jueves, julio 16, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 24:

El Egoísmo

Análisis filosófico del amor

Por: Sagandhimeo

Para Adriana

Por enseñarme a construir el amor

INTRODUCCIÓN

En esta obra se analizará el origen biológico del amor y su posibilidad en la sociedad, así como su relación con el egoísmo.

1. Origen natural.

Hasta donde sabemos, en el inicio del universo todo estaba sumamente comprimido, después hubo una gran explosión que marcó el origen de todo cuanto somos y nos rodea, desde entonces varias fuerzas como la electromagnética han ejercido una influencia decisiva en el desarrollo de la existencia. El filósofo griego Empédocles intuyó que el movimiento del universo se efectúa entre dos fuerzas: el amor y el odio. En sentido literal esta afirmación resulta injustificada, pues no podemos atribuir características antropomorfas al universo, pero en sentido metafórico estaba en lo cierto: las fuerzas de atracción y repulsión provocaron que las partículas más pequeñas formaran partículas subatómicas, átomos, moléculas y en ultima instancia, vida y amor, entre otras. Esto no significa que podamos reducir la complejidad de tales elementos a fuerzas físicas, sólo evidencia que la materia tiene el potencial para desarrollarse en formaciones infinitamente más complejas.

En el plano biológico las fuerzas de atracción y repulsión impulsaron la emotividad en los animales, la cual surgió para favorecer la supervivencia colectiva, esto no ocurre en todos los animales, pues sólo algunos de ellos poseen la complejidad cerebral y la interacción necesaria para desarrollar emotividad, únicamente la poseen los reptiles, aves y mamíferos. En los seres humanos alcanzó tal complejidad que generó el amor. El cual superó la mera atracción sexual y el mero afecto familiar para generar sentimientos de unión de las más diversas formas, como el amor de amigos, el amor a la patria, el amor a la humanidad, a los animales, e incluso el amor a los objetos y a personajes imaginarios. Es decir que el origen del amor es netamente biológico, pero su desarrollo en el humano superó la mera base fisiológica para adquirir la complejidad psicosocial.

En el caso del amor de pareja, el enamoramiento parte del instinto de reproducción, donde el organismo nos impulsa a buscar una pareja que posea rasgos asociados a la fertilidad y a la procreación, como un cuerpo sano y fuerte, óptimamente desarrollado y con una personalidad confiable y sólida, entre otras cosas (aunque siempre en comparación a uno mismo, véase mi obra LA NADA). En caso de encontrar a una persona con las características que requerimos, nuestro organismo reacciona hormonalmente produciendo la sensación de enamoramiento, el cual se estima que dura entre 18 y 30 meses.

Pero el amor no puede ser reducido a lo biológico o fisiológico, pues al ser el humano un ser social, el desarrollo pleno del amor requiere de una construcción social, como veremos en adelante.

2. Desarrollo social del amor.

2.1 Amor filial. La base fisiológica del amor hace de éste algo instintivo, el mejor ejemplo es el amor filial, el cual produce un placer enorme tanto en padres como en hijos, pues esto es conveniente para la supervivencia genética. En ese sentido, el amor filial no es el más desinteresado sino todo lo contrario, ya que produce la satisfacción más duradera y es el que se apega más al instinto animal. En concreto, es muy común que una madre se entregue totalmente a sus hijos, pero sea tremendamente egoísta con las demás personas, pues lo único que hace es obedecer a su instinto y entregarse al placer maternal. Es por eso que las mujeres que sufren de frigidez tienden a buscar el embarazo, pues tienen dificultades psicosomáticas para amar.

2.2 Amor erótico. El amor de pareja está estrechamente vinculado con la sexualidad, pues su origen biológico es su función reproductiva. Pero una relación de pareja es principalmente una relación social, por lo que su conformación implica cuestiones políticas, ya que involucra intereses determinados. La forma de amor erótico más politizada es aquella en la que lo predominante son estos intereses, por ejemplo, cuando el hombre da amor o regalos buscando sexo y viceversa. En este caso la relación no alcanza un amor pleno, pues no se está formando una pareja integral, simplemente son dos individuos intercambiando mercancías.

En otras palabras, cada persona posee intereses particulares que de cierto modo coinciden con los de la pareja, pero tales intereses no tienen por qué estar en conflicto constante, pues en la medida en que ambas partes forjen intereses comunes: lograran armonizar sus intereses personales. Para ello se requiere que tengan la disposición de comprometerse para construir una relación social como lo es una pareja, integrando y superando sus deseos individuales. En ese sentido, la infidelidad no es dañina por el hecho de tener contacto con otra persona que no sea la pareja, sino por el hecho de faltar a un acuerdo de fidelidad, ya que ambos miembros pueden pactar cierta libertad sexual o sentimental si así lo deciden.

Por la misma línea, la capacidad de la sociedad de forjar relaciones sociales, de madurar colectivamente y de construir intereses comunes: se refleja en nuestra capacidad individual de formar una pareja, por lo que la relación de pareja es el mínimo común múltiplo de la sociedad. Del mismo modo que el desarrollo de la sociedad determina muchos aspectos en las relaciones de pareja, por lo que la pareja es también el máximo común divisor de las relaciones sociales.

La pareja es una microsociedad y por lo tanto no necesariamente tiene que conformarse por sólo dos personas o de personas de sexo opuesto, ya que en la prehistoria y también en la actualidad existen parejas de tres o más miembros y del mismo sexo, por lo que las posibilidades amorosas en el humano son infinitas y no reductibles a funciones biológicas.

2.3 Amor fraternal. El amor entre hermanos es el origen del amor fraternal, pero no termina allí, sino que se puede extender a toda la sociedad, en la medida en que todo formamos parte del género humano. La consigna ha sido dicha una infinidad de veces por un sinnúmero de personas: ama a tu prójimo. La cuestión es el por qué de esta consigna. Y la razón consiste en que no somos entes aislados y autosuficientes, sino que somos un producto histórico y social, por lo que en la medida en que aprendamos a armonizar con nuestros semejantes lograremos un mayor beneficio mutuo.

Pero no podemos concebir al amor fraternal simplistamente, como si todo se tratara de sentimentalismos, pues las relaciones sociales no son entre individuos abstractos, sino que involucran intereses políticos y económicos determinados. En ese sentido, el amor a la humanidad no puede darse en una mera filantropía, donde a pesar del esfuerzo desinteresado por beneficiar a los demás, tales actos mantienen intacto el sistema de explotación y opresión capitalista. Pues incluso los grandes donativos, al ser deducibles de impuestos, son promovidos por las grandes corporaciones para atribuírselos (como en el Teletón), aprovechándose del sentimentalismo del pueblo y de la falta de servicios gubernamentales de salud, entre otros.

Por otro lado, la caridad en sentido vulgar significa lo mismo que compasión, pero en sentido teológico representa el amar al prójimo como a uno mismo, esto implica varios elementos, primeramente no se puede dar por hecho que toda persona se ama a sí misma, pues a menudo atentamos contra nosotros mismos, cuando descuidamos nuestra salud o cuando no buscamos un desarrollo cultural. Por lo que amar al prójimo como a uno mismo puede significar amarlo tan poco como nuestro amor propio. Ahora bien, suponiendo que el amor a uno mismo es óptimo, amar al prójimo no siempre trae beneficios, pues puede traernos una reacción opuesta, en la que la persona desconfíe de nuestra acción y nos agreda o nos rechace. Sin embargo, suponiendo que poseemos amor propio y que la gente tiende a aceptar nuestras buenas acciones, éstas no lograrán un beneficio social, pues no implica que los demás nos imiten o que la gente que tiende a causar daño dejará de hacerlo por el beneficio que les proporcionamos. Por último, en el caso de que nos amemos óptimamente, que se acepten nuestras acciones y que la gente tienda a imitarnos y correspondernos, esto no podrá eliminar los conflictos sociales, pues los grupos humanos no se guían meramente por amor u odio, o porque busquen el bien o el mal, sino por intereses económicos, políticos y culturales, donde por más amor que se les muestre, tenderán a mantener su dominio u opresión sobre otros grupos.

Por todo ello, el desarrollo y madurez de la sociedad no requiere de un amor sentimentalista, sino de un amor-justicia, donde el amor fraternal se acompañe de una lucha política en donde el objetivo sea que todos disfrutemos de una vida digna e integral.

El auténtico amor a la humanidad sólo puede darse cuando tomemos conciencia de la opresión económica y política que impera. Tal conciencia involucra hacer de los intereses universales nuestros propios intereses, tales como la educación, la salud, la alimentación y la vivienda para todos (Sánchez Vázquez). Es decir, los individuos y los grupos humanos actúan en razón de intereses en mayor o menor grado colectivos, pues ninguna acción es totalmente perjudicial o benéfica, egoísta o altruista, sino una mezcla de ambas. Sin embargo, ninguna acción se encuentra al margen de intereses políticos, es decir, todo acto se efectúa en función del papel que desempeñe el individuo dentro de una sociedad. Por ejemplo, la compasión sólo puede darse cuando un individuo se identifica como socialmente superior a otro, pues de otro modo no sentiría lástima. Cosa contraria sucede con la empatía, donde el objetivo es ponerse en el lugar del otro de igual a igual.

3. Amor a uno mismo.

El egoísmo impera en el mundo y esto haría suponer que el amor a uno mismo es predominante, pero sucede todo lo contrario. Amarse a sí mismo significa desear lo mejor para uno y antes hay que saber qué es lo mejor, pues si nos limitamos a entregarnos a los atractivos inmediatos tan sólo lograremos dinero, poder o placer, entre otros, pero eso no implica que realmente nos amemos, pues tales ambiciones sólo implican satisfacción y pueden orillarnos a la autodestrucción.

Por tanto, amarse a uno mismo significa buscar el mayor desarrollo personal, pues sólo de esa forma estamos obteniendo un beneficio integral. Pero tal desarrollo no puede realizarse al margen de la sociedad, pues formamos parte ella, por lo que todo desarrollo individual implica un desarrollo social previo. En otras palabras, en la medida en que logremos una integración y convivencia socialmente plenas, nuestro desarrollo individual se realizará, por lo que el amor a uno mismo sólo es posible como resultado del amor al prójimo y del amor de pareja.

En tal sentido, como el amor a uno mismo requiere que dominemos nuestras pasiones, implica que tiene que ser un ejercicio autodeterminativo, donde nos amemos libremente y no coaccionados por nuestros impulsos ni tampoco en libertinaje.

CONCLUSIONES

Las fuerzas de atracción y repulsión (como la electromagnética) han propiciado la evolución del universo y la generación de vida. En nosotros radica contribuir a ese mismo desarrollo usando tales fuerzas a nivel social como el amor, la cooperación, la solidaridad y la conciencia social. Todo lo cual no puede concebirse al margen de las relaciones sociales, donde las injusticias reposan sobre el sistema de opresión y explotación capitalista.

Asimismo, hemos visto que el amor posee una indiscutible base biológica, pero no puede reducirse a ella, pues también implica una relación social y un desarrollo colectivo e individual.

Y el egoísmo no es otra cosa que falta de amor propio, pues entregarnos a las pasiones inmediatas evidencia nuestra ausencia de libertad y nuestra incapacidad para forjar relaciones de pareja y sociales.

En ese sentido, ningún tipo de amor puede desarrollarse plenamente al margen de los otros, pues para amarse a uno mismo se requiere un mínimo de amor por los demás y viceversa, de modo que existe una relación dialéctica donde el amor a un mismo, el amor de pareja y el amor a la humanidad están estrechamente vinculados a las relaciones sociales.

Ya que el amor no es un objeto inalcanzable ni un fenómeno sobrenatural o un evento azaroso, sino el resultado de vinculaciones armoniosas que implican un desarrollo individual y una construcción colectiva en libertad.

Bibliografía

Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado.

Fromm. El arte de amar.

Sagan, Sombras de Antepasados olvidados.

Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis.

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