EL NO SER
(Primera de dos partes)
A mi madre,
Por una feliz navidad
INTRODUCCIÓN
En esta obra se analizará la idea de Dios mediante las posibles definiciones y características de dicho concepto, esclareciendo su posible existencia mediante su congruencia intrínseca.
DEFINICIÓN
Antes de analizar las posibles características de Dios, es imprescindible encontrar una definición adecuada. Etimológicamente hablando la palabra Dios significa “lo que sustenta lo existente”, sobre esta definición es evidente que Dios no puede ser compelido por nada, dado que está “más allá de lo existente”, en tanto lo sustenta. Por otro lado, otra característica fundamental del concepto de Dios es la perfección, que puede entenderse como aquello que posee todas las cualidades y ningún defecto, pero no sólo todas las cualidades, sino que todas las cualidades elevadas al infinito, de modo que es omnisciente, omnipotente y posiblemente esto nos llevaría a una lista infinita de “omnis”. Por lo que podemos definir a Dios como el ente sumamente perfecto que sustenta todo cuanto existe.
A lo que pudiera objetarse “yo no quiero definir a Dios como aquello que sustenta lo que existe”, de ser así, Dios se encontraría en el plano de los demás elementos existentes y nos veríamos obligados a inventar otro concepto para definir lo que sustenta lo que existe, o bien, el propio Dios se vería subordinado por aquello que es su sustento. Por tanto Dios debe sustentarse a sí mismo para poder ser Dios y no otra cosa. La otra objeción sería “yo no quiero definir a Dios como un ser perfecto”, de ese modo cualquier cosa podría ser un dios y nuevamente dicho dios se vería compelido por aquello que fuera sumamente perfecto.
Cuando no se entiende cabalmente el concepto de Dios, se llega a afirmar incongruencias como “yo soy mi propio Dios”, ¿es que está uno sustentado por sí mismo?, ¿Es que uno es sumamente perfecto? Lo cual evidentemente es erróneo. También se llega a decir “lo que más amo en la vida es la fama, por lo que mi dios es la fama”, de igual forma la fama (o la riqueza o el poder, o cualquier otro elemento idolatrado) no es lo que sustenta lo que existe o lo que disfruta de perfección. Lo que sucede en estos dos ejemplos es que se usa el concepto de dios en su característica de “ídolo” y se hacen afirmaciones sobre esta base ignorando su condición.
Queda aún una objeción a cualquier definición que quiera darse de Dios, “yo no creo que Dios pueda definirse como lo que sustenta o lo que es perfecto, ni ninguna otra cosa; sino que Dios está tan fuera del alcance de la mente humana que sólo por la fe podemos conocerlo, pues es incognoscible mediante la razón”. Si es incognoscible lo mismo daría que no existiera, pues tener fe en lo que no se tiene ni idea de lo que es, es lo mismo que no tener fe en nada, por tanto debemos poseer una concepción mínima de lo que es Dios para poder creer en él, pues correríamos el riesgo de creer en otra cosa. De este modo la fe en cuanto tal no disfruta de autonomía cognoscitiva, pues no se puede tener fe de modo vacío, sino que se debe tener fe sobre algún elemento y dicho elemento forzosamente necesita de una idea.
POLITEÍSMO
En el politeísmo los dioses efectivamente sustentan lo que existe, pero nos enfrentamos a un nuevo problema: los dioses en tanto existentes no pueden sustentar a otros dioses, porque dejarían de ser dioses al ser compelidos por algún dios, por tanto, de existir más de un dios, sus fuerzas sustentadoras se verían en permanente conflicto y al no ser mantenedores de todo cuanto existe incluyendo a los demás dioses, ninguno sería verdaderamente un dios. Por la misma línea, no podría existir más de un dios, pues al poseer cada cual la perfección, todos serían omnipotentes y la omnipotencia de cada dios se vería limitada por la potencia de otro dios o dioses y por tanto dejarían de ser lo que son. Tanto con la primer definición del “sustento” como la segunda de la “perfección” se podría objetar que no todos los dioses son el sustento o lo perfecto, sino sólo uno de ellos y los demás están subordinados al principal (lo que propiamente no es politeísmo sino henoteísmo), siendo así no podría llamársele dioses a los demás, sino sólo al principal, pues sería el único perfecto y sustentador.
MONOTEÍSMO
La característica principal del monoteísmo es la intervención de Dios en la vida humana, pues el análisis de su existencia se tratará en el apartado siguiente. Ahora bien, ¿en qué consiste esta intervención de Dios en los humanos?. Podemos proponer a grandes rasgos que protege, ayuda, perdona, ama y recompensa a los hombres. Primero hablaremos del concepto del amor, ¿A quien amaría Dios?, si ama a unos y a otros no, sería elitista, lo cual lo haría odiar o despreciar o ser indiferente con los humanos que no ama. Odio y desprecio son ausencia de amor y aprecio, lo mismo que la indiferencia, por lo que no son cualidades sino defectos, y como dijimos en el apartado anterior que Dios es sumamente perfecto, no podría sino amar a todos los humanos. Lo mismo pasaría si amara a unos más que a otros, por lo que debe amar a todos por igual. Por la misma línea no puede proteger, ayudar, perdonar o recompensar a unos más que a otros o a unos y a otros no, por lo que tiene que hacer todo ello para todos los humanos por igual. En este punto nos enfrentamos a un problema: supongamos que un día despertamos y el tiempo pasa el doble de rápido que de costumbre, ¿cómo podríamos saberlo? Si miramos el reloj también éste pasaría el doble de rápido, si sentimos nuestro corazón también latería el doble de rápido, si queremos sólo “intuirlo con el pensamiento” nuestro pensamiento también iría al doble de rápido, por tanto, como todo es doblemente rápido da lo mismo que si no fuera así, pues no tenemos un punto de referencia para percibirlo. Así mismo, si Dios ama (o cualquier otro concepto que hemos mencionado) a todos por igual, lo mismo da si no ama a nadie, pues no tenemos un punto de relación para distinguirlo. Por tanto, la intervención de Dios en la vida humana no es posible de forma directa (o en caso de existir no sirve de nada). Aun queda otra vía de intervención, la que propuso Santo Tomás: nos plantea que Dios es causa del aquí y el ahora de cada evento (al menos) humano, por ejemplo: que yo esté escribiendo ahora o que usted esté leyendo ahora es causado por Dios, o que estemos respirando ahora también es causado por Dios y así con todo evento en el aquí y en el ahora. Este argumento es igualmente refutable con el ejemplo de la aceleración del tiempo: si Dios es causa de cuanto ocurre da lo mismo que no fuera causa de nada, pues no tenemos un punto de referencia para distinguirlo.
DEÍSMO
Una vez que se ha aclarado que no es lógicamente posible más de un dios y que ese dios pueda intervenir en la vida humana directa o indirectamente; es momento de analizar la propia existencia de Dios, ya que para el deísmo Dios creó el universo como una máquina autónoma sin que intervenga en él en lo más mínimo (o si se quiere interpretar a Spinoza como Deísta: Dios es la causa eterna de las causas de lo existente).
En este apartado se analizarán los principales argumentos que tratan de comprobar la existencia de Dios mediante la razón, los cuales son: causa, necesidad, perfección y finalidad.
CAUSA
El argumento de la causa consiste en postular que todo tiene una causa y cada causa tiene a su vez otra causa, como no podemos proceder al infinito, debe existir una causa primera que no sea causada por nada, o en el caso de Spinoza: una causa de sí. El argumento de la causa se refuta con la explicación de Hospers: “miremos el universo alrededor nuestro, los millones de estrellas y nebulosas, la amplia gama de seres vivientes y todo el panorama de la vida humana. Debe provenir de alguna parte. Alguna gran causa debe haber producido todo esto. ¿Y cuál puede ser esta causa si no es Dios? La creencia en Dios, pues, es necesaria para explicar la existencia misma de todo. (...) Pero si esto es así, ¿Qué hemos ganado con postular un Dios como causa del universo? ¿Acaso no tenemos ahora dos misterios para explicar en lugar de uno: el universo y la deidad que postulamos como causa del primero? ¿Qué hemos ganado con este procedimiento?”. Por tanto, el argumento de la causa provoca más problemas y ninguna solución.
NECESIDAD
Este argumento de Santo Tomás fue retomado por Leibniz. Se refiere a que todos los seres han sido creados, por ende debió haber un ser que no haya sido creado, sino que necesariamente existe para poder crear a todos los seres: Dios. Esta postura se empalma con el argumento de causa en el sentido de que es una negación de la infinitud misma, pues se entiende que no puede haber causas hacia el infinito, sino una causa primera, de la misma forma que los seres no existen infinitamente, sino que son creados por un ente necesario. Ante este criterio de la no-infinitud Reichenbach (citado en Hospers) argumenta que no es necesario un ser que exista para crear a los demás, pues lo que existe pudo haber existido siempre (infinitamente hacia el pasado e infinitamente hacia el futuro), sin ser por ello incongruente, del mismo modo que nuestro sistema de numeración es infinito hacia delante (números positivos) y hacia atrás (números negativos), sin que por ello represente una paradoja al momento de ocuparlo en nuestra cotidianeidad.
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