En la entrega anterior anuncié que la presente estaría dedicada a señalar las tendencias que se conciben como las más factibles que acontezcan en el año que está por comenzar. No se trata de un ejercicio de adivino ni de medium, por el contrario, debe quedar completamente claro que no es la pretensión el decir lo que fatalmente acontecerá en 2009. Por el contrario, este ejercicio persigue el objetivo de mostrar cuáles son los escenarios más probables (que no los únicos) para el año entrante, con base en cómo se ha venido configurando el presente.
Resulta muy curioso que los ahora profetizadores del cataclismo universal son los mismos que hace algunos meses pronosticaban que la crisis financiera sería un simple fenómeno coyuntural que no iría más lejos de unos cuántos morosos embargados. El principal lugar común que suele atribuirse como explicación de la actual crisis es la desastrosa administración económica que ha hecho el gobierno de George W. Bush (George II) del “motor del mundo”. Partiendo de ese supuesto todos los oráculos financieros han colocado sus esperanzas repartidas en dos grandes eventos; por un lado, las medidas tomadas por el Congreso estadounidense para rescatar tanto a los bancos como a los sectores fundamentales de la economía de los EU (principalmente las compañías automotrices) y, por el otro, la elección de Barack Obama, quién será el 44° presidente de los EU. Estas profecías creídas tanto por los neo con como por los partidarios de la izquierda deseable, no hacen más que exhibir el subjetivismo mediante el cuál se pretende construir el futuro de la humanidad, un futuro basado en la perpetuación ad infinitum del capitalismo. Ni Obama posee verdaderamente los poderes de rey taumaturgo con que se le piensa, ni toda la liquidez que se le pueda entregar a los mercados bastarán para resolver la actual crisis económica, porque simple y sencillamente no son el problema. Aún dando por descontado que el problema es en sí mismo la existencia del capitalismo, con todo y sus ciclos de auge y crisis; más allá de ello, el asunto es que todas las condiciones que ha venido desarrollando el neoliberalismo en la superestructura tienden a profundizar la disociación en la estructura entre el capital objetivo y el ilusorio (ese que solamente existe en la cabeza de los especuladores). EU, como se ha señalado en entregas anteriores, tiene tres grandes problemas estructurales que están mermando su capacidad económica: una, se ha venido desprendiendo de una parte importante de su industria. Dos, se ha vuelto dependiente en extremo del mercado mundial, tanto para abastecer sus necesidades con importaciones, como para apuntalar su moneda, pese a que en las últimas semanas el dólar ha recuperado un poco de su valor frente a otras monedas, la grandes emisiones de bonos del tesoro no han hecho más que multiplicar la cantidad de dólares circulantes por el mundo, colocando el futuro del dólar en manos de los compradores de esos bonos. Tercero (y quizá más importante), la capacidad productiva de la economía estadounidense se basa en el sacrificio de su clase trabajadora, no solamente se ha mantenido estancado el salario real de los trabajadores durante las últimas dos décadas mediante el congelamiento del salario mínimo, sino que el valor de la fuerza de trabajo también se ha abaratado gracias al endurecimiento de la legislación en contra de la inmigración y a la desarticulación de la seguridad social (así el ingreso indirecto de los trabajadores es menor).
Pero los holocaustos de obreros tan fervorosamente ofrecidos al capital, están cobrando su factura. La alta productividad estadounidense también ha significado la disminución del poder adquisitivo de los gringos, que por años había sido oculta por una creciente sobreproducción en la construcción, aunado a tasas bajas de interés bancario que permitían otorgar créditos aun a personas sin capacidad de pago. Definitivamente, lo que pueda hacer Obama y su equipo en el futuro próximo para superar los efectos de la crisis, es poco. A lo más que puede aspirar es a paliarlos un poco mediante una agresiva política exterior de guerra y conciliación diplomática que posibilite la destrucción de la producción superflua. Una medida de mayor profundidad sería el reconstruir el sistema de salud público, mediante lo cuál, poco a poco el poder adquisitivo de los trabajadores podría irse recuperando, pero no es una medida que funcione tan rápido e implementada en su forma más radical y efectiva podría causar problemas con los principales mercaderes de la salud (farmacéuticas, hospitales privados, aseguradoras). Pero, por otro lado, la recuperación de la economía norteamericana también depende de que la generación de riqueza recomponga el camino de ser capital real. Pero para ello la inversión requeriría concentrarse en reconstruir la industria norteamericana, pero sobretodo a partir de la introducción de nuevas tecnologías, lo cuál podría ser deseable desde el punto de vista del proletariado, pero que no necesariamente será sencillo hacer debido a que implicaría revertir los procesos que formalmente le han dado a EU su productividad. Sin embargo, políticamente Obama no tiene más remedio que intentar esa vía si es que no desea terminar igual que su antecesor.
En el frente europeo la cosa no está más difícil en comparación con la de los Estados Unidos para el año que viene, aunque sí más compleja. Los procesos de interacción entre los mercados financieros han alcanzado un punto en el cuál los efectos de una determinada acción invariablemente van a repercutir también en el otro lado de la ecuación, la intensidad con la cuál repercutan depende de el desarrollo que haya alcanzado un determinado mercado y de la vinculación que se tenga entre la parte objetiva de tales economías. Así queda claro que la desregulación financiera ha hecho más vulnerables a naciones como Inglaterra, Irlanda, España e Islandia, dentro de la Comunidad Europea. Sin embargo, las necesidades del propio proceso de integración europeo han obligado a definir mecanismos de regulación que originalmente estaban diseñados para solventar las disparidades entre los diversos mercados internos, pero que ahora están funcionando como salvavidas ante la crisis. Parte de esos mecanismos están los de seguridad social, que a pesar de los intentos por desaparecerlos la movilización social los ha logrado mantener en pie. Así, hoy la situación económica para los europeos no se ve tan negra como para los EU, por ese lado.
En realidad las complicaciones europeas vienen por el lado político-social, pues la polarización está conduciendo a tres grandes posiciones que se vienen decantando. Por un lado, los quienes como José Luis Rodríguez Zapatero o Gordon Brown, primeros ministros español y británico respectivamente, buscan salir de la recesión empujando más hacia la desregulación (no se sorprenda el lector de que justamente sea el PSOE el partido que esté colaborando con la venta a Rusia de Repsol). Por otro lado, están los que antes que otra cosa están buscando la salida por la vía de una mayor regulación y mayor integración paneuropea, tal es el caso de los derechistas Nicolás Sarkozy, Silvio Berlusconi y Angela Merkel. Pero en tercer lugar están las posiciones sociales que se están polarizando en dos grandes bandos: el resurgimiento de los ultranacionalismos (al estilo del nazismo) y los movimientos anticapitalistas. Aunque son estos segundos los que mayor crecimiento han tenido en los últimos cinco años; baste recordar que las jornadas de París, Roma y Atenas han dado mayores muestras de organización política y una trayectoria ascendente. Por cierto, habrá que estar atentos en Francia el próximo enero cuando la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), que en las presidenciales de 2007 obtuvo al rededor de millón y medio de votos, se disuelva y dé paso a la creación de un partido más amplio: el Partido Anticapitalista.
El otro punto de conflicto en Europa se encuentra en el oriente, ya que las antiguas aliadas del pacto de Varsovia están integrándose por cualquier medio a la política imperialista europea y/o estadounidense, mientras Rusia intenta levantar cabeza como potencia imperialista del capitalismo del siglo XXI. Tanto para EU como para Europa la posición a la que han llevado a Rusia el dueto Medvédev-Putin ha sido muy audaz en la creación de alianzas; cosa que podría cerrarle oportunidades de mercado, tanto al bloque estadounidense como al europeo.
Pero Rusia no es la única nación con aspiraciones proimperialistas que está poniendo en jaque la política de los imperialismos consolidados, China y la India también comienzan a ser un problema, sobre todo para el imperialismo hegemónico: EU. No solamente por esa audacia que han tenido al crear nuevas alianzas comerciales dónde los estadounidenses han sido incapaces, sino porque los efectos de la crisis mundial se reflejarán en esas naciones en 2009, lo cuál podría agudizar la situación norteamericana. No se olvide que China es el principal socio comercial de Estados Unidos, una drástica reducción de la producción china redundaría en una menor capacidad de las trasnacionales estadounidenses en China para producir y en una menor capacidad de EU para adquirir sus importaciones de aquella nación asiática. Los afectos de la crisis en China podrían ser más perjudiciales para EU que para la propia China, pues ésta ha establecido muchos más acuerdos de comercio bilateral, tiene una cartera bastante diversificada de naciones proveedoras y clientes. Por otro lado, aunque aún juntos carecen de la capacidad para igualar el poderío tecnológico-militar estadounidense, tanto chinos como rusos han retomado el camino del armamentismo, y tienen todos los elementos (mayores poblaciones, disponibilidad de materias primas, capacidad productiva en expansión y desarrollo tecnológico en ascenso) para superar a los norteamericanos en algunos años.
Por lo pronto, si el futuro presidente de los EU resulta tan sensato como lo demostró en campaña tendrá que llevar a la práctica de forma inmediata, negociaciones con China y Rusia para paliar los estragos de la crisis en esas regiones. Una acción de esa magnitud invariablemente repercutirá de forma acelerada en muchas otras situaciones internacionales, pues EU tendrá que ceder en asuntos de crucial importancia para esas naciones. En ese caso la relación chino-estadounidense afectaría directamente la política norteamericana hacia Irán, Sudán, Congo (Conakry), Cuba, Venezuela; en cambio, la relación ruso-estadounidense influye sobre los asuntos en Kosovo, República Checa, Polonia, Latvia, Estonia, Lituania, Kazajstán, Azerbaiyán, Kirguistán, Georgia, Bielorrusia, Ucrania, Irak, Afganistán, Pakistán, Irán, Venezuela, Cuba. Sin duda un entramado complejo que Obama tendrá que tener muy presente si no quiere echarse a los grandes capitalistas encima.
En cuanto a América Latina la situación para el próximo año pinta también un tanto cuanto polarizante. En Venezuela los opositores proimperialistas están aprendiendo a organizarse, lo cuál puede volver difícil la situación si las fuerzas revolucionarias no comienzan a madurar y capitalizar todos los avances que han tenido en la presente década. En Bolivia la muy probable aprobación de la nueva Constitución tenga como efecto secundario la radicalización de los secesionistas, si no se logra explicar a las clases subsumidas bolivianas el triunfo que representa dicha Constitución, no podemos esperar que el gobierno de Morales se sostenga por mucho tiempo más. Por su parte, Ecuador, parece ser por ahora la nación que está avanzando con menores dificultades en su proceso de democratización social, pues hasta ahora la estrategia de la dirección está logrando sacarle todo el jugo a las trasnacionales, aprovechándose de las necesidades de éstas, mientras por lo bajo el movimiento social viene dando muestras de madurez, lo cual sin duda se reflejará con la consolidación del proceso constituyente. Argentina en cambio tiene una situación más cuesta arriba, pues la burguesía de libre mercado que colocó en la presidencia a Cristina Fernández fue severamente golpeada por los paros organizados por la burguesía agroexportadora. Mientras en Brasil y Paraguay todo indica que a pesar de algunos conflictos localizados, habrá relativa estabilidad gracias al apoyo popular que han logrado sus respectivos gobiernos; no así en el caso de Uruguay, dónde el proceso electoral de octubre promete abrir la brecha en el gobernante Frente Amplio (FA), pues mientras el delfín de Tabaré Vázquez está cargando con el descrédito que en los últimos meses ha cosechado el actual gobierno, el senador tupamaro, José Mujica, lleva la ventaja de ser el favorito de la base frenteamplista. Cabe recordar que el FA aprobó lanzar tres candidaturas para la presidencial del 2009. En el caso de Perú y Chile, las actuales administraciones han cometido errores garrafales que sin duda les costarán bastante, sin embargo ahí el viraje será en dirección bastante contraria, mientras en Perú se perfila el crecimiento de las izquierdas en Chile el avance más fuerte será el de los democratacristianos, donde se han refugiado los pinochetistas menos radicales. Colombia, por su parte, podría vivir una situación opuesta a la de 2008 cuando el poderío de Álvaro Uribe alcanzó su máximo, pues la oposición de izquierda comienza a mostrarse más capaz con los diversos conflictos que han surgido más allá de las FARC. En cuanto a América Central se ha venido confirmando que el sandinismo oficial no es más que una pantomima de lo que planteaba el FSLN a inicios de los ochenta, lamentablemente aún no hay opciones sociales firmes. En cambio, en El Salvador, el crecimiento del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se ha venido recuperando tras una década de extravíos.
En México, la situación es más que difícil, no solamente porque el gobierno ha sido incapaz de tomar medidas adecuadas ante la guerra entre narcotraficantes que azota al país, es evidente a todas luces que la ofensiva la llevan las organizaciones de narcotráfico: el gobierno solamente está siguiendo la agenda que el narco les marca. Sino porque tampoco ha sido capaz de afrontar de manera adecuada la crisis mundial, se sigue pasando por alto que al estar la economía mexicana tan estrechamente vinculada a la de EU, los efectos de la crisis serán los más fuertes en la región. Por lo pronto, la desaceleración del crecimiento está ampliando los problemas del desempleo y éste, a su vez, ya está poniendo en riesgo al sector financiero (uno de los más rentables del mundo). Muy probablemente para cuándo la crisis llegue a su fondo en México se tenga una situación similar a la crisis de 1994-1995. Por si fuese poco, las elecciones intermedias del 2009 tendrán como resultado la consolidación del PRI como verdadero partido gobernante, que siga acumulando los triunfos de decidir tras bambalinas mientras el PAN se queda con el desgaste de llevar mal el gobierno.
No obstante, la parte más complicada para la sociedad será la pérdida de las alternativas de izquierda electoral, hasta ahora el PRD no había sido útil como instrumento de transformación que beneficie al pueblo, pero sí había sido una válvula de escape para el descontento. Había logrado mediatizar al 20% del electorado, pero su virtual bancarrota lo inviabilizará definitivamente: Nueva Izquierda ha servido bien a los intereses de la burguesía trasnacional y eso lo percibe gran parte de la sociedad mexicana. Los minipartidos que respaldan a López Obrador, además de carecer de un programa propio, no tienen la estructura que posibilite colocar al movimiento lopezobradorista como una opción sólida electoralmente. Además, hay que tener consciente que el lopezobradorismo no tiene en sí mismo una posición de clase que realmente constituya una alternativa. En consecuencia, electoralmente las izquierdas no pueden esperar mucho: pocas posiciones parlamentarias y con un compromiso bastante débil. En tanto, la sociedad, en la sociedad no organizada, el descontento seguirá en ascenso lo cuál podría fortalecer a las organizaciones de lucha ya existentes (sindicatos democráticos, guerrillas, partidos sin registro, organizaciones campesinas y populares), pero no demos por hecho que éstas tengan la altura de miras para dar respuestas adecuadas. El sindicalismo necesita salir del gremialismo (cosa realmente difícil cuando la crisis empuja a este tipo de organización a la política economicista), al igual que los campesinos y el movimiento popular, se requiere que el neozapatismo supere las concepciones feudalizantes sobre la autonomía y asuma realmente tareas de Liberación Nacional (no parcelaria). Es menester influir para que la Convención Nacional Democrática, por su lado, de un salto de calidad para que tienda a defender los intereses de clase, buscando soluciones radicales (es decir, que vayan a la raíz no que caigan en el extremismo) a los problemas de las clases subsumidas; lo cuál implica superar la concepción del dirigente todopoderoso (tal como en el que se ha convertido AMLO).
En cuanto a los sectores de izquierda que asumimos el anticapitalismo, ya no debemos esperar más, urge ir construyendo un socialismo para el siglo XXI, pero que realmente contenga una crítica de ruptura con los experimentos fallidos de socialismo en el mundo, así como afirme su raíz en la historia de México (no como dogma teológico, sino como forjadora de la sociedad concreta) pero sin descuidar el aspecto de la solidaridad internacionalista de clase. Se requiere construir organizaciones desde abajo sí, pero que también se fundamenten en teoría de avanzada construida desde abajo y sin renunciar a hacerse con el poder. Con el poder para determinar el rumbo de la nación socialmente, no mediante la junta de notables que imponga los intereses de la clase dominante: capitalista. Ni la derrota ni la muerte son opciones ya, ¡NECESARIO ES VENCER!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario