miércoles, septiembre 24, 2008

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 03:

La Episteme
Por: Sagandhimeo
(tercera parte)
FILOSOFÍA

“El escrutinio escéptico es el medio, en ambas ciencia y religión, por medio del cual, los pensamientos profundos pueden ser arrancados de profundos disparates sin sentido”

Carl Sagan

Históricamente, la filosofía se ha encargado de responder a las preguntas fundamentales del hombre, en cada periodo ha brindado las respuestas que las condiciones sociales le brindaban. Por ello la filosofía sufre de una multiplicidad de posturas irreconciliables que dificultan su unificación, por lo cual será insatisfactoria cualquier definición y desarrollo que pretenda dársele. Debido a esto, me concretaré a postular mi propia definición y trataré de fundamentarla en este apartado: la filosofía es el análisis y síntesis de las ideas mediante la inteligencia (cabe mencionar que inteligencia puede entenderse como sinónimo de razón, pero en esta obra se propone a la inteligencia como el dominio de la misma).

INSTRUMENTO: la filosofía ocupa a la inteligencia para buscar el conocimiento verdadero, esto es realizable debido a que con ella es posible evitar las contradicciones, las perogrulladas, las falacias y otros tantos errores lógicos. Pero esto en la práctica no atañe a todos los humanos, pues Schiller explica que “la mayor parte de los hombres están ya demasiado fatigados y abatidos para luchar contra el error. Contentos con evitar el penoso esfuerzo de pensar, dejan con gusto a otros la tutela de sus conceptos, y cuando sienten necesidades más elevadas, adoptan con ávida fe las fórmulas que el Estado y la Iglesia les proporcionan”.

Asimismo, la fe y el deseo como instrumentos de la religión son superados por la inteligencia y la sensibilidad, en lo que concierne a la búsqueda del conocimiento verdadero. Pues los instrumentos artísticos y filosóficos nos acercan a la realidad objetiva y subjetiva, mientras que la fe y el deseo nos sumergen en un mundo imaginario que menosprecia y subordina al mundo real y al humano.

MÉTODO: El método que predomina en la filosofía es el análisis, es decir, la distinción y separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios o elementos. En ese sentido la filosofía es de suma importancia, pues como Whitehead explica, “No es posible pensar sin abstracciones. Por consiguiente, es muy importante estar vigilantes revisando de forma crítica nuestros modos de abstracción. Es en este punto donde la filosofía encuentra su papel fundamental para favorecer la evolución de la sociedad. Este papel consiste en la crítica de las abstracciones. Una civilización que no sepa exorcizar sus abstracciones más corrientes está condenada a la esterilidad después de un pequeño periodo de progreso. Una escuela de filosofía activa es tan importante para hacer evolucionar las ideas como lo es una escuela superior de ingenieros para poner a punto un nuevo motor”.

Por ello, a la filosofía se le ha exigido responder a las grandes preguntas, que por su generalidad no pueden ser respondidas por ninguna otra disciplina, por tanto, la tarea de la filosofía consiste en primera instancia en la crítica (análisis) de las interrogantes.

Por medio de este método es posible responder a una gran interrogante como lo es la existencia de Dios. Esto es posible dado que al analizar la idea de dios se evidencia que es absurda y contingente, por lo cual no puede haber nada en la existencia real que corresponda con tal idea (todo ello lo expongo en mi artículo “El No Ser”). Pues como ya se ha explicado, la idea de Dios surge por un deseo (emocional) y no por una existencia de la cual derive tal idea. El argumento que trata de refutar lo aquí expuesto consiste en pretender que sólo se puede creer en Dios mediante la fe y no por la inteligencia, sin embargo, ya expuse la incapacidad de la fe para responder cualquier pregunta (en el apartado de la religión). Además, por medio del análisis se facilita la coherencia y retroalimentación del conocimiento, pues el desmenuzamiento de las ideas permite clarificarlas, no así con el método dogmático de la religión, con el cual se está en permanente conflicto con otros dogmas irreconciliables o irracionales.

Por otro lado, aun cuando la filosofía y el arte pueden coordinarse para hallar el conocimiento verdadero: no deben confundirse, es decir que, como explica Rosa Krause, “el investigador es un escritor en la medida en que redacta sus ideas, pero no tiene por qué ser un artista. La literatura y la filosofía no siempre se han dado la mano. El lenguaje metafórico, en vez de beneficiar la lectura de una obra filosófica, la oscurece, por eso es mejor que el filósofo utilice un lenguaje neutro y se conforme con escribir sus obras de acuerdo con las reglas de la sintaxis gramatical”. Por tanto, mientras la filosofía genera definiciones y conceptos que nos ayudan a comprender la realidad, los artistas que se disfrazan de filósofos pretenden exponer su sentir contraponiéndolo a su pensar y argumentan que los conceptos encasillan la realidad al grado de alejarse de ella; pero se contradicen, pues si no fuera por los conceptos ni siquiera serían capaces de exponer su propio argumento; en ese sentido, el sentir es el instrumento del arte y genera el conocimiento propio de tal disciplina, por ello no encasilla la realidad, pero cuando se trata de conocimiento objetivo es necesario fragmentar la realidad en conceptos para así poder entenderla detalladamente y no sólo expresar una generalidad. Por ejemplo, el arte puede exponer la idea del amor de forma que nos conmueva y de ese modo apreciemos su complejidad, pero también necesitamos a la filosofía para entender lo que diferencia al amor de otra cosa y lo que diferencia a los diversos tipos de amor. Asimismo, los artistas que se disfrazan de filósofos (como Nietzsche) pretenden anteponer la interpretación al análisis (como Heidegger y la hermenéutica). La interpretación puede ser entendida como “concebir, ordenar o expresar de un modo personal la realidad”; con esa sola definición se puede evidenciar que tales filosofastros pretenden aplicar el instrumento propio del arte a la filosofía y con ello pierden la posibilidad de explicar objetivamente la realidad, pues hay tantas interpretaciones como humanos, pero la realidad es una. Cabe mencionar que no es posible suplir categóricamente la interpretación por el análisis, pues como seres humanos no podemos suprimir nuestra subjetividad, pero en la medida en que procuremos analizar por encima de la mera interpretación: nos acercaremos a la objetividad filosófica. De igual modo, la metáfora y la paradoja son métodos que utiliza el arte para mostrar la realidad como apariencia y así cumple su cometido de construir un mundo subjetivo que nos ayude a comprender la realidad objetiva, pero la filosofía no puede usar tales métodos, pues generan un doble problema: explicar la realidad y explicar la metáfora o paradoja, por lo que el objetivo de generar conocimiento objetivo no se cumple, sino todo lo contrario.

El método que complementa al análisis es la síntesis, pues si sólo se aplica el análisis no se puede llegar a un conocimiento verdadero, sino sólo a un desmenuzamiento de lo analizado. Por ello, la filosofía sólo está completa cuando se hace una síntesis de lo examinado, tal como se intenta hacer en esta obra.

CAMPO: Si el mejor instrumento para filosofar es la inteligencia y el mejor método es el análisis, no es posible abordar la realidad directamente, pues la filosofía no posee un método experimental que interactúe con la realidad. Por lo cual, toda filosofía que pretenda hablar de la realidad directamente errará (es decir, sin la inmediación de otras disciplinas que tengan por método la experiencia). Dicho error deriva de intentar hacer filosofía de la experiencia cotidiana, lo cual sólo puede resultar en opinión y aunque existan opiniones verdaderas, el riesgo de equivocarse es muy grande. Por tanto, el análisis de las ideas no puede hacerse sobre la realidad, sino de las ideas que derivan del lenguaje común, la ciencia (que usa la experiencia objetiva), la religión (como fenómeno, pero no como disciplina legítima), el arte (sólo para señalar sus características, ya que genera conocimiento no conceptual), la praxis (sólo señalando sus límites y alcances) y la propia filosofía (todo ello es justamente lo que se hace en esta obra). De este modo, el idealismo (en sus diversas formas) se equivoca, pues pretende hacer encajar la realidad en sus nociones preconcebidas, la fenomenología intenta mostrar el objeto, limitando la posibilidad de conocerlo, con lo cual pretende hablar de la realidad mediante la mera experiencia cotidiana; el existencialismo pretende hablar de la propia existencia mediante la misma experiencia simple o en todo caso con la experiencia subjetiva del arte mediante la cual ya vimos que no es posible argumentar; de igual forma sucede con el postmodernismo, el deconstructivismo, el estructuralismo, el psicoanálisis y toda filosofía continental. Curiosamente Bunge ha denominado a todos ellos como neorrománticos, esto concuerda con lo aquí expuesto, pues confunden los instrumentos y métodos del arte (o incluso de la religión) con los de la filosofía.

En la actualidad, las filosofías que utilizan adecuadamente su propio método e instrumentos son: el marxismo de la praxis, y los analíticos contemporáneos como Frondizi y Hospers. En ese sentido, no toda la filosofía que se denomina analítica o marxista cumple con los requisitos aquí expuestos, pues no todas respetan el evitar hablar de la realidad directamente, el partir de la realidad ante todo, o el hacer el correspondiente proceso de síntesis. En particular, los errores que han cometido derivan de pensar que “todo es lenguaje” como el segundo Wittgenstein o “todo es lógica” como Frege, o en una falsa interpretación del marxismo, suprimiendo el factor de la praxis revolucionaria (lo que se verá en el apartado de la praxis).

Finalmente, la tarea del filósofo es mayor de la que comúnmente se piensa, pues como explica Bunge, “la mayoría de los filósofos se limitan a comentar ideas de otros, o a hacer especulaciones estériles: no abordan problemas nuevos, no se enteran de lo que pasa en las ciencias y las técnicas, ni se ocupan de los principales problemas que afronta la humanidad. Por ejemplo, los ontólogos imaginan mundos posibles (como hace la religión tomándolos por verdaderos) pero ignoran el único real; los gnoseólogos siguen creyendo que las teorías científicas son paquetes de datos empíricos; los filósofos morales discuten a fondo el problema del aborto, pero descuidan los problemas mucho más graves del hambre, la opresión y el fanatismo”. Por tanto, la tarea del filósofo es decisiva en la sociedad, siempre que se concrete a analizar las ideas que derivan del lenguaje, de sí misma y de las otras disciplinas.

CUESTIÓN: Debido a que la filosofía no posee un método para abordar la realidad no le es posible responder a las preguntas fundamentales de manera directa. Sin embargo el procedimiento del análisis permite someter los elementos de las otras disciplinas al escrutinio lógico, por lo que puede responderse cuáles elementos corresponden a una categoría y cuáles a otra, es decir, una labor de ordenamiento, por tanto la congruencia en las disciplinas puede ser suministrada por la filosofía, y mediante la síntesis nos proporciona una visión coherente de la realidad.

(Continuará...)

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