La Praxis
Análisis filosófico de la libertad
(Primera de dos partes)
Por: Sagandhimeo
A mi padre,
Por su apoyo.
INTRODUCCIÓN
En el presente escrito se analizará la posibilidad de la libertad en sí, de la libertad individual y de la libertad social. Todo ello en relación con la filosofía de la praxis y en contraste con el liberalismo económico, político y social.
LA LIBERTAD COMO POSIBILIDAD
La libertad es sin duda uno de los problemas fundamentales del ser humano, ya que implica cuestiones que competen a lo ontológico, lo físico, lo biológico, lo psicológico, lo ambiental, lo genético y las diversas formas de lo social, entre otras. De inicio podemos preguntarnos, “¿Qué tipo de existencia tiene la libertad? ¿Es la libertad un ente, un proceso o una cualidad?” (Frondizi). Si entendemos la libertad como un ente, tendría existencia propia y no requeriría de la gente para constituirse, lo cual es inimaginable. Si la entendemos como un proceso, seríamos libres mientras lucháramos por ella y dejaríamos de serlo aunque la consiguiéramos, lo cual también es un contrasentido. Por tanto, la libertad es un atributo de toda persona, es decir, una propiedad que poseemos por el hecho de ser seres humanos, pues “no se trata de la libertad en abstracto, sino de una cualidad acerca de un ente concreto, el hombre”, según explica Frondizi.
Ahora bien, existen dos posturas que radicalizan la idea de libertad: el determinismo y el indeterminismo. El determinismo sostiene que todo tiene una causa, siendo así, “¿cómo es posible la libertad humana? Todo lo que ocurre está causado por condiciones previamente existentes, y éstas a su vez causadas por condiciones anteriores a ellas…”, según postula Hospers. Por tanto, si todo lo que ocurre está determinado de antemano, lo único que nos quedaría es darnos cuenta del fatalismo de la existencia, pues no sería posible cambiar un supuesto destino. Sin embargo, aun cuando conozcamos todas las causas de las acciones humanas, no podríamos predecirlas en su totalidad, esto se debe a que no actuamos por mera inercia (como las cosas), o por mero instinto (como los animales), sino que nos planteamos objetivos, normas y patrones para nuestras conducta, y todas éstas no son causas, pues implican fines. Esto no es evidente en elecciones triviales como comer un helado u optar por caminar o correr, pues en esos casos tan superficiales, las causas son determinantes: el hambre, la aceleración de la vida en las ciudades o la influencia social. Pero sí es evidente en las disciplinas humanas, pues aun cuando explicáramos las causas de una obra artística, científica, tecnológica, filosófica o praxeológica: es imposible predecir o repetir tales eventos tan sólo conociendo las causas. Ésa sería la mayor prueba de la posibilidad de la libertad: la capacidad creadora del hombre.
Por otro lado, el indeterminismo postula que si el ser humano es libre, lo es en absoluto y todo lo que decida es su responsabilidad total. Este planteamiento olvida que existen limitantes naturales e histórico-sociales para nuestro actuar, pues el ser humano no es libre en abstracto, sino que cada persona en concreto posee cierto grado de libertad en circunstancias particulares.
En pocas palabras, la libertad es la posibilidad de actuar entre un mero determinismo y una mera autodeterminación, “parece, pues, adquirir grados. No estamos condenados a ser esclavos –como piensan algunos dictadores—ni a ser libres, como cree Sartre” (Frondizi).
LIBERTAD NEGATIVA Y POSITIVA
Hemos visto que la libertad implica la capacidad creadora del hombre, pero que no disfrutamos de una libertad total. Sin embargo, se tiende a hablar de libertad en un sentido más amplio, en el cual se incluye toda ausencia de limitaciones; en otras palabras, “la usamos en sentido negativo, en el cual significa la ausencia de constricción. Somos libres, en este sentido, si nadie nos fuerza a hacer algo contra nuestra voluntad (…) También la usamos en un sentido positivo (creador, autodeterminativo), para significar aproximadamente lo mismo que facultad. En este sentido somos libres, no de prohibiciones, sino de hacer ciertas cosas. Somos libres de hacer esas cosas que podemos hacer si elegimos hacerlas” (Hospers). Esto será ejemplificado en el siguiente cuadro:
Libertad negativa | Libertad positiva |
Posibilidad | Construcción |
En sí /de | Para sí |
Decreto | emancipación |
En pocas palabras, la libertad negativa es tan sólo la apertura de la posibilidad, misma que debe ser llenada con una construcción de la libertad para que se haga efectiva. Dado que precisamos que todo hombre sea libre en sí mismo de buscar su propia vocación, pero solamente la realiza cuando enfoca su libertad para sí mismo; y, necesitamos libertades en las legislaciones, pero solamente se es verdaderamente libre cuando las personas mismas efectúan su emancipación.
LIBERTAD PSÍQUICA
Una vez que se ha explicado de qué modos la libertad es posible, es momento de analizar la posibilidad de la libertad dentro de nuestra naturaleza humana y debido a que somos entes biopsicosociales, nuestro alcance está determinado por dicha constitución. Por tanto, en la medida en que dominemos nuestra psique y nuestro campo social: alcanzaremos la libertad, es decir que “…la inseguridad basada en la ignorancia, que elige al parecer, caprichosamente entre un cúmulo de posibilidades distintas y contradictorias, demuestra precisamente de ese modo su falta de libertad, demuestra que se halla dominada por el objeto al que debiera dominar. La libertad consiste, pues, en el dominio de nosotros mismos y de la naturaleza exterior, basado en la conciencia de las necesidades naturales”, tal como explica Engels. En ese sentido, nuestro actos no tienen por qué obedecer a un
Ahora bien, en la historia de la filosofía se ha concebido al hombre como un ser fundamentalmente creyente (religión), racional (racionalismo), sensible (romanticismo) o práctico (marxismo), dependiendo de la cualidad que se desee resaltar. En particular, podemos esbozar al racionalismo en sentido amplio desde los presocráticos hasta los neohegelianos; y a los romanticistas desde Pascal, Schiller, Schopenhauer, Kiekergard, Nietzsche y Heidegger, hasta los existencialistas y posmodernistas actuales. Finalmente, el marxismo de la praxis propone que el hombre es un ser fundamentalmente práctico, sin que por ello se menosprecie a la sensibilidad o a la inteligencia, sino que más bien las revitaliza en el campo social, pues, como explica Marx, “…el ateísmo es una negación de Dios y afirma, mediante esta negación, la existencia del hombre; pero el socialismo, en cuanto socialismo, no necesita ya de tal mediación; él comienza con la conciencia sensible, teórica y práctica, del hombre y la naturaleza como esencia. Es autoconciencia positiva del hombre, no mediada ya por la superación de
En ese sentido, no es que la fe, la sensibilidad o la razón deban luchar entre sí para conducir al hombre, sino que, suprimiendo la fe (ya que la mera creencia no implica desarrollo humano) y dominando nuestra razón y nuestras emociones: podremos actuar en el campo social. Por ello, la falsa lucha entre razón y emoción es tan risible como si luchara nuestro ojo con nuestra mano, pues el hecho de que perciban el mundo de modo distinto no significa que deban estar en conflicto, sino que en la medida en que los desarrollemos individualmente y sepamos coordinarlos: nuestros movimientos se optimizarán.
Por otro lado, podemos caer en dos extremos psíquicos: dejarnos dominar por nuestras emociones, lo que nos llevaría a un subjetivismo, o ser dominados por la razón, lo que nos conduce a un idealismo. El subjetivismo consiste en la pereza sensible, es decir, en dejar que las emociones dominen nuestras decisiones, lo cual es el origen del egoísmo: lo que
Asimismo, para poder dominar nuestras emociones, necesitamos desarrollar nuestra sensibilidad, es decir, la capacidad de percibir el mundo como totalidad, lo cual es posible mediante un esfuerzo constante para no anticiparnos al mundo, dejando que venga hacia nosotros; esto puede optimizarse con el arte, dado que en esta disciplina no imperan las emociones personales, sino la realidad como totalidad sensible (véase mi obra La episteme). Por otro lado, para dominar nuestra razón, debemos desarrollar la inteligencia, es decir, la capacidad de pensar el mundo como totalidad, lo cual es posible mediante un esfuerzo (similar al anterior) para no oponernos al mundo, dejando que venga hacia nosotros; esto puede optimizarse con la filosofía (analítica o marxista) y la ciencia, dado que en estas disciplinas no imperan los idealismos, sino la objetividad que se requiere para comprender el mundo como una totalidad coherente y real (véase mi obra La episteme).
Una vez que se han dominado las emociones y la razón, necesitamos coordinarlas, dado que su partición es tan esclavizante como su falta de dominio. Esto es fundamental en tanto que “en la sociedad capitalista moderna el elemento subjetivo de la realidad social ha sido separado del objetivo, y los dos se alzan el uno contra el otro, como dos sustancias independientes: cual subjetividad vacía de un lado, y como objetividad cosificada de otro”, según explica Kosik. Esto genera filosofías demasiado abstractas y manifestaciones artísticas mundanas. Por tanto, “un hombre con sentidos desarrollados tiene sentido también para todo lo humano, mientras que un hombre de sentidos no desarrollados se halla cautivo frente al mundo, y no lo percibe universal y totalmente, con sensibilidad e intensidad, sino de un modo unilateral y superficial, sólo desde su propio mundo, que es un pedazo unilateral y fetichizado de la realidad” (kosik). Consecuentemente, dejarnos dominar por nuestra psique puede derivar en consumismo, búsqueda de enriquecimiento, de fama, de poder, de belleza física, de procreación excesiva, de religiones, fanatismo deportivo o musical, necesidad excesiva de amor, fetichización de los objetos, o arrogancia, entre muchas otras. Todas ellas derivadas de depender de nuestras emociones o de nuestra razón sin poder ser libres individualmente hablando.
En pocas palabras, poseemos una libertad psíquica como posibilidad (recipiente), la cual se constituye por inteligencia y sensibilidad, pero éstas sólo pueden activarse cuando las enfocamos en dominar nuestra razón y nuestras emociones, lo que nos brinda libertad efectiva (contenido).
LIBERALISMO
Una vez analizada la posibilidad de la libertad, así como su aspecto psíquico, veamos qué tipo de libertad existe en el liberalismo, el cual es una corriente de pensamiento filosófico, social, económico y de acción política, que promueve las libertades civiles y el máximo límite al poder coactivo de los gobiernos sobre las personas. Ahora bien, la ideología que impera en esta gran corriente es la de garantizar la libertad de los ciudadanos en todos los ámbitos posibles, lo cual fue revolucionario en su momento, pues el feudalismo impedía el desarrollo de la producción y se requería una teoría que liberara la circulación del capital del control del estado, así como las implicaciones sociales que esto conllevaba. Sin embargo en la actualidad dicha ideología genera serias dificultades, como se verá en adelante.
Dentro del liberalismo económico se pretende que toda persona tenga la posibilidad de enriquecerse sin restricciones del estado. Esto no es posible, dado que no todos tienen las posibilidades materiales para hacerlo, pues dentro de la sociedad capitalista se requiere de una clase proletaria que, generando una mercancía excedente, haga posible el enriquecimiento de la burguesía, por tanto, estaríamos hablando de una libertad negativa, es decir, de un hueco imposible de llenar mas que por una minoría. Peor aun, el interés por enriquecerse por encima de las necesidades obedece a una falta de libertad individual, en la cual se es esclavo de las ambiciones (emociones), en donde las propiedades terminan poseyendo a los propietarios. Asimismo, el trabajo mecanizado que impera en el proceso de producción, distribución y comercio: atenta contra el desarrollo de la creatividad humana, por lo que tales trabajadores padecen una enajenación que atenta contra su libertad en sentido estricto, pues ya se ha mencionado que la creatividad es la mayor prueba de la libertad. Por todo ello, la supuesta libertad del liberalismo económico sufre de una falta de libertad positiva (propiamente humana) y de una esclavitud emocional que recae en lo material.
Dentro del liberalismo político se propone una garantía de participación y representación electoral, esto tampoco es posible, pues no toda la población cuenta con la educación y la conciencia social suficiente para elegir a sus representantes, por lo que nuevamente caemos en una libertad negativa que no puede ser completada mas que de manera formal. Asimismo, quienes detentan el poder tienden a ser dominados por él, pues debido a que la democracia representativa concentra el poder en una minoría: tiende a generar ambición excesiva, por lo que el poder termina sujetando al político, aunado a que dicha ambición deriva de una falta de autodominio. Por todo ello el liberalismo político no es más que una libertad negativa en la que la mayoría está excluida de la participación efectiva y una minoría tiende a ser esclava de su propio poder (como carencia psíquica).
El liberalismo social cae en las mismas contradicciones, dado que la libertad de expresión está vacía si poca gente posee una formación intelectual, la libertad religiosa es falsa si la mayor parte de la gente vive enajenada, la libertad de viajar fuera del país está hueca si la mayor parte de la población apenas subsiste, los derechos jurídicos son obsoletos si las leyes favorecen a la clase pudiente, y así sucesivamente. Incluso la minoría dominante económica y políticamente hablando, tampoco disfruta de libertad social, dado que se ve obligada a dirigir sus acciones hacia el mantenimiento de dicho dominio. En ese sentido, aun cuando las superpotencias mundiales hayan reducido su propia pobreza, su libertad sigue siendo aparente, pues, “¿Cómo se puede hablar de libre disposición tratándose de estados imperialistas como Francia, Turquía o
Por tanto, el liberalismo en cualquiera de sus formas no nos conduce al desarrollo de la libertad social que requerimos, pues nos brinda un recipiente imposible de llenar. (Continuará)
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