Se consume el 2008, un año que bajo ninguna circunstancia puede ser calificado de aburrido o tedioso. Por alguna extraña razón resultó demasiado estimulante para los sentidos. Nadie quedó exento de padecer los primeros síntomas graves del agotamiento de la fase neoliberal, bien se haya sentido desde el bolsillo, como indignación ante la opresión de clase, como miedo ante el repunte de la inseguridad, o de cualquier otro a forma. Definitivamente 2008 no fue un año irrelevante.
En la presente entrega se abordará de la manera más sintética posible cómo quedó la situación después del huracán 2008; con la finalidad de que en la próxima se den algunas ideas de lo que puede ocurrir el año venidero y las tareas subsecuentes que nos toca a los trabajadores ir desarrollando.
Por principio de cuantas cuando se plantea hacer un recuento, siempre se hace con respecto a una valoración previa, en nuestro caso no es la excepción; tomamos como referencia las tesis contenidas en el documento de diagnóstico que desde hace un par de años está elaborando el Círculo de Estudios de Marxismo Ortodoxo Recalcitrante (CEMOR), cuyos dos primero apartados fueron concluidos a finales de 2007 y dan algunos lineamientos sobre la tendencia que se estaría definiendo a partir de 2008. Esas tesis fueron expuestas y discutidas a inicios del año con algunos compañeros involucrados en le lucha por la defensa de los recursos energéticos. Por lo que, aunque la elaboración del CEMOR no ha sido terminada, mucho menos socializada, al menos la parte referente a los aspectos económico-políticos del panorama internacional y nacional se puede contrastar ya con lo acontecido realmente durante el año que termina.
Por principio de cuentas, para el CEMOR el ciclo económico (2001-2007) había venido dando muestras finalizando desde el 2005-2006, pues la tasa de crecimiento de las principales economías había venido disminuyendo, al mismo tiempo que las tasas de interés fijadas por los bancos centrales comenzaban a incrementarse de nueva cuenta. Lo anterior se aunaba con la bonanza de precios en el mercado de las materias primas. En sintonía con estos indicadores la economía del llamado “motor mundial”, estaba dando ya signos de agotamiento muy fuertes que pronosticaban el inicio de una crisis económica que claramente estallaría por el lado de la burbuja hipotecaria. El documento del CEMOR plantea que Estados Unidos se ha venido convirtiendo en la víctima de sus propios demonios, pues la exorbitante magnitud de riqueza que se genera en esa nación representa poco más de la cuarta parte de la riqueza en el mundo, pero el costo que ha tenido que ha debido pagar por ello es que de forma gradual ha necesitado deslocalizar sus procesos productivos, lo cual ha derivado en que parte importante de su propia industria esté fuera del territorio estadounidense. La burguesía imperialista ha buscado esto para aprovechar la mayor tasa de ganancia (ellos la llaman productividad) que se permiten obtener las neocolonias. Esa deslocalización, vinculada con los procesos migratorios (incluyendo el endurecimiento de las prohibiciones) permitió que el valor de la fuerza de trabajo se mantuviese estancado, con lo cual el poder adquisitivo de los salarios se fue deteriorando. Pero, entre una política de fomento a la industria de la construcción mediante un sin fin de maniobras financieras y el desplomar las tasas de interés entre 2002 y 2005, se ocultó esa reducción real de la capacidad de consumo de los trabajadores norteamericanos. Era completamente previsible que en cuanto se elevasen las tasas de interés (tal como cíclicamente suele ocurrir) la moratoria se convertiría en una práctica recurrente de mucha gente, acelerando el proceso de crisis. Por su parte, la industria automotriz, (pieza clave de la economía estadounidense) no logró, durante el ciclo económico 2001-2007, de los estragos sufridos durante la crisis de 2001. De hecho, lo contenido en el documento correlacionado con la información disponible en enero de 2008 permitía señalar que la crisis económica ya estaba en marcha.
Sobra decir, que en los últimos meses esa tendencia se ha venido corroborando. Las quiebras se han venido acumulando con mayor velocidad a lo largo y ancho de Estados Unidos, alcanzando su punto máximo entre agosto y octubre, cuando las principales empresas financieras fueron declaradas en bancarrota, o rescatadas por el gobierno o fusionadas.
Por su parte, en el resto del mundo, las contradicciones interimperialistas se han venido acentuando con la profundización de la crisis, pese a los esfuerzos por realizar grandes acuerdos multinacionales. Mientras la alianza imperialista encabezada por los Estados Unidos pugna por la sobrevida del neoliberalismo como forma histórica concreta de acumulación; la alianza imperialista europea busca por el lado de aplica medidas mixtas, que por un lado regulen la economía y por el otro hagan pagar a los trabajadores con mayor sacrificio los costos de la crisis. Por su parte, la alianza en ciernes, denominada BRIC (Brasil, Rusia, India y China) no ha logrado condensar esfuerzos realmente comunes y por tanto sigue sin funcionar como contrapeso a la hegemonía imperialista de Estados Unidos. Sin embargo, por separado cada una de esas naciones ha logrado frena algunos embates estadounidenses en su respectiva región. Sobre todo en el caso de Rusia. La guerra en Osetia del sur, Georgia fue una respuesta clara al reconocimiento que EU promovió a la independencia de Kosovo.
En cuanto a la situación en América Latina, la tendencia que comenzó a perfilarse desde inicios de
Ningún balance es objetivo si no se reconoce que en las proyecciones hubo imprecisiones o, que simplemente, la probabilidad mayor de que una cosa acontezca no descarta que la que ocurra realmente sea la que tenía una menor tasa de probabilidad. Así, es preciso señalar que el tamaño de la crisis actual ha sido uno de los puntos donde la realidad superó a la imaginación. Según los planteamientos del CEMOR la crisis no afectaría tan fuertemente a potencias emergentes que tienen ciclos económicos aún desfasados del resto del mundo, en el caso de India y China, la repercusión está siendo todavía mayor de la prevista. Esa mayor repercusión económica se refleja en una caída más fuerte de la esperada de los precios de las materias primas, así como en la revaloración del dólar como dinero mundial. Si en menos de seis meses el precio del barril de petróleo ha caído más de cien dólares, se debe a que India y China han disminuido su ritmo de consumo productivo porque su principal comprador (Estados Unidos) está comprando mucho menos que antes.
En el plano nacional desde hace años es claro que la estructura económica no es capaz de mantener al país, por el contrario, ahora está más expuesto que nunca a los problemas que enfrente EU. En ese sentido el CEMOR marcaba tres líneas de contagio de la crisis que afectarían a México: disminución de las remesas, disminución del ingreso petrolero y reducción de las exportaciones. Lo anterior en coincidencia con una abrupta reducción de la liquidez: no era posible que las ganancias de los bancos, basadas en altas tasas de interés y cobro de comisiones en lugar de garantizar el flujo de efectivo para los sectores productivos, mantuviese su dinamismo cuando el ingreso real de los mexicanos seguía deteriorándose.
En cuanto a las condiciones de vida de la sociedad, las muestras de inconformidad contra el gobierno de Calderón siguen creciendo: hasta el momento la violencia no solamente ha sido un buen pretexto para expandir el intervencionismo estadounidense sino que también ha sido utilizado como una válvula de escape ante la inconformidad social, el hampa y no el gobierno ha sido la responsable de la difícil situación de los ciudadanos. Ese espacio político, combinado con las alianzas que posibilitaron el Golpe de Estado de Calderón, permitió la aprobación de las reformas estructurales en materia de pensiones (ISSSTE) y petrolera.
En cuanto a la situación de los movimientos sociales, ya nos referimos a que estos continúan su proceso de crecimiento, pero aún carecen de proyectos claros. En el caso de las organizaciones electorales, el CEMOR previó de manera correcta la situación por la cuál atravesarían los partidos: identificó a los Chuchos de Troya como el grupo que enterraría definitivamente al PRD. Nunca fue realmente una organización que representase las necesidades de las clases subsumidas, pero al menos generaba esperanza entre algunos mexicanos (alrededor del 15% de los electores). A inicios de 2008 ya se atisbaba la posibilidad de que con un triunfo del chuchismo el partido sería entregado al calderonato, así el Frente Amplio Progresista (FAP) quedaría aislado. Por el contrario, si hubiese ganado la corriente de Alejandro Encinas, los chuchos habrían causado un cisma que descarrilase al PRD; todas las acciones que realizó Nueva Izquierda (NI) tras las elecciones internas iban claramente en abrir esa opción si el tribunal electoral no les resolvía favorablemente. Hoy los herederos de Rafael Aguilar Tamalantes, un antiguo colaboracionista con el régimen príista que se movía bajo las siglas del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), se han adueñado del PRD y están haciendo lo posible por cerrarle el paso al FAP. No es gratuito que sea NI la que esté colocando las mayores trabas para que las organizaciones integrantes del frente puedan tener algún avance electoral en 2009. Por su parte, el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, que este 2008 se dedicó principalmente a combatir la contrareforma petrolera tuvo un gran acierto en cuánto a sus formas organizativas: logró evitar la represión abierta y despiadada por parte de la burguesía hegemónica; pero se debe reconocer que en lo programático sus planteamientos ni son profundos ni superan al capitalismo y ni siquiera son algo que vulnere realmente los intereses de la burguesía librecambista. Se evitó la represión sí, pero la reforma neoliberal avanzó porque las propuestas en pro del mercado interno se articularon tarde y mal.
En términos generales el 2008 no fue un año que las clases subsumidas quieran recordar, pero que deberán hacerlo en función de generar una actividad teórico-práctica que permita evitar la reedición de otro año tan lleno de problemas, de uno que deje como saldo mayores inconvenientes para la clase trabajadora. En la siguiente entrega, la última del año, daremos cuenta de las tendencias que según nuestro enfoque se darán durante 2009 con el fin de que no quedemos desprevenidos por lo que ocurrirá en un año que estará marcado por los procesos electorales. Ni la derrota ni la muerte son opciones ya, ¡NECESARIO ES VENCER!
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