El lunes 27 de octubre el hombre de las ideas cortas y la lengua larga que presidió México entre 2000 y 2006 se atrevió a realizar una caracterización más sobre las reformas que se llevan a cabo en el país. En esta ocasión la diarrea verbal tuvo como objetivo la aprobación de los siete dictámenes que contemplan la reforma de la industria petrolera. En su sesuda disertación, Vicente Fox, calificó las modificaciones aprobadas por los senadores como una victoria pírrica (según informó la corresponsal de El Universal, Xóchitl Álvarez). El argumento dado por el ex presidente para adjetivar de tal manera la reforma, fue que se trataba de apenas un pedacito de la reforma propuesta por el presidente Felipe Calderón (mejor conocido como Felipe el espurio o el breve). Es muy frecuente que el término victoria pírrica se confunda como un un avance pequeño o sin mayor trascendencia, pero para alguien que ostenta un título universitario (aunque sea de administración de empresas por la Universidad Iberoamericana) es imperdonable que se tenga tan poco bagaje cultural como para no saber a qué se refiere el término en forma precisa y, por el contrario, repetir el error común. Resulta que el origen de la frase victoria pírrica deriva de la historia de la antigua República Romana. Hacia el año 280 a.C. Roma atravesaba por un difícil proceso de transición entre la Monarquía y la República, lo que ocasionó que varios de los pueblos de la península itálica se rebelasen ante la hegemonía romana; entre ellos se encontraba el de Tarento (ubicada al sur de la península) que se negó a aceptar la presencia de los ejércitos romanos en su ciudad. Para deshacerse de los romanos, los tarentinos pidieron el auxilio del Rey de la región de Épiro (ubicada al norte de la península balcánica, entre lo que hoy son las Repúblicas de Albania y Macedonia), curiosamente el rey de aquella región se llamaba Pirro, era un pariente lejano de Alejandro Magno, y tenía la fama de ser el mejor estratega militar de su tiempo. Los tarentinos le entregaron a Pirro el comando total sobre sus ejércitos y los de sus aliados; con esas fuerzas se inició la marcha hacia Roma. Durante los primeros combates cerca de la población de Heraclea Pirro consiguió derrotar a los romanos e infligirles la baja de 7,000 combatientes, entre muertos y heridos graves, en cambio, el ejército del epirense sufrió la baja de 4,000 de sus soldados, incluyendo un gran número de oficiales experimentados que eran la columna vertebral que organizaba a sus fuerzas, algo que no le paso a los romanos. Según el historiador latino Plutarco, tras su victoria Pirro sentenció “otra victoria más de estas y no sé con quién regresaré al Épiro”. En síntesis, el término victoria pírrica se aplica cuando se alcanza un triunfo que deja al bando victorioso en condiciones muy difíciles para poder ganar la guerra. Justamente en ese sentido es que en este espacio nosotros calificábamos de pírricos los avances que la movilización popular había alcanzado con respecto a la reforma petrolera.
Para nosotros, la movilización de miles de personas durante los últimos seis meses, las acciones de fuerza realizadas tanto en las calles como al interior del Congreso, el intenso debate que demostró el carácter privatizador de la propuesta calderonista representaron un gran esfuerzo por parte de un sector de la sociedad mexicana. Pero que todos esos elementos hayan sido insuficientemente aprovechados por los encargados de concretar el rechazo explícito a la privatización de la industria petrolera, en coincidencia con la aprobación de resquicios legales por dónde los capitales trasnacionales podrán apropiarse directamente de un recurso que la propia Constitución señala que es de explotación exclusiva del Estado Mexicano, es sin lugar a dudas la verdadera victoria pírrica.
Mientras los impolutos izquierdistas como Graco Ramírez, Carlos Navarrete o Ruth Zavaleta proclaman que es hora de celebrar como un triunfo del PRD que se le haya cerrado la puerta a la privatización petrolera: que es tiempo de que los sectores sociales movilizados se vayan a sus casas, dejando la política para los profesionales, dejando de lado cualquier posibilidad de movilizarse. En el lado de los neoliberales privatizadores, los festejos van más en serio, pues ya comenzaron a negociar con las trasnacionales petroleras como involuntariamente lo confesó el diputado panista Juan José Rodríguez Pratts a la prensa nacional el sábado 25 de octubre, después de la sesión de comisiones legislativas en la Cámara de Diputados en que se aprobaron las siete minutas enviadas por el Senado. Por si a los novo izquierdistas del PRD no les queda claro que lo convalidado con sus votos fue una victoria pírrica, vale la pena que le den una leída al artículo publicado por el economista Alejandro Nadal en La Jornada (29/X/2008), titulado “Pemex: entre la privatización y la autonomía”, en dicho texto Nadal argumenta que el tipo de autonomía aprobado en los dictámenes petroleros si bien elimina lo más grosero de la reforma a final de cuentas le permitirá al gobierno entreguista realizar las mismas acciones que si se hubiese privatizado.
Pero la apuesta colaboracionista de los novo izquierdistas no solamente se queda en exigirle a la sociedad mexicana que festeje el triunfo y que los encarame a ellos como los nuevos próceres de la democracia que lo han dado todo por el país, sin pedir que se les dé nada a cambio, salvo ser reconocidos como los únicos representantes de las izquierdas mexicanas, pues son la izquierda motherna. Para ellos es importante que la sociedad civil debe desmovilizarse y cesar de organizarse, con ese fin echan mano de la autoridad moral que dan los títulos académicos de los intelectuales que le son afines, como es el caso de las comunas que aparecieron en la revista Proceso del 26 de octubre y en el diario La Jornada del 30 del mismo mes, el uno bajo la firma de la connota politóloga del ITAM, Denise Dresser y el otro bajo la de otra ilustre politóloga del Colegio de México, Soledad Loaeza. En su colaboración “'Pues no... y te bajas'” (Proceso 25/X/2008) Dresser desautoriza al Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo (MNDP) al descalificar a su dirigente más visible, Andrés Manuel López Obrador, endoándole el carácter de intolerante. Por su lado, Loaeza en “El carisma se disipa” también recurre a la descalificación del mismo personaje mediante una disertación weberiana sobre el carisma. Ambas, al emplear el mismo recurso, se le olvidan que este no es un problema de individuos, sino de la forma en cómo se le da sustento a un proyecto de nación en medio de una profunda crisis del programa neoliberal. Es probable que para defender sus elaboraciones intelectuales recurran al chantaje fácil de argumentar que se les niega la razón debido al machismo imperante en la sociedad mexicana, sin importarles la caradura de haber sido ellas quiénes de un plumazo descalificaron tanto las razones de la sociedad movilizada (Dresser) y a los intelectuales que denuncian los elementos peligrosos de la reforma (Loaeza). Se olvidan, además y a conveniencia, del papel que han desempeñado las mujeres en este movimiento, no como simples Adelitas que cuidan del guerrero, sino como verdaderas combatientes de primera línea. Cierto, que dentro del MNDP no existe una consciencia de clase para sí que permita la construcción de unas relaciones de género realmente igualitarias, pero eso no quita el papel que las compañeras han desempeñado a lo largo de los meses recientes, y venideros: recurrir al chantaje sobre el machismo, al tiempo que se califica a las Adelitas como seguidistas sería demostrar de qué lado está la verdadera misoginia.
La defensa de la industria petrolera como un elemento económico estratégico para el desarrollo de los medios de producción del mercado interno no es una cuestión de individuos aislados, es una cuestión de clase. Al igual que lo son la generación de organización, la reivindicación del trabajo como actividad liberadora y la construcción de relaciones igualitarias de género. En tal sentido, ni la muerte ni la derrota son opción para el proletariado mundial: ¡Necesario es vencer!
2 comentarios:
Clarísimo. Pero ¡¡¡uyyyy!!! ¿la conciencia de clase para sí es lo que permitiría la construcción de relaciones de género realmente igualitarias? Eso merece desarrollo más amplio.
Saludos.
Muchas gracias por el comentario. Siempre es gratificante saber que los textos que publicamos mueven a los lectores a la polémica. Coincidimos contigo en cuanto a la urgente necesidad de desarrollar más ampliamente el tema de las relaciones de género en la construcción de una nueva sociedad: lo cuál por cierto, lo tenemos muy vinculado con el problema del desarrollo de la consciencia. En ese sentido, partimos de que bajo la sociedad capitalista existen dos formas de consciencia social muy claramente definidas, la consciencia de clase en sí y la consciencia de clase para sí. La primera no es propiamente consciencia, pues es pasiva, se da por las simples y llanas condiciones materiales de existencia que tenemos todos los que vivimos bajo el capitalismo, y a lo más que puede llegar esa forma de consciencia, es a pelear por mantener una forma determinada de vida (resistencia) sin llevar a cabo transformaciones profundas del modo histórico de producción. La consciencia de clase para sí, es mucho más compleja, requiere de dos elementos sin los cuales es imposible: el conocimiento objetivo de la realidad y de la experiencia práctica, por tanto, solamente se puede manifestar de manera colectiva, no individual.
El tema de las relaciones de género desde esa perspectiva ha sido vagamente abordado por las socialistas europeas de la primera mitad del siglo XX que hicieron importantes aportaciones: por desgracia se les abandonó posteriormente, al igual que los problemas relacionados con la consciencia. Para nosotros uno de los más graves defectos del marxismo-leninismo que imperó después de la revolución rusa es que no desarrollo con mayor energía el problema de las relaciones de género, además, fue abordado mayoritariamente por las mujeres, ya que pocos camaradas fueron capaces de superar la soberbia revolucionaria y mirar hacia estos problemas que también les afectan de manera más que grave. Si bien es cierto, que no puede haber relaciones auténticamente igualitarias bajo un modo de producción basado en la desigualdad, tampoco puede haber relaciones de género igualitarias mientras ese modo de producción siga permeando hasta la intimidad de cada ser humano.
Aunque, las condiciones materiales de vida desarrolladas por el capitalismo han brindado la materia prima para ciertos avances en la igualdad en las relaciones de género, esto no es suficiente. La clase para sí solamente podrá realizarse en función de que se comprendan las desigualdades, incluyendo las relaciones entre géneros. Como podrás apreciar, aquí solamente es posible enunciar el problema en términos muy generales, que si se profundizan, que es urgente desarrollar. Nos interesa mucho el tema a los que estamos involucrados (directa o indirectamente con este proyecto) y sabemos que habrá que abrirle pronto un espacio de reflexión más amplio en una de nuestras secciones de propuesta teórica (Cavilaciones y/o Problemas fundamentales del universo). Esperamos seguir contando con tu interés por los temas que se tocan en este espacio.
Publicar un comentario