lunes, mayo 25, 2009

Reyertas 39: Pena de muerte para la organización obrera, III

En Reyertas 37 y Reyertas 38 abordé las implicaciones contenidas en una reforma estructural neoliberal hacia la Ley Federal del Trabajo (LFT) sobre las condiciones para la generación de un sindicalismo fuerte que, al menos, impida la concentración de capital. En ese sentido quedó claro que los avances presentados por la Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STPS) en el documento Hacia una Reforma Laboral para la Productividad y la Previsión Social la organización de los trabajadores es uno de los aspectos más afectados con el endurecimiento de los mecanismos de control. Hace unas semanas, el investigador Raúl Zibechi en su colaboración “La crisis nuestra de cada día” (La Jornada, 8/V/09) hizo una acotación bastante precisa sobre la presente etapa de las luchas en América Latina y el mundo. Al respecto señala que, pese al crecimiento que han tenido los movimientos sociales en los años recientes, e incluso en el marco de la actual crisis económica mundial, no ha habido una respuesta organizada de las organizaciones netamente obreras, es decir de los sindicatos. Esta observación es importante, pero es preciso desentrañar los motivos por los cuáles “la larga experiencia sindical no ha servido para reforzar las tendencias obreras a superar el capitalismo y, por el contrario, ha profundizado la aspiración a integrarse al sistema del modo más favorable posible.”(Zibechi) En ese sentido también habría que preguntarse el por qué los trabajadores se movilizan en estructuras organizativas que nada tienen que ver con las fuerzas productivas. Zibechi acierta en la necesidad de innovar en las formas de lucha, pero esa innovación no debe descartar la lucha por la democracia sindical y por el sindicalismo revolucionario. Los capitalistas comprenden el riesgo que emana de organizaciones sindicales realmente democráticas. Por eso, han endurecido los mecanismos de control sobre las organizaciones obreras de este tipo. Ello explica porque el descontento de los obreros se expresa por fuera de los centros de trabajo con gran fuerza. Pero incluso, en determinadas circunstancias ese tipo de organizaciones de trabajadores, en torno a demandas específicas, son más una válvula de escape que refuerza los mecanismos de contención de los trabajadores, sobre todo cuando esas organizaciones reivindican el discurso de la sociedad civil o de la ciudadanía. En otras palabras, sin proponérselo, algunas de las organizaciones que tanto reivindica Zibechi son también colaboradores en el debilitamiento de esa “experiencia sindical”, al separar el proceso de trabajo de otros procesos sociales como el derecho a la vivienda o el derecho al voto efectivo, no se hace más que canalizar la fuerza del proletariado (incluyendo su “experiencia sindical”) a asuntos importantes pero que no afectan la esencia del capitalismo.

Justo ahora, un objetivo central de la reforma neoliberal a la LFT es quitarle a la organización obrera uno de sus instrumentos más efectivos y emblemáticos: el derecho de huelga.

Las fracciones XVII y XVIII del apartado A en el artículo 123 de la Constitución se garantiza el derecho de huelga a los trabajadores. No obstante, como ha sido la costumbre de los gobiernos neoliberales panistas, no intentan siquiera reformar el artículo constitucional, solamente hacerlo incoherente con la legislación secundaria, en este caso la LFT.

En la postura planteada por el Frente Auténtico del Trabajo (FAT) en su texto 9 Razones para Rechazar la “Reforma Lozano” a la Ley Federal del Trabajo sobre el documento de la STPS, se expone que éste resulta un atentado al derecho a la huelga mediante las modificaciones a los artículos 387, 899-A y 899-C. Según el FAT las consecuencias de dichas modificaciones legales serían:

1º) Dar a conocer los nombres de los trabajadores inconformes. Que es tanto como que los trabajadores levanten la mano para que el patrón sepa quienes son los inconformes y ser despedidos. Esto equivale a una auténtica lista negra.

2º) Exhibir las firmas de cada uno de los trabajadores los que difícilmente estarán dispuestos a firmar en contra el patrón o  del sindicato charro. La represión, el despido y la cláusula de exclusión operarían de inmediato, como sucede en la práctica cuando son descubiertos los trabajadores.

3º) Acreditar el desahogado de un procedimiento, ante la Junta correspondiente, también previo al alta en los padrones del sindicato que emplaza a huelga. Al ser los  líderes charros y por los representantes de los patrones, quienes mayoritariamente controlan las Juntas, se actualiza un escenario absurdo en la reforma de ley al exigir a los trabajadores que sean los patrones y los líderes con los que están inconformes que les otorguen la documentación necesaria para poder pelear contra ellos. No hay modelo laboral en el mundo que contemple exigencias de esta dimensión.

4º) Que los trabajadores exhiban documentos que los acrediten como trabajadores de la empresa. En muchas de las pequeñas y medianas empresas no se les da recibo alguno, tampoco los tienen afiliados al IMSS, por lo que no tendrían como cumplir con este requisito adicional. Con la “Reforma Lozano” se deja en estado de indefensión a un gran número de trabajadores que al no contar con recibos de pago o constancias no podrán acceder a la contratación colectiva.

Sin embargo, el FAT solamente alcanza a ver la nata en lo referente a la conculcación del derecho de huelga a los trabajadores. En la realidad las autoridades laborales están dictaminando la aplicación de le ley bajo una lógica muy torcida, en la cuál las ideas del documento de la STPS se aplican antes de haber sido aprobadas por el Congreso, ello constituye una flagrante violación al tan mentado “Estado de Derecho”, pues en su toma de protesta las funcionarios del poder ejecutivo juraron guardar y hacer guardar la legislación vigente; no aquella que les gustaría que estuviese vigente. Lo anterior lo señalo partiendo de lo ocurrido en el caso del arbitrario cierre de la mina de Cananea.

Como señalé en Reyertas 34, al amparo de la LFT vigente el término de la vigencia de un Contrato Colectivo no es motivo para dar por concluida una huelga, por el contrario es motivo válido para su inicio. En cambio, mediante el laberinto de modificaciones que se adelantan en el documento de la STPS, que no ha sido aprobado (es una simple carta de intención que ni siquiera alcanza aún la formalidad de una propuesta de reforma), al cambiar la redacción de los artículos 459, 451 y 920 solamente sería válido iniciar una huelga para firmar un Contrato Colectivo fundacional, es decir cuando se carece del antecedente de alguno, o para exigir cosas muy puntuales. Esto último es: en la LFT vigente, de entrada el artículo 920 no está ni cerca de ser motivo para declarar inexistente una huelga, pero en el documento de la STPS sí lo es. Pero, para hacer todavía más escabroso el laberinto antihuelguístico se sugieren redacciones bastante mañosas. En la fracción I del artículo 920 (referente a los procedimientos de huelga) que está vigente se detalla que se presentará ante el patrón un escrito donde se exprese el “objeto” de la huelga. En cambio, en la exposición de la STPS se indica que en el documento se sustituye el término “obteto” por “las violaciones al contrato colectivo o al contrato-ley que correspondan”. El efecto de esa obsesividad conceptual que de pronto atacó a los abogados de la secretaría no es inocente. La amplitud del término “objeto deriva de la diversidad de motivos que pueden dar origen a una huelga, los cuales se estipulan en el artículo 450 de la LFT actual, en cambio, la reducción propuesta solamente dejaría como justificación únicamente las violaciones al Contrato Colectivo. Así, el final de un contrato bien puede tomarse como el fin de las relaciones laborales, pues no hay posibilidad de considerar legal y existente una huelga por la revisión o actualización del contrato. Mayor protección para los capitalistas contra esos odiosos trabajadores que pretenden tener derechos.

Otro de los elementos que la lógica de las autoridades laborales aplica ya, sin que sea haya aprobado por las instancias legislativas, es la modificación pretendida a la fracción IV del artículo 469 de la LFT, que se refiere a las condiciones que permiten terminar una huelga. En la redacción actual, es decir la vigente, se señala que un laudo de la Junta de Conciliación y Arbitraje es motivo suficiente, pero siempre y cuando los trabajadores hayan pedido expresamente la intervención de tal instancia. En cambio en el documento de la STPS se elimina la frase “si los trabajadores huelguistas someten el conflicto a su decisión.” Con lo cuál se deja completa manga ancha para que por decreto las autoridades laborales dicten el final de una huelga en forma arbitraria, curioso que así haya acabado la huelga en Cananea. Por si fuese poco, el documento de la STPS mantiene vigente la prohibición del artículo 923 en el que se restringe el derecho de huelga únicamente al sindicato que tenga la titularidad del Contrato Colectivo, cerrando el paso a la competencia entre sindicatos, y con ello a la democracia sindical. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

jueves, mayo 21, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 20:

El Género

Análisis filosófico del amor

(Segunda y última parte)

Por: Sagandhimeo

3. El amor en el capitalismo

El desarrollo del comercio hizo necesario el surgimiento del capitalismo y por consecuencia el amor pasó a ser una mercancía, es decir, un objeto que se produce para venderse. Un ejemplo típico es el comercio que se promueve en el día del amor, donde el consumo equivale a la cantidad de amor que se brinda.

Otro aspecto del amor en la actualidad consiste en la cosificación de las personas. Donde la gente es vista y se percibe a sí misma como un objeto sexual, esto es explícito en el comercio sexual e implícito en las tradiciones conyugales, como veremos en adelante.

De forma explícita la prostitución se da tanto en hombres como en mujeres, para satisfacer tanto a unos como a otros, pues aunque se tiende a cosificar más a la mujer, no podemos negar que tal fenómeno es multilateral. Además, la prostitución no implica solamente la cópula, pues cualquier forma de lucro mediante la exhibición de atributos físicos es prostitución, como las llamadas eróticas, los bailes sensuales y más sutilmente la elección de personas atractivas para el medio del espectáculo en general. No es casualidad que las personas más atractivas dominen este medio y que las menos atractivas se dediquen, por ejemplo, a la política.

De forma implícita el comercio sexual acontece de diversas formas. Por ejemplo, la fiesta de quince años se originó para anunciar ante la sociedad que la mujer ya está en edad de procrear, ofreciéndola para posteriores propuestas matrimoniales, no es contingente que la mujer menstrúe entre los 9 y 14 años.  El anillo de compromiso es otro ejemplo, el cual surgió para que en caso de que el hombre se arrepienta la mujer pueda vender la joya y recuperar el tiempo perdido con dinero. O para que la mujer valore cuánto vale para el hombre que la corteja.

En el hogar la mujer tiende a ser ama de casa, en donde es todo menos “ama”, pues ejerce un trabajo escasamente retribuido y recibe la opresión del marido e incluso de sus hijos. Tal situación puede orillarla a refugiarse en la fantasía sentimentalista de las telenovelas o en la vida privada de los famosos, pues si no encuentra el amor en su hogar lo comprará televisivamente (por no decir “televisamente”).

Esta opresión tiende a justificarse ideológicamente, donde se considera a la mujer como el “sexo débil” en todo sentido: en el biológico por su menor fortaleza física, en el plano psíquico se argumenta que es menos inteligente o más sentimental, cuando es el medio sociocultural el que la orilla a no desarrollar su inteligencia y en el plano social se le discrimina y agrede o se le impide la igualdad de oportunidades. Por otro lado, la misma cultura obliga al hombre a reprimir sus emociones y a discriminar a la mujer para reafirmar su supuesta superioridad.

Por otra parte, el hecho de concebir al amor como una mercancía genera que la mujer (y también el hombre) invierta demasiado tiempo y dinero en embellecer y conservar su cuerpo, incluso que conciba su apariencia como lo más importante. Al mismo tiempo el hombre ve en ella tan sólo un objeto de deseo. Por tanto la relación sentimental difícilmente se constituye como una relación integral y de crecimiento mutuo. Más bien consiste en una constante lucha de la mujer por retener sexualmente al hombre, o del hombre por retenerla económicamente.

Además se concibe al amor como algo estático, que “aparece” y puede permanecer por siempre, cuando el enamoramiento dura como máximo 30 meses y el amor requiere de una constante alimentación que en las relaciones sociales, entorpecidas por las relaciones comerciales, difícilmente perdurará.

El feminismo como postura política surgió en esta etapa de liberalismo para luchar por los derechos de la mujer, a semejanza de los derechos universales del hombre. En sus inicios adquirió el mismo carácter burgués que poseía la Revolución Francesa, donde la igualdad jurídica no implicaba igualdad económica. En tal sentido, dicho feminismo es insuficiente porque deja intacta la explotación y opresión hacia la mujer trabajadora. Inclusive, en el siglo XX surgió el feminismo radical el cual atribuye al hombre todos los males de la historia, así como suele sostener la superioridad de la mujer. Esta postura es tan reprobable como el machismo, pues fomenta una visión unilateral y arbitraria que promueve la mera confrontación en lugar de erradicar la desigualdad y la discriminación.

Sin embargo “el capitalismo arrancó a la mujer del ámbito privado. Acabó con los designios oscurantistas de la Iglesia que naturalizaban el rol de las mujeres como garantes del "fuego" del hogar. Consiguió el desarrollo médico y científico que permitió que, por primera vez, la separación entre la reproducción y el placer pudiera ser efectiva. Permitió el más amplio conocimiento sobre el aparato reproductor femenino. Con el desarrollo de la técnica y la maquinaria, desmitificó el supuesto de tareas, trabajos y profesiones masculinas o femeninas, basados en las diferencias anatómicas. Y también ha convertido en un hecho al alcance de la mano la socialización de las tareas domésticas” (D´Atri). De modo que aun cuando el capitalismo aumentó la enajenación de la mujer, también sentó las bases para su emancipación, como veremos en adelante.

4. El amor en el proyecto socialista

Este dominio por parte del hombre sobre la mujer, refleja el dominio desmedido que el humano ejerce sobre la clase trabajadora y sobre la naturaleza. El cual puede llevarlo al extremo de la extinción de la nuestra raza.

Sin embargo, con el avance de la producción, cabe la posibilidad de que el ser humano logre madurar socialmente y con ello logre un equilibrio con su entorno, donde cada quien trabaje según sus capacidades y se beneficie según sus necesidades (Marx).

Lográndose tal proyecto, el desarrollo sociocultural será pleno y el amor dejará de ser una mercancía. Pues al ser un producto meramente humano, su plena realización consiste en su libre desenvolvimiento. Dicha libertad no es mera arbitrariedad, ni tampoco un mero conocimiento de la necesidad, sino un ejercicio autodeterminativo (véase mi obra LA PRAXIS), donde dos o más personas deciden unirse voluntariamente y obtienen crecimiento mutuo.

En ese sentido, el amor a la humanidad no puede darse en una mera filantropía, donde a pesar del esfuerzo desinteresado por beneficiar a los demás, tales actos mantienen intacto el sistema de explotación y opresión capitalista. Pues incluso los grandes donativos, al ser deducibles de impuestos, son promovidos por las grandes corporaciones para atribuírselos (como en el Teletón), aprovechándose del sentimentalismo del pueblo y de la falta de servicios gubernamentales de salud, entre otros.

El auténtico amor a la humanidad sólo puede darse cuando la clase trabajadora tome conciencia de la explotación en la que vive, donde su trabajo no es justamente atribuido. Tal conciencia involucra hacer de los intereses universales sus propios intereses, tales como la educación, la salud, la alimentación y la vivienda para todos (véase mi obra LA PRAXIS).

En ese sentido, la división del trabajo es necesaria para la especialización y cooperación entre las personas, pero tal división ha llegado a extremos enajenantes (Gramsci), donde se aliena el trabajo intelectual del manual y donde se tiende a enfrascar a la mujer en labores de crianza. Por el contrario, si logramos madurar socialmente y desarrollar la producción óptimamente, será posible que todos trabajemos pocas horas diarias y practiquemos actividades de la más diversa índole, como labores domésticas, científicas, artísticas y técnicas entre otras, de modo que la cooperación sea equitativa y nuestro desarrollo personal sea tan vasto como el desarrollo social.

Inclusive, la búsqueda de pareja puede alcanzar una libertad inmensamente superior a la actual, donde nuestra bisexualidad (Freud) pueda desarrollarse sin tapujos. De ese modo, las parejas homosexuales serán tan comunes como las heterosexuales, pues nuestra sexualidad biopsicosocial es mucho más compleja que la mera reproducción animal (el clítoris que no posee funciones reproductivas es una muestra de ello, como ya se ha mencionado).

Además, será posible el libre ejercicio del amor de pareja en más de dos personas, es decir, la formación de “triejas”, “cuatriejas” y así sucesivamente. En la actualidad estas relaciones se efectúan en la clandestinidad. Tales relaciones se denominan poliamorosas y no son nuevas, pues ya hemos visto que eran predominantes en la comunidad primitiva.

Por otro lado, se volverá innecesaria la operación del cambio de sexo que actualmente se llega a practicar, pues tal decisión es consecuencia de la extrema polaridad en la sexualidad. Pero en una sociedad donde los caracteres masculinos y femeninos que todos poseemos sean desarrollados libremente, la androginia (personas con personalidad o características bisexuales) predominará, por lo que las operaciones de cambio de identidad serán obsoletas.

Por último, con el avance de la tecnología será posible generar robots altamente desarrollados, lo cual puede suponer que podrán llegar a “amar”, pero la complejidad del amor requiere de componentes biopsicosociales, que sólo son posibles en seres tan complejos como los humanos, por lo que la única posibilidad de crear seres amorosos se dará con la ingeniería genética.

CONCLUSIONES

Las fuerzas de atracción y repulsión (como la electromagnética) han propiciado la evolución del universo y la generación de vida. En nosotros radica contribuir a ese mismo desarrollo usando tales fuerzas a nivel social como el amor, la cooperación, la solidaridad y la conciencia social. Todo lo cual no puede concebirse al margen de las relaciones sociales, donde las desigualdades económicas reposan sobre la propiedad privada y el trabajo no retribuido.

Por otra parte, la discriminación hacia la mujer no es un fenómeno aislado, sino el reflejo de una sociedad enajenada, donde las relaciones sociales toman la forma de meras relaciones mercantiles. Una auténtica emancipación sexual es aquélla que logra liberar las relaciones de género del yugo capitalista, donde se forje la igualdad de oportunidades y se supere la visión meramente reproductiva de la mujer, reconociendo que su potencial intelectual y social, entre otros, es similar al hombre.

 Asimismo, cuando la extrema polarización masculino-femenino logre erradicarse, cada persona tendrá la posibilidad de desarrollar libremente su sexualidad,  tanto en preferencia (hetero, homo o bisexual) como en identidad (masculina, femenina o andrógina), con una o más parejas, en el momento que decida y con la intensidad sexo-sentimental que prefiera. Ya que nuestra sexualidad supera, por mucho, la mera función biológica y su desarrollo social requiere de la libre autodeterminación, como cualquier otra actividad que sea propiamente humana.

 

Bibliografía

Beauvoir, El Segundo Sexo.

Burin, Género y Familia.

D´Atri, Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clases en el capitalismo

Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado.

Freud, Obras Completas.

Marx, Formaciones Económicas Precapitalistas.

Marx, Critica al Programa de Gotha.

Sagan, Sombras de Antepasados olvidados.

Scott en Bourque (comp.), Género, La Construcción Cultural de la Diferencia Sexual.

lunes, mayo 18, 2009

Reyertas 38: Pena de muerte para la organización obrera, II

A la memoria de Mario

En la entrega pasada (Reyertas 37) iniciamos este subtema partiendo de señalar la trascendencia histórica que ha tenido la organización de los trabajadores. Subrayamos que su importancia incluye el pequeño detalle de contrarrestar el grado de monopolio que alcanza una economía. Con sindicatos fuertes (aunque no necesariamente anticapitalistas) la distribución del ingreso se amplia, en consecuencia, la concentración de capital disminuye. La fortaleza de una organización de trabajadores es directamente proporcional a su capacidad de movilización y a la democratización de sus estructuras de dirección. En México estos dos elementos se han ido disociando cada vez más entre los sindicatos. A tal grado que se ve a ese tipo de organizaciones de trabajadores como entes parasitarios. Casi la totalidad de los sindicatos carece de representatividad, pues la vida democrática de éstos se reduce a la inhibición de la participación de los trabajadores en la organización, excepto en los momentos de elección de la junta directiva. La democratización de los sindicatos es una demanda que ha retomado fuerza en los años recientes, todo mundo habla de su urgente cumplimiento. Sin embargo, en la práctica las estructuras dirigentes, así como la legislación vigente, contienen más mecanismos que inhiben el desarrollo de una democracia al interior de los sindicatos, que instrumentos que pudiesen facilitarla.

En el caso de las propuestas de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) contenidas en su documento Hacia una Reforma Laboral para la Productividad y la Previsión Social, las modificaciones de redacción a la Ley Federal del Trabajo (LFT) que se presentan reducen el problema de la democracia en el sindicalismo, a la simple rendición de cuentas. Por principio de cuentas, en la propuesta de modificación del artículo 356 de la LFT se definiría a los sindicatos como asociaciones “de interés público”, mediante lo cuál se les obliga a poner a disposición del público en general su información, bajo el escrutinio del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI). Más allá de ello, se establecen también obligaciones y sanciones hacia las organizaciones sindicales para cumplir con el requisito de la transparencia, en todos los asuntos relacionados con la representación de los trabajadores. El argumento de la STPS para justificar la cortedad de alcances de su documento, es el acomodaticio concepto de Autonomía Sindical.

No obstante, en materia de generar las condiciones de legislación que permitan construir una verdadera democracia entre los trabajadores la defensa heroica de la autonomía sindical, se desvanece. Una prueba clara de ello es la conservación en el documento de la STPS del registro sindical en las condiciones que se establecen en los artículos 364, 365, 366, 367, 368, 369 y 370. En ellos, tal como señalé en el número 31 de Reyertas se les entrega a la STPS y a las Juntas de Conciliación el derecho a decidir sobre la existencia o inexistencia de una organización sindical naciente. Eso deja claro que la autonomía, según la idea de las autoridades del trabajo es algo que está supeditado al estado de ánimo con que se hayan levantado. Es más, en lugar de eliminar la discrecionalidad implícita en los citados artículo, lo único que se hace es poner los parches que representan los artículos 364 Bis y 365 Bis, en los cuáles se establece la obligación, por parte de las autoridades correspondientes, para hacer públicos todos los documentos relacionados con la toma de nota de un sindicato.

Es algo cómodo emplear de manera recurrente el pretexto de la autonomía que deben tener las organizaciones de los trabajadores, así los capitalistas que mantienen el control de las instituciones de gobierno, no se ven forzados a reconocer los derechos de los trabajadores. Sería una tremenda injusticia social qué esos sucios trabajadores tuviesen las herramientas que en la práctica los pusiesen en igualdad de condiciones para enfrentarse a ellos, los sacrosantos capitalistas que sufren de los tormentos de haber sido predestinados para mandar sobre el mundo. Por ello es que no se toca ni con el pétalo de una declaración las formas de elección de las directivas sindicales. Siendo que los mecanismos de selección abierta han servido para sostener a una cúpula que en la mayoría de las ocasiones también actúa en forma gansteril. El problema con los métodos abiertos de elección en los sindicatos es que, dado que el tamaño de los sindicatos o de sus secciones, no puede ser demasiado extenso lo que facilita que todo mundo se conozca entre sí; sin olvidar que los dirigentes tienen acceso a todos los datos de cada trabajador mediante el padrón de sindicalizados; se facilita la identificación de aquellos que no se pliegan a la línea oficial.

Por otro lado, la venta de plazas es un mecanismo tanto para la economía que los dirigentes sindicales utilizan para mantener alineados a los trabajadores clave en la estructura sindical, como para fomentar una degradación moral de los trabajadores que les conduzca a alejarse de la participación activa en los asuntos de la organización. Es decir, la corrupción sindical no se ve solamente como la forma fácil de hacer las cosas, de obtener los derechos que corresponden; también es la única posible y la que hace que el sistema funcione. Para qué se preocuparía un trabajador que mantiene a una familia de cuatro en exigir sus derechos cuando eso supone demasiados riesgos, y además sí se corrompe un poco con los jefes puede conseguirlos.

Tanto en el problema de los métodos de elección como en la venta de plazas, la legislación puede ser reformada sin menoscabar la autonomía sindical, e incluso obligando a su fortalecimiento. Por un lado, la obligatoriedad para los sindicatos de establecer métodos de elección basados en los principios de libertad, discreción e inviolabilidad permitirían hacer presente en nuestro sindicalismo el sufragio efectivo. Por el otro, así como se requiere reactivar la inspección de las condiciones de trabajo en los centros laborales, ello requiere incluir mecanismos que vigilen y prevengan contra la venta de plazas en los sindicatos. Al respecto, hay que señalar que es una buena idea eliminar la cláusula de exclusión, la cuál permite a los patrones despedir a un trabajador que haya sido desafiliado del sindicato, pero no basta con ello, incluso sin estar afiliado a una organización el trabajador mantiene sus derechos como tal intactos.

Además de lo anteriormente expuesto, otro elemento que la STPS omite tocar es la libre asociación de los trabajadores. En la hipocresía de los capitalistas la promoción de la libre competencia está bien mientras sirva para devaluar a la fuerza de trabajo: cuando se trata de una competencia entre sindicatos que permita el desarrollo de las organizaciones más comprometidas con la defensa de los derechos de los trabajadores, por tanto, la que más capacidad tenga para evitar la concentración del ingreso. Al respecto, en el documento presentado por el secretario del trabajo, Javier Lozano, se abstiene de realizar verdaderas modificaciones legislativas que permitan a los trabajadores crear nuevos sindicatos que verdaderamente les concreten la promesa de representación, además que tampoco se amplían los mecanismos para el libre tránsito de un sindicato al otro. Es más, por el contrario, en la práctica el agregado que el documento de la STPS pretende para el artículo 388 de la LFT, anula cualquier perspectiva que significase hacer efectiva la libertad de asociación para los trabajadores. A la letra dice: “Celebrado un contrato colectivo de trabajo que aglutine a todas las profesiones y oficios de los trabajadores sindicalizados de la empresa o establecimiento, no podrá dividirse éste en contratos colectivos para cada gremio, ya que la titularidad del contrato colectivo de trabajo corresponderá a la mayoría de todos los trabajadores.” Este pequeño detalle que a primera vista parece inocuo en realidad es un obstáculo para la democracia sindical, pues al limitar la existencia de un contrato colectivo a uno solo, aunque sea la mayoría de los trabajadores, se favorece la concentración de poder en las instancias directivas del sindicato titular, el resto de los sindicatos no tendría que ofrecerle a los trabajadores más que simple promesas. Las condiciones serían muy distintas si el reconocimiento de un sindicato implicase el reconocimiento de un contrato colectivo con los trabajadores de ese mismo sindicato. Entre mejores condiciones laborales consiguiese el sindicato más fácilmente se atraería una base activa que le diese vida y fuerza. Claro que eso tendría que tener el contrapeso de mecanismos claros que evitasen la ingerencia de los patrones, tal como ocurre actualmente con el sindicalismo blanco. Además de todo reformas en este sentido evitarían los disparates que significan el agregar los artículos 899-A y 899-C, como se pretende en el documento de la STPS.

Sin embargo, el ataque contra los trabajadores contenido en lo presentado por el señor Javier Lozano, también alcanza al mecanismo de lucha más eficiente, en términos político-económicos, que ha tenido históricamente la clase trabajadora. Pero, por el momento el espacio se acabó y habrá que posponer el desglose de ese subtema para la próxima entrega. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

lunes, mayo 11, 2009

Reyertas 37: Pena de muerte para la organización obrera, I

Continuando con la revisión de los lineamientos presentados por el gobierno de Felipillo I (el espurio), mediante el secretario del trabajo, Javier Lozano Alarcón, en el documento Hacia una Reforma Laboral para la Productividad y la Previsión Social, en esta entrega abordaré un tema por demás delicado: el derecho de los trabajadores a la organización.

En la izquierda mexicana, incluso entre la gente que carece de identificación política, ha penetrado la idea de la inoperancia de los sindicatos. Se ve a estos como fuente de corrupción y atraso que en nada contribuyen a mejorar la vida de los trabajadores del país. El líder sindical modelo, para los medios capitalistas de comunicación masiva, son la Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps. La primera acaba de festejar 20 años de despótico cacicazgo al frente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). El segundo desapareció del escenario nacional a la hora de defender los intereses de los petroleros en medio de las discusiones del Congreso de la Unión para la reforma de la industria petrolera.

Del lado de los supuestos dirigentes democráticos, que encabezan la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) tenemos a personajes que tampoco destacan por su compromiso en la defensa de los derechos de los trabajadores. En primera instancia, el telefonista Francisco Hernández Juárez, quién desde 1976 es el Secretario General del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STPR) y fungió como pivote en la privatización de Telmex a favor de Carlos Slim Helú. En la actualidad es uno de los principales candidatos a una diputación plurinominal por parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Otro integrante de ese sindicalismo “democrático” es Valdemar Gutiérrez Fragoso, quien además de la presidencia colegiada de la UNT, ostenta la Secretaría General del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS). Entre sus méritos está el haber permitido la modificación al régimen de pensiones y jubilaciones del Seguro Social para quitarles derechos a los trabajadores. Para colmo, en días pasados se difundió la noticia de que don Valdemar aceptó la candidatura a diputado plurinominal que le ofreció el Partido Acción Nacional (PAN), tal como lo comentamos en este espacio hace algunas semanas (ver Reyertas 33).

Incluso el sindicalismo más consecuente (¿o menos inconsecuente?) con las luchas de los trabajadores, contribuye en grado sobresaliente a incrementar el desprestigio social que tienen los sindicatos frente al resto de los trabajadores de este país. Basta con observar las formas de trabajo que siguen operando en Luz y Fuerza del Centro, donde el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) tiene entre sus integrantes a varios integrantes que ejercen prácticas que van contra toda forma de profesionalismo, desde la corrupción hasta el tortuguismo. Esas prácticas permiten a la burguesía fortalecer sus campañas de desprestigio contra el sindicalismo frente al resto de los trabajadores. En esos términos, la conquista de derechos laborales que quedan plasmados en los contratos colectivos de trabajo, quedan severamente comprometidas y los cuestionamientos se multiplican. Para muchos trabajadores no sindicalizados es un escándalo que “aquellos holgazanes tengan tantos privilegios cuando el sindicato les solapa que no trabajen”. El problema, contra lo que refiere la sentencia popular no es que haya “privilegios para los trabajadores” sino que esos privilegios no se extienden de manera justa hacia el resto de la clase trabajadora. Y lo que realmente resulta desastroso es que los propios gremios democráticos no creen una línea ética de trabajo, un profesionalismo, que en efecto evite que los capitalistas exploten la fuerza de trabajo, pero que al mismo tiempo obliguen al trabajador a cumplir de manera responsable con sus tareas. Además es preciso no perder de vista que esos “privilegios” no son cosas que se hayan obtenido por la bondad de los patrones o la linda carita de los trabajadores, sino porque hay una organización lo suficiente sólida para arrancarle al patrón una porción grande de la riqueza generada por los propios trabajadores.

Hasta este punto queda claro que organizativamente el sindicalismo es una herramienta política poderosa, el problema es cómo se emplea y quién se beneficia de ella. Si realmente se quiere un sindicalismo fuerte que represente a los trabajadores, al tiempo que resulta en beneficia tanto a los agremiados como a la sociedad; es indispensable generar las condiciones de democratización que renueven las formas de vida del sindicalismo. No es posible adoptar la posición que el neozapatismo ha adoptado, sin renunciar a la lucha directa por romper los mecanismos de explotación que benefician única y exclusivamente al capitalista.

Vale aquí introducir una breve digresión para quienes no conozcan la postura del EZLN. En el contexto de la Otra campaña, que se desprendió de la Sexta Declaración de La Selva, el 30 de abril de 2006 se realizó el 1er Encuentro de trabajadores y trabajadoras. En ese acto, el discurso del Subcomandante Marcos estableció la ruptura del neozapatismo con la coordinación de sindicatos organizados en torno a la Promotora en contra del Neoliberalismo, que encabeza el SME. Los otrocampañistas nunca le pudieron perdonar a los electricistas que establezcan alianzas para impulsar el fortalecimiento del movimiento obrero, cometieron el grave pecado de llegar a acuerdos con los sindicatos integrados a la UNT. Incluso, el delegado Zero le dio trato de traidores a los electricistas. Al paso del tiempo, los neozapatistas han demostrado su desprecio hacia los trabajadores, mantienen solamente relación con los movimientos marginales que les rinden pleitesía y han utilizado, como si fuesen botín político, a las viudas de Pasta de Conchos sin ocuparse de las vicisitudes que enfrentan los mineros en México.

Pues bien, retomando el tema, todo lo anterior vine al caso debido a la importancia que tienen las formas organizativas y de lucha de los trabajadores. Las dos formas más notables de éstas son los sindicatos y la huelga, respectivamente. Ambos son derechos que los trabajadores han ganado, incluso ofrendando su propia sangre, mediante luchas históricas que han librado en todos los puntos del planta. Es importante tener esto en cuenta, cuando el gobierno de Felipillo I (el breve) se prepara para darle en México los santos óleos a esos derechos. En mucho con la complicidad de muchos izquierdosos antiobreros (revolucionarios en el discurso pero ansiosos sepultureros del sindicalismo en los actos) y de los propios dirigentes sindicalistas corruptos.

En El imperialismo, fase superior del capitalismo Lenin deja claro que el poder corruptor del capitalismo cuando llega al punto en que se forma el capital financiero con la fusión del capital bancario y el capital industrial alcanza fácilmente a las capas más altas del proletariado. Más allá de que el revolucionario ruso era mucho mejor organizador político que creador de teoría, sus señalamientos en este punto tienen bastante precisión, pues el capital atrae a esas capas de obreros con la promesa de una vida más cómoda, un trato más digno y un futuro más promisorio para su descendencia, la ideología capitalista se filtra con mayor facilidad en el pensamiento de los trabajadores y sus familiares cercanos. Pero, ¡oh sorpresa! Esas promesas de igualación mediante la conversión del obrero en socio del capitalista, solamente se cumple para unos cuantos dirigentes obreros, de aquí la importancia de fomentar una democracia obrera sin el culto a la personalidad. Sin embargo, esa misma atracción de las capas altas del proletariado hacia su corrupción a la postre funciona en contra del propio capitalismo, pues como argumentaba el economista polaco Michal Kalecki, conforme la organización de los trabajadores se debilita, crece al grado de monopolio de una economía. La concentración del capital se dispara, se derrumba el nivel vida de una gran porción de los capitalistas y se incumplen las promesas hechas a esas capas altas de la clase trabajadora. Un sindicalismo fuerte, aunque carezca de un carácter revolucionario, permite una distribución más social del ingreso generado en la producción.

Un ejemplo interesante de lo anterior fue la bonanza del capitalismo estadounidense a mediados del siglo XX, lo que el historiador británico Eric Hobsbawm denominó: la Edad de oro del capitalismo. Es preciso reconocer que la hegemonía del imperialismo estadounidense en medio de la Guerra Fría se basaba en la eficacia de sus fuerzas de trabajo, es decir, en su poderosa clase obrera. Pero la fuerza de ésta radicaba en su capacidad organizativa. Pese a dirigentes gansteriles de la talla de James Hoffa, el sindicalismo estadounidense logró para los trabajadores prestaciones por su trabajo que les permitieron tener niveles de vida solventes. En función del debilitamiento progresivo de ese sindicalismo, los trabajadores estadounidenses han perdido esos niveles de vida y el imperialismo norteamericano va perdiendo su hegemonía mundial. Pese a esa experiencia histórica, los neoliberales recalcitrantes, los fanáticos del izquierdismo y los oportunistas de centro se coaligan en los hechos para echar a bajo los importantes logros de la clase obrera. De aquí la necesidad de los trabajadores mexicanos por cerrar filas en contra de las pretensiones por reformar la legislación laboral en un sentido neoliberal. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

jueves, mayo 07, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 19:

El Género

Análisis filosófico del amor

(Primera de dos partes)

Por: Sagandhimeo

INTRODUCCIÓN

El amor es uno de los fenómenos más importantes de la humanidad, pues repercute en la vida de cada individuo, así como en el desarrollo de nuestra sociedad. En esta obra se buscará su genealogía, así como su desarrollo histórico desde una perspectiva dialéctica, donde hombres y mujeres forman parte de un mismo conjunto: el género humano.

1. Origen natural.

Hasta donde sabemos, en el inicio del universo todo estaba sumamente comprimido, después hubo una gran explosión que marcó el origen de todo cuanto somos y nos rodea, desde entonces varias fuerzas como la electromagnética han ejercido una influencia decisiva en el desarrollo de la existencia. El filósofo griego Empédocles intuyó que el movimiento del universo se efectúa entre dos fuerzas: el amor y el odio. En sentido literal esta afirmación resulta injustificada, pues no podemos atribuir características antropomorfas al universo, pero en sentido metafórico estaba en lo cierto: las fuerzas de atracción y repulsión provocaron que las partículas más pequeñas formaran partículas subatómicas, átomos, moléculas y en ultima instancia, vida y amor, entre otras. Esto no significa que podamos reducir la complejidad de tales elementos a fuerzas físicas, sólo evidencia que la materia tiene el potencial para desarrollarse en formaciones infinitamente más complejas.

En el plano biológico las fuerzas de atracción y repulsión impulsaron la reproducción sexual, pues la genética sexuada aumenta las probabilidades de supervivencia en algunas especies, ya que la combinación de ADN que resulta del sexo acelera las mutaciones favorables. Pero este salto cualitativo no se dio repentinamente, sino en procesos sumamente complejos y paulatinos, donde la bisexualidad fisiológica imperó. Este paso de la bisexualidad fisiológica a la formación de dos géneros complementarios no se efectuó radicalmente. En cuestiones externas la mayoría de los mamíferos machos conservan tetillas no desarrolladas y en algunos primates hembra subsiste un pene no desarrollado en el clítoris, el cual es capaz de generar erección y orgasmos sin funciones reproductivas. Esto sugiere que la especie humana no requiere de una dualidad biológica radical para su supervivencia, también evidencia que la sexualidad no es meramente reproductiva, sino que cuando menos posee una función psicológica, como la satisfacción.

Por la misma línea, ninguna diferencia genérica (salvo la estrictamente sexual) es de clase, sino de grado, es decir que hombres y mujeres poseen el mismo potencial humano, aunque en diversa proporción. Por ejemplo, ambos géneros segregan progesterona y testosterona (las hormonas sexuales), pero en diversa medida, lo que hace que el hombre sea ligeramente más competitivo y agresivo y la mujer ligeramente más cooperativa y calmada, la diferencia es tan escasa que cualquier influencia social la anula.

En el plano físico el hombre es ligeramente más fuerte que la mujer y digo ligeramente porque cualquier mujer que se ejercite será más fuerte que un hombre que no lo haga. Por otro lado la mujer se desarrolla biológicamente en función de la reproducción, por lo que la mayor parte de sus energías se concentran en ello. Esto sugiere que hombres y mujeres poseen la misma cantidad de energía fisiológica, pero que el hombre la posee mayoritariamente de manera muscular y la mujer principalmente de forma reproductiva-maternal, todo esto ocurre en tanto la supervivencia obligó a los primates machos durante millones de años a cazar y competir por la comida, mientras las hembras ocuparon sus energías en la maternidad y la recolección de plantas.

La preferencia sexual tampoco está radicalmente polarizada, pues si bien es cierto que en la mayoría de las culturas impera la heterosexualidad, en la Grecia Antigua imperaba la homosexualidad y hasta se exaltaba. Además en el pueblo Etoro de Nueva Guinea, la homosexualidad predomina, donde la gente tiende a copular con los de su mismo sexo, sólo se juntan heterosexualmente para la reproducción y lo hacen con desagrado. Esto sugiere que la preferencia sexual se constituye predominantemente por tendencias socioculturales.

Por otra parte, el desarrollo sexual y la convivencia originaron la emotividad en los animales, la cual surgió para favorecer la supervivencia colectiva, esto no ocurre en todos los animales, pues sólo algunos de ellos poseen la complejidad cerebral y la interacción necesaria para desarrollar emotividad, únicamente la poseen los reptiles, aves y mamíferos. En los seres humanos alcanzó tal complejidad que generó el amor. El cual superó la mera atracción sexual y el mero afecto familiar para generar sentimientos de unión de las más diversas formas, como el amor de amigos, el amor a la patria, el amor a la humanidad, a los animales, e incluso el amor a los objetos y a personajes imaginarios. Es decir que el origen del amor es netamente biológico, pero su desarrollo en el humano superó la mera base fisiológica para adquirir la complejidad psicosocial.

En el plano intelectual los estudios cerebrales y psicológicos nunca han mostrado que el hombre sea genéticamente más inteligente que la mujer, pero la cultura y la educación suelen favorecer a los hombres e incluso tienden a inclinarlos a las ciencias exactas, por lo que suele creerse que las mujeres son menos inteligentes, lo que es meramente cultural, pues actualmente las mujeres compiten por los mejores puestos en todas las áreas de la cultura (ciencia, política, arte, filosofía e incluso delincuencia organizada, entre otras).

En el caso del amor de pareja, el enamoramiento parte del instinto de reproducción, donde el organismo nos impulsa a buscar una pareja que posea rasgos asociados a la fertilidad y a la procreación, como un cuerpo sano y fuerte, óptimamente desarrollado y con una personalidad confiable y sólida, entre otras cosas (aunque siempre en comparación a uno mismo, véase mi obra LA NADA).

En caso de encontrar a una persona con las características que requerimos, nuestro organismo reacciona hormonalmente produciendo la sensación de enamoramiento, el cual se estima que dura entre 18 y 30 meses. Luego, si somos capaces de forjar un crecimiento mutuo, el amor perdura más allá del mero enamoramiento, lo cual requiere de un esfuerzo permanente y no de un supuesto destino místico, pues sólo se seguirá amando a la misma persona si se poseen objetivos de vida comunes. Esto ocurre en tanto a la especie le basta un lapso de tiempo breve de enamoramiento para fines reproductivos.

En otras palabras, si el amor estuviera predeterminado ya sea genética o místicamente, bastaría con tener una pareja para poseer un amor permanente, lo que provocaría que perdiera su complejidad e intensidad. Por otra parte, si el amor fuera algo meramente azaroso, amaríamos y odiaríamos a quien fuera y en el momento que fuera, por lo que no podría disfrutarse en toda su amplitud. Por tanto, el amor posee una base natural que suprime la aleatoriedad, pero no está predeterminado, sino que ambos géneros poseen la capacidad de forjar el amor de pareja en un ejercicio de libre autodeterminación, donde el azar y la necesidad forman una unidad dialéctica.

2. Desarrollo histórico

El amor no es el mismo en todos los tiempos y lugares, sino que cada etapa histórica desarrollo su propio tipo de amor,  daremos un breve repaso a la historia social.

2.1 Comunidad primitiva. En la prehistoria las relaciones humanas eran muy semejantes a las relaciones entre los animales, pues nuestra madurez social era mínima. Cuando nuestras principales actividades eran recolectoras, y nuestro principal problema era la supervivencia, no había posibilidad de que se desarrollara la cultura, ni de que se ejerciera dominio político, pues apenas había recursos para comer y a veces ni eso. Esa supuesta “Edad de oro” que los griegos añoraban, no es otra cosa que aquélla época en la que la opresión sobre la mujer, la explotación de la naturaleza y del humano eran nulas, pero no porque la humanidad fuera perfecta, sino porque las condiciones materiales eran tan duras que las oportunidades de supervivencia eran escasas.

En tales condiciones la convivencia adoptó una gran diversidad de formas, cabe mencionar que el incesto fue suprimido desde hace millones de años por los primeros primates y otras especies cercanas, pues propiciaba una combinación genética demasiado repetitiva, de modo que surgió una especie de matrimonio colectivo, donde varios hombres y mujeres formaban una sola pareja con hijos comunes, pero ya sin incesto (Engels). La caza, el cultivo y el sedentarismo generaron nuevas formas de convivencia, entre ellos la poliandria (una mujer con varios hombres), donde incluso hubo matriarcados (preponderancia de la autoridad femenina) y la poligamia (un hombre con varias mujeres). En todos estos casos imperó el poliamor, donde el enamoramiento era enfocado en más de una persona. Esto evidencia que tal sentimiento no siempre fue unilateral, sino que su existencia y la estructura de la familia están determinadas históricamente.

2.2 Esclavismo. Cuando la agricultura, la ganadería y las relaciones sociales alcanzaron cierta madurez, se desarrolló la cultura y con ella la civilización, donde la construcción de ciudades y la división del trabajo fueron los factores determinantes para la consolidación de la familia monogámica. En ese sentido, al generarse una producción de recursos superior al mínimo de supervivencia, el hombre aprovechó su fuerza bruta para someter a la mujer, inaugurando así la primera forma de esclavitud. Este acontecimiento no significa que el humano sea malo por naturaleza, sino que su madurez histórica no era suficiente para forjar relaciones equitativas. Por ende, el amor de padres a hijos también toma la forma de autoritarismo, donde la convivencia no puede desarrollarse plenamente, pues el discurso en lugar de permitir el diálogo multilateral tiende a la imposición, lo que también sucede en la actualidad.

Además, algunas especies de primates son monogámicas por naturaleza, pero la nuestra no, esto es evidente históricamente en tanto la monogamia nunca ha imperado, desde su nacimiento ha estado acompañado por la infidelidad (permitida, tolerada o repudiada) de ambos géneros. En tal sentido, así como el exceso de producción permitió al hombre apropiarse más medios de subsistencia de los que necesitaba y así constituir la propiedad privada: sus relaciones familiares adquirieron la misma forma, donde su esposa se convirtió en un objeto más de su riqueza. Por ende, la mujer era esclava física como cualquier otro hombre, o esclava sexual si bien le iba, es decir, esposa y esclava maternal, pues con la falta de métodos anticonceptivos pasaba la mayor parte de su vida procreando y criando a sus hijos. Por tanto, la mujer se veía triplemente oprimida, tanto por su condición de objeto sexual, como por su condición de ama de casa y de madre. Y esta polaridad social propició una degeneración extrema en cuestiones psicológicas, donde se concebía a la mujer como débil, sentimental y tonta. Y el hombre, para mantener su dominio se radicalizó en los aspectos contrarios: la fortaleza física, la dureza emocional y una supuesta razón infalible, entre otras. Esto también propició la homofobia y la ideología de la mujer como un mero complemento del hombre, donde las religiones fueron determinantes.

En ese sentido, algunas religiones sostienen que por designio divino o por naturaleza la mujer es inferior al hombre y que está destinada a servirlo y someterse a él, o que su labor fundamental es la procreación. De este modo la opresión social se fundamenta ideológicamente, sobre el supuesto de que hombres y mujeres poseen una condición estática y predeterminada. En realidad nuestra constitución humana se ha ido construyendo durante miles de años en procesos que implican la transformación de la naturaleza en el humano y del humano en la naturaleza.

2.3 Feudalismo. Con el crecimiento de la agricultura la esclavitud en masa se hizo innecesaria, por lo que emergió la clase servil. En esta etapa el dominio del hombre sobre la mujer se mantuvo, pues incluso la “conquista” sentimental hace referencia a la conquista de los pueblos.

Surge en esta etapa la caballerosidad, donde los caballeros (guerreros a caballo que servían al Rey) poseían tal elegancia que trataban a las mujeres con cierta generosidad. Pero esta actitud, lejos de elevar el rango de las mujeres, remarca la supuesta inferioridad de las mismas, pues consiste en tratarlas como si sus capacidades fueran menores; por ejemplo, abrirles la puerta o acercarles la silla.

Una válvula de escape para tal opresión consistió en el amor cortés. En los cuentos de hadas se muestra a la mujer como una persona inútil que sólo está en la espera de que su príncipe la rescate y vivan felices por siempre. Pero en la realidad los matrimonios eran arreglos político-económicos donde la mujer se casaba involuntariamente, por tanto el único amor que podía encontrar se hallaba en algún aventurero que la complaciera a escondidas, lo que constituía el amor cortés.

La peor discriminación a la mujer en esta época aconteció con la quema de brujas. Aquellas mujeres que no se casaban, practicaban oficios como la herbolaria y no se preocupaban por su aspecto: eran tachadas de brujas. Pues se tenía el prejuicio de que la mujer estaba hecha para servir al hombre, tener hijos, embellecerse y no generar conocimiento alguno; de lo contrario se creía que se habían casado con el diablo y que pervertían a los caballeros. Además, solían ser mujeres que no deseaban ser madres o que practicaban el aborto, de modo que se las quemaba vivas por no cumplir con lo establecido socialmente. La propia mujer contribuye a tal discriminación cuando enfoca su vida en la mera procreación, pues deja de desarrollar su potencial intelectual y social para reducir sus posibilidades a cuestiones biológico-sentimentales. Además, el derecho al aborto constituye el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y sobre un posible futuro miserable para el bebé; por lo que al practicarlo prudentemente, se está reconociendo la mayoría de edad de las mujeres para tomar decisiones vitales.

(Continuará…)

lunes, mayo 04, 2009

Reyertas 36: Las relaciones laborales y las intenciones de Lozano, III

Cuando los catarritos se complican, ¿hasta la lucha nos roban?

En estos días en que la paranoia rige imperiosa la vida de los mexicanos, resulta realmente hilarante, por decir lo menos, la cantidad de patrañas basadas en la teoría de la conspiración que han aparecido en el famoso radio pasillo. Desde la que perjura que esto no es más que la acción para favorecer a las farmacéuticas judías, hasta los que creen que todo el numerito de la Influenza porcina ha sido una invención del Estado. Cierto que el momento político en que se implementó la alarma deja muchos elementos de sospecha en el camino. Desde el cierre de la mina de Cananea, pasando por la aprobación de la ley de Seguridad Nacional que permite la intervención policiaca de las comunicaciones personales, hasta llegar a la suspensión de los actos conmemorativos del Día del trabajo y minimizando los de Atenco. Aún así, lo deprimente en el caso de las supuestas posturas progresistas en México, es que no vayan más lejos que las especulaciones que no rebasan el ámbito de los rumores: la rumorología como obstinada práctica ¿revolucionaria? En todo caso, y pese a que el peso de la corrupción y los intereses inconfesables vuelven paquidérmica la acción cotidiana del gobierno federal, ha demostrado con este episodio de la gripe porcina que tiene mayor imaginación que los progresistas. Si bien la ineptitud oficial permitió que un accidente se volviese un problema grave de salud, cuando en otros lugares con situaciones similares no ha llegado a tanto, también hay que decir que el manejo de la situación desde el propio gobierno le ha permitido sacar una tajada política importante, que tal vez no se concrete en el repunte electoral del partido presidencial, pero sí las miserias de la oposición (y no solamente la organizada en partidos electorales) que ha sido incapaz de afinar la mira para desactivar el belicoso arsenal desinformativo. El manejo del sistema de salud por parte del señor José Ángel Córdova Villalobos ha sido tan riguroso, preciso, certero y claro como el que el señor Agustín Carstens Carstens ha hecho de los recursos económicos del país. Por eso en el primer caso estamos ante una crisis de salud y en el segundo nada más ante un simple “catarrito”.

Pero a los preclaros izquierdosos mexicanos solamente les alcanza para rumiar sus sospechas sobre que todo esto no es más que un truco para encubrir alguna “tranza” del gobierno, tal como lo fue el chupacabras… A pocos se les ocurre que las preguntas indispensables en este momento, no son siquiera cuál es el origen del virus o dónde muto, sino que están por el lado de saber por qué en México una enfermedad que en países con sistemas de salud tan desastrosos como el de Estados Unidos (remember: Sicko de Michael Moore), la letalidad de la misma infección es del 0.6%, mientras que en México (aún haciéndole caso a las errpaticas cifras de Córdova la letalidad de esta variante de Influenza es del 4%. ¿Dónde está la investigación médica?, ¿dónde la capacidad de los laboratorios farmacéuticos?, ¿dónde la atención del IMSS, ISSSTE o SSA alcanza a cubrir las necesidades de la población?, ¿por qué el sistema inmunológico de los mexicanos es tan limitado? ¿Cómo se está aprovechando la facción política de la situación? Estás y otras preguntas han quedado relegadas por las explicaciones fáciles. Así, el gobierno de Felipillo I el espurio podrá tener muy poca imaginación política; pero, ¿entonces porqué está aprovechando la situación para generar mayor confusión y pánico entre la población? ¿Dónde esa claridad intelectual? ¿Solamente alcanza para denunciar fraudes electorales?

A propósito de lo anterior. Es preciso reconocer que no todas las izquierdas son igual de carentes de imaginación e iniciativa. Hay que resaltar la acción que los abogados miembros del Comité Nacional de Estudios de la Energía (CNEE) están tomando para levantar amparos en contra de la suspensión de garantías que anunció el gobierno aprovechando la epidemia. Por cierto, para concluir esta nota urgente, es preciso llamar a que a los trabajadores no se nos robe el 1° de mayo so pretexto de la Influenza, hay que estar atentos a la reprogramación de los actos de lucha.

Mayor explotación relativa, mayor explotación absoluta y absoluta opresión

En la entrega anterior (Reyertas 35) abordé cuatro de las formas de contratación que los empresarios representados por el secretario del trabajo, Javier Lozano, promueven como la solución sine qua non éste país puede incrementar su competividad. Me refería a los contratos por periodo de prueba, los de capacitación inicial, por temporada y los contratos para laborar en el extranjero. Sobre estos últimos se dijo muy sintéticamente que, según el documento Hacia una Reforma Laboral para la Productividad y la Previsión Social de la STPS, reducen los costos que el patrón extranjero debe cubrir para obtener la fuerza de trabajo que se llevará. Esto es, en la fracción I del artículo 28 de la LFT se establece literalmente:

b) Los gastos de transporte, repatriación, traslado hasta el lugar de origen y alimentación del trabajador y de su familia, en su caso, y todos los que se originen por el paso de las fronteras y cumplimiento de las disposiciones sobre migración, o por cualquier otro concepto semejante, serán por cuenta exclusiva del patrón. El trabajador percibirá integro el salario que le corresponda, sin que pueda descontarse cantidad alguna por esos conceptos.

En cambio, en el documento de la STPS, se suprime el inciso a) en que se exige el cumplimiento de los requisitos del artículo 25, así como la obligación de los patrones a cumplir con los costos derivados del transporte y se retira también la cláusula que vela por la integridad salarial del trabajador, para quedar en los siguientes términos:

a) Indicar que los gastos de repatriación quedan a cargo del empresario contratante;

b) Las condiciones de vivienda decorosa e higiénica que disfrutará el trabajador mediante arrendamiento o cualquier otra forma;

Por si esto fuese poco en el documento del señor Lozano se elimina el inciso c) de la citada fracción del artículo 28 de la LFT, que obliga a los empresarios extranjeros contratantes a darle a los trabajadores mexicanos las mismas prestaciones sociales de las que gozan el resto de los trabajadores nativos. Todavía más, en el documento se agregarían dos artículos, el 28-A y el 28-B que legalizarían a las agencias reclutadoras de trabajadores, que serían una versión moderna de las compañías tratantes de pieles que condujeron a miles de africanos a las colonias europeas en América entre los siglos XVI y XIX.

Es decir, bajo el pretexto de que la fuerza de trabajo mexicana sea más competitiva, se abre la puerta para que los empresarios se desentiendan de realizar todos los gastos que requiere la contratación de trabajadores.

Por otra parte, en las pretendidas modificaciones al artículo 56 se abre la posibilidad para que los trabajadores desempeñen múltiples tareas en el proceso de trabajo. Ello es un arma de doble filo, pues si bien resulta cierto que la división de trabajo en el modo capitalista de producción limita el conocimiento del trabajador sobre el conjunto del proceso productivo, también es cierto que la plurifuncionalidad de los trabajadores ha sido un pretexto para que los empleadores contraten a una menor cantidad de aquéllos, lo cuál ha redundado en la sobreexplotación de la fuera de trabajo. Este fenómeno no es nuevo, es algo que la legislación vigente acotó desde su surgimiento al implementar el derecho al trabajo en la Constitución de 1917. En otras palabras, la multifuncionalidad de los trabajadores es una consigna que los empresarios de hoy están intentando rescatar del pasado porfirista de México.

Respecto a la jornada labora, incluyendo días de descanso y períodos vacacionales, no se pretenden grandes modificaciones, salvo la flexibilidad para que las fechas de asueto marcadas en el artículo 74 de la LFT se celebren en días distintos a los marcados, lo cual sería un precioso vacío legal para que al final no se cumpla con el asueto. Por lo demás se mantienen las inconsistencias y puntos que realmente no se cumplen en la práctica (como el pago doble por laborar en el día de descanso, la definición bilateral y clara del día de descanso, se mantiene solamente media hora de descanso durante la jornada, el computo del tiempo de comida como parte de la jornada cuando no haya la posibilidad de que el trabajador ingiera sus comidas fuera del establecimiento laboral, etc.), mucho menos se establecen mecanismos que obliguen a los empleadores a cumplir con las disposiciones vigentes, pese a que son las normas que se violentan con mayor frecuencia. Una muestra más de la lógica del capitalista, que proclama el imperio del Estado de derecho siempre y cuándo éste se aplica de ellos hacia el resto del mundo y no viceversa.

Con respecto a las condiciones salariales la situación pintada por el documento de la STPS tampoco es demasiado promisoria para los trabajadores, por el contrario, es uno de los puntos que más gravemente se atacan.

Por principio de cuentas, es preciso recordar que pese a los buenos deseos de la intelectualidad izquierdosa, la fuerza de trabajo es una mercancía que se oferta libremente en el mercado capitalista, aunque de ello reniegue con todas sus fuerzas el buen Armando Bartra (véase la serie “La Gran Crisis” en La Jornada, 10, 11, 12, 13 y 18 de abril de 2009). Pero mientras una de las características del capitalista es que tiende a incrementar gradualmente la concentración de los medios de producción, así como de su producto, en el lado contrario de la ecuación, la libertad de los trabajadores (hasta de los medios de subsistencia) les obliga a venderse cada vez en mayor cantidad, con lo cual la competencia entre obreros se agudiza y solamente podrá ser ganada por los trabajadores que le ofrezcan las mejores condiciones de explotación al patrón. Ese mecanismo le permite al dueño de los medios de producción obligar a la fuera de trabajo a que le otorgue un crédito. Es decir, el capitalista no paga al vendedor la mercancía que va a consumir en el proceso productivo, sino que el vendedor tiene que ver primero cómo se consume su mercancía (fuerza de trabajo) antes de que el capitalista se la pague. Pero no conforme con esto, el capitalista también obliga al trabajador a aceptar un precio bajo por la mercancía que éste oferta.

En esos términos, la economía solamente conduce a un estado progresivo de empeoramiento social. Mientras menor precio perciba y más tenga que esperar el trabajador para que se le pagué el valor de su mercancía, mayor es la concentración de capital que se está desarrollando en la alta esfera de los capitalistas. Esa concentración es mayor en tanto los trabajadores carezcan de los medios organizativos que impongan una distribución más amplia del ingreso generado en el sistema capitalista de producción. A la postre, la alta concentración va generando las condiciones para el crecimiento del grado de monopolio en una economía. Podría sintetizarse lo anterior, refiriendo que la tendencia al monopolismo del capital es perjudicial para la mayoría de los capitalistas, pero estos requieren de alentar su paso franco si quieren competir con el resto de los capitalistas.

Partiendo de lo anterior, resulta claro que es un logro histórico de la organización de los trabajadores el salario por jornada laboral, no por hora, pues al combinarse la retribución por día de trabajo con los límites de ocho y siete horas a la jornada se obliga a los empresarios a invertir una mayor cantidad de sus ganancias en innovaciones tecnológicas que permitan desempeñar las tareas en forma más sencilla. Al homologar el salario a la jornada se consigue una disminución relativa de la explotación, en términos sociales, pues mientras al obrero obligado a cumplir con el límite de la jornada de ocho horas se le extrae una mayor cantidad de plusvalor absoluto, el que trabaja media jornada debe recibir, según la ley, un salario como si hubiese laborado la jornada completa. En este segundo caso, la tasa de explotación absoluta desciende, pues al trabajador de medio tiempo no se le pueden extraer tantas horas de plustrabajo. Con la modificación al artículo 83 de la LFT que se propone en el documento del secretario Lozano, el pago por horas impediría que ese equilibrio se presentase y el capitalista tendría manos libres para extraer del trabajador la mayor cantidad de plustrabajo absoluto que desease. Tal asunto, es uno de los más delicados porque sus repercusiones irían del menor desarrollo tecnológico a la agudización de la explotación y la opresión de los trabajadores. Una vez más, por la vía del abaratamiento de la fuerza de trabajo en pro de la competitividad. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!