miércoles, septiembre 10, 2008

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 02:

La Episteme
Por: Sagandhimeo
(segunda parte)
La religión... (continuación)
Si no hay un criterio en el cual podamos confiar, pues cada religión muestra pruebas igualmente dudosas, ¿Por qué la gente tiene una religión? Y allí es donde entra el otro instrumento que propongo: el deseo. Ante lo desconocido o ante los contratiempos, tendemos a desear que todo ocurra en nuestro beneficio, el ejemplo más claro es el de justicia. En el aspecto individual, deseamos ser recompensados por nuestras acciones y por ello inventamos un cielo (o semejantes) y por otro lado, deseamos que los que nos hacen mal sean castigados y así inventamos el infierno (o semejantes), deseamos que alguien nos ame e inventamos un Dios que nos ama, deseamos vivir para siempre e inventamos la inmortalidad. Pero ninguna de las anteriores ha sido probada indiscutiblemente, pues lo único que demuestran es que las deseamos, pero que deseemos algo no significa que se hará realidad. Por la misma línea se puede refutar el argumento que postula que, como la mayoría de las culturas en todos los tiempos han creído en dioses o en vida eterna, necesariamente deben existir; pues eso sólo evidencia que tales culturas han deseado las mismas cosas, pero no que sean reales, pues también han deseado ser cada una el pueblo elegido y no podrían serlo todas ellas por separado.

MÉTODO: El método en la religión sigue un camino que marcha de la revelación al dogma. Dicho proceso consiste en la comunicación de una verdad sagrada, desde un ser divino a un individuo elegido para recibir tal información, con la consecuente aceptación sin más. Si solamente existiera una sola revelación y una sola interpretación de la misma: sería sencillo conocer la verdad divina. Pero como hay un sin fin de doctrinas que pretenden partir de la revelación: la decisión se complica. Y más aun cuando el otro método aplicado es el dogma, es decir, la doctrina sostenida por una autoridad que no admite réplica. Este método es muy reducido, pues requiere de una aceptación irracional y de una cerrazón hacia toda postura que la contradiga, por lo cual nos mete de nuevo en esa incertidumbre de no poder elegir entre un dogma y otro, sin un gran riesgo de errar. Pero incluso si aceptáramos, por ejemplo, el dogma de la Biblia por ser el más leído (olvidando la propagación violenta del cristianismo), existen decenas de versiones de la misma, e inclusive para la misma versión hay varias interpretaciones e incluso se puede hablar de interpretaciones personales en paralelo con la fe individual; por lo que las posibilidades de atinar a la religión, obra, versión e interpretación verdadera es mínima, y esto en razón de que el método dogmático no admite correcciones que puedan acercarlo a la realidad. Además, dicho método, promueve una falta de sentido crítico, lo cual resulta paradójico, pues para defender una postura sobre otra, es necesario poseer un mínimo de análisis para no contradecirse uno mismo o para distinguir la creencia propia de la ajena.

CAMPO: Si la noción común a toda religión es lo sagrado, tiene que haber un mundo o instancia sobrenatural en el cual residan los entes divinos, pues que algo sea sagrado en el mero plano terrenal no tendría sentido religioso. Ahora bien, por el mero instrumento de la fe y con los métodos estrechos de la revelación y el dogmatismo: habrá una infinidad de visiones sobre el mundo divino y todos con la misma posibilidad de ser falsos e inclusive, con la posibilidad de que todos sean falsos. Más aún, el postular un mundo divino para explicar el mundo terreno: ocasiona tener que explicar la situación de dos mundos en lugar de uno, y si ya de por sí nuestro mundo es complejísimo comparado con nuestras capacidades psíquicas, postular la existencia de más de un mundo es imprudente. Y peor aún, si lo que se concibe dogmáticamente como mundo divino deriva de un deseo y no de un estudio de la realidad.

Finalmente, la religión muestra dos pruebas de su autenticidad: la experiencia religiosa y las profecías. En la primera, habría que establecer un criterio para asegurar que fuera una vivencia auténticamente religiosa y no una mentira, una esquizofrenia o una experiencia sensible. Pero tal criterio no existe. Ahora bien, suponiendo que existe una experiencia religiosa genuina, es difícil concluir algo al respecto, pues una experiencia sin más no nos diría cuál fe es la verdadera, cuál es el mundo divino o cómo hay que actuar en la vida. A menos que dicha experiencia viniera anexada con un manual, el que además tendría que ser claro y conciso para que no hubiera más de una interpretación. Por tanto, si hubiera una experiencia religiosa indiscutible, a lo sumo se podría probar a sí misma, lo cual nos dejaría tan ignorantes como antes, pues la fe sin contenido es nula. En la segunda prueba, ninguna profecía es suficientemente clara para poder asegurar que en verdad predijo un acontecimiento, pues debido a que están redactadas mediante metáforas: basta con esperar que sucedan grandes eventos para acomodar la profecía con los mismos. Peor aún, las profecías de diversas religiones son incompatibles sin que haya un criterio de validez convincente, pues cada una acomodará su discurso con el evento en turno.

CUESTIÓN: La religión, a pesar de no poseer criterios de validez eficientes, pretende lo que ninguna otra disciplina: responder todas las preguntas que puedan formularse, por ello aparenta resolver todos los problemas de la vida y de la muerte. Así, pretende determinar qué existe sin un criterio para distinguir lo imaginario de lo real, pretende mostrar cómo funciona el mundo sin estudiarlo, por qué ocurren los acontecimientos sin investigarlos y para qué existe el humano sin indagarlo. Por lo que las disciplinas como el arte religioso, la teología y la práctica religiosa: tienen pocas probabilidades de generar conocimiento verdadero.

  

ARTE

“el arte es la mentira que nos permite comprender la verdad”

Pablo Picasso

Históricamente el arte significaba técnica y por ello se suele ocupar casi en cualquier cosa (arte de amar, arte de cocinar, arte de caminar, arte de la guerra). Esta definición genera problemas, pues la técnica existe en toda disciplina y no toda disciplina es arte, además, no existe una definición única de arte, por lo que propondré mi propia definición y la fundamentaré en este apartado: el arte consiste en el uso de la sensibilidad y de la imaginación para la expresión y contemplación de diversas representaciones de la realidad, lo que puede entenderse propiamente como bellas artes. Por otro lado, la característica definitoria de la obra de arte es su carácter estético, el cual comúnmente se define como aquello que disfruta de libertad, fluidez y seguridad, así como una armonía rítmica, es decir que no basta con que una obra se acople a la definición que he propuesto, sino que requiere de ciertos patrones que le brinden calidad. Asimismo, el arte se distingue de la mera técnica cuando el valor intrínseco supera al valor instrumental (Hospers), en otras palabras, cuando se aplica la técnica para un fin en particular se la está utilizando como medio, en cambio las bellas artes se tienen a sí mismas como fines (a diferencia de la religión que pretende subordinar los valores humanos a lo supuestamente sagrado), por ello, como explica Schiller, “es contradictorio el concepto de un arte instructivo (didáctico) o edificante (moral), porque nada se contrapone tanto al concepto de belleza (es decir, estética), como otorgarle al ánimo una determinada tendencia.” Por lo cual, siempre que el arte tenga, en primera instancia un fin, no será propiamente arte sino mera técnica, por ejemplo: la publicidad no será nunca arte pues su fin primario es vender un producto; pues aún cuando el arte sea un negocio, seguirá siendo arte en tanto su fin principal sea la expresión y no el comercio o la propaganda. Esto no debe entenderse llanamente, pues es evidente que, concordando con Bourdieu, en la realidad nunca encontraremos un arte puro, es decir, como nuestra naturaleza humana se constituye por deseos, condicionamientos biosociales e intenciones insuprimibles: el artista y el receptor genuino pueden alcanzar, a lo sumo, una creación o apreciación cercana al arte ideal, pero nunca absoluta. En ese sentido, la ideología del artista no puede suprimirse de su obra y para evitar que sea tendenciosa, la ideología debe constituirse como un ingrediente más de la obra y no como el factor determinante, tal como explica Sánchez Vázquez.

Ahora bien, por lo regular se divide el arte en abstracto y concreto, así por ejemplo, la música sin voz o la pintura cubista es abstracta y el cine o la literatura naturalista son concretos, sin embargo estos criterios no son rígidos, pues toda obra de arte conlleva rasgos abstractos y concretos en diferente proporción. Lo que concierne a esta obra es que mientras más abstracto sea, menos generará conocimiento sobre el mundo, pues contendrá solamente las formas de las cosas o de los sonidos, y mientras más concreto sea, mostrará aspectos particulares de la realidad, por lo que brindará dicho conocimiento.

INSTRUMENTOS: El arte utiliza la experiencia subjetiva, es decir, la sensibilidad, la cual contempla tanto las sensaciones como las emociones, es decir que por medio de la sensación el artista percibe el mundo y mediante la emoción se apropia de tal percepción, luego mediante la imaginación construye una totalidad, por ello, el arte nos permite conocer el mundo como un todo, es decir que nos proporciona una información directa del mundo, pero no de aspectos conceptuales, sino de su conjunto. Cabe mencionar que el arte utiliza la inteligencia en lo técnico, pero como cualquier otra disciplina también la utiliza en tal aspecto: no representa su instrumento distintivo.

Consecuentemente, propongo que la supuesta experiencia religiosa no es más que una experiencia sensible, en la que se toma por real la imaginación que la acompaña, pues saltar de una emoción humana a una divina no tiene fundamento. En otras palabras, el error de la religión consiste en tomar como real lo que la sensibilidad percibe y la imaginación concibe. Igualmente las ideas de Dios y de la inmortalidad son posibles en nuestra imaginación y han sido desarrolladas cabalmente en el arte, lo cual es muy distinto a tomarlas como reales.

MÉTODO: la expresión permite al artista transmitir su conocimiento subjetivo sobre el mundo, en donde se consienten, cohabitando, una infinidad de posturas contrapuestas, pues cada una de ellas muestra un enfoque de nuestra humanidad y del mundo. La contemplación es el método que complementa a la expresión, el cual es utilizado por el receptor para así asimilar la obra expuesta. Asimismo, la expresión oscila entre la mera proyección de las emociones personales y la proyección de la realidad mediante el artista. En ese sentido tanto el creador como el receptor generan auténtico arte y auténtico conocimiento cuando son capaces de expresar o contemplar una representación de la realidad y no sus meras emociones personales. Allí es donde entra el factor objetivo en el arte, pues la mera subjetividad vulgariza el arte y lo priva de conocimiento, ya que muestra una visión excesivamente personal y no un enfoque de la realidad como totalidad.

CAMPO: Debido a que el arte parte de la sensibilidad y se aplica mediante la expresión, sólo puede emplearse en su propio mundo. Esto no significa que el mundo subjetivo sea como el mundo divino, pues el mundo subjetivo es evidentemente una apariencia que no pretende ser real, sino que nos permite comprender el mundo real de manera indirecta y no pretende menospreciarlo o subordinarlo como las religiones. Es decir que, “la apariencia es estética sólo si es sincera (si renuncia explícitamente a todo derecho de realidad) y sólo si es autónoma (si prescinde de todo apoyo de la realidad)”, según explica Schiller. En ese sentido, un reportaje no es arte en tanto intenta mostrar la realidad tal cual es: sin trascenderla, por lo que permanece como mera técnica descriptiva o explicativa, pero no expresiva; a diferencia del arte de la fotografía que aun cuando capte la imagen fidedigna de la realidad, quien toma la foto muestra un enfoque subjetivo y por ello es una representación, pues convergen diversos factores como el ángulo, la distancia y la iluminación, los cuales derivan de la intención del artista. Asimismo, el conocimiento subjetivo del arte es capaz de mostrarnos una cultura en su máxima expresión y generarnos un conocimiento más profundo en determinados aspectos, que las otras disciplinas Por ejemplo: mediante una película histórica podemos conocer la cultura prehispánica como si estuviéramos presentes, lo que no es posible con las otras disciplinas, pues éstas se ven obligadas a fragmentar la realidad para su estudio objetivo (lo que se verá en filosofía y ciencia). En otras palabras, el arte nos provee de conocimiento subjetivo, que no por ello deja de ser conocimiento genuino (aunque no conceptual).

Por otro lado, al ser el arte un medio de comunicación, requiere de un medio social para realizarse, por ello, una obra de arte que nunca se haya visto o que no haya sido apreciada estéticamente: estaría incompleta, pues sólo sería artística para el creador. Del mismo modo, aun cuando los comerciales de televisión, las obras rupestres o el paisaje natural no hayan surgido con una intención artística: si los espectadores la perciben en sentido estético, la convertirán en una obra de arte para ellos. En ese sentido, para que las obras de arte consigan su realización total, necesitan ser artísticas tanto para el artista como para los espectadores, es decir, para todos. Esto requiere de una socialización del arte (Sánchez Vázquez), en la cual todo individuo posea la capacidad de ser artista y espectador genuino, es decir, donde se supere el mero arte de élite.

CUESTIÓN: Debido al carácter subjetivo del arte, su posibilidad de generar conocimiento es discreta. Mediante la sensibilidad percibe qué existe y mediante la imaginación concibe qué puede existir. Esto sucede en razón de que el arte no posee métodos objetivos para abordar la realidad, por lo que no puede (ni quiere) responder cuáles elementos son reales o imaginarios o cómo funcionan las cosas o por qué actuamos de cierta manera o para qué actuar de cierta forma. Sin embargo no tiene por qué hacerlo, el hecho de mostrar qué existe o puede existir (como las utopías) es ya una contribución invaluable, pues suministra la materia prima que la filosofía, la ciencia y la praxis pueden utilizar para conocer o mejorar la realidad (como se explicará en adelante), dado que brinda una pluralidad de perspectivas que contribuyen a combatir las visiones unilaterales.

(Continuará...)

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