domingo, septiembre 14, 2008

Reyertas 03: Dos sindicalismo en México

Cada vez se hace más recurrente entre los mexicanos de todas las clases sociales esa idea que propagan los medio de comunicación sobre el lastre que representa el sindicalismo para la economía nacional. No es raro escuchar todos los días a los Lorets, Dórigas, Brozos, Alatorres, Sarmientos, Maerkers, Gómez Leyvas y demás personajes de la comunicación, alguna expresión de denuesto a las organizaciones sindicales. Según ellos, los sindicatos obreros (sobre todo los más combativos) impiden la democracia verdadera e impiden el libre desarrollo del mercado al ser un obstáculo para alcanzar la mayor productividad de las empresas mexicanas. Tal vez no debería generarnos tanto asombro que los defensores mediáticos de los intereses de la burguesía propaguen ferozmente esas ideas. El problema es que tal ocurrencia sea repetida por los mismos trabajadores.

De alguna manera, los excesos en el uso del centralismo contribuyeron a confeccionar la deplorable imagen de los sindicatos como organizaciones inútiles que solamente benefician a los dirigentes obreros y a los patrones. Es cierto que, en muchos casos los dirigentes sindicales tienden a fungir como oficiales del capitalista que cumplen con el sometimiento de la voluntad del obrero social. Pero esto no siempre ha sido ni es así. Claro que cuando se observa el comportamiento servil de enormes corporativos como el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) o a cualquier otra de las organizaciones integrantes de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) no queda otra que ver a su dirigencia como parte integrante del capital: subordinada a su dirección despótica. Sin embargo, la historia nos brinda ejemplos magníficos de lo que puede lograr el sindicalismo para la clase trabajadora. Desde la perspectiva de la defensa de los derechos inmediatos de los trabajadores hay que recordar que la expropiación petrolera en México comenzó con una huelga en la compañía petrolera El Águila, el Contrato Colectivo (obtenido gracias a la lucha del SME) de los trabajadores de Luz y Fuerza es uno de los que incluyen prestaciones que desearía tener el trabajador de cualquier otra empresa, la Cooperativa Pascual Boing funciona actualmente gracias a que sus trabajadores la rescataron de la liquidación que pretendían hacer los antiguos dueños. Cuando la lucha sindical ha trascendido los grados inmediatos de consciencia, en el mundo, han tenido participaciones decisivas. Los sindicatos revolucionarios fueron decisivos durante la Primera Guerra Mundial, primero para el retiro de Rusia y después para mermar la capacidad ofensiva de los alemanes y austro-húngaros. En ambos casos, el sabotaje a la industria fue la contribución revolucionaria de los sindicatos; qué en Rusia se hayan dado las condiciones para concretar una revolución, mientras que en Alemania los socialistas no lo hayan conseguido, dependió de las particularidades de la dirección revolucionaria en cada lado.

Todo lo anterior viene a colación por el acontecimiento, en días recientes, de dos fenómenos contrapuestos. Por un lado, tenemos que el Congreso del Trabajo (CT) firmó un acuerdo con la Secretaría del Trabajo y con las principales representaciones patronales del país que coloca en grave riesgo los intereses de la clase obrera nacional. El pasado 11 de septiembre el organismo obrero firmó la Declaratoria conjunta de los Sectores Productivos y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, según el boletín de prensa dado a conocer por dicha secretaría, el CT se compromete a poner en práctica las acciones estipuladas en el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad del 21 de agosto y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 25 del mismo mes. Tal acuerdo, a todas luces, conduce a generar condiciones de trabajo que efectivicen la coerción del capital sobre el trabajo: los artículos del LXI al LXIV van en la dirección de fomentar la denuncia de las prácticas “ilegales” en los centros de trabajo y a endurecer los registros de las plantillas laborales, fijando plazos que van desde los seis meses hasta los dos años. Podría pensarse que el fomentar las denuncias ante actos ilícitos o injusticias laborales se incrementaría la seguridad pública ante los delitos contra la sociedad, pero al quedar como algo ambiguos los conceptos de ilícitos e injusticias queda completamente abierta la posibilidad para que los capitalistas puedan reprimir cualquier cosa que ellos consideren que va contra su derecho supremo: la acumulación de ganancias. Por su parte, el homologar los registros de la plantilla laboral con la base de datos del CURP, algo que representa un avance de facto de la Reforma Lozano, se abre la posibilidad de que los trabajadores considerados “peligrosos” sean boletinados para quedar excluídos de cualquier centro de trabajo.

La firma del CT a dicho Acuerdo Nacional no es más que otro más de los actos de traición a la clase obrera que realiza esa organización y la coloca en el papel de brazo ejecutor de la coerción del capital para someter la resistencia de los trabajadores a la explotación capitalista.

En oposición a lo hecho por el CT tenemos la radicalización que se ha venido expresando al interior del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que tiene el objetivo de echar para atrás las condiciones leoninas de trabajo que se le quiere imponer al magisterio por vía del Acuerdo para la Calidad de la Educación (ACE) y evitar la conversión de las escuelas normales en centro de formación de trabajadores del sector del turismo. Hasta el momento, las acciones más fuertes las ha desarrollado la sección 19 de Morelos, pero ya han comenzado a realizarse paros en los estados de Quintana Roo, Oaxaca y Guerrero, además en el Distrito Federal, la sección 9 ha aprovechado las condiciones para evitar que le sea impuesta la dirigencia afín a Elba Esther Gordillo. Los primeros resultado de las movilizaciones también ya se han dejado sentir, en Baja California Sur el gobierno estatal declaró que no se pondrá en práctica la ACE, en Zacatecas y Michoacán los gobernadores han expresado algunas reticencias a que se aplique el Acuerdo: en Guerrero el gobernador ha recibido exhortos de los partidos que conforman el Frente Amplio Progresista (FAP) para que se de marcha atrás en la aplicación de la línea educativa oficialista. Cada uno de esos titubeos no son más que logros (aunque insuficientes aún) de la movilización del magisterio.

No obstante, lo que está en el fondo de la lucha magisterial no es nada más evitar la aplicación de reformas neoliberales en la educación, si no el desarrolló de una verdadera democracia sindical que permita construir una organización de trabajadores que a más largo plazo esté en condiciones de fomentar la lucha de toda la clase obrera en contra del capital. La afirmación anterior podría parecer un tanto temeraria si se toma en cuenta el antecedente inmediatista que han mostrado las dirigencias opositoras de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Pero si partimos de que no es posible que las organizaciones obreras tengan un verdadero carácter revolucionario cuando carecen de verdadera democracia sindical, lo temerario se va destiñendo poco a poco. Pero, ¿dónde está el carácter democratizador del actual movimiento magisterial? Por principio de cuentas habría que recordar que fue en este mismo 2008 que fuimos testigos de los actos de manipulación electoral más arteros que haya realizado la profesora Elba Esther para colocar a sus adictos en las dirigencias estatales del sindicato, así como en el Comité Ejecutivo Nacional. Gran parte del descontento magisterial fue provocado por tal manipulación. Por el otro lado, la movilización de profesores ha ido ganando cierto apoyo social, incluso en los estado donde se realizan paros de labores, los padre de familia y los estudiantes han participado evitando el rompimiento de las protestas. Conforme el apoyo de la sociedad se incremente, los profesores se verán más obligados a no ceder las demandas centrales ante sus intereses de corto plazo, ni los dirigentes tendrán la misma capacidad de maniobra para traicionar a las bases. Tal y cómo aconteció en Oaxaca en 2006 con el surgimiento de la APPO. El conseguir un sindicato magisterial realmente democrático que sea capaz de brindarle a nuestra nación la educación que requiere, solamente puede darse en función de que la sociedad releve a las dirigencias estatales del mando del movimiento, de otra manera no será más que otro infiernito que exhiba el desgaste de la profesora Gordillo como dirigente sindical, pero no una amenaza verdadera a su poder.

Para cerrar, hay que señalar la importancia que tiene el surgimiento del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) que si bien es necesario aún ver cuál es la dirección programática que toma, no cabe duda que representa un nuevo intento por coordinar la lucha en contra del neoliberalismo, y en el peor de los casos, el de que se diluya, será una experiencia considerable y al mismo tiempo un indicador del descontento social contra la política neoliberal.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Podrían profundizar sobre ese Movimiento de Liberación Nacional que mencionan? No tenía información al respecto. O a lo mejor pueden poner algún vínculo que nos permita conocer quiénes son y qué proponen. Gracias

Asaltante rojo dijo...

Nuevamente agradecemos tu comentario y la atención que le das a los planteamientos que se hacen por este medio.
En cuánto a la información que solicitas, en realidad por internet aún no hay un sitio donde se pueda tener contacto con este nuevo frente, todo lo que hay fueron las invitaciones a participar en el evento fundacional del 13 y 14 de septiembre y el propio Congreso inaugural. Ambas sesiones fueron reseñadas por La Jornada, y aquí te incluímos las direcciones.

http://www.jornada.unam.mx/2008/09/14/index.php?section=politica&article=008n1pol

http://www.jornada.unam.mx/2008/09/15/index.php?section=politica&article=014n1pol

Más allá de lo publicado por ese diario, en los días venideros irán apareciendo notas en los periódicos de las organizaciones revolucionarias participantes.

Anónimo dijo...

Gracias por los links, ya revisé los casos. Estaremos pendientes.

Me parece interesante abrir la discusión sobre la cuestión sindical, pues las posiciones de la izquierda oscilan (sin demasiados puntos intermedios) entre el respaldo a rajatabla de los ortodoxos a todo lo que se llame "trabajador", "sindicato", "obrero", "proletario", etc., y el desprecio de los anarcohippies por todo lo que se llame "gremial" (a veces hasta lo que se llame "organización").

Es difícil llamar a la participación sindical a l@s trabajador@s actuales, que han visto y vivido las crueldades del corporativismo y las ambiciones de poder de las dirigencias. Y esto no es exclusivo de los sindicatos dinosáuricos y priístas, pues incluso los "independientes" (perredistas) como la UNT o el SME, han logrado alimentar un resquemor importante a todo lo que huela a participación sindical.

Pero los centros de trabajo asalariado siguen siendo espacios inmejorables para la organización consciente en torno a demandas concretas y para la reflexión colectiva sobre la relación de esas demandas con el funcionamiento del sistema en conjunto ¿no creen?

Lo cierto es que el panorama no es sencillo ¿Cómo le dices a un trabajador cuya fuente de supervivencia es ese empleo, que (a pesar de la evidencia) la política no sólo es grilla y ambición? ¿que él o ella puede hacer la diferencia?

Es complicado. Pero esa ha sido la tarea siempre. La tarea que todavía no hemos podido completar.