jueves, abril 23, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 18:

La Praxis

Análisis filosófico de la libertad

(Segunda y última parte)

Por: Sagandhimeo

LIBERTAD SOCIAL

Una libertad social efectiva implica la participación activa de toda la sociedad, pues hemos visto que de otro modo el aparente beneficio recae en una minoría. En ese sentido, si utilizamos nuestras habilidades psíquicas en acciones ético-políticas: será posible la emancipación social. Esto no es arbitrario, pues "la transformación misma del poder no puede ser obra sino de los hombres, de unos hombres que se hayan emancipado, intelectual y emocionalmente, de la fuerza del orden existente", tal como explica Luckacs.

Para ello debe distinguirse la ética de la política, en tanto que la política se relaciona con intereses y la ética se relaciona con voluntades, sin que pueda reducirse una a otra, pues, como explica Sánchez Vázquez, circunscribir lo ético a lo político tendería a un maquiavelismo, es decir, en justificar las atrocidades morales a favor de un fin político, y compeler lo político a lo ético provocaría un moralismo extremo en el cual se catalogarían las decisiones políticas como buenas y malas suprimiendo los intereses subyacentes. Asimismo, mientras la ética consiste en decisiones individuales, la política compete tanto a lo individual como a lo social, y debido a que la sociedad en su conjunto es algo más que la mera suma de individuos: un auténtico proyecto de emancipación social requiere de acciones en grupo, pues, como explica Bunge, no se puede reducir la sociedad a la mera suma de individuos (individualismo, subjetivismo), pero tampoco los individuos son meros componentes sociales (holismo, determinismo).

Asimismo, para que la práctica social no sea mera espontaneidad requiere una teoría que la respalde, es decir que la práctica social, para que sea praxis, debe ser una práctica consciente y no una mera teoría estática (idealismo, racionalismo) o una mera practicidad (pragmatismo, utilitarismo), en otras palabras, debe conformar una unidad entre teoría y práctica, en la cual cada una se alimente de la otra en un movimiento dialéctico (marxismo). Además, para ser realmente el ejercicio de una libertad positiva, debe poseer un objetivo que transforme a la realidad, lo cual es posible en razón de que el humano es ante todo un sujeto histórico, en tanto que si bien está determinado por su propia historia: él mismo hace la historia. Por tanto, en la medida que sus acciones se realicen con conciencia histórica y social: podrá efectuar una emancipación social.

Dicha transformación social tiene cierta relación con la transformación material, dado que, como expone Marx, la sociedad posee una estructura económica y una superestructura (ideológica, jurídica y política) que se determina por la primera. Esto no es arbitrario, pues si la realidad es material, tal como enseña la ciencia actual (véase La Episteme), es evidente que lo social no puede poseer una autonomía completa, debido a que su existencia reposa sobre elementos materiales (los pensamientos existen en los cerebros, la lucha de clases se da entre individuos concretos, etc.). Históricamente, esta base material es clara, pues aun cuando la religión imperó en la edad media y la polis en el mundo antiguo, “lo indiscutible es que ni la Edad Media pudo vivir de catolicismo ni el mundo antiguo de política. Es, ala inversa, el modo y manera en que la primera y el segundo se ganaban la vida, lo que explica por qué en un caso la política y en otro el catolicismo desempeñaron el papel protagónico” (Marx). En ese sentido, la práctica productiva consiste en la transformación del mundo en relación con los medios de producción y la práctica social (praxis) consiste en la transformación del mundo en relación con la interacción de los individuos, sin olvidar que están determinados, en última instancia, por las condiciones histórico-materiales.

Ahora bien, ¿Cómo es posible que la praxis transforme a la sociedad en analogía con el trabajo que transforma el mundo material? Para que esto sea realizable es necesario que, en la medida de lo posible, los individuos superen la contradicción que surge entre el “yo” y el “ellos”, es decir, que se supere el antagonismo surge entre el bien común y el bien individual, entre los intereses individuales y los intereses sociales. Dicha superación se efectúa mediante la síntesis “nosotros”, en la cual las decisiones ético-políticas se optimizan. En otras palabras, el conflicto entre voluntades e intereses divergentes impide la libertad social, pues tales elementos chocan entre sí, de modo que sólo es posible actuar libremente en sociedad cuando todos busquen los mismos objetivos ético-políticos.

MÉTODO

Para conjugar la inteligencia y la sensibilidad en la vida práctica se requiere de dos métodos que las dirijan hacia el mundo social: la empatía para la cuestión ética y la concientización para la cuestión política.

En el trascurso de la historia se ha intentado formular una moral aplicable a todas la épocas y lugares sin resultados, también se ha tratado determinar a priori la mejor decisión ética para toda circunstancia (racionalismo), o derivarlo de meras emociones (romanticismo). Todo ello es imposible, pues los valores escapan al escrutinio de las disciplinas duras como la filosofía o la ciencia, dado que no es posible determinarlos objetivamente, es decir, saltar del hecho al valor, ya que los valores éticos (lo bueno y lo malo) son un elemento emergente entre el sujeto, el objeto y las circunstancias específicas,  tal como explica Frondizi, y no un mero juicio a priori. Por tanto, no necesitamos preceptos éticos sino un método que nos permita decidir de la mejor forma en cada circunstancia: La empatía, la cual consiste en la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Sobre este punto, Schiller se pregunta, “¿cómo podemos ser justos, afables y humanos hacia los demás, si carecemos de la capacidad para acoger fiel y verdaderamente en nosotros una naturaleza ajena, para adaptarnos a situaciones extrañas, para hacer nuestros los sentimientos de los demás?”. Es decir que, para entender cabalmente la realidad social y tomar las mejores decisiones éticas, debemos conocer tanto los aspectos subjetivos que nos muestra el arte, como los aspectos objetivos que nos muestra la ciencia y la filosofía, pero también tenemos que ser capaces de conocer al prójimo vivencialmente (mediante la sensibilidad y la inteligencia), pues sólo así entenderemos cabalmente los problemas de la sociedad.

Por otro lado, la concientización (entendida como la acción de conocer y percibir nuestro papel en el entorno, por lo cual se implican los instrumentos ya mencionados en esta disciplina) es el método que complementa a la empatía, pues como ya he mencionado, no podemos reducir la práctica social a un mero ejercicio de voluntades (ética), dado que vienen implicados los intereses (política). Ahora bien, mientras la síntesis de voluntades en conflicto se supera con la empatía, la síntesis de intereses en conflicto se supera con la conciencia social, en otras palabras, sólo cuando se logra converger los intereses particulares en intereses comunes: las acciones políticas pueden realizarse para el beneficio social. Por ello no será suficiente una conciencia al margen de la sociedad, sino una que se posicione dentro de ella: una conciencia de clase; en ese sentido, la superación de la contradicción entre el yo y el ellos no puede darse en abstracto, dado que, como explica Marx, “…La ciencia burguesa toma como concreto algo plenamente abstracto. Estas relaciones no son de individuo a individuo, sino de trabajador a capitalista, de arrendatario a proletario, etc. Si elimináis esas relaciones, habréis eliminado la sociedad entera”. Por tanto, solamente tomando conciencia de las relaciones reales entre los hombres se puede transformar el mundo. Ahora bien, para adquirir dicha conciencia se necesita una comprensión de la realidad como totalidad, tal como explica Kosik, por lo cual, como explica Sánchez Vázquez, se requiere que los intereses de clase sean universalizables, es decir, que puedan extenderse a toda la sociedad y sólo así podrán superar la lucha de clases. Para que los intereses puedan llegar a la universalidad, requieren coincidir con las necesidades reales y evitar las falsas necesidades (aquellas que tienden al lujo y no al desarrollo humano). Consecuentemente, la clase proletaria, en la medida en que no requiere ejercer la explotación y dominación de ninguna otra clase, es la única que puede universalizar sus intereses (tales como la democracia, la justicia, la educación, la alimentación, la salud y la vivienda para todos, entre otras), superando la mera ideología, y de ese modo podrá tomar conciencia de su papel en la sociedad y convertirse de clase en sí (como ya lo es la clase burguesa) en clase para sí (efectuando la supresión de clases), y con ello suprimir la explotación del hombre por el hombre. En concreto, la clase dominante no puede lograr una conciencia total, pues aun cuando tenga acceso al conocimiento de las disciplinas, no está dispuesta a perder sus posesiones y su respectiva justificación. Las clases marginadas (como los indígenas) y explotadas están más cerca de adquirir la conciencia total, pues sus intereses coinciden en el mayor grado posible con las necesidades, pero no poseen el suficiente acceso al conocimiento científico o filosófico. Solamente los intelectuales tienen posibilidades de adquirir dicha conciencia en tanto no están tan arraigados a los bienes materiales y poseen el mayor acceso al conocimiento disciplinado, por lo que radica en ellos concienciar a la población para lograr la emancipación social.

En ese sentido, las transiciones históricas como la del esclavismo al feudalismo y del feudalismo al capitalismo: ocurrieron sin la intervención directa de los individuos, pues sus intereses individuales en conflicto derivaron inintencionalmente en tales sistemas (Sánchez Vázquez). En cambio, la transición del capitalismo al socialismo mediante la praxis: será una transformación en la que converjan los intereses y voluntades de manera consciente, por lo que tal proceso será verdaderamente libre, producto de la voluntad social. Dicha transformación es posible en razón de que los medios de producción han alcanzado el desarrollo suficiente para satisfacer las necesidades de toda la población; en otras palabras, en las etapas precedentes al capitalismo, la tecnología no había alcanzado el crecimiento suficiente para abolir la esclavitud, la servidumbre o el proletariado, según el caso, pero actualmente ya es posible abolir todo tipo de explotación, lo cual converge con la sentencia de Aristóteles: Los esclavos dejarán de ser necesarios cuando las máquinas se muevan por sí solas. En la actualidad la globalización ha dificultado el proyecto emancipatorio del que hablamos, en concreto, el primer mundo posee una clase explotada en minoría, incluyendo a los indocumentados, por lo que no tiene condiciones sociales factibles para una revolución socialista; el cuarto mundo posee escasos medios de producción que arrebatarle a la clase dominante, por lo que tampoco allí es viable, sin embargo, en el tercer mundo existe tanto medios de producción como una gran población explotada, por lo que en esos países hay muchas posibilidades revolucionarias.

CONCLUSIÓN

En suma, la libertad en sentido amplio (negativo) es una cualidad real de todo ser humano, pero solamente es una libertad efectiva (positiva) cuando el propio individuo se autodetermina, tanto psíquicamente (con el dominio de las emociones y la razón) como socialmente (con la participación ética y política).

En ese sentido, cuando se suprimen las falsas necesidades biopsicosociales, se hace posible converger los intereses y voluntades en una auténtica libertad, en caso de lograrse tal emancipación, se generarán beneficios económicos, políticos y sociales. En lo económico se superará la falsa necesidad de dinero (como mero valor de cambio), que deriva en una ambición de enriquecimiento, revalorando así el valor de uso de los objetos, es decir, su utilidad real. En lo político, se logrará una democracia directa, en la cual todos participen por una responsabilidad social y no por ambición de poder. Y en lo social, cada persona será verdaderamente libre de buscar su propia vocación (filosófica, artística o científica, entre otras) en función de su capacidad de creación, evitando así, los objetivos mundanos como la adquisición de propiedad privada, la reproducción biológica excesiva o la búsqueda de reconocimientos, entre otros.

EPÍLOGO

La filosofía se ha dado a la tarea de responder a las preguntas fundamentales del hombre: ¿Existe Dios?, ¿Existe el alma?, ¿Qué podemos conocer? Y ¿Qué podemos hacer? Mediante mis cuatro ensayos (El no ser, El yo, La episteme y La praxis) he intentado clarificar tales cuestiones y con ellas viene implicada la pregunta capital: ¿Qué es el humano?

 

Bibliografía

Bunge, La relación entre la filosofía y la sociología

Engels, Filosofía.

Frondizi, Introducción a los problemas fundamentales del hombre.

Hospers, Introducción al análisis filosófico.

Kosik, Dialéctica de lo concreto.

Luckacs, Historia y conciencia de clase.

Luxemburgo, Junius.

Marx, Manuscritos económico-filosóficos.

Marx, Miseria de la filosofía.

Marx, El Capital.

Sagandhimeo, La episteme.

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