jueves, enero 29, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 12:

El Ser

Análisis filosófico del universo

(3ra. de 4 partes)

Por: Sagandhimeo

3.2.2 Nivel biológico. Hemos visto que la materia requiere de movimientos cualitativos para existir congruentemente, por lo que la pluralidad de moléculas tendió a generar vida. Este proceso requirió de cierto tipo de moléculas que por su complejidad tuvieran la capacidad de almacenar información: las moléculas de carbono, además requieren de condiciones ambientales estables que permitan la conservación de tales moléculas. Por tanto, el nivel biológico es el primero en no ser universal, pues sólo puede darse en ciertos planetas, sin embargo, el sentido dialéctico del universo tiende necesariamente a la generación de vida, aunque no sea forzosamente en un tiempo y espacio determinado. En ese sentido, no tiene que ser necesariamente el carbono la base química de la vida y no tiene que ser solamente nuestro planeta el afortunado, pues basta con que un planeta tenga estabilidad y se componga de elementos con cierta complejidad para que se genere vida. Volviendo al tema, la ciencia aun no tiene claro el proceso de la generación de la vida, baste decir que las moléculas  de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, principalmente, tendieron a combinarse de tal modo que generaron organismos primitivos capaces de reproducirse y alimentarse, estos organismos fueron mutando y dieron origen a dos dominios: Bacteria y Archaea, de éste último se originó el dominio Eukarya, del cual se originan cuatro reinos: protista, fungi (hongos), plantae (plantas) y animalia (animales). Los animales siguieron evolucionaron en ocho grandes grupos, uno de ello, el chordata, dio origen a los vertebrados, éstos generaron los peces, de donde derivaron los anfibios, de éstos los reptiles, de éstos las aves y mamíferos, dentro de éstos últimos surgieron los primates y finalmente, el ser humano.

 

Por otra parte, el factor determinante en este nivel es la evolución, la cual tiene propiedades cuantitativas: al generar una infinidad de especies en cada nivel, y cualitativas, al generar organismos cada vez más complejos. Además, Simpson explica que la evolución no es azarosa ni teleológica, en tanto que la divergencia entre las especies evidencia que no se dirigen a ningún punto determinado y la convergencia entre sus características (como la similitud entre el ala de una mariposa y de un pájaro) muestra que no es mero azar, sino que cada especie busca su supervivencia y su desarrollo con un sentido o dirección. Por ejemplo, si la evolución consistiera en una mera selección natural azarosa los órganos que dejan de usarse no se atrofiarían ni desaparecerían, pues no constituyen ningún obstáculo para la supervivencia, de ese modo, los topos no se habrían vuelto ciegos y los humanos aun tendríamos cola, pero el hecho de que éstos elementos hayan desaparecido evidencia que los genes perciben el entorno para eliminar gradualmente lo que no contribuye a su adaptación. Consecuentemente, el papel protagónico en el nivel biológico lo juegan los genes (la unidad básica de herencia de los seres vivos), en tanto buscan perpetuar o mejorar su existencia mediante los seres vivos. Cabe mencionar que no se puede atribuir características humanas a los genes, pues no poseen conciencia como nosotros, por lo que todo adjetivo que se les otorgue deberá entenderse metafóricamente. En ese sentido, los genes poseen una capacidad de creación, pero no identificable con la creatividad humana, pues los genes no se proponen objetivos o fines como nosotros, sino que generan mecanismos en función de su supervivencia. En concreto, los genes de todo ser vivo perciben el entorno mediante los organismos que ocupan y buscan mejores adaptaciones al medio; en un principio optaron por alimentarse, pues percibieron que sus elementos constitutivos se desgastaban y debían ser reemplazados, en otro momento algunos optaron por la reproducción sexual, pues percibieron que si mezclaban experiencias de otros organismos podían introducir mejoras más seguras. Las mutaciones que introducen los genes son imperceptibles en pocas generaciones, pues si modificaran rápidamente su estructura correrían el riesgo de extinguirse repentinamente, por lo que la evolución a nivel biológico es muy lenta, tardando miles de años en surtir efecto, así por ejemplo cada especie animal genera los instrumentos de traslado adecuados al medio en el cual se ha adaptado: aletas, patas, alas, etc. Así como medios para percibir de manera más detallada el entorno: vista, olfato, gusto, tacto, oído, termocepción (de la temperatura), nocicepción (del dolor), equilibriocepción y propiocepción. En ese sentido, el primer ente en generar capacidad creativa fue el gen, el cual “genera” sus propios instrumentos mediante una percepción de su entorno y transformación de su constitución en procesos milenarios.

Asimismo, las especies no están meramente en lucha por la existencia, pues además del parasitismo (en donde un organismo se beneficia perjudicando a otro), existe el comensalismo (donde dos organismos conviven sin dañarse o beneficiarse) y el mutualismo (donde dos organismos conviven y se benefician mutuamente), por lo que el nivel biológico no representa una lucha de todos contra todos, sino un nivel en el cual cada especie busca su supervivencia de la manera en que logra acomodarse en el entorno.

Por otra parte, cada especie busca cierta estabilidad, pues cuando encuentra una garantía de su supervivencia puede mantenerse millones de años sin mutar (conservadurismo biológico), a su vez, cuando no se encuentra tan segura tiende a buscar nuevas alternativas, tales como la conciencia. En ese sentido, Llinás explica que los animales al lograr un desplazamiento autónomo, se vieron obligados a centralizar las decisiones motrices, de modo que pudiera preverse el movimiento, a fin de evitar contratiempos como una caída. De ese modo, los genes crearon la conciencia (véase mi obra EL YO) y ésta fue evolucionando hasta la psique humana, dado que la “característica esencial de los vertebrados consiste en la agrupación de todo el cuerpo en torno al sistema nervioso. Ello entraña la posibilidad de desarrollo hasta llegar a la conciencia de sí mismo”, tal como explica Engels. En ese sentido, toda característica psíquica como el amor, la belleza y el placer: poseen un origen biológico, aunque su complejidad no pueda reducirse a su génesis. Por tanto, el materialismo dialéctico supera a las otras ontologías tan sólo porque explica de mejor forma la conformación del universo, de la vida y de la mente.

3.2.3 Nivel social. En el universo, toda forma de vida tenderá al desarrollo psíquico y social necesariamente, aunque en espacio y tiempo contingentes. En nuestro planeta, el ser humano es el protagonista de este nivel, esto significa que los genes siguen siendo los actores del nivel biológico y también de nuestra constitución biótica, pero en lo que respecta a lo social somos nosotros los protagonistas. Este salto cualitativo no se dio por un mero desarrollo de pensamiento, pues eso negaría nuestra base física y biológica, sino que se dio precisamente con la interacción del hombre con la naturaleza, es decir que “el trabajo es la primera condición fundamental de toda la vida humana, hasta tal punto que, en cierto sentido, deberíamos afirmar que el hombre mismo ha sido creado por obra del trabajo” (Engels). Dicha actividad propició el desarrollo genético de nuestro propio organismo, pues “para que la marcha erecta, en nuestros peludos antepasados, se convirtiera en regla y, andando el tiempo, en necesidad, hubieron de asignarse a las manos, entre tanto, funciones cada vez más amplias” (Engels). Este desarrollo que partió de la conciencia animal, desarrollo genéticamente nuestra constitución física y manipuló el medio ambiente para la creación de herramientas: generó toda una superestructura que se levanta sobre tal base, en tanto que “el desarrollo del trabajo contribuyó necesariamente a acercar más entre sí a los miembros de la sociedad, multiplicando los casos de ayuda mutua y de acción común y esclareciendo ante cada uno la conciencia de la utilidad de esta cooperación” (Engels). Tal superestructura no cae en el idealismo, pues no pretende insertar agentes externos, sino que es el propio desarrollo de la materia el que genera un nivel social con su misma base material. Ahora bien, el hecho de que los humanos juguemos el papel protagónico en este nivel, implica que la superestructura no es un mero reflejo de su base, sino que tiene la posibilidad de determinarla, aunque en última instancia la base material es el factor fundamental. Consecuentemente, “los hombres en proceso de formación acabaron comprendiendo que tenían algo que decirse los unos a los otros. Y la necesidad creó su órgano correspondiente: la laringe no desarrollada del mono fue transformándose lentamente, pero de un modo seguro, mediante la modulación, hasta adquirir la capacidad de emitir sonidos cada vez más modulados, y los órganos de la boca aprendieron poco a poco a articular una letra tras otra” (Engels). De ese modo, vemos que no fue el pensamiento el que originó el lenguaje y el trabajo, sino que “al repercutir sobre el trabajo y el lenguaje el desarrollo del cerebro y de los sentidos puestos a su servicio, la conciencia más y más esclarecida, la capacidad de abstracción y de deducción, sirven de nuevos y nuevos incentivos para que ambos sigan desarrollándose, en un proceso que no termina” (Engels). Esta trasformación de la naturaleza y del hombre mismo que es el trabajo, implica que podemos conocer la realidad, pues no puede transformarse algo que no se conoce, así, las cosas en sí son congnocibles en tanto son aprehendidas como cosas para sí, lo que conlleva que hay una correspondencia  entre pensamiento y ser, esto lo observamos por ejemplo cuando se genera una nueva medicina, pues para poder curar el organismo, se requiere conocer tanto la estructura interna del cuerpo como la composición química de las sustancias, en otras palabras, nuestras ideas reflejan en mayor o menor grado las leyes del universo (Engels), es decir, podemos conocer la realidad, lo que constituye nuestra séptima y última certeza. Por tanto, llamar al ser humano homo sapiens solamente resaltaría uno de sus atributos, pero no el principal, pues el hombre también es sensible, pero fundamentalmente práctico, por lo que habremos de llamarlo homo praxis.

Asimismo, el desarrollo de un ser práctico deriva necesariamente del devenir cualitativo, en tanto que los genes poseen dos limitaciones: el hecho de que su comunicación solamente pueda ser sexual y el hecho de que solamente puedan insertar mutaciones lentísimas. En el humano hubo una tendencia a provocar un desarrollo en el cual hubiera una mayor comunicación y una más rápida transformación. En ese sentido, el ser humano no necesita, por ejemplo, esperarse miles de años rascando la tierra para generar uñas más fuertes, sino que puede construir palas; tampoco requiere obedecer a un plan predeterminado y estático como el que poseen las arañas para construir sus guaridas, pues posee la capacidad de construir habitaciones en mucho menor tiempo. Y no requiere de esperar a que sus genes se comuniquen sexualmente para insertar mejoras en su organismo, pues puede comunicarse con sus semejantes mediante el lenguaje y construir tecnología como la medicina sin esperar a que su organismo genere defensas por sí solo. Por tanto, la creatividad que surgió en los genes se ha exteriorizado (mediante el desarrollo del cerebro y de las manos, principalmente), por lo que el humano puede acelerar la evolución natural y de esta forma contribuir al desarrollo del universo, cosa contraria y antinatural sería, por ejemplo, la mera contemplación de la naturaleza.

Por otra parte, pretender que el sentido de la vida se revela en una angustia existenciaria ante la muerte, como propone Heidegger, consiste en partir de una cualidad psíquica para mistificarla en función de un proceso biológico ontologizado, pues si bien es cierto que el sentido de la existencia no se descubre en la mera cotidianidad de las cosas, tampoco puede revelarse mediante instrumentos tan arbitrarios, mas bien se requiere una visión complejizada y objetiva que logre una concepción como totalidad dialéctica. En todo caso, participar en el sentido de la existencia se logra siendo protagonistas en el desarrollo del universo. Asimismo, la corriente romántica que parte de Heidegger critica la razón instrumental de la humanidad, como un agente externo a la naturaleza que no hace más que destruirla para su beneficio, sin embargo, “el hombre no domina, ni mucho menos, la naturaleza a la manera como un conquistador domina un pueblo extranjero, es decir, como alguien que es ajeno a la naturaleza, sino que formamos parte de ella con nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, que nos hallamos en medio de ella y que todo nuestro dominio sobre la naturaleza y la ventaja que en esto llevamos a las demás criaturas consiste en la posibilidad de llegar a conocer sus leyes y de saber aplicarlas acertadamente” (Engels). Y precisamente como jugamos el papel protagónico en el nivel social, tenemos la posibilidad de destruir a la naturaleza, pero también podemos continuar su proceso cualitativo hacia un desarrollo técnológico. “Y cuanto más ocurra esto, más volverán los hombres, no solamente a sentirse, sino a saberse parte integrante de la naturaleza y más imposible se nos revelará esa absurda y antinatural representación de un antagonismo entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma y el cuerpo” (Engels).

Por otra parte, mediante el desarrollo de nuestras capacidades hemos creado las disciplinas de la cultura. Una de ellas, la religión, fue necesaria en su momento, pues el rápido crecimiento de nuestra razón y emoción se contrapuso a nuestra pobre resistencia a las catástrofes naturales, por lo que requerimos de un consuelo metafísico para no colapsar en la neurosis, por ello la religión tiene la forma de una neurosis colectiva. Este tipo de desfases también la tenemos en el nivel biológico, pues por ejemplo, como explica Sagan, nuestro cráneo aumentó de tamaño en función de nuestro cerebro, pero el hueso púbico de las mujeres no logró desarrollarse a la par, por lo que se pare con dolor. Hasta podemos empalmar tales contraposiciones con la sentencia bíblica: “parirás con dolor por caer en tentación” (¡!).  Otra de las disciplinas, el arte, surgió como un medio de creación de nuestra naturaleza sensible, la filosofía como una creación de nuestra razón y la ciencia como un avance cualitativo del estudio de las leyes de la naturaleza. En ese sentido (tal como explico en mi obra La episteme), con la conjugación de estas tres disciplinas, más la praxis social, se posibilita el conocimiento verdadero y la transformación de la realidad)… (continuará)

lunes, enero 26, 2009

Reyertas 22: Ninguneados, de nuevo

Hace poco más de un mes, aprovechando las fiestas por el fin del año, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) decidió negarle a los trabajadores técnicos y profesionistas de Pemex el registro para conformar su sindicato: la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros (UNTYPP). El hecho fue difundido hace unos días tanto por el representante legal de la organización, el abogado Arturo Alcalde Justiniani en un artículo publicado en La Jornada del 17 de enero como por la propia organización en su boletín electrónico Infórmate, Informa del 23 de enero. Por intermediación del director general de Registro de Asociaciones, el lic. Pablo Muñoz Rojas, la STPS respondió argumentando:

Me permito precisar que la STPS negó el referido registro constitutivo, principalmente, porque los interesados no cumplieron con lo establecido en el Art. 364 de la Ley Federal del Trabajo (LFT), que dispone como requisito indispensable para registrarse como sindicato contar con un mínimo de 20 trabajadores, lo que no se acreditó. Es un elemento esencial de fondo, establecido por ley, no sólo formalidad.”

Y para descalificar el argumento del abogado del gremio que se refiere a las razones políticas que tuvo dicha secretaria para negar el registro, el señor Rojas pone como ejemplo los 80 nuevos registros expedidos por la oficina a su cargo. Sería oportuno e interesante que la secretaría pusiese al alcance del público, cuáles son esos sindicatos a los que hace referencia. Sobre todo para tener claridad acerca del papel que desempeñan éstos dentro de la organización obrera: presumir una determinada cantidad de nuevos registros no dice nada, principalmente en una nación en la cuál se ha reportado un incremento considerable de los sindicatos blancos (los organizados por personajes vinculados a la propia patronal) que tienen el único objetivo de evitar la organización de los trabajadores.

Por otro lado, resulta completamente absurdo que el propio director de registro haga alusión a la negativa bajo el pretexto de que la UNTYPP no acreditó el mínimo de 20 trabajadores indispensable según el artículo 364 de la LFT. Resulta completamente incomprensible que un funcionario público responsable con su trabajo defienda a capricho la legislación que está obligado a hacer respetar. Esto es, según el artículo 366 de la LFT la autoridad está obligada a responder la solicitud de nuevo registro sindical en un plazo máximo de 60 días, sino lo hace así, los interesados deben requerirle que dicte una resolución en los siguientes tres días. De no emitir resolución, el efecto legal es la automática aceptación del registro sindical. El hecho es que la UNTYPP presentó su solicitud ante el Registro de Asociaciones el día 29 de abril de 2008 y el fallo negativo se emitió el 23 de diciembre del mismo año: 238 días después, en otras palabras, excedió el plazo por 175 días, contando los tres días adicionales después del requerimiento. Además, el argumento de no haber sido solicitado por el mínimo de 20 trabajadores que estipula la LFT, tampoco es válido: según los datos proporcionados por el abogado Alcalde se acreditó que la solicitud fue elaborada por más de 260 trabajadores. Por si eso fuese poco, el propio artículo 364 protege a los trabajadores solicitantes de ser víctimas de persecución por parte de la patronal a raíz de la organización sindical. Con ese fin, estipula que dentro de la solicitud se tomará en cuenta a aquellos que hayan sido despedidos 30 días antes de la presentación de la solicitud de registro. En el caso de la UNTYPP, la STPS está convalidando la persecución desatada por parte de Petróleos Mexicanos, pues ésta despidió a los integrantes de la mesa directiva del sindicato el día 14 de noviembre de 2008, no sin antes haber sometido al resto de los agremiados a presiones para que se desistiesen de su afiliación a la organización. Es decir, la resolución de la dirección de Registro de Asociaciones hace agua por todos lados.

En tales circunstancias, se esperaría que lo resulto por la STPS quedase anulado por las instancias superiores de justicia. Pero, la historia les ha enseñado a los trabajadores que no deben esperar demasiado de ellas, sobre todo a los que participan en las industrias estratégicas nacionales.

Tanto en México como en América Latina los sindicatos del sector petrolero han sido fundamentales para la organización política de las clases subsumidas. En México, la conformación de sindicatos del ramo en las décadas de los años 20 y 30 del siglo XX, precedieron a la política nacionalista de Lázaro Cárdenas (incluyendo la expropiación petrolera de 1938). Esa organización contribuyó en forma decisiva para la creación de un mercado interno. Además repercutió en la conformación de la consciencia de trabajadores centroamericanos que participaron en las petroleras con actividad en México, el más conocido de ellos fue Augusto César Sandino. En el caso de Venezuela, los trabajadores petroleros cumplieron un papel destacado en la revolución de 1958 que depuso al dictador Marcos Pérez Jiménez. También en Brasil, aunque nunca ha sido un importante productor petrolero, los trabajadores de la industria petrolera desempeñaron un importante papel para apoyar al gobierno nacionalista de Getulio Vargas.

La lección ha sido muy bien aprendida por las burguesías en América Latina, por ello es que ahora las organizaciones de trabajadores petroleros están tan controladas, mediante diversos mecanismos se les ha ido controlando para evitar su peligrosidad. Así, en México, el Nacionalismo Revolucionario tardío tuvo oscuros dirigentes vitalicios como lo fue Joaquín Hernández Galicia La Quina y la etapa neoliberal ha tenido al corrupto Carlos Romero Deschamps, quienes han tenido la capacidad para mantener controlados a los obreros del sector.

Sin embargo, la dominación, aunque abrumadora, no ha sido tan absoluta como parece. En medio de los sindicalizados y de la burocracia existe un grupo de trabajadores que han quedado fuera de toda posibilidad de representación, pero que son fundamentales para la industria: los profesionistas y los técnicos (entre los cuáles se encuentra todo aquel personal de ingenieros, arquitectos, investigadores y personal administrativo). Justamente fue ese sector el que, desde mediados de los años 70 del siglo pasado, estuvo más receptivo a la corriente que promovía un Nuevo sindicalismo, en él convergían dos tendencias que le dieron forma dentro del ramo petrolero: la nacionalista y la revolucionaria. Hacia finales de los 70 e inicios de los 80 esa corriente no consiguió que se le reconociese su posibilidad de organizarse como sindicato, pero sí que se le incorporase al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) y en condiciones que les brindaban un poco de autonomía frente al corporativismo oficial. Sin embargo, como consecuencia del reflujo mundial del movimiento obrero, hacia inicios de la década pasada, las reestructuraciones en el marco de la política neoliberal, volvieron a quedar desamparados al ser excluidos del sindicato y colocados, injustificadamente, bajo el rubro de trabajadores de confianza.

No obstante, la movilización de los técnicos y profesionistas no fue del todo anulada, pues fue este sector el que encabezó en 1995 las movilizaciones en contra de la atomización de la industria petroquímica. Pocos años después, en el marco de la denominada “transición democrática” se volvieron a presentar intentos por organizar a este sector de trabajadores, primero se forjó en 1999 la Coordinación Nacional por el Desarrollo de la Industria Petrolera (CONADIPME) que posteriormente, en 2002, dio origen a asociación civil Unión Nacional de Trabajadores de la Industria Petrolera (UNTCIP, AC) de la cuál surgieron un par de intentos sindicales: la Unión Nacional de Trabajadores de Confianza de la Industria Petrolera de México (UNTCIPM) y a la Organización Nacional de Trabajadores de Confianza de la Industria Petrolera (ONTCIP), ambas en 2004. Esta segunda fue la primera que demostró que los técnicos y profesionistas no cumplen con los requerimientos del capítulo II, título sexto de la LFT para ser considerados trabajadores de confianza y, por tanto, son sujetos para conformar sindicato. Derivado de ello, la ONTCIP logró su registro sindical, pero, al poco tiempo, mediante artimañas de la empresa y cooptación de dirigentes fue desaparecida como gremio sindical.

Por su parte, a la UNTCIPM nunca se le otorgó el registro sindical, pese a tener la razón legal de su lado, y menos por haber cometido la osadía de demandar a Pemex por la aplicación inconstitucional de los Contratos de Servicios Múltiples en la Cuenca de Burgos.

Es casi imposible que las instancias judiciales le otorguen el registro a la UNTYPP, pese a que han cumplido con los requisitos de ley, debido a que han participado vehementemente en la lucha contra los Contratos Individuales de Trabajo (CIT) que plantean condiciones laborales más opresivas para los técnicos y profesionistas petroleros. Pueden tenerse las diferencias más profundas con la política de la UNTYPP, pero sin duda que la justicia de la libre sindicalización es más que suficiente para darle el más completo apoyo de parte de todos los que pertenecemos a las clases subsumidas, para que se consiga su registro sindical. Ni la derrota ni la muerte son opciones ¡NECESARIO ES VENCER!

lunes, enero 19, 2009

Reyertas 21: Asumiendo la herencia

Se acerca el final de la presidencia imperial de George II, el mundo alcanza el punto de inflexión, propiciado por el desastroso manejo de la crisis capitalista en la cuál se encuentra sumergido el mundo. Por un lado, la administración Bush jr. hizo generó tanta desconfianza que ahora todos suponen que cualquier cosa que haga la presidencia de Obama será mejor, aunque nada solucione. Paralelamente, la intensidad de la crisis ha demostrado la necesidad del propio capitalismo por transformar las estructuras que regulan sus funciones vitales. Entre estas dos tendencias se inscribe el legado que Barack Obama heredará a partir del próximo martes 20 de enero, cuando asuma formalmente la presidencia imperial. Pero, en específico ¿qué podemos esperar los trabajadores del primer presidente no anglosajón en la historia del imperialismo norteamericano?

Sin duda que sería demasiado ingenuo esperar grandes cambios, pero algunos habrá.

Las dos líneas enunciadas arriba, enmarcan las posibilidades de acción para el futuro presidente, pero ambas tienen matices interesantes que no deben dejarse pasar: varios se entrecruzan. Para tener una interpretación autosuficiente para caracterizar con precisión la situación actual y la que se derivará.

En primera instancia, la crisis actual no solamente exhibe las falsedades postuladas por los intelectuales orgánicos del capital sobre la superación de la economía “real” (proceso de producción de mercancías) como la fuente de generación de riqueza, pues con el desarrollo de los mercados financieros, ya no es necesario generar mercancías “reales” para poder obtener grandes ganancias, según nos dicen. También demuestra la falta de rigor metodológico de las teorías postulantes del Sistema-Mundo; sus limitaciones en la interpretación y aplicación de las tesis de Kondratiev sobre los Ciclos Económicos Largos, pues el simple estallido de la actual crisis y dada su magnitud, queda claro que las últimas dos décadas no fueron de la curva descendente, por el contrario, ahora es cuando comienza tal curva. Pero vayamos por partes.

El surgimiento de grandes fortunas a partir del desarrollo de los mercados financieros, más específicamente de los instrumentos de especulación económica sin la necesidad de generar mercancías en el sentido tradicional no subvierte las leyes básicas mediante las cuáles se desarrolla el capitalismo. Por más que se pretenda dividir las actividades económicas en tres grandes sectores (agropecuario, industrial y servicios) para inducir la idea de que las economías altamente desarrolladas crean la mayor parte del valor (más del 60%) en la parte de servicios, específicamente en los rubros bancario y financiero, este tipo de actividades solamente generan las mercancías indispensables para que la distribución y el cambio se desarrollen de forma óptima. El desarrollo de los mercados financieros perfecciona la circulación de mercancías, pero depende inevitablemente de la creación de mercancías. Así, el desfase recurrente entre la circulación de dinero en todas sus formas existentes y la sobreacumulación de plusproductos sin realizar (mercancías que no llegan a ser consumidas) culmina con el acontecimiento de crisis. El que después de alcanzar altos precios, los instrumentos financieros, se desplomen no es más que el efecto de que el consumo alcanza sus límites objetivos. La crisis hipotecaria surgida a mediados de 2007 fue precedida por las altas expectativas en los mercados financieros por obtener altas tasas de ganancia de la venta de inmuebles, pero cuándo las condiciones objetivas de la economía hicieron imposible el que esos bienes se siguiesen consumiendo al ritmo de producción, la liquidez cesó arrastrando tras de sí a todas las actividades relacionadas con ella, independientemente si éstas se desarrollaban o no en los mercados financieros.

En el caso de las interpretaciones derivadas de los postulados de Kondratiev sobre los ciclos económicos, el error es todavía más serio. Al desarrollar su teoría sobre los ciclos largos, el economista ruso, demostró dos elementos fundamentales del desarrollo capitalista: 1) que pese a mantener su esencia intacta, el capitalismo no tiene formas de acumulación perpetuas, tanto el modelo de acumulación histórico como la formación socio-económica tienden a desgastarse conforme van creciendo, y 2) para subsistir, el capitalismo está obligado a transformar ambas formas. En el caso de este segundo hallazgo, Kondratiev enuncia una serie de elementos comunes que acontecen durante esos procesos de desgaste-reestructuración, algunos pueden ser cuestionables, pero los esenciales son la reconfiguración de la infraestructura productiva y la adaptación de nuevas tecnologías. Durante los periodos de auge el capitalismo no requiere de modificar de manera significativa tales elementos, es durante los periodos de reflujo que le urge modificarlos. Con estos elementos a la mano sería algo irreal señalar que desde inicios de la década de los 70 hasta la fecha, la economía mundial se encuentra en una fase de contracción, como lo hacen los postulante de la teoría del Sistema-Mundo. En efecto entre inicios de los 70 e inicios de los 90 se presentó una curva descendente, pero desde inicios de los 90 hasta el estallido de la actual crisis la curva había sido ascendente. El agotamiento del modelo neoliberal y las propuestas de solucionarlo mediante la intervención del Estado en la creación de nueva infraestructura, así como la aplicación de nuevas tecnologías para la producción (incluyendo algunas de menor impacto ambiental) no es algo que se haya presentado de forma coincidental. Es la respuesta intuitiva que el capital tiene para sobrevivir, medidas que tardarán varios años en dar los frutos necesarios para una nueva etapa de auge, pero que perfilan la posibilidad de una restauración del capitalismo. Por tanto, resulta demasiado aventurado decretar la desaparición del modo de producción capitalista hacia mediados del siglo XXI.}

En lo referente al marco político en el cuál asumirá la presidencia Barack Obama, es preciso identificar que aunque la presidencia de Bush resultó nefasta tanto para el mundo como para los propios estadounidenses, hay que señalar que no todo lo que hizo George II mal se debió a su estilo personal de gobernar, sino en mucho a las propias limitantes que le impuso la correlación de fuerzas (plasmada en las instituciones) al seno del imperialismo. Recuérdese que la política monetaria no fue una decisión que él haya tomado directamente, Alan Greenspan fue el creador de la burbuja hipotecaria durante su larga estancia, de más de 20 años, al frente de la Reserva Federal. Pero además, Greenspan logró permanecer al frente de esa institución ya que demostró haber asimilado bien la correlación de fuerzas. Otro elemento que contribuyó con la crisis actual fue la derogación de las limitantes legales para la especulación (Glass-Steagall Act) en 1999, durante la presidencia del demócrata Bill Clinton.

El punto es que, así como el junior tejano estuvo obligado a mantener ciertos lineamientos políticos para mantener el establishment creado por los padres fundadores; de la misma forma Obama tendrá que mantenerlos. Aquí entonces, los caminos que podría tomar como presidente son dos: o abiertamente comienza a realizar reformas encaminadas a generar ese nuevo modelo de acumulación que tanto requiere el capital o le apuesta a realizar reformas superficiales encaminadas a extraerle hasta la última gota útil al modelo neoliberal. Cabe aclarar que el optar por una u otra no será excluyente de la eventual adopción de elementos identificados con el camino opuesto, eso dependerá de la correlación de fuerzas coyuntural a la cuál se enfrente.

Al revisar la información sobre la política institucional se pueden percibir elementos para desconfiar de la veracidad sobre la decisión de Obama para aplicar un proyecto que transforme el modelo de acumulación actual. La reticencia dentro de los congresistas de su propio partido (que son mayoría) a aplicar medidas radicales para enfrentar la crisis, el predominio de viejos políticos que contribuyeron decididamente a construir el actual modelo o que tienen fuertes compromisos con las facciones burguesas hegemónicas, v. gr. Hillary Clinton o Rahm Emanuel. La propia toma de posición con respecto a problemas cruciales, no parece demasiado vigorizante para el propio capitalismo. Más allá de proponer un rescate financiero que brinde garantías a las empresas para una aplicación real y eficiente de los recursos, de la propuesta para reformar el sistema de salud y la cierta disposición para disminuir el bloqueo económico contra Cuba, otras sugieren el continuismo: sacar las tropas de Irak para llevarlas a Afganistán, el apoyo a los grupos financieros y empresariales de Wall Street, redefinir los acuerdos comerciales para fortalecer el libre comercio en favor del imperialismo y la aplicación de una diplomacia más refinada que en la administración de Bush II, pero encaminada a proteger los intereses estadounidenses mediante la sumisión del resto de las naciones, sobre todo de América Latina.

Para los trabajadores de América Latina es necesario tener claros estos elementos para no dejarse llevar por la euforia irracional que se ha generado alrededor de la elección de Obama. La precisión, la agudeza y la madurez política harán falta más que nunca, porque habrá posibilidades de avance, pero también la sofisticación para reprimir la movilización social se incrementará, al incremento de la brutalidad de las fuerzas armadas equipadas por E.U. se añadirá la sutilidad de los acuerdos comprometedores pero sin compromiso. Ni la derrota ni la muerte son opciones ¡NECESARIO ES VENCER!

jueves, enero 15, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 11:

El Ser

Análisis filosófico del universo

(2da. de 4 partes)

Por: Sagandhimeo

Por otra parte, que la materia no pueda existir sin movimiento y el movimiento no pueda existir sin materia, es un argumento que fue postulado por Leibniz, Toland, Hegel, Engels y Bunge, el cual nos aclara ciertas cuestiones, como por ejemplo, no es posible que exista un cielo o un infierno, pues un estado de eterno sufrimiento o eterna dicha: implican falta de movimiento y la realidad sin movimiento no es posible. Asimismo el estado del “nirvana” que consiste en la supresión de dolores y placeres cae en la misma falta de movimiento. En ese sentido, nuestras sensaciones requieren de movimiento hasta en el más imperceptible momento, por ejemplo, aun cuando nuestros ojos puedan mirar fijamente, requieren moverse mínimamente en torno a tal punto, pues de lo contrario se oscurecería nuestra vista; esto nos remite a que las sensaciones se constituyen por una unidad de contrarios, en la que sólo somos capaces de sentir algo cuando también sentimos su opuesto (como frío y calor, dolor y placer, alegría y tristeza, etc.), todo ello en razón de que la realidad se compone de movimiento. Esto explica en cierto modo por qué la riqueza, el poder y el amor siempre parecen insuficientes, pues su falta de movimiento tiende a nulificarlos. Por tanto, ante cualquier mundo que se nos antoje imaginar: su falta de coherencia nos rebotará a la realidad, dado que si la realidad existe y se compone de materia en movimiento, nuestro entorno es el único posible, pues cualquier otro se destruiría a sí mismo debido a su incoherencia, en ese sentido podemos afirmar que la realidad es el Universo.

Hasta ahora hemos hablado del Ser como sinónimo de la realidad material, pero dicho término posee una mayor complejidad. En tal sentido, si cada objeto fuera lo que es por sí mismo, no requeriría de la interacción con los demás para existir, lo que nos envolvería en un politeísmo en el peor de los casos (en el cual cada objeto es absoluto) o en una monadología leibniziana en el mejor de los mismos (en el que no es posible explicar la interacción entre objetos, ya que no la requieren).

En ese sentido, el fundamento de cada objeto no puede estar en sí mismo, sino porque forman parte del universo, así podemos pensar que “el ser” es un gran ente que rige la interacción en el mismo, lo cual es absurdo tanto porque nos haría caer en el idealismo de un agente externo a la realidad, como porque tendríamos que explicar el ser de este gran Ser y así indefinidamente.

También podemos concebir al ser como la suma de todos los entes, lo que no explica por qué los entes son lo que son. Incluso podemos concebir al ser como lo que está presente en todos los entes, pero que algo esté presente en todo: no constituye un punto de referencia determinado, pues su influencia se anula. Tanto como si todo creciera exactamente a la misma proporción al mismo tiempo, sería imperceptible y no causaría repercusiones.

Finalmente, proponemos entender al Ser como el sentido de la existencia, es decir, que el fundamento de todos los objetos consiste en el sentido o dirección que poseen. En el lenguaje común esto nos parece muy claro, los pensamientos son coherentes cuando poseen un sentido. En la realidad todo está en constante movimiento y el hecho de que tal movimiento contenga la posibilidad de generar vida, mente y cultura: implica que la realidad posee un sentido o dirección, pues incluso un movimiento sin sentido tiende a ser aparente. Lo que nos lleva a nuestra quinta certeza: la realidad posee un sentido. Obviamente tal sentido no puede ser meramente óntico (de los entes o cosas), sino ontológico (del Ser). Esto se contrapone a la idea de que la realidad tiene una finalidad o que es caótica. Más adelante se abundará sobre el orden del universo, baste decir que el hecho de que exista un sentido implica que no puede reducirse a una finalidad ni volatilizarse hacia el caos.

3. ¿Cómo se mueve el universo?

Es momento de aplicar nuestras certezas de la materialidad y el movimiento al universo concreto, no porque queramos encajar nuestras ideas en la realidad, sino porque requerimos entender la realidad con la mayor congruencia y complejidad posible. El movimiento del universo se constituye en dos facetas: intrínseco y extrínseco, lo que conformará el resto de la presente obra.

 3.1 movimiento extrínseco del universo.

 Para empezar hay que responder a una gran interrogante, ¿Tuvo el universo un comienzo? Si decimos que lo tuvo queda la duda de qué hubo antes de tal comienzo y si decimos que siempre ha existido tuvo que haber comenzado alguna vez. Esta antinomia kantiana la resuelve Reichenbach, pues por ejemplo, los números van infinitamente hacia atrás y hacia delante y no por ello poseen incongruencia, así el universo no tiene por qué poseer un inicio, que siempre haya existido no es absurdo. En ese sentido, la teoría del Big-Bang es un hecho científico (sobre la validez de la ciencia véase mi obra La episteme), el cual no es precisamente el origen del universo, pues esto caería en la antinomia mencionada, sino que con tal teoría se clarifica que el universo posee una edad de al menos trece mil setecientos millones de años y que está en expansión. Ahora bien, si el universo es lo único que existe ¿Cómo puede estar en expansión?, para expandirse requiere de un espacio en el cual moverse, pero hemos visto que el espacio es materia espaciada y  la materia es parte del universo. Esto se resuelve con el concepto de vacío o nada. Recordemos la triada hegeliana ser-nada-devenir, si el universo es, requiere de la nada para devenir en la expansión. Cabe mencionar que la nada no es un concepto positivo, es decir, no podemos decir que la nada es algo puesto que no es nada, en sentido estricto nunca podemos hablar de la nada como tal, sino que tenemos que hablar como lo hacemos en el lenguaje común: nunca decimos “hay nada”, sino “no hay nada”. Hay incongruencia en una nada existente y en un universo compuesto solamente de nada, pero no hay incongruencia en un ser que deviene en la nada. Por tanto, la realidad se compone de un universo que se expande en el vacío, en donde no hay nada.

Otro elemento importante es la noción de infinito, ¿En qué punto puede el universo estarse expandiendo si es infinito? El problema radica en entender al infinito como un acto y no como una potencia (Aristóteles), aunque el infinito posea congruencia siempre se encuentra en un estadio determinado, es decir, podemos contar los números del uno al infinito, pero aunque podamos continuar contando siempre, en todo momento estaremos en un número determinado, así, el universo es infinito (más claramente “indefinido”) en el sentido de que no tiene término, pero en todo momento posee una extensión determinada. Del mismo modo el espacio y el tiempo del universo poseen una magnitud determinada aun cuando se sigan expandiendo junto con el universo.

Manejar el infinito en acto y no como potencialidad facilita generar cosmovisiones incongruentes como la de Zenón, el cual ideó una serie de paradojas. Una de ellas consiste en afirmar que racionalmente, una persona no puede recorrer un estadio de longitud, porque primero debe llegar a la mitad de éste, antes a la mitad de la mitad, pero antes aún debería recorrer la mitad de la mitad de la mitad y así eternamente hasta el infinito. De este modo, teóricamente, una persona no puede recorrer un estadio de longitud, aunque los sentidos muestran que sí es posible. Esto ocurre porque el autor maneja el concepto de infinito en acto y no como potencia, es decir, una persona recorre un infinito número de lugares para recorrer un estadio, pero porque cada lugar es potencialmente divisible al infinito, en acto el estadio se recorre en pasos, no en unidades indefinidas.

Por último, el movimiento del universo no es caótico en razón de que todo movimiento ocurre por necesidad causal y en tiempo casual (Engels, Bunge), es decir, si todo ocurriera por absoluta necesidad: todo estaría predeterminado y el universo mismo perdería su sentido. Para que el universo no sea caótico y a su vez no pierda su sentido, requiere de un elemento que le permita moverse congruentemente: el tiempo (recordando que el tiempo se constituye como la sucesión de eventos materiales. En ese sentido, por ejemplo, si el techo se me cae encima y me impide seguir escribiendo… No habrá sido un evento meramente azaroso o un destino predeterminado (idealista), sino un acontecimiento necesario-causal en un sentido: la resistencia del techo a la gravedad no es invencible y forzosamente algo o alguien estará abajo del techo. Y un acontecimiento temporal-casual en otro: que esté yo debajo del techo en este preciso momento…Este argumento coincide de cierto modo con Bunge, quien postula: “la investigación científica no avala al indeterminismo radical, porque no reconoce que haya caos. Sin embargo, sería absurdo negar que hay accidentes a todos los niveles, y en particular que la existencia humana es un tejido de accidentes y necesidades. Pero estos accidentes, lejos de ser caóticos, son cruces de líneas legales”.

 3.2 Movimiento intrínseco del universo.

Hemos visto que un movimiento sin sentido es mera apariencia de movimiento, veremos que un movimiento meramente extrínseco también lo es. Para que el universo tenga sentido no puede meramente expandirse, pues un mero movimiento cuantitativo es engañoso, tanto como querer avanzar dando vueltas en círculo o girando sobre sí. En ese sentido, el espacio y el tiempo meramente cuantitativos carecen de significado, la mera expansión del universo y la mera sucesión de eventos no nos dicen nada sobre el sentido de la existencia. Por ello, el movimiento efectivo del universo ocurre en su aspecto cualitativo (lo que suprime el caos), pero éste no puede darse predeterminadamente, pues sería una mera sucesión cuantitativa (lo que suprime la finalidad). Ahora bien, para que la cualidad pueda efectuarse con un sentido plural, requiere de una multiplicidad de formas cuantitativas. Así por ejemplo, el universo se mueve cuantitativamente cuando se expande y este evento hace posible el movimiento cualitativo en su interior, pues de otro modo ni siquiera habría el espacio material suficiente. Este movimiento cuantitativo lo vemos a todos los niveles, pues hizo falta una pluralidad de partículas subatómicas (cuantitativo) para formar átomos (cualitativo), una pluralidad de átomos para formar moléculas, una pluralidad de moléculas para formar la vida, una pluralidad de organismos para formar un organismo pensante, y, una pluralidad de personas para formar sociedades y tecnología. De ese modo, la materia más pequeña y simple dio origen a la más compleja, sin que por ello podamos reducir una a la otra, pues cada nivel posee su propia complejidad. Por tanto, para que el universo exista debe ser materia en movimiento con un sentido y tal sentido debe conformar una unidad de movimientos cuantitativos (hacia la pluralidad) y cualitativos (hacia el desarrollo), es decir, el universo es dialéctico, lo cual es nuestra sexta certeza.

Es momento de distinguir entre materialismo emergentista y dialéctico. Ambos coinciden en aspectos fundamentales como la materia en movimiento y los niveles de organización con propiedades emergentes, sin embargo, el emergentista explica de manera deficiente cómo se ha generado un nuevo nivel a partir de los otros en el transcurso de la historia natural, pues su visión no alcanza la noción de totalidad, en cambio el materialismo dialéctico concibe la naturaleza como un todo cualitativo y cuantitativo en donde la generación de un nuevo nivel se explica por una ley: “Ley del trueque de la cantidad en cualidad, y viceversa”. Tal postulado fue establecido inicialmente por Hegel y retomado por Engels, y significa lo que acabamos de exponer en el párrafo anterior: que se requiere de una pluralidad cuantitativa para dar un salto cualitativo a un nuevo nivel, esto lo observamos incluso en los aspectos más triviales, por ejemplo, para adquirir destreza en cualquier actividad, no basta aprender los elementos fundamentales (cualidad), sino que con la práctica constante se posibilita dominar alguna disciplina (cantidad), a su vez la mera práctica sin un nuevo aprendizaje no genera un mejoramiento real, sino un mero dominio de lo ya conocido.

3.2.1 Nivel universal. Es hora de trazar una brevísima historia natural que le brinde concreción a nuestra exposición, así pues, el nivel universal se compone de los elementos que abundan en todo el universo y no solamente en determinados lugares. El dato más antiguo que conocemos es el de la explosión del Big-Bang, en donde un átomo de materia sumamente comprimida explotó y dio origen a la expansión del cosmos, en los primeros momentos solamente había partículas subatómicas, las cuales son los constituyentes de los átomos: protones, electrones y neutrones. Los protones y neutrones por su parte están constituidos por quarks. Así un protón está formado por dos quarks up y un quark down. Los quarks se unen mediante partículas llamadas gluones. Existen seis tipos diferentes de quarks (up, down, bottom, top, extraño y encanto). Existen también otras partículas elementales que son responsables de las fuerzas electromagnéticas (los fotones) y débiles (los neutrinos). Todas estas partículas con el paso del tiempo se fueron enfriando y formaron  92 elementos o átomos distintos, a su vez estos átomos se fueron ligando por enlaces covalentes o metálicos para formar moléculas. Así vemos, pues, cómo la pluralidad de elementos de cada nivel y su acontecer en tiempo y espacio hicieron posible su desarrollo de modo que generaron nuevos niveles de organización de la materia. Y en el plano astrofísico, estos elementos formaron las galaxias, los sistemas solares, los planetas y todos los demás objetos astronómicos)… (continuará)

lunes, enero 12, 2009

Reyertas 20: ¿Cuál plan anticrisis?

El pasado miércoles 7 de enero se presentó en Palacio Nacional el Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo para Vivir Mejor, tal como lo consignaron diversos medios de comunicación la ceremonia hizo recordar aquellos actos protocolarios de la época en que gobernaron Miguel De la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari, en que la mal denominada “clase política” se desbordaba para respaldar al presidente en los Pactos para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE). Tales acuerdos fueron vistos por los panistas de entonces como populistas. Hoy, el tercer intento calderonista por presentar un proyecto anticíclico, es visto por los panistas como una necesidad prioritaria para el país.

Sin embargo, lo que ni hace 20 años ni ahora logran comprender nuestros sagrados gobernantes es que el problema de la economía nacional no se reduce al de los incentivos para que los capitalistas inviertan más en el país. Sino en la destrucción sistemática del mercado interno al volcar la parte fundamental del sector productivo al sector de las exportaciones hacia Estados Unidos, al tiempo que se desintegró la parte que permitía satisfacer la demanda nacional.

Sin caer en el lugar común de: “todo pasado fue mejor”, habrá que señalar que durante los dos últimos sexenios (1971-1982), que los neoliberales califican de populistas, del nacionalismo revolucionario, el promedio anual de la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) fue de 6.3%. En cambio, cuando De la Madrid y Salinas de Gortari remataron más de 1,100 empresas que poseía el Estado, el promedio anual del PIB cayó a 1.7%, todo según cifras del INEGI.

Es cierto, que la economía nacional tenía demasiados rezagos en el periodo 1971-1982; que la inflación y la corrupción eran graves en aquellos momentos, pero al menos el crecimiento dinámico de la producción reflejaba que había una integración del mercado interno que permitía a los mexicanos consumir una buena parte de sus satisfactores con productos nacionales. En gran parte, lo anterior era producto de la estructura económica construida gradualmente desde los años treinta del siglo XX. Mientras tanto, en el periodo 1983-1994, el pobre rendimiento de la economía nacional se debió a la destrucción de esa articulación alcanzada. Aquí podría argumentarse que se está siendo demasiado severo, aunque no sea así, con esos gobiernos neoliberales, ya que les tocó enfrentar un periodo de intensas transformaciones estructurales encaminadas a ofrecer resultados a mediano y largo plazo. Aceptando sin conceder tal argumento, habría que revisar si en el largo plazo esas reformas estructurales realmente han dejado sentadas las bases para una redinamización del mercado interno nacional. Partiendo de que una década es suficiente para hablar de largo plazo y de que en las elecciones del año 2000 se presentó un resultado que, supuestamente, democratizó definitivamente al país, lo cuál se traducía, según los grandes analistas, en mejores condiciones para el crecimiento económico del país; habría que revisar la situación de los últimos ocho años para corroborar qué tan efectivo ha sido eso del modelo neoliberal. En ese sentido, las cosas difícilmente podrían ser peores. El crecimiento promedio anual en el periodo 2001-2008 apenas alcanza el 2.5%.

Resultaría poco serio señalar que los magros resultados han sido porque las reformas no se han llevado a fondo y que todavía les falta desarrollar los objetivos que pretendían. Basta revisar las estructuras de la economía nacional para demostrar que los postulados propuestos por las reformas neoliberales se han cumplido al pie de la letra y en la mayoría de los casos, tanto como han buscado los capitalistas de libre mercado: la reforma al artículo 27 de 1992 logró que los grandes beneficiarios de la producción agropecuaria fuesen las trasnacionales alimentarias, el saldo negativo de pérdida de la soberanía alimentaria y una expulsión anual de campesinos represente el grueso de los emigrantes hacia Estados Unidos (entre 300 mil y 600 mil anuales desde 2001) son meros accidentes; la privatización y posterior desnacionalización de la banca ha permitido que al rededor del 90% del sistema de pagos nacional esté en manos de extranjeros que sí saben como manejarlo, ello ha generado las condiciones para el incremento de la Inversión Extranjera Directa, que ya en 2007 superó la cifra anual de los 23 mil millones de dólares, lo cual justifica plenamente que el ahorro y los créditos para la producción estén casi nulificados; la apertura de las fronteras a la libre circulación de mercancías provenientes de E.U. y Canadá permite que el 20% de la población pueda tener acceso a una diversidad de marcas de primera calidad para satisfacer sus necesidades, sin importar que el 80% restante tenga que buscar los productos que buscar entre la gran diversidad de mercancías las de calidad menos mala, ni que el valor de la fuerza de trabajo (es decir, el precio medio) ronde los $4,700 mensuales (según los datos de la Organización Internacional del Trabajo).

Ahora, en medio de la crisis económica internacional, México se ha sumado a ella no porque sea un efecto colateral e inevitable de la globalización. No se trata nada más de una crisis importada por lo acontecido en Estados Unidos. Se trata de un fenómeno económico afectado por la situación mundial, pero que básicamente está determinado por las propias contradicciones de la situación nacional: la desarticulación del mercado interno, que se ha venido realizando desde hace 25 años.

Sin embargo, Felipillo I (el espurio) sigue empeñado en eludir la responsabilidad de su gobierno, por tanto, sostiene vehementemente que la actual es una crisis importada que nadie en el mundo pudo haber previsto y mucho menos hacer algo para evitar el contagio. En consecuencia el Acuerdo anunciado con bombo y platillo, no hace mucho además de repetir líneas muy generales que se  incluían en las dos ediciones anteriores de los planes oficiales frente a la crisis, tanto la del 4 de marzo de 2008 como la del 9 de octubre del mismo años, incluían, al igual que el nuevo acuerdo, la protección a las fuentes de empleo, la realización de obras de infraestructura, la promoción de las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) y la aplicación puntual, eficiente y transparente del gasto público. Estos cuatro lineamientos (Felipillo les da el pomposo nombre de “pilares”) han sido la constante en las tres presentaciones del programa anticrisis.

Lamentablemente para su causa, es imposible inferir que las políticas “anticíclicas” tomadas por el gobierno han sido triunfantes cuándo se han debido anunciar como nuevas en tres ocasiones. Esta tercera presentación del plan anticrisis no es más que una confesión de parte en la cuál se reconoce que las dos anteriores han sido fallidas. ¿De verdad se espera que haciendo lo mismo, bajo las mismas circunstancias, se obtengan resultados diferentes?

En términos reales la parte fuerte de estos programas anticíclicos es la construcción de infraestructura, la cuál indudablemente es necesaria en función del desarrollo de las fuerzas productivas. No obstante, hay dos problemas serios con este punto bajo el enfoque calderonista: 1) la infraestructura construida de forma irreflexiva, sin contemplar las necesidades del mercado interno, termina por ser un gasto y no una inversión, y 2) los resultados de la concentración sobre este punto, no son inmediatos ni útiles para paliar las crisis capitalistas, simplemente son la base para incrementar la generación de riqueza en los momentos de auge de los ciclos económicos, es decir, no alcanza siquiera a modificar los modelos económicos. Sin embargo, la forma concreta en que se presenta el modelo de acumulación neoliberal, sirve para que esa riqueza se concentre en unas cuantas manos. Muy poco, o nada, para desarrollar el mercado interno.

Además de una creación bien planeada de infraestructura, el capitalismo necesitaría tomar otro tipo de medidas como: una reforma fiscal que en lugar de basarse en el igualitarismo tomase como principio la recaudación progresiva (mayor tasa impositiva para quién percibe mayores ingresos), lo cuál incluye el cobro de tarifas eléctricas, combustibles y de uso de aguas y saneamiento; el fortalecimiento de los programas de desarrollo tecnológico, volver a una política de seguridad social solidaria y, la recuperación de los salarios, con alzas significativas (no los miserables $2 por año), pero aparejado con medidas efectivas para erradicar las prácticas especulativas que evitan la circulación de las mercancías, lo cuál es la verdadera causa de la inflación.

Este tipo de medidas no solamente están vedadas para los grandes cerebros neoliberales que dirigen nuestra nación, por tanto, será indispensable para llevarlas a la práctica que las clases subsumidas tomen la iniciativa: la pasividad no hará más que fortalecer la polarización del ingreso, agudizando la miseria de la mayoría. Esto lo saben perfectamente los capitalistas, por eso el charro Gamboa Pascoe (¿dirigente obrero?) calificó de “accesorio” el derecho de huelga. Hoy más que nunca los trabajadores debemos ejercerlo para que efectivamente cambien las políticas económicas por unas que sirvan para desarrollar al mercado interno. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

lunes, enero 05, 2009

Reyertas 19: Israel: perseguidos y perseguidores

El pueblo hebreo, a lo largo de la historia, ha sido uno de los que ha sufrido mayor persecución y despojo. Su paso del nomadismo al sedentarismo no fue más complejo que para muchos otros pueblos. Independientemente de la posición que se tenga frente a los aspectos religiosos, el Antiguo Testamento nos brinda un testimonio histórico interesante sobre las vicisitudes que el pueblo hebreo pasó para establecerse. Siempre vagando por el norte de la península arábiga, en la zona que los historiadores y geógrafos conocen como la media luna fértil (desde la desembocadura de los ríos Tigris y Éufrates continúa hacia el norte a lo largo de la ribera de ambos ríos, hacia las tierras que hoy forman Siria y el sur de Turquía y vuelven hacia el sur siguiendo la costa mediterránea). Durante varios siglos los hebreos fueron estableciéndose en las ciudades fundadas por los sumerios, caldeos, asirios, hititas, egipcios y canaaneos, siempre como huéspedes: sin un territorio propio. Tal condición fue dejándoles un bagaje cultural importante; asimilaron muchas de las costumbres y ritos de los anfitriones, un par de ejemplos son: el diluvio universal que originalmente era una leyenda sumeria (pueblo que habitaba la región que los griegos denominaron Mesopotamia) y los mandamientos (no solamente los diez de Moisés sino todos los que se recogen en los cinco primeros libros del Antiguo Testamento) que fueron una adaptación de los Códigos legales vigentes en Babilonia (algunos historiadores se refieren al Código de Hammurabi). Entre ese carácter nómada y las costumbres eclécticas de los hebreos, sus anfitriones solían verlos con cierta desconfianza e incluso con frecuencia se les reducía a la esclavitud, claro que en aquella región y en aquél tiempo la esclavitud se desarrollaba de forma muy distinta a la que sufrieron los pueblos africanos a manos de los europeos en tiempos más recientes, pero no dejaba de ser un acto de sumisión forzada ante las clases dirigentes.

Tal desconfianza hacia los hebreos fue reforzada hacia finales del siglo XI a.C. cuando despojaron violentamente a las tribus canaanitas que poblaban Palestina, para fundar ahí el reino de Israel. Desde entonces los hebreos fueron construyendo un Estado basado en una ideología que se arrogaba para sí la preferencia de su Dios y el origen étnico semita, algo completamente paradójico pues tal origen se refiere a todos los pueblos que se asentaron en la península arábiga desde los trashumantes clanes árabes en el desierto hasta los armenios en el norte, desde los sumerios y caldeos en el oriente hasta los canaaneos e hititas en el occidente.

Con la expansión de Roma, al final de la República en el siglo I a.C. Israel quedó sometido a la administración secular romana que introdujo formas de esclavismo más parecidas a las europeas, pero el colaboracionismo de las clases dirigentes hebreas les permitieron conservar sus costumbres religiosas y la jerarquización de su sociedad. Esa situación originó diversos intentos del pueblo judío por liberarse del yugo romano y de los sacerdotes hebreos. Así, hacia el año 70 d.C., en los inicios del Imperio romano, Jerusalén fue destruida por orden del emperador Vespasiano y los judíos fueron exiliados de Palestina en represalia por sus insurrecciones contra Roma. Así comenzó un largo peregrinar de los grupos judíos por el mundo, principalmente por Europa. Durante diecinueve siglos volvieron a ser un pueblo huésped para otras naciones.

En todo ese tiempo los judíos desarrollaron las más diversas actividades, contribuyendo a enriquecer la cultura de sus anfitriones, bien directamente o financiando las artes; ejemplo de lo anterior fueron los Sefardíes, cuyas aportaciones fueron claves para la cultura española. Sin embargo, hubo también un segmento de los judíos que se dedicaron al comercio y la usura: el precio de su florecimiento fue la acentuación de su infamia. Aunque, en muchos sentidos, esta adición a su leyenda negra estaba cimentada en elementos verídicos: hacia finales de la edad media e inicios del renacimiento los usureros más exitosos eran judíos; así, el Shylock descrito por Shakespeare en El mercader de Venecia no era una simple invención propagandística “antisemita”, sino que era el reflejo de las prácticas que realizaba una parte del pueblo judío; la cuál, por cierto, supo aprovechar su fortuna para aliarse con las clases poderosas cristianas. Detrás de las repúblicas italianas y holandesas que desarrollaron los primeros intentos capitalistas entre los siglos XIV y XVI, estaba el financiamiento aportado por los usureros judíos. Posteriormente, el imperio napoleónico y el británico en el siglo XIX tuvieron detrás un apellido en común: Rothschild. Este apellido era el de la familia judeoalemana que dirigía al grupo financiero y bancario más importante de Europa en el siglo XIX.

La idealización de los judíos como usureros sumada a su perseverancia en sus costumbres, sus particularidades étnicas y la idea de su complicidad en la crucifixión de Jesucristo, sustentaron que se les viese como “enemigos” dentro de las sociedades en que se instalaban. Tal situación permitió a gobernantes usarlos como chivos expiatorios en momentos de crisis. En casi todas las naciones europeas hubo algún momento en que los judíos fueron expulsados. Como puede apreciarse la idea paranoica sobre la “gran conspiración judía” no es algo reciente, al menos en esencia.

Por otro lado, los Rothschild fueron también los principales financiadores de la discusión sobre la “cuestión judía”, que estuvo en boga durante el siglo XIX e inicios del XX, que dio origen al sionismo. El patrocinio del barón Edmond James de Rothschild permitió que en 1882 se fundase el primer asentamiento judío en Palestina (Rishon-LeZion) tras casi dos milenios. Gracias a la influencia de estos banqueros ante la corona británica (el imperialismo hegemónico entonces) continuó el experimento de repoblación judía en Palestina a costa de los demás pueblos semitas, que por entonces estaban bajo el yugo británico o turco. Poco después, los Rothschild aprovecharon la premura británica durante la primera Guerra Mundial para obtener la Declaración de Balfour en 1917, mediante la cuál Gran Bretaña se comprometió con el sionismo a crear un hogar nacional judío en territorio palestino. Las rebeliones de las naciones árabes obligaron a posponer la pretensión sionista en 1920, pero no a abandonarla.

En sus inicios el sionismo no solamente fue apoyado por la burguesía pro imperialista de los Rothschild, había un ala socialista encabezada por David Ben-Gürión, un judío polaco que en 1906 emigró a Palestina y fundó el Partido Laborista, además de las granjas comunitarias o Kibbutz. Gracias a esa segunda faceta del sionismo es que la idea de fundar un Estado hebreo en Palestina ganó el apoyo de la URSS. Con éste, al igual que el renovado entusiasmo británico por organizar los territorios de Palestina con la publicación del Libro Blanco, meses antes del estallamiento de la II Guerra Mundial; el sionismo obtuvo el apoyo necesario para fundar su Estado, lo cuál se concretó en 1947. El establecimiento de Israel, no solamente fue posible gracias a las alianzas internacionales, dentro de Palestina los mismos judíos realizaron una lucha intensa que en muchas ocasiones llegó al terrorismo: resulta hipócrita señalar hoy a Hamas por su terrorismo cuando la Hagana empleaba métodos bastante similares.

En Israel la línea conservadora-burguesa pronto logró establecerse como la dominante dentro del sionismo a tal punto que hasta la URSS terminó rompiendo relaciones con ese Estado, al tiempo que el apadrinamiento pasó de la Gran Bretaña a Estados Unidos. El belicismo expansionista israelí contra sus vecinos palestinos fue creciendo al ser solapado por el imperialismo yanqui. Se posibilitaron episodios realmente nefastos para la humanidad como la guerra de los Seis días en 1967 o las masacres de Sabra y Chatila en 1982.

Resulta ofensivo e irreal negar el genocidio contra los judíos realizado por los nazis durante la II Guerra Mundial, tanto como negar el genocidio contra los armenios realizado por los turcos entre 1915 y 1917, pero no por eso se puede caer en el cuento de apoyar todas las acciones que el sionismo israelí está realizando para exterminar al pueblo palestino en sus reductos de Gaza y Cisjordania. Los trabajadores del mundo (comenzando por los judíos) tenemos que oponernos a las acciones genocidas de Israel, sobre todo con la nueva ofensiva iniciada el 27 de diciembre de 2008; no porque sea políticamente correcto o por la visceral simpatía hacia el más débil. Ni Hamas ni la ANP son blancas palomitas, en el Islam conservador practicado por Hamas y el colaboracionismo de Mahmmud Abbas también hay una ideología opresiva contra los trabajadores; sino porque se trata de un pueblo al cuál se le está negando su derecho a la autodeterminación, y se lo está negando el imperialismo: los grandes capitalistas internacionales. Para que el proletariado palestino pudiese revolucionar Palestina, primero es indispensable que exista Palestina. Resulta insultante, además de demostrar el provincialismo de los intelectuales mexicanos, el distraer el punto central del problema judeo-palestino con estériles condenas contra un articulista, cuando el imperialismo impone la destrucción de miles de trabajadores. Ni la derrota ni la muerte son opciones para nosotros ¡NECESARIO ES VENCER!

jueves, enero 01, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 10:

El Ser

Análisis filosófico del universo

(1ra de 4 partes)

Por: Sagandhimeo

Para Raúl,

Por nuestra amistad.


INTRODUCCIÓN

La principal labor de la filosofía consiste en responder a las preguntas fundamentales del ser humano y del universo, previo a esto se requiere indagar sobre qué existe, de qué están hechas las cosas y la más abstracta de las preguntas: ¿Qué es ser?, es decir, ¿Qué es la existencia y cuál es su sentido? En esta obra se intentará contestar a tales interrogantes, yendo de lo más simple a lo más complejo.

1. ¿Qué existe?

Preguntar sobre qué existe pareciera una de esas preguntas que sólo se hacen los filósofos por mera erudición, pues todos damos por sentado que existe lo que nos rodea y nosotros mismos, pero si se trata de estar absolutamente seguros de que algo existe, resulta difícil comprobarlo. Tan es así que hubo un filósofo que se atrevió a argumentar que nada existe: Gorgias. Más adelante se criticarán sus argumentos, por el momento basta decir que ni él mismo se tomó en serio su teoría, pues como escéptico creía que todo se basaba en opiniones y que no hay ningún conocimiento de la realidad. Ahora bien, podemos tratar de argumentar que existe lo que nos rodea porque lo percibimos, pero no podemos estar seguros de esto, pues un sicótico cree percibir aquello que no existe, esto implica que puedo dudar provisionalmente de todo, pero no puedo dudar de que estoy dudando pues ya lo estoy haciendo y si dudo es porque pienso: así es como llegó Descartes a afirmar que “si pienso, por lo tanto existo”,  pero del pensamiento no se sigue que yo exista, así como de la digestión no se puede deducir un yo digestor (Hume),  solamente podemos asegurar que existe el pensamiento, lo que habremos de denominar nuestra primera certeza.

Por otro lado, si sólo existiera el pensamiento, no podría hacer otra cosa que pensarse a sí mismo (como el Dios neoplatónico), es decir, pensar el pensar, lo cual es un contrasentido, pues todo pensamiento requiere de un material, tal como expone Kant: “pensamientos sin contenido son vacíos”. Por tanto, el pensamiento requiere de un material fuera de él para poder pensarlo, es decir: tiene que existir una realidad que se aprehende para que haya pensamiento. Aun se podría objetar que lo que se aprehende es mera ilusión, pero las ilusiones no pueden existir sin una realidad que las sustente, es decir, si sólo existieran éstas, no tendría sentido llamarlas ilusiones, pues no habría una realidad con la cual verificar su falsedad (Hospers), por tanto, existe la realidad, lo que será nuestra segunda certeza. Mas adelante abundaremos sobre la idea de realidad, baste decir que esto implica que los pensamientos no son idénticos a la realidad, pues requieren de un proceso de aprehensión.

Por otro lado, existen dos grandes posturas ontológicas: el sensualismo subjetivo y el objetivo. El primero lo adoptaron los empiriocriticistas, Berkeley y Fitche, entre otros, el cual sostiene que sólo existen las sensaciones y el sensor, en tal caso ya vimos que la misma sensación puede ser un engaño patológico de la mente, además se le puede aplicar el mismo criterio que al pensamiento puro: si sólo existe la sensación no puede hacer otra cosa que sentirse a sí misma, es decir sentir a la sensación, lo que se refuta con un argumento que bien pudo ocurrírsele a Kant: sensaciones sin contenido son nulas; por último, creer que sólo existen las sensaciones conlleva a un solipsismo, es decir, a creer que sólo existo yo y mis sensaciones, y ya vimos que ni el “yo” puede darse por hecho en semejantes circunstancias. A su vez el sensualismo objetivo sostiene que nuestras sensaciones corresponden a una realidad, la mayoría de las filosofías como los materialismos e idealismos parten de este presupuesto, como se verá en adelante.

2. ¿De qué está hecha la realidad?

Una vez que hemos llegado a la certeza de que la realidad existe, es momento de analizar de qué está hecha. La gran corriente de sensualismo objetivo sostiene que nuestras sensaciones y pensamientos requieren de un material para efectuarse. Ahora bien, como “pensar siempre es pensar algo” (Hume), es evidente que los pensamientos son una mera forma y no pueden tomar su contenido de otros pensamientos sin más, pues en última instancia se requiere de un contenido que no sea el pensamiento mismo, es decir que la realidad es material al menos como el contenido del pensamiento lo cual será nuestra tercera certeza. En ese sentido, no solamente los materialismos afirman que la realidad es material, pues los idealismos también lo sostienen aunque para éstos la materia sea secundaria.

Analicemos, pues, la corriente idealista. Aun cuando el idealismo ha tomado una gran multiplicidad de caminos, “todas las direcciones filosóficas idealistas coinciden, en el fondo, en admitir que la conciencia es lo primario, en tanto que la materia es lo que deriva de la conciencia” (Cherkashin). Sobre este punto nos encontramos con el más antiguo de los idealistas: Platón, quien sostenía que la materia es el receptáculo pasivo de las formas, que a su vez son ideas: sólo el alma puede moverse por sí misma. Veamos cómo responde el idealismo en diversos ámbitos. En el plano físico, se considera que la materia es un elemento pasivo, el cual no puede transformarse por sí mismo a menos que una conciencia externa la manipule, en ese sentido, la realidad es el producto de la manipulación humana o de un ser que posea conciencia, en tal caso, la realidad requiere de un ser que haya creado todo. Esto solamente provoca que desplacemos el problema: tratamos de explicar de qué está hecha la realidad y ahora tenemos que explicar la existencia de un creador (véase mi obra EL NO SER), tanto como si en lugar de explicar el funcionamiento de un reloj dijéramos que lo construyó un relojero (Hospers). En el plano biológico, el idealismo toma la forma de vitalismo, el cual postula que la vida no puede surgir de la materia inerte, sino que requiere de una fuerza vital para generarse, aquí ocurre algo similar al ejemplo anterior: si queremos explicar el fenómeno de la vida y proponemos un agente externo que la produce: desplazamos el problema a tener que expresar en qué consiste la fuerza vital, tanto como creer que un auto avanza por una fuerza automovilística y no por gasolina. Vemos pues, que el idealismo es deficiente tan sólo porque no explica la realidad en su complejidad, sino que pretende comprenderla insertando elementos injustificados.

Analicemos ahora el mecanicismo, el cual sostiene que la vida, la mente, la sociedad y todo lo real: pueden ser reducidos a mecanismos físicos. Esta corriente tuvo precursores en el atomismo griego y tuvo un gran auge debido al éxito de la física en el siglo XVII, tal postura consistía en pretender que todo fenómeno es en última instancia mecánico. Leucipo y Demócrito sostenían, por ejemplo, que el alma se compone de átomos, lo cual no explica la complejidad de nuestra psique, sino que reduce su existencia a una mera materialidad. En el plano biológico los mecanicistas modernos postularían que la vida no es más que la combinación de moléculas, pero esto minimiza la complejidad de los fenómenos, pues no basta con reunir un cierto número de elementos para formar un todo, así como un conjunto de mujeres feministas no forman una asociación feminista. En ese sentido el mecanicismo es insuficiente tan sólo porque en lugar de explicar la complejidad de la realidad, la reduce a su materialidad.

Por tanto, aun cuando la realidad se componga de materia, requerimos de una explicación más óptima de su constitución, pues concebirla como una mera sustancia pasiva conlleva tener que inventar agentes externos que le den forma o que caigamos en reduccionismos. En ese sentido, existen dos posturas que poseen una idea de materia más acabada: el materialismo emergentista y el dialéctico. Más adelante señalaremos sus diferencias, por el momento las abordaremos como una sola corriente que puede ser denominada científica, moderna o contemporánea. “El materialismo moderno afirma que si bien todo existente real es material, las cosas materiales se dividen en al menos cinco niveles de integración cualitativamente diferentes: físico, químico, biológico, social y técnico. Las cosas de cada nivel están compuestas por cosas de niveles inferiores y poseen propiedades emergentes, de las cuales sus componentes carecen. Por ejemplo, un subsistema cerebral capaz de tener experiencias mentales de algún tipo está compuesto por neuronas, células gliales y otros tipos de células, ninguna de las cuales es capaz de tener pensamientos; del mismo modo, una empresa comercial, aunque está compuesta por personas, ofrece productos que ningún individuo podría producir” (…) También es pluralista, en el sentido de que reconoce que una cosa material puede tener muchas más propiedades que las que le asigna la mecánica” (Bunge). En ese sentido, la vida, la mente y la cultura no son reales por sí mismos, pues eso conllevaría caer en idealismos, sino que su realidad reside en que se componen de materia: no existe vida sin moléculas orgánicas, no existe pensamiento (ideas) sin cerebro y no existe cultura sin grupos humanos. Resaltando que aun cuando tales elementos existan porque se componen de materia, no pueden reducirse a ella (fisicismo), pues sus elementos emergentes lo impiden.

Ahora bien, hasta aquí hemos manejado el concepto de materia como el material de la mente, lo que no debe malinterpretarse como un mecanicismo epistémico, baste decir que si bien es cierto que la materia es el material de la mente: su complejidad no depende del sujeto cognoscente. Para el materialismo moderno esto no es suficiente, pues tampoco puede definirse la materia como aquello que puede percibirse mediante los sentidos, dado que “los entes materiales no pueden identificarse con los objetos masivos, ni menos con los macizos o sólidos, desde que se descubrieron campos sin masa tales como el electromagnético y el neutrínico. Y los objetos materiales no pueden definirse como los que existen independientemente del sujeto, porque un idealista objetivo afirmará la existencia autónoma de objetos inmateriales tales como ideas.” (Bunge) Por tanto, debemos encontrar un factor que determine lo que es material. En el apartado anterior vimos que el pensar y el sentir no pueden existir sin un material para procesarlo, pero no basta con que el material pueda aprehenderse, pues bastaría con aprehenderlo de una sola vez para que terminara su accionar, el hecho de que la mente pueda aprehender una y otra vez el material del exterior: manifiesta que tal elemento se mueve. Es así como llegamos a nuestra cuarta certeza: la realidad se mueve, o, como explica Bunge, “podemos pues caracterizar un objeto material como un objeto que puede estar por lo menos en dos estados, de modo que puede saltar de uno a otro”. Esto coincide en cierto sentido con Hegel (quien parte de Heráclito), pues él postulaba que la realidad se compone en primera instancia por la triada “ser-nada-devenir”, es decir, que el ser solamente “es” cuando posee la posibilidad (la nada) de devenir. También coincide de cierto modo con el atomismo griego, pues Demócrito postulaba que los átomos (el ser) requieren de un vacío (nada) para moverse (devenir). También podemos encontrar cierta similitud en Heidegger, pues postula que “ser y tiempo se determinan recíprocamente”. En ese sentido, el espacio y el tiempo no pueden existir por sí mismos, pues hemos visto que explicar la realidad mediante agentes inmateriales es injustificado, por lo que el espacio sólo puede ser materia espaciada y el tiempo materia en movimiento (Engels, Bunge). Cabe mencionar que no se trata de trivializar el concepto de tiempo en Heidegger, baste decir que toda idea de tiempo implica movimiento. Asimismo, la idea de eternidad no tiene posibilidades de existencia real, pues si se entiende como tiempo indefinido no se hace más que extenderlo a niveles injustificados, dado que como el tiempo no puede existir sin materia, no puede prolongarse más allá de ella; en ese sentido la idea de eternidad como un estado fuera del tiempo no tiene sentido, pues materia y movimiento no pueden separarse y, finalmente la idea de eternidad como el eterno presente no es más que una obviedad.

Mediante la certeza de que la realidad es materia en movimiento podemos hacer un breve paréntesis para analizar la postura clásica de Parménides sobre el ser, el cual consiste en plantear que la realidad es y la nada no es, pues si es no puede no ser y si no es no puede ser, por lo tanto lo que es, es y lo que no es no es. Más que un mero juego de palabras, Parménides trata de negar el movimiento, argumentando que lo que es lo será siempre y lo que no es nunca será nada, por lo que sólo puede existir  un Gran Ser estático y todo lo demás es mera apariencia: el devenir y la multiplicidad. Es difícil concebir una realidad en la cual sólo existe un gran ente (cosa) uniforme y estático, pues la única forma de que esto ocurra es que el ser no sea nada, y así es como Gorgias llega a la conclusión de que nada existe, por lo que el argumento parmenídeo se refuta a sí mismo. A su vez se puede contestar a la pregunta de Leibniz: ¿por qué existe algo en lugar de nada? Respuesta: porque la existencia absoluta de la nada es inconsecuente, en tanto que si el ser se constituye por la nada, el ser no es nada, por lo que necesariamente tiene que existir algo (y este algo debe estar en movimiento para no volver a caer en el mismo artilugio del inicio del párrafo)… (continuará)