Obras verbales
“A la una y media de la madrugada del viernes, un fuerte estruendo despertó a cientos de familias residentes en el municipio mexiquense de Valle de Chalco, tras lo cual una inmensa corriente de aguas negras anegó sus casas. A esa hora se fracturó uno de los muros de contención del canal La Compañía y en cuestión de minutos el líquido cubrió la autopista México-Puebla. Esta es una tragedia que se repite, dijeron vecinos, quienes en su mayoría se quedaron en las azoteas.” (Pie de la foto tomada por Alfredo Domínguez, publicada en la primera plana de La Jornada, 6/2/2010). Diez años atrás, en junio de 2000, el río de aguas negras, La Compañía, se desbordó. En aquel momento las torrenciales lluvias de finales de mayo ocasionaron que los muros de contención del río se rompiesen. El saldo fueron 5,000 familias que quedaron damnificadas. La responsabilidad por aquella inundación, según la Comisión Nacional del Agua (entonces, CNA), recayó en la sobreexplotación de los mantos acuíferos que ocasionó el hundimiento del suelo de la zona.
A partir de ese momento, los gobiernos que se han sucedido a lo largo de estos diez años, tanto federales como los del estado de México y del Distrito Federal, han promulgado en diversas ocasiones, que realizan cuantiosas inversiones para evitar otro desbordamiento de dicho río. En el año 2006 que las obras definitivas se terminarían en 2008. Sin embargo, para febrero de 2008 los funcionarios de la Comisión Nacional del Agua (ahora, Conagua) informaron que tras dos años de trabajos solamente se habían concluido el 40% de las obras. Para compensar el retraso, el gobierno capitalino de Marcelo Ebrard difundió con gran amplitud la puesta en marcha de cuatro bombas que permitirían desalojar las aguas residuales de la ciudad a través del Gran Canal.
Sin embargo, toda parafernalia informativa de los gobiernos que han pasado en los diez años recientes, ha sido completamente vana. Los pasados días 4 y 5 de febrero las inundaciones por desbordamiento de los ríos de aguas residuales volvieron a hacerse presentes. Primero fueron el río de los Remedios y el Gran Canal del Desagüe (el de la millonaria inversión ebrardiana) los que colapsaron ocasionando que las aguas saturasen las calles de varias colonias en las delegaciones Venustiano Carranza, Iztapalapa y Gustavo A. Madero, en el D.F. y de los municipios de Nezahualcóyotl y Ecatepec en el estado de México. Al día siguiente, una vez más: Valle de Chalco.
¿Planificación urbana? ¿Para qué?
Esta serie de inundaciones que han afectado al Valle de México y al estado de Michoacán, demuestra dos cosas preocupantes. La primera es que el gasto que los tres niveles de gobierno destinaron a la urbanización de la región ha sido muy mal empleado, ya que se carece de la más mínima planeación urbana. Segundo, que en realidad la Comisión Federal de Electricidad (CFE) carece de los elementos para operar con seguridad el suministro de energía eléctrica de la ciudad más importante, en términos económicos, del país.
El antecedente más cercano que se tiene en el país de un suceso como el ocurrido en estos primeros días de febrero de 2010, se tiene en las inundaciones que azotaron la ciudad de Villahermosa, Tabasco, en noviembre de 2007. Lo curioso es que en ambos casos los factores principales son los mismos. Falta de planeación urbana y deficiencias en CFE.
El problema con la urbanización no es nada más que se construyen espacios urbanos en lugares riesgosos, sin un criterio claro, privilegiando los intereses inmobiliarios de la industria de la construcción. También se trata de la construcción de infraestructura se realiza prescindiendo de toda tecnología que permita una convivencia menos invasiva entre los desarrollos urbanos y la geografía. Tanto en Villahermosa como en Valle de Chalco se edificó sin tomar en cuenta los cuerpos acuáticos que se invadían. En el caso tabasqueño, los humedales que controlan el nivel del agua del río Grijalva fueron sustituidos por complejos habitacionales y calles pavimentadas con asfalto. Lo mismo ocurrió con Valle de Chalco, aunque en lugar de un río, se trata del vaso del antiguo lago de Chalco, uno de los cinco que conformaban la cuenca del Valle de Anáhuac. El proceso paulatino de desecación del los lagos consiguió que para mediados del siglo XX, en la zona el agua cediese su lugar a las tierras de cultivo: los ejidos. Fue hasta finales de la década de los años setenta que se creó el municipio del Valle de Chalco. En aquel momento sus pobladores eran inmigrantes de las zonas rurales del país, de ahí la composición étnica de la zona sea altamente indígena. En consecuencia, los predios irregulares, las ciudades perdidas, proliferaron.
Sin embargo, la creación del municipio no resolvió los problemas de urbanización y mucho menos la problemática derivada de ese tipo de asentamientos. Por el contrario. Durante la década de 1980 Valle de Chalco se convirtió en un severo problema para los gobiernos federal y estatal. Sobre todo cuando una gran cantidad de capitalinos decidieron mudarse hacia ese municipio como consecuencia de la destrucción ocasionada por el terremoto del 19 de septiembre de 1985.
El gobierno de Miguel de la Madrid acusó la generación de un fuerte rechazo hacia su política neoliberal, cuando en 1988 la votación en favor del candidato priista, Carlos Salinas de Gortari, fue nula en ese municipio. En lugar del tradicional y corporativo apoyo al Partido Revolucionario Institucional (PRI) los habitantes de Valle de Chalco, conformaron uno de los bastiones más importantes del Frente Democrático Nacional (FDN), que en aquellas elecciones postuló a Cuauhtémoc Cárdenas.
En mucho, la crítica de los moradores de ese municipio, se debió al olvido en que se les tuvo. Durante años, no hubo servicios básicos de agua potable, drenaje, alumbrado público ni pavimentación de las calles. Eso marcó una oportunidad que le permitió a Salinas de Gortari legitimarse en el ejercicio de gobierno. Simple y sencillamente aprovechó la necesidad de los habitantes de Valle de Chalco para afianzar su ficción como un gobernante modernizador. Además, con la especial atención que Salinas le dio al municipio, consiguió dos ventajas al mismo tiempo. Desactivó un bastión en el que el Partido de la Revolución Democrática, heredero del FDN, tenía mucha fuerza y le sirvió como elemento publicitario para hablar de un México que gracias a él estaba saliendo del subdesarrollo.
En realidad, los esfuerzos del salinismo fueron para construir una escenografía política. Con el paso de los años se demostró que la urbanización se hizo sin la mínima planeación. El resultado de ello es que en cada temporada de lluvias, o en momentos de lluvias imprevistas, los habitantes del municipio mexiquense ven que su patrimonio, y hasta su existencia, se halla amenazada por el río La Compañía.
Un colapso largamente anunciado
El otro factor que quedó al descubierto tanto en el caso de Villahermosa en 2007 como en el de la Ciudad de México y su área Metropolitana, fue que la política de energía del gobierno es negligentemente homicida. En Tabasco, un factor que propició las inundaciones fue el privilegiar a los generadores privados de electricidad, por lo que las compuertas de las presas del río Grijalva se mantuvieron cerradas hasta que se puso en peligro la cortina de éstas. En aquella ocasión a la CFE no le interesó poner en riesgo a las poblaciones aledañas a la rivera del río. El caso fue ampliamente documentado por el Comité Nacional de Estudios de la Energía (CNEE).
En el caso del Valle de México también fue notoria esa política depredadora para favorecer la privatización del sector eléctrico. Desde varios años atrás, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) había denunciado que la directiva de Luz y Fuerza del Centro (LFC) estaba generando un rezago intencional con la finalidad de quebrantar a la empresa. El problema es que en ese intento por desmantelar a LFC se comenzó a poner en riesgo al pueblo mexicano, pues el aumento de las fallas en las líneas de transmisión estaba ocasionando que las bombas del drenaje profundo de la Ciudad de México no funcionasen de manera adecuada. Con el ilegal cierre (¿extinción?) de la LFC las fallas se multiplicaron como consecuencia de la incapacidad de los contratistas de CFE (recuérdese que la “empresa de clase mundial” carece de personal propio) carecen de la capacitación y experiencia necesaria para operar las antiquísimas instalaciones de la LFC.
En ese sentido, vale la pena recordar el Boletín de Prensa Urgente que el SME difundió el pasado 4 de febrero:
Estas afectaciones tienen su origen, no sólo en la cantidad inusual de lluvia caída en los últimos días, sino además que, derivado de la falta del fluido eléctrico ha sido imposible abastecer de energía para poder operar las compuertas del sistema de drenaje profundo, para así, permitir el desalojo de importantes cantidades del vital líquido de diversos ríos del Distrito Federal y del Estado de México. La suma de incapacidades e ineficiencias de funcionarios como Javier Lozano Alarcón y Alfredo Elías Ayub, han provocado el caos citadino y el justificado malestar generalizado, de la población capitalina y mexiquense.
En síntesis, tanto la ausencia de un plan para urbanizar racionalmente las comunidades de México como los engaños en el sector eléctrico demuestran que para el capitalismo la obtención de tasas de ganancia elevadas en cortos períodos de tiempo es lo más importante, incluso por encima de la vida de la sociedad. Los trabajadores mexicanos requieren de generar una conciencia de clase para romper con esa inercia del capitalismo. Se trata de algo fundamental, una lucha que incluso, es por la propia existencia del ser humano. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!
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