMENTO: Para tomar las mejores decisiones éticas y políticas, se requieren de dos instrumentos: la inteligencia y la sensibilidad, esto no es en absoluto arbitrario, dado que, como explica Bunge, “tenemos que contar con la emoción junto con el cálculo. La razón debería estar clara: el órgano de la emoción (el sistema límbico) está vinculado anatómica y fisiológicamente al órgano de la cognición (la corteza cerebral). Esta es la razón por la que el racionalismo radical se expone a que le vaya tan mal como el emotivismo radical”. Ahora bien, es un hecho que todos poseemos una experiencia cotidiana de la vida, la cual genera un conocimiento trivial de la realidad. Pero si el conocimiento subjetivo (perspectivo) que adquirimos en el arte, el conocimiento objetivo que nos brinda la filosofía y la ciencia y el conocimiento práctico que adquirimos mediante la interacción racio-sensible de la realidad: lo aplicamos (praxis) en esa misma experiencia cotidiana: generaremos un conocimiento integral, el cual nos posibilitará tomar la mejor decisión ético-política, lo que se explicará en adelante.

MÉTODO: Para conjugar la inteligencia, la sensibilidad y el conocimiento integral en la vida práctica se requiere de dos métodos que las dirijan hacia el mundo social: la empatía para la cuestión ética y la concientización para la cuestión política.

La empatía consiste en la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Bajo esta definición se pueden apreciar los rasgos conjuntos de inteligencia y de sensibilidad. Sobre este punto, Schiller se pregunta, “¿cómo podemos ser justos, afables y humanos hacia los demás, si carecemos de la capacidad para acoger fiel y verdaderamente en nosotros una naturaleza ajena, para adaptarnos a situaciones extrañas, para hacer nuestros los sentimientos de los demás?”. Es decir que, para entender cabalmente la realidad social y tomar las mejores decisiones éticas, debemos conocer tanto los aspectos subjetivos que nos muestra el arte, como los aspectos objetivos que nos muestra la ciencia y la filosofía, pero también debemos ser capaces de conocer al prójimo vivencialmente (mediante la sensibilidad y la inteligencia), pues sólo así entenderemos cabalmente los problemas de la sociedad. Ahora bien, tanto lo estético como lo bueno son propiedades valorativas que están sujetas a una percepción subjetiva (a diferencia de lo sagrado que pretende imponer su valoración como algo absoluto). En ese sentido los valores escapan al escrutinio de las disciplinas duras como la filosofía o la ciencia, pues no es posible determinar objetivamente el valor de las cosas, es decir, saltar del hecho al valor. Por tal razón tanto la religión (que intenta dogmatizar sus nociones valorativas), como el arte (que no utiliza a la inteligencia) o la filosofía y la ciencia (que no usan la sensibilidad): han fracasado en sus intentos de determinar lo que es bueno para toda situación, pues el deber ser va más allá del ser, del sentir, o del pensar aisladamente. Esto sucede en razón de que no es posible determinar a priori lo que es bueno o malo, o decidir entre dos valores contrapuestos en una misma circunstancia; pues los valores éticos son un elemento emergente entre el sujeto, el objeto y las circunstancias específicas, tal como explica Frondizi, y no un mero juicio a priori. Por tanto, las filosofías continentales no tienen posibilidad de forjar una ética práctica, pues pretenden determinar a priori el deber ser o derivarlo de meras emociones.

Por otro lado, la concientización (entendida como la acción de conocer y percibir nuestro papel en el entorno, por lo cual se implican los instrumentos ya mencionados en esta disciplina) es el método que complementa a la empatía, pues como ya he mencionado, no podemos reducir la práctica social a un mero ejercicio de voluntades (ética), dado que vienen implicados los intereses (política). Ahora bien, mientras la síntesis de voluntades en conflicto se supera con la empatía, la síntesis de intereses en conflicto se supera con la conciencia social, en otras palabras, sólo cuando se logra converger los intereses particulares en intereses comunes: las acciones políticas pueden realizarse para el beneficio social. Por ello no será suficiente una conciencia al margen de la sociedad, sino una que se posicione dentro de ella: una conciencia de clase; en ese sentido, la superación de la contradicción entre el yo y el ellos no puede darse en abstracto, dado que, como explica Marx, “…La ciencia burguesa toma como concreto algo plenamente abstracto. Estas relaciones no son de individuo a individuo, sino de trabajador a capitalista, de arrendatario a proletario, etc. Si elimináis esas relaciones, habréis eliminado la sociedad entera”. Por tanto, solamente tomando conciencia de las relaciones reales entre los hombres se puede transformar el mundo. Ahora bien, para adquirir dicha conciencia se necesita una comprensión de la realidad como totalidad, tal como explica Kosik, por lo cual, como explica Sánchez Vázquez, se requiere que los intereses de clase sean universalizables, es decir, que puedan extenderse a toda la sociedad y sólo así podrán superar la lucha de clases. Para que los intereses puedan llegar a la universalidad, requieren coincidir con las necesidades reales y evitar las falsas necesidades (aquellas que tienden al lujo y no al desarrollo humano). Consecuentemente, la clase proletaria, en la medida en que no requiere ejercer la explotación y dominación de ninguna otra clase, es la única que puede universalizar sus intereses (tales como la democracia, la justicia, la educación, la alimentación, la salud y la vivienda para todos, entre otras), superando la mera ideología, y de ese modo podrá tomar conciencia de su papel en la sociedad y convertirse de clase en sí (como ya lo es la clase burguesa) en clase para sí (efectuando la supresión de clases), y con ello suprimir la explotación del hombre por el hombre. En concreto, la clase dominante no puede lograr una conciencia total, pues aun cuando tenga acceso al conocimiento de las disciplinas, no está dispuesta a perder sus posesiones y su respectiva justificación. Las clases marginadas (como los indígenas) y explotadas están más cerca de adquirir la conciencia total, pues sus intereses coinciden en el mayor grado posible con las necesidades, pero no poseen el suficiente acceso al conocimiento científico o filosófico. Solamente los intelectuales tienen posibilidades de adquirir dicha conciencia en tanto no están tan arraigados a los bienes materiales y poseen el mayor acceso al conocimiento disciplinado, por lo que radica en ellos concienciar a la población para lograr la emancipación social.

En pocas palabras, la superación dialéctica del yo-ellos en el nosotros, permite conciliar los intereses y voluntades divergentes en intereses y voluntades comunes, por lo cual es posible efectuar la bondad y la justicia óptimamente. Esto hace posible el conocimiento integral de la sociedad, pues el paso de la mera ideología al conocimiento efectivo es posible mediante la universalización del posicionamiento (aunque nunca lo sea del todo).

CAMPO: El conocimiento que genera el arte nos permite interpretar, el de la filosofía ordenar y el de la ciencia conocer la realidad, pero solamente el conocimiento de la praxis nos permite transformar el mundo, tal como expresa Marx en su famosa cita. Esto se debe a que el conocimiento de la praxis surge precisamente con la práctica, la cual, al modificar el mundo provoca que tenga que ser reaprendido y al hacerlo volvemos a transformarlo en un movimiento dialéctico sin fin.

En ese sentido, las transiciones históricas como la del esclavismo al feudalismo y del feudalismo al capitalismo: ocurrieron sin la intervención directa de los individuos, pues sus intereses individuales en conflicto derivaron inintencionalmente en tales sistemas (Sánchez Vázquez). En cambio, la transición del capitalismo al socialismo mediante la praxis: será una transformación en la que converjan los intereses y voluntades de manera consciente, por lo que tal proceso será verdaderamente libre, producto de la voluntad social. Dicha transformación es posible en razón de que los medios de producción han alcanzado el desarrollo suficiente para satisfacer las necesidades de toda la población; en otras palabras, en las etapas precedentes al capitalismo, la tecnología no había alcanzado el crecimiento suficiente para abolir la esclavitud, la servidumbre o el proletariado, según el caso, pero actualmente ya es posible abolir todo tipo de explotación, lo cual converge con la sentencia de Aristóteles: Los esclavos dejarán de ser necesarios cuando las máquinas se muevan por sí solas. En la actualidad la globalización ha dificultado el proyecto emancipatorio del que hablamos, en concreto, el primer mundo posee una clase explotada en minoría, incluyendo a los indocumentados, por lo que no tiene condiciones sociales factibles para una revolución socialista; el cuarto mundo posee escasos medios de producción que arrebatarle a la clase dominante, por lo que tampoco allí es viable, sin embargo, en el tercer mundo existe tanto medios de producción como una gran población explotada, por lo que en esos países hay muchas posibilidades revolucionarias.

CUESTIÓN: La praxis, debido al carácter que lleva en su nombre, no tiene posibilidad de responder ninguna pregunta mas que el para qué. Responder a ¿Para qué vivir?, o ¿Para qué actuar en beneficio de los demás?, sólo puede responderse por la misma practicidad de la vida, sin olvidar que no es una practicidad gratuita, sino que parte del conocimiento de las otras disciplinas. En ese sentido, mientras cada disciplina tiene sus objetivos particulares que en cierta medida pueden alejarlas entre sí, la praxis las revitaliza al conducirlas hacia el ámbito ético-político.

domingo, octubre 19, 2008

Reyertas 08: "¿Y la Hummer amá?"

El movimiento magisterial de Morelos se ha prolongado ya por más de dos meses y es la hora que ni el gobierno estatal, encabezado por Marco Adame, ni el federal han atendido realmente las demandas de los profesores. La sección XIX no es la única donde se han presentado protestas en contra de la reforma educativa que pretende establecerse mediante el Acuerdo para la Calidad de la Educación (ACE), pero sí ha sido donde la oposición del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha tenido mayor desarrollo. De esta situación se desprenden dos eventos que llaman la atención. El primero es la sorpresiva incursión de esa sección en la vida sindical; desde 1980 no se presentaban en Morelos actos de disidencia sindical entre los profesores. El segundo no es sorprendente, sino más bien la confirmación del papel que ha tomado la profesora Elba Esther Gordillo como operadora política que garantiza la estabilidad del gobierno panista.

Con respecto al primer evento referido, nos encontramos con que la disidencia magisterial tiene como principal motivador la lucha por obtener demandas inmediatas, que al no conseguir una respuesta política precisa se le desbordó a las instancias de gobierno a la propia dirección del sindicato. El surgimiento del movimiento también tiene como circunstancias que lo propiciaron, la forma autoritaria mediante la cuál Elba Esther designó a los representantes seccionales del Sindicato. A diferencia del resto de las secciones controladas por el oficialismo, en Morelos, la disidencia magisterial había estado atravesando por un proceso de democratización más sólido, callado pero sólido. Con relación a las secciones controladas por la oposición, como en el caso de la de Michoacán, Guerrero o Oaxaca, a la XIX se le dio un trato inadecuado, completamente despótico por parte de las autoridades locales: similar al que se le dio a las secciones controladas oficialmente, cuyos resultados tenemos a la vista. Sin embargo, la propia novedad de la rebelión seccional ha hecho presa fácil a los profesores morelenses de la inexperiencia. Ese ha sido el talón de Aquiles del movimiento, el hecho que lo ha conducido a caer en cierto grado de desorganización: mientras algunas posiciones se radicalizan, otras han ido claudicando, a tal grado que ya van al rededor de 700 escuelas (incluyendo las 30 establecidas en sedes alternas) que han iniciado el ciclo escolar 2008-2009.

Por su parte, el segundo hecho señalado arriba, es el lugar del cual se ha apoderado la dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo. Es ampliamente conocida su trayectoria como cabeza del sindicato de profesores, lo que incluye el papel que tenía en la estructura priísta. Con la victoria electoral del panista Vicente Fox en las presidenciales de 2000, muchos, ingenuemente creyeron que los días de la profesora al frente del sindicato estaban contados: al derrumbe del PRI le sucedería la democratización de los sindicatos, incluyendo al magisterio. Nada estuvo más lejos de la realidad. En los últimos años del priísmo, el sindicalismo monolítico se fue desgastando gracias a las propias reformas estructurales neoliberales, lo que fue en detrimento del PRI, no del corporativismo en sí. La incapacidad e inexperiencia del foxismo abrió la puerta para que el corporativismo recuperase espacios de decisión política, pese a que el número de trabajadores afiliados a un sindicato sigue en decremento. Es decir, el charrismo se ha hecho de un poder que no corresponde con su capacidad de movilización, gracias a los arreglos cupulares de sus direcciones con los gobiernos panistas. Mientras los añejos dirigentes gremiales le han dado estabilidad al panismo gobernante, los panistas les siguen dando todos los elementos para mantener sometidos a los trabajadores mexicanos.

En el contexto señalado, es evidente que Elba Esther ha sido la dirigente que mejor ha explotado las debilidades panistas. El punto clave en el cual Gordillo se afianzó como el punto de equilibrio para el panismo, estuvo entre la ruptura interna del PRI (entre la facción de la profesora y la de Roberto Madrazo) en 2004 y el gran fracaso que significó para Fox, todo el asunto del desafuero de López Obrador. Para el momento del desafuero Elba Esther ya tenía una estrecha colaboración con la fundación Vamos México, pero aún no se había posicionado con tanta claridad como la principal consejera real. Si nos atenemos a los hechos, el estilo de gobierno de Fox, hasta el desafuero se había caracterizado por privilegiar las encuestas de popularidad en lugar de llevar su línea política hasta las últimas consecuencias, algo que la profesora sí ha tenido a lo largo de su carrera política. Ese estilo de los primeros cuatro años del foxismo contrasto diametralmente con el que tuvo durante el último año de su gobierno, cuando las acciones represivas fueron más sistemáticas y contundentes (remember Atenco, Las Truchas y Oaxaca). Además, haya existido o no el fraude en 2006, está ampliamente documentado en diversos libros y artículos periodísticos, que Gordillo operó en favor de la candidatura de Calderón; utilizando diversos instrumentos, que incluían al Partido Nueva Alianza (PANAL), la estructura priísta que sigue siéndole afín (no se olvide a los gobernadores bajo su dominio) y los cuadros electorales del SNTE que fueron funcionarios de casilla o presidentes del IFE (aunque hoy Ugalde trate de darse baños de pureza con su reciente libro).

Por su parte, Calderón ha demostrado que es ahora el mejor discípulo de la profesora en el estilo para gobernar, resulta igual de intransigente para imponer sus decisiones, no es casual que la reforma al ISSSTE haya recibido tantas críticas, haya sido motivo de tantas movilizaciones y aún así no se le ha modificado una sola coma. En esa línea, no sorprende que en lo referente a la ACE, el gobierno federal tampoco esté dando verdaderas muestras de disposición para construir una reforma educativa específica para satisfacer las necesidades de la sociedad mexicana, sino que se impone la que va acorde con los intereses del capital.

Ante ese panorama desolador, podría pensarse que los profesores, tanto morelenses como todos los demás, tienen la batalla perdida en cuanto a la imposición de la ACE; y quizá sea cierto, pero por sí misma la movilización morelense puede ir mucho más lejos que lo inmediato de la reforma educativa. Siendo fríos en el análisis, el magisterio, históricamente, se ha negado a desempeñar su papel revolucionario como intelectual orgánico del proletariado, han existido muchas luchas en que han intervenido los profesores, incluso guerrillas organizadas por educadores, pero son expresiones aisladas: no podían más que fracasar como lo han hecho hasta ahora. Parte de la inexperiencia de la sección XIX se expresa en la falta de trabajo político-organizativo con los sindicatos y demás trabajadores de la región, problema recurrente en el magisterio democrático nacional, de aquí que este tipo de movimientos sean tan desgastantes, largos y con pocos frutos. A las clases subsumidas no nos conviene que el magisterio morelense sea derrotado, no necesitamos más mártires en nuestro santoral político, sino verdaderos avances revolucionarios: si los profesores no van a los trabajadores, la clase obrera tiene que ir a los profesores para romper ese círculo vicioso que nos limita las posibilidades para la liberación de la opresión y explotación capitalistas. El trunfo del magisterio pasa por la solidaridad de clase, es su condición sine qua non. No son opciones la derrota o la muerte: ¡Necesario es vencer!



lunes, octubre 13, 2008

Reyertas 07: La elección en EU y América Latina

La crisis económica en Estados Unidos ha tenido repercusiones en todos los sentido, en el ámbito de las elecciones presidenciales de noviembre próximo, ha ido inclinando la balanza en favor del candidato demócrata Barack Obama. Ese hecho ha sido celebrado por diversos personajes de las izquierdas latinoamericanas, pues ven con simpatía al Senador por Illinois. Esas simpatías se fundamentan en la oposición que el candidato Demócrata ha manifestado hacia la política belicista de George Bush Jr., o en en el trillado estribillo que reza: “a los latinoamericanos nos va mejor con presidentes Demócratas”, pero nada más. La memoria es un poco traicionera, pero ¿qué no fue con un presidente Demócrata, John F. Kennedy, que se dio la invasión financiada por la CIA a Bahía de Cochinos e inició el Bloqueo contra Cuba?, ¿No fue el Demócrata Harry S Truman quién inició la guerra fría y presionó a los gobiernos latinoamericanos para alinearse con Estados Unidos?, ¿En qué partido militaba Lyndon B. Johnson cuando su presidencia apoyó a los militares brasileños a derrocar a Joao Goulart, Jango, iniciando la era de las dictaduras militares en el continente? Y ¿los inequitativos Tratados de Libre Comercio entre Estados Unidos y el resto de las naciones americanas no tomaron su modelo del suscrito con Canadá y México en 1993, durante la presidencia del Demócrata Bill Clinton? ¿Ya se nos olvidaron todos esos sucesos?

Qué Obama sería distinto porque el momento económico revela la bancarrota del neoliberalismo e incluso la insostenibilidad del capitalismo “concentrador”, si se quiere (tal como lo proclama el señor Marcio Pochmann, véase La Jornada, 13/X/2008, p. 7). Eso no es más que una fantasía basada en otra gran fantasía. Toda una celebración del subjetivismo. Cierto que el neoliberalismo demuestra ya fuertes síntomas de inviabilidad como forma histórica, concreta, del capitalismo; lo que no se traduce automáticamente en la crisis final del modo de producción en sí. No obstante, como bien recordaba José Luis Calva en su artículo Wall Streetanic, los fundamentos teóricos de cada modelo de acumulación han oscilado entre la función del Estado como regulador de última instancia del mercado y el mercado regulado por sí mismo. La consideración de esos elementos objetivos debe conducirnos a cuestionarnos la posibilidad de que el propio capitalismo se recomponga estructuralmente, y por tanto, lo prudente que resultaría comenzar a gritar a los cuatro vientos la muerte del capitalismo.

La recomposición del capitalismo podría llevarlo a establecer mecanismos de mayor control por parte del Estado: limitando hasta cierto punto, no evitando, la concentración de la riqueza; pero, a contrapelo de los buenos deseos del mencionado economista brasileño Pochmann, el capitalismo no estaría renunciando a sus dos únicos principios filosóficos, que dan realidad a su existencia: mayor explotación para ganar y mayor opresión para explotar.

Resulta terriblemente ingenuo, pensar, tal como lo hace Ignacio Ramonet, que el desplome de Wall Street es comparable a la caída del Muro de Berlín o que mediante la aplicación de medidas neokeynesianas se alcanzará mayor justicia social para los ciudadanos y el capitalismo salvaje habrá muerto. Cierto que Obama ha manifestado mayor inclinación a realizar reformas tendientes a regular la acumulación de capital. Eso permitiría al imperialismo estadounidense resolver sus necesidades, entregándole los medios para su subsistencia, al tiempo que se le provee de los materiales indispensables para reconstruir los aspectos dañados de su hegemonía mundial, como consecuencia del propio desgaste del neoliberalismo.

El papel de América Latina en las circunstancias expuestas, resulta determinante para el proyecto de la reconstrucción del imperialismo. Por un lado, sigue teniendo un papel estratégico para Estados Unidos como “espacio vital” (cualquier cosa que eso signifique), y por el otro, porque las experimentos más avanzados que se han hecho para crear un modelo económico regulado por el Estado, se han hecho justamente aquí. Sin proponérselo, Venezuela, Ecuador y Brasil podrían estar generando las experiencias prácticas que inspiren a los asesores de Barack Obama en cuanto al contenido que deben darle a las reformas que se harán en los próximos años para mantener con vida al capitalismo.

Además de exhibir el estado de descomposición al que ha llegado el neoliberalismo, la actual crisis económica, que por cierto se encuentra desde hace casi un mes en su punto más bajo y posiblemente se mantenga ahí al menos durante uno o dos trimestres, también nos demuestra dos cosas extra. Una que dado el grado de internacionalización del capital ninguna nación escapará a los efectos de la crisis, pero variará su forma concreta, en cada nación, en función del sector que más expuesto se halle a la economía estadounidense. Por ejemplo, México tiene muchos puntos por donde el daño se extienda: el comercio internacional tendrá menores exportaciones debido al desplome de los precios de las materias primas (comenzando por el petróleo) y a que las maquiladoras tienen como principal cliente a las empresas de EU que están quebrando. Por el lado del sector financiero, porque los principales bancos en México son extranjeros y tarde o temprano, si no es que ya ocurre, tendrán que transferir el dinero obtenido en las sucursales mexicanas para solventar los costos de las matrices, además, el auge del sector financiero se debió a las altas inversiones especulativas que se realizaron en los años recientes en la Bolsa Mexicana de Valores, el retiro de los inversionistas está conduciendo a qué el precio de las acciones de las empresas caiga y con ello disminuyen las fuentes de financiamiento: quiebras y fusiones son el panorama oscuro para la seguridad laboral de millones de mexicanos (según datos del INEGI nada más en agosto cerraron 885 empresas en el país). La acelerada pérdida de empleos en Estados Unidos también afecta a la fuerza laboral mexicana que se encuentra allá, lo que reducirá el ingreso de muchas familias, a la par que presionará en México hacia el incremento del ejército industrial de reserva debido al retorno de una parte importante de migrantes.

Por el otro lado, demuestra que el papel de las personalidades en la historia, como encarnación del estado concreto de la lucha de clases de su tiempo, no es trivial ni despreciable. La sociedad estadounidense ha creado con sus propias manos las condiciones materiales para que los actuales dirigentes hagan, pero las condiciones subjetivas de esos dirigentes, a lo largo de los últimos siete años ha permitido que el neoliberalismo haya acelerado su descomposición: el manejo incorrecto de la economía estadounidense, sobre todo manteniendo invasiones bélicas en dos naciones al mismo tiempo y sin posibilidades de triunfo en ninguna, ha favorecido la concentración de la riqueza a costa de la destrucción de las fuerzas productivas en EU (los actuales dirigentes de la sociedad mexicana deben tomar esto en consideración, ya que tampoco han demostrado tener muchas luces). Justamente, en ese marco es donde un personaje como Barck Obama, damos por descontado que John McCain continuará la desastrosa política del gobierno actual, se convierte en un arma de dos filos para América Latina. Si llega a ser electo como el 44to presidente de su nación y hace realidad sus promesas de campaña, creando un esqueleto que permita la recomposición de los medios de producción estadounidenses, se logrará que las condiciones de vida de las sociedades en el mundo sean un poco menos críticas. Pero, por el otro lado, partiendo del mismo supuesto, sentará las bases de la recomposición de la hegemonía estadounidense entre los imperialismos. Es decir, las sociedades mundiales tendrán menos perspectivas de futuro. Sin duda que para América Latina es casi indiferente (recuérdese que es difícil discutir con un necio) quién sea el próximo presidente de EU, de cualquier forma los gobiernos de la región, sin importar su filiación a derecha o izquierda, tendrán que llegar a acuerdos con la Casa Blanca para que los proyectos puedan sobrevivir. Los revolucionarios necesitamos apostarle a las clases subsumidas estadounidenses, al avance de su Clase Obrera. No hay opción para morir o ser derrotados, ¡NECESARIO ES VENCER!


miércoles, octubre 08, 2008

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 04:

La Episteme
Por: Sagandhimeo
(cuarta parte)

CIENCIA

“Si quieres salvar a tu hijo del polio puedes rezar o puedes vacunarlo… Aplica la ciencia”

Carl Sagan

Las ciencias no han surgido por sí mismas, sino que han derivado de técnicas y filosofías que se han especializado en ámbitos concretos. Hoy en día, la madurez de la ciencia permite la unificación de criterios sobre sus procedimientos y delimitaciones, en ese sentido, Bunge expone que “la ciencia contemporánea puede caracterizarse como el estudio de objetos materiales por medio del método científico y con el fin de encontrar y sistematizar las leyes de tales objetos”. Es decir, que el estudio de la realidad objetiva lo hace la ciencia. Ahora bien, la ciencia comúnmente se divide en ciencia exacta, ciencia natural y ciencia social, pues los campos que la competen son diversos. Sin embargo, en un sentido amplio toda ciencia es ciencia natural, pues la ciencia exacta expone la estructura lógica (ya sea estadística, matemática o propiamente lógica) del mundo, pues aun cuando aparentemente trabaje ajena a él, siempre se ha encontrado alguna forma de aplicarla al mundo real (como en la electrónica), y la ciencia social no debe interpretarse como algo artificial, pues el mundo social se compone de organismos naturales aun cuando no se reduzca a ellos. Asimismo, Bunge explica que “el viejo dualismo materia/espíritu había sugerido la división de las ciencias en (…) ciencias de la naturaleza, y (…) ciencias del espíritu. Pero estos géneros difieren en cuanto al asunto, a las técnicas y al grado de desarrollo, no así en lo que respecta al objetivo, método y alcance. El dualismo razón/experiencia había sugerido, a su vez, la división de las ciencias fácticas en racionales y empíricas, que tampoco es adecuada porque todas son a la vez racionales y empíricas. Menos sostenible es aún la dicotomía ciencias deductivas/ciencias inductivas, ya que toda empresa científica –sin excluir el dominio de las ciencias formales—es tan deductiva como inductiva, sin hablar de otros tipos de inferencia”. Por tanto, la ciencia es una, sin por ello negar su complejidad metodológica.

INSTRUMENTO: la ciencia al igual que la filosofía utiliza la inteligencia, pero además utiliza la experiencia objetiva, es decir, que aborda la realidad directamente y por ello, puede mostrarnos la verdad sobre la naturaleza sin intermediarios, además de que la ciencia no se remite meramente a los hechos observables (como pretendía el positivismo), pues mediante la inteligencia es posible construir teorías sobre lo inobservable, siempre que partan de la realidad, esto es “el científico tiene todo el derecho de especular acerca de hechos inexperienciales, esto es, hechos que en una etapa del desarrollo del conocimiento están más allá del alcance de la experiencia humana; pero entonces está obligado a señalar las experiencias que permiten inferir tales hechos inobservados o aun inobservables (..) Baste recordar la historia de unos pocos inobservables distinguidos: los átomos, la conciencia, la lucha de clases y la opinión pública” (Bunge). Por ejemplo: “Si el único modo de valorar lo paranormal fuera seguir haciendo observaciones y experimentos con individuos que aseguran poseer dotes paranormales, entonces los parapsicólogos tendrían una justificación para conservar su fe a pesar de siglo y medio de fracasos. Pero basta una modesta familiaridad con la psicología fisiológica para darse cuenta de que no puede haber mecanismos subyacentes en la telepatía, la precognición, la telequinesia y similares, pues los procesos mentales son procesos cerebrales y, por tanto, son tan poco transmisibles a distancia como la digestión” (Bunge). De este modo, la teoría y la experiencia objetiva de la ciencia nos permiten conocer la realidad corriendo un menor riesgo que la religión con la fe o que la filosofía continental que manipula los instrumentos del arte y se basa en la mera experiencia cotidiana. Pues es evidente que el deseo de conocimiento no es suficiente para adquirirlo, sino el estudio arduo de la realidad. Cabe mencionar que la necesidad de creer en Dios puede ser explicada por la psicología y por las ciencias sociales.

MÉTODO: los métodos de la ciencia son diversos, los cuales varían dependiendo de la clasificación, dado que “podemos clasificar los modos de devenir al azar, causales, sinérgicos, conflictivos (dialécticos) o finalistas. El limitarse a un único modo de ser o de devenir, a expensas de todos los demás, da lugar a una ontología particular: una visión unilateral del mundo. Sólo la integración de los diversos modos de ser y de devenir puede dar una ontología realista, es decir, una ontología compatible con nuestro conocimiento científico de la realidad (…) En particular, semejante ontología inspirada en la ciencia contemporánea tenderá a ver al hombre como un sistema biopsicosocial que participa de procesos en los que el azar y la causalidad se combinan con la cooperación y el conflicto, así como con la finalidad” (Bunge). Inclusive “la investigación científica no avala al indeterminismo radical, porque no reconoce que haya caos. Sin embargo, sería absurdo negar que hay accidentes a todos los niveles, y en particular que la existencia humana es un tejido de accidentes y necesidades. Pero estos accidentes, lejos de ser caóticos, son cruces de líneas legales” (Bunge). Además, no todos los modos de devenir conciernen a todos los niveles de organización, pues “la psicología científica no es teleológica. Sin embargo, no niega que los vertebrados superiores puedan comportarse en vista de algunas metas. Pero lejos de explicar la conducta en términos de una finalidad inmaterial irreductible, los psicólogos científicos tratan de explicar la conducta intencional en términos de procesos neurofisiológicos estimulados y constreñidos por determinantes genéticos y ambientales” (Bunge). En ese sentido, los objetos físicos no poseen funciones ni intenciones, los objetos biológicos poseen funciones y los animales racionales poseen intenciones, por ejemplo: no podemos decir que el sol quiere calentarnos, pues hay millones de soles en el universo que no calientan a nadie y nuestro propio sol llevaba miles de millones de años existiendo sin calentar a nadie; en el aspecto biológico, nuestra garganta tiene la función de generar voz, pero no podemos afirmar que su finalidad sea esa, pues existen muchos animales con garganta y sin voz y nuestra propia especie permaneció miles de años sin generar sonidos, ya que inicialmente su función era transportar alimentos al estómago y permitir la respiración, por lo que la voz fue una mera contingencia; y los fenómenos sociales como las revoluciones no pueden explicarse meramente como acontecimientos, pues al conllevar intrínsecamente intenciones y deseos: debe explicarse también la finalidad, por lo que las ciencias sociales no solamente explican el cómo, sino también el por qué de los fenómenos.

Asimismo, la característica que subyace a los diversos métodos de la ciencia consiste en su probabilidad, pues debido a que el estudio de la realidad no es exacto, nunca habrá verdades absolutas sobre la misma, sino sólo probables, pero de una probabilidad cada vez mayor. De este modo, la ciencia interroga a la naturaleza y encuentra lo que probablemente es, al contrario de la religión o la filosofía continental que imponen dogmáticamente sus posturas (entiéndase deseos, gustos, argumentos de autoridad, opiniones, conveniencias y creencias). Asimismo, mediante la ciencia no necesitamos de la fe, pues sus resultados nos permiten creer menos y saber más. En ese sentido, los métodos científicos resultan muy provechosos, además de que toda teoría científica está sometida a contraste con otras teorías y con la realidad, por lo que es autocorrectiva y posibilita el progreso. De modo que no hay verdades absolutas (entiéndase planas), sino que la complejidad científica se adapta cada vez mejor a la complejidad de la naturaleza. En ese sentido, Bunge explica que las únicas condiciones para que una hipótesis o teoría sean tomadas en serio en la ciencia o tecnología modernas son que el mecanismo en cuestión sea concreto (en vez de inmaterial), sujeto a regularidades legales (en vez de milagroso) y escrutable (en vez de oculto). Además, si no se encuentra ningún mecanismo plausible para dar cuenta de datos controvertidos, como los milagros, telepatía, curación por la fe, alucinaciones colectivas y psicología de masas, el científico puede cuestionarse los propios datos: puede suspender su juicio e incluso dudar si los datos describen hechos objetivos. De este modo, toda aseveración sobre la realidad puede ser escrutada y verificada por la ciencia, pero no sólo eso, sino que toda persona que la estudie puede comprobar tales argumentos por sí misma. En este sentido es provechosamente comparativo el hecho de que “el creyente busca la paz en la aquiescencia; el investigador, en cambio, no encuentra paz fuera de la investigación y de la disensión: está en continuo conflicto consigo mismo, puesto que la exigencia de buscar conocimiento verificable implica un continuo inventar, probar y criticar hipótesis. Afirmar y asentir es más fácil que probar y disentir; por esto hay más creyentes que sabios” (Bunge).

CAMPO: No puede existir una ciencia sin presupuestos filosóficos (como pretendía el positivismo), por lo cual la ciencia actual ha adoptado postulados metafísicos que la sustentan. Hablar de metafísica podría parecer arbitrario, pero hay que recordar el origen de dicha disciplina, pues Romero Baró explica que “la metafísica nace y se construye a partir de la praxis científica. Para constatarlo basta la observación histórica de los sistemas metafísicos en sus orígenes. Muy palpable resulta en Aristóteles (…) para quien se fueron haciendo necesarios estudios de índole metafísica (…) después de haber recabado un buen número de adquisiciones científicas (…), poniéndose de manifiesto que la metafísica es un estudio profundo y universal de los fundamentos mismos de la ciencia física”. Por tanto, toda metafísica que no parta de la ciencia corre un riesgo muy grande de errar, pues incluso contradiría el propio significado del término. En ese sentido, la ontología que subyace a la ciencia es el materialismo moderno, en el cual no se tiene una visión simplista de la materia como la poseen los idealistas o los mecanicistas, así, Bunge explica que “el materialismo que sugiere la ciencia contemporánea es dinamicista antes que estatista. También es pluralista, en el sentido de que reconoce que una cosa material puede tener muchas más propiedades que las que le asigna la mecánica” (Bunge). De este modo, solamente tienen existencia real los objetos materiales y tales objetos poseen propiedades, sin embargo, “…las propiedades, relaciones y cambios de las mismas, de los objetos materiales, son reales tan sólo de manera derivada: en sentido estricto son abstracciones. Por ejemplo: las distancias entre las cosas no son reales: sólo las cosas espaciadas lo son. Análogamente, los sucesos no son reales: sólo las cosas cambiantes son reales” (Bunge). Ahora bien, todo objeto material pertenece a un sistema y esto facilita su explicación, ya que “todo sistema puede analizarse en su composición, ambiente, (mecanismo) y estructura” (Bunge), asimismo, “un sistema es real si, y solamente sí, está compuesto exclusivamente de partes reales (materiales)” (Bunge). Dentro de cada sistema existen elementos emergentes, de este modo, “El materialismo emergentista (o moderno) afirma que si bien todo existente real es material, las cosas materiales se dividen en al menos cinco niveles de integración cualitativamente diferentes: físico, químico, biológico, social y técnico. Las cosas de cada nivel están compuestas por cosas de niveles inferiores y poseen propiedades emergentes, de las cuales sus componentes carecen. Por ejemplo, un subsistema cerebral capaz de tener experiencias mentales de algún tipo está compuesto por neuronas, células gliales y otros tipos de células, ninguna de las cuales es capaz de tener pensamientos; del mismo modo, una empresa comercial, aunque está compuesta por personas, ofrece productos que ningún individuo podría producir” (Bunge), esta postura se contrapone a los planteamientos simplistas de los mecanicistas y los vitalistas, por ejemplo, en el caso de la composición de la vida, “El mecanicista confunde la célula viva con su composición; el vitalista pasa por alto esta última, así como la estructura y el entorno, y se centra, en cambio, en las propiedades emergentes (suprafísicas) de los organismos (...) (Los dos errores) se evitan al convenir que los componentes de una célula no están vivos y al suponer que se autoorganizan según modos conocidos para la física, la química (de tal modo que de su composición emerge la vida)...” (Bunge). De este modo el materialismo científico es el modo más completo y por ello el menos reduccionista de explicar la realidad.

Consecuentemente, el materialismo emergentista es una teoría que parte de los hechos estudiados por la ciencia y por tanto es verificable en cada circunstancia en que la ciencia se aplica, en ese sentido “la continuación de la civilización moderna depende, en gran medida, del ciclo de conocimiento: la tecnología moderna come ciencia, y la ciencia moderna depende a su vez del equipo y del estímulo que le provee una industria altamente tecnificada” (Bunge), asimismo “la técnica moderna es, en medida creciente –aunque no exclusivamente—ciencia aplicada. La ingeniería es física y química aplicadas, la medicina es biología aplicada, la psiquiatría es psicología y neurología aplicadas; y debiera llegar el día en que la política se convierta en sociología aplicada (…)” (Bunge). Este hecho conlleva un efecto determinante, pues la tecnología como los autos, las medicinas y la comida genéticamente mejorada: han sido generados sobre la base del materialismo científico y por ello es incongruente aprovechar tales elementos por un lado y ser filosofastro, escéptico de la ciencia o religioso por el otro. En ese sentido, quien crea que el universo no está constituido de la forma como la ciencia lo expone: no debe utilizar los beneficios de la tecnología que se sustenta en dicha base ontológica; de ese modo, todo religioso, escéptico ante la ciencia o filósofo continental que sea congruente con su postura metafísica no puede por ejemplo, asistir al médico, sino que tiene que buscar sanarse por los medios que su religión o ideología generen. De la misma forma, por medio de la ciencia y la filosofía es posible evidenciar que la inmortalidad es imposible (esto lo explico en mi ensayo “El Yo”) y que las experiencias cercanas a la muerte son meramente fenómenos psicológicos.

Por otro lado, el ataque que se le suele hacer a la ciencia consiste en afirmar que es una forma de poder (Foulcault), que parece imponerse injustificadamente, que no admite otras posturas y que genera una educación dogmática (Feyerabend). Foucault confunde las aplicaciones políticas de la ciencia con su estructura metodológica, pues es un hecho que la ciencia se puede manipular para fines tan desastrosos como la bomba atómica (tan arduamente citada), o que al enfocarse en metas meramente prácticas la ciencia se parcializa; pero los conocimientos que la ciencia genera no varían conforme al poder en turno, por ejemplo: el estudio del genoma humano se realiza predominantemente en países capitalistas y sus resultados podrían utilizarse como forma de discriminación genética, sin embargo, si dicho estudio se realizara en su totalidad en un país comunista los resultados serían los mismos, pues el código genético es uno. Por otro lado, Feyerabend plantea que la ciencia se impone sin justificación, pero hemos visto que la ciencia es la única disciplina que aborda la realidad mediante una experiencia objetiva y que siempre está sometida a verificación, por tanto es razonable que no admita otras posturas que la retracen; además, si la educación tiende a ser dogmática será tarea de la pedagogía corregirla, pero es ridículo rechazar todo un conjunto de conocimientos tan sólo por una de sus aplicaciones.

Finalmente, con respecto a la ciencia, la tarea del filósofo que pretenda hablar de la realidad será mejorar la metafísica de la ciencia, así como partir del conocimiento científico para reflexionar sobre el universo, la vida o la humanidad y de ese modo contribuirá en la adquisición de conocimiento verdadero. Y la tarea del científico será no negar o evadir la parte filosófica de la ciencia, sino acercarse a ella para mejorar sus teorías, objetivos y cosmovisiones.

CUESTIÓN: Aún cuando mediante la ciencia sea posible responder qué existe, cuáles elementos son reales y cuales no, cómo funcionan las cosas y por qué funcionan de cierto modo: las respuestas que se generan derivan de responder el cómo y el por qué, por ello propongo que sus interrogantes primordiales sean éstas últimas. Esto ocurre en razón de que la ciencia parte de objetos reales para su estudio y no se ocupa de lo que no sea concretamente escrutable, sino que da por hecho que existe todo aquello que sea material. Asimismo mediante la ciencia no es viable responder el para qué de la vida, pues no es lógicamente posible proceder de los hechos a los valores.


lunes, octubre 06, 2008

Reyertas 06: La crisis económica actual

Resulta tentador dedicarle esta entrega a las provocaciones durante la pasada marcha del 2 de octubre o a las protestas de un par de jóvenes en Palacio Nacional contra la ilegitimidad de Felipillo I (el breve). Pero un tema que tiene mucho mayor trascendencia internacional y que, pese a los grandilocuentes discursos que se dan por todos lados, sigue careciendo de explicaciones precisas es: la crisis económica.

Un texto publicado en el blog del camarada Franky explicando la crisis económica estadounidense resulta una extraordinaria pieza de agitación política que logra dar luz sobre las repercusiones que tendría la expansión de la crisis estadounidense hacia el resto del mundo, en particular hacia México. Nuestro camarada deja completamente claro la fragilidad del sector hipotecario nacional y que, ante los problemas en EU, podría colapsarse por la disminución de las exportaciones y las remesas. Sin embargo, cae en dos inexactitudes considerables cuando intenta explicar la crisis actual: 1) repite las consecuencias apocalípticas para el mundo entero y, 2) su lectura sobre el papel desempeñado por el crédito.

Por su parte, Jorge A. Chávez Presa en su texto “Movimientos tectónicos de la economía global” publicado en el suplemento “Ideas” de El Universal concluye que dados los reacomodos económicos que se darán en el mundo, será necesario implementar mejores sistemas regulatorios para la economía mundial. Lo que Chávez Presa no toca es precisamente el fondo del problema de la crisis, que es también el de los ciclos económicos: la contradicción entre el capital y la fuerza de trabajo.

Por principio de cuentas se afirma que nos encontramos ante la crisis más fuerte de los últimos 50 años, algunos la comparan con la crisis de 1929. Hay tres indicadores que nos permiten detectar cuando una crisis económica se presenta: disminución de los puestos de trabajo, intensificación de quiebras y disminución del circulante disponible. Esos tres indicadores son inherentes a la caída abrupta de la tasa de ganancia para los capitalistas. Basta revisar las noticias de las últimas semanas para saber que esas tres cosas han estado pasando en la economía estadounidense: en septiembre se perdieron 159 mil empleos, las quiebras y fusiones llevaron a la desaparición de los cinco bancos de inversión que dominaron Wall Street durante todo el siglo XX, amén de los bancos que han sido absorbidos por la competencia o rescatados por el gobierno; pese a que en febrero pasado la Reserva Federal inyectó 150 mil millones de dólares, a la par que disminuía las tasas de interés para préstamos al sector bancario, la economía estadounidense sigue teniendo una fuerte carencia de liquidez. Por eso se peleó tanto el plan de rescate (Fobaproa a lo bestia), pues las necesidades de los bancos para pagar sus deudas es superior a los 842 mil millones de dólares. Ahora que, el actual momento de crisis no es algo que haya salido de la nada ni que haya sido imprevisible, ni siquiera para los economista burgueses. Desde el 14 de diciembre de 2007 el economista Paul Krugman (quién no es precisamente un crítico del capitalismo) señaló en su artículo para el New York Times, After the Money's Gone, que la situación financiera no se debía a una simple falta de confianza de los consumidores hacia las instituciones financieras sino que se debía a problemas estructurales de la organización mísma del sistema financiero. Faltó agregar: y del modo específico de acumulación del capitalismo.

Pero, ¿cómo se llegó a esta crisis? Antes de esbozar una respuesta a esta interrogante, habrá que señalar aquí que las imprecisiones del camarada Franky se derivan de un problema común a la mayoría de los partidarios de las izquierdas: el desprecio hacia el dinero como mercancía: dada su característica especial de no tener valor propio sino el de la suma total de las mercancías en circulación, suele ser excluida de los análisis o colocada en un papel menor al que desempeña en la economía capitalista. Así, los instrumentos bancarios y financieros (como el crédito) quedan mucho peor ubicados que el dinero circulante, pues se les suele negar su carácter de dinero. El dinero puede no tener valor por sí mismo pero es la forma en la cual se expresa el valor del resto de las mercancías (valor dinerario), es una necesidad histórica. Este punto es relevante porque una de las características principales del neoliberalismo como forma histórica, concreta en que se da la acumulación del capital, radica en que el papel de dinero mundial lo ha asumido el dólar norteamericano desde el rompimiento del pacto de Bretton-Woods en 1972. El dólar solamente era una representación que permitía comparar la producción de los mercados internos en el marcado mundial. Dado que el dólar ya se utilizaba como dinero mundial para las transacciones comerciales entre naciones, el alejamiento del patrón oro como política monetaria, le permitió a los Estados Unidos respaldar su moneda en la circulación de las mercancías de todos los rincones de la tierra, aún sin la necesidad de que EU estuviese involucrado directamente. En cierto modo esto representa la apropiación del comercio mundial por parte de los estadounidenses. Con ello, se convirtió al mundo en deudor del imperialismo norteamericano, pero al mismo tiempo, ese imperialismo se convirtió en deudor de todo el mundo. Esto es, el comercio mundial realizado en dólares estadounidenses le dá respaldo como moneda, pero el gobierno de Estados Unidos debe financiar su propio desarrollo económico mediante la captación de moneda extranjera para que internamente tenga solidez: los bonos del tesoro es el principal instrumento en el cual las naciones mantienen sus Reservas Internacionales.

Agregar a lo anterior: la autonomización de las transnacionales con respecto a su imperialismo protector. Dado el desarrollo de las fuerzas productivas y del mercado interno en Estado Unidos, las grandes firmas han logrado expandirse a tal grado que han ido desmantelando el sistema productivo norteamericano para llevarlo a lugares que les faciliten dominar al mercado mundial. Pero, en el mundo, al igual que en Estados Unidos, la sobreproducción también genera crisis económicas al saturar los mercados o fomentar la especulación. Justamente ese fue uno de los motivos que detonaron la crisis actual (todos estos elementos que ni por error menciona Chávez Presa). Si uno asume la postura que pontifica que los consumidores tienen toda la culpa de la crisis porque se están dando una vida que no pueden pagar, que adquirieron su casa o sus pertenencias pensando que después ya verían, se asumiría la misma forma de razonamiento del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, quién explica la crisis estadounidense aduciendo una inadecuada “cultura financiera”.

Para entender, porqué el sector hipotecario fue la parte más delgada recuérdese que para resolver la crisis económica del ciclo anterior, la Reserva Federal recurrió a la disminución de las tasas de interés hasta mínimos históricos: la principal tasa referencial de interés llegó a ser de 1% entre 2002 y 2003. Esas condiciones permitieron que los prestamistas redujesen sus ganancias, para compensarlas masificaron el otorgamiento de créditos, lo cual supone inevitablemente, facilitarlos. Muchas personas aprovecharon las condiciones ventajosas que les ofrecía el mercado para costear mejores condiciones de subsistencia; condiciones que durante dos años pudieron pagar sin problemas. Pero, nothing last forever (como dicen los gringos) y menos las bajas tasas de interés: conforme la producción se reactivó la inflación se fue incrementando gracias, en parte, a que los especuladores comenzaron a beneficiarse de la recuperación de la tasa de ganancia. De ahí, a los crupieres de la economía se les ocurrió bursatilizar los títulos de préstamo hipotecario, mediante los Hedge Funds, para potenciar las ganancias. Pero, la inflación debía ser controlada y las tasas de interés se incrementaron más allá de las posibilidades de pago de personas que habían adquirido sus bienes pagando 3 ó 4 veces menos intereses. El desplazamiento de las tasas hacia arriba obligó a muchos especuladores a escapar de los Hedge Funds, llevándose su dinero a inversiones seguras como las materias primas, dónde ya ocasionaron destrozos considerables para la humanidad con la irracional elevación de los precios de los alimentos, combustibles, minerales y demás.

Por su parte, Chávez Presa presenta en su texto un panorama de hacia dónde dirige al capitalismo la debacle de la doctrina neoliberal. Tiene dos grandes méritos (no importa que otros ya los hayan señalado antes), descubre que el libre mercado es tan utópico como las teorías Bakunianas y señala que el próximo paso del capitalismo es la implantación de mecanismos reguladores: un punto intermedio entre el Keynesianismo y el Liberalismo. Sin embargo, a diferencia del camarada Franky, este economista burgués percibe una elemento fundamental: el capitalismo puede y necesita regenerarse creando una nueva estructura, una nueva expresión concreta, pero capitalismo al fin y al cabo. Justamente ahí está el riesgo que corre el Socialismo del siglo XXI, convertirse en la salida teórica para la regeneración del capitalismo: ser su nuevo aliento opresor. Es esa opresión la que conduce a la muerte de la humanidad entera, por eso la muerte no debe ser una opción para nosotros: ¡Necesario es vencer!

miércoles, octubre 01, 2008

Cavilaciones 03: La lucha por el 68

Por: Doser


¿Qué podemos decir del 68 que no se haya dicho ya? Probablemente nada, pero a veces la supuesta necesidad de la innovación y de nuevas concepciones no supone una superación de las anteriores. Muy al contrario, puede evidenciar la falta de comprensión histórica o una manifiesta posición por reconvertir el significado de los hechos sociales de gran calado, con el fin de obtener un beneficio particular. En otras palabras, la definición de las coyunturas históricas es siempre un asunto político e ideológico: las posiciones que pelean con mayor crudeza son precisamente las que niegan discursivamente la parcialidad de sus intenciones, las que se alzan sobre la sobriedad académica y pretenden una ruptura con pasiones políticas y visiones épicas. Son precisamente estas interpretaciones las que deben ser tomadas con el mayor cuidado.

Así es que hoy, como ayer, el movimiento estudiantil de 1968 es una cuestión política que habremos de enfrentar desde una perspectiva teórica. ¿En qué sentido? El 68 fue una desmitificación de la divina comedia mexicana: la revolución hecha gobierno. Evidenció el divorcio entre el discurso de la democracia a la mexicana y el verdadero ejercicio del poder. Así fue como José Revueltas caracterizó 1968.

Ahora, a 40 años de distancia, planteamos el asunto en los mismos términos: ver a la luz de los hechos pasados, pero sobre todo, de los actuales; la relación entre el discurso del poder y su ejercicio real. Con esto no dudamos en nada que, dadas las transformaciones en la dinámica social de unas décadas hasta hoy, la realidad social obviamente es muy diferente. Así mismo, rechazamos una beatificación o una nostalgia que nos lleve a ver el presente con la carga, más que con la experiencia y la reflexión, del pasado. Quizá sea verdad que: “siempre es bien visto decir que estamos pero, y eso vende mucho, aunque todos los datos lo nieguen”[1], pero también es bien visto decir que las cosas han mejorado, y en mucho, aunque no todos, pero sí muchos datos lo nieguen. El punto es saber desde qué ojos, o en otras palabras, desde qué intereses se vea.

Los intereses en torno del 68 son los intereses del poder: la forma en que se ejerce, sus límites y sus efectos en la sociedad. Pero estos intereses no se acaban, por mucho, en el 68; Tlatelolco fue solamente una coyuntura que desenmascaró los abusos del poder político en México, y eso, entre otras razones, porque la represión a estudiantes de una nebulosa clase media fue mucho más escandalosa que le ejercida sistemática y selectivamente contra otros sectores, en especial campesinos y obreros. La represión como política de Estado no surgió en 1968. Lo que aquí debemos tener bien presente es que: hablar de 68 es hablar del poder y al definir al primero tenemos que atender al segundo. Aquí postulamos dos tendencias en la definición del movimiento estudiantil de hace 40 años:1) Su seccionamiento esquemático entre lo constructivo y lo destructivo, y 2) su uso ideológico en la justificación de una democracia incongruente, por no decir: inexistente.

1. Nadie niega que el movimiento estudiantil del 68 fuera una lucha por la democratización de México, pero en cambio, se argumenta que la aportación a la democracia fue más un efecto colateral. Hay quienes hacen una distinción entre rebelión por la libertad y la construcción de la democracia; reprochan a los estudiantes del 68 no pensar en ella o en la posibilidad del voto como medio de transformación social.[2] Evidentemente esta crítica no ubica el contexto histórico de 1968, cuestiona de manera oportunista el protagonismo de la izquierda en la transformación del país al tacharla de dogmática y contraria a la democracia representativa-electoral.

Para quienes suscriben esta crítica, el 68 se duvude en dos legados. El positivo o la crítica al autoritarismo; el negativo o el destructor: “Aquellos jóvenes aceleraron el descrédito de la tradición… La ilustración burguesa es, por definición, crítica. Sin embargo, se trata de una crítica acotada por la funcionalidad y la sensatez”, la sensatez de la Ilustración que se explica con “la táctica kantina (que) se emparenta con la moral provisional de Descartes: aplicar la duda sistemática y universal, preservando las normas vigentes en tanto averiguamos si conviene abandonarlas. El conservadurismo burgués está dispuesto a reparar el barco, incluso desarmarlo, si es menestar. Pero no emprenderá los arreglos en altamar por miedo a hundir la nave… La juventud perdió el respeto por el establishment: no temió cambiar el casco del barco a la mitad del océano.” Ahora resulta que el priísmo fue el representante de la Ilustración en México, al menos eso da a entender uno que otro intelectual.[3] Así, se quiere ver al movimiento del 68 como el antecedente lógico del supuesto retraso doctrinal de la izquierda en México, así como su inclinación al conflicto. Por tanto, el mayor error del movimiento estudiantil fue no constituirse en partido político para dar la batalla electoral por la democracia. Arbitrariedades históricas en sesudos (¡!) razonamientos nutren esta crítica.

2. Por otro lado, 1968 representó un golpe ideológico que obligó a la redefinición de todas las ideologías presentes: por una parte, al gobierno le fue cada vez más difícil sostener su caduca pantomima ideológica del nacionalismo revolucionario, tanto que tuvo que recurrir a la demagogia populista con Luis Echeverría Álvarez, lo cuál provocó el recelo de gran parte del conservadurismo empresarial que arribó al PAN desde los 70’s. Pero el golpe ideológico más duro fue, definitivamente, para la izquierda quién se le atacó desde el gobierno y, en fechas más recientes, desde una derecha que quiere interpretar el 68 bajo una fórmula contradictoria: crítica al autoritarismo y objetivos no democráticos. A esto habría que rastrear la identificación unánime del carácter democrático del 68: la represión del movimiento estudiantil y la guerra sucia devinieron más en bandera propagandísta del oportunismo cuasi-democrático, eso lo demuestra la, hoy día, extinta Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), surgida de las promesas de campaña a la presidencia en 2000 de Vicente Fox. Quien fuera el responsable de aquella fiscalía, Carrillo Prieto, “ha sostenido que la Femospp fue ‘moneda de cambio’ (por uso propagandístico, más que de vinculación legal) para que el PRI apoyara a Felipe Calderón en 2006”[4] evidenciando con ello el uso ideológico del 68 y la política represiva.

Para concluir. La izquierda en México no nace en 1968 ni tampoco su orientación hacia la democracia. Los intentos de la izquierda por acceder al poder mediante el voto son variados, pretender que siempre ha estado orientada por dogmatismos anti-democráticos es, o una falta de conocimiento histórico o una posición tendenciosa. Indudablemente grandes sectores de la izquierda mexicana, hoy día, tienen arraigada una cultura política sectaria. También es cierto que la izquierda en su conjunto, carga con el 68 como una tarea inevitable, por definir, para efectos prácticos respecto al México democrático de hoy; solamente lo podrá hacer en la medida que apele a la honestidad política e intelectual para reconocer el uso demagógico que se hace del 68 en la Democracia Bárbara del 2008, 40 años después.



[1] Luis González de Alba, “La vida cotidiana antes del 68” en Nexos, n. 348, p. 28.

[2] Enrique Krauze, “El legado incierto del 68”, en Letras Libres, n. 210, p. 34-36.

Sinceramente hubiera resultado curioso que la “V” de la Victoria hubiera sido la del Voto libre y secreto y que el Patria o muerte mi destino hubiera sido Democracia o muerte mi destino o que se hubiera incluido un séptimo punto del pliego petitorio que propusiera una reforma electoral y una ley de medios que limitara la influencia de los caciques de los mass media.

[3] Héctor Zagal, “La aniquilación de la ancianidad, en Letras Libres, n. 210, p. 36-38.

[4] Ignacio Carrillo Prieto, citado en Gloria Leticia Díaz, “Ejército intocado”, en Proceso, n. especial 23, septiembre 2008, p. 53.