lunes, abril 12, 2010

Reyertas 85: La carrera

La izquierda social incurre en uno de dos extremos cuando se trata del asunto de los procesos electorales. Quienes optan por la vía institucional sobreestiman la posibilidad de una transformación a través de las elecciones. En cambio, quienes apuestan a la vía directa, satanizan la participación en comicios. Ese no es un debate nuevo para la clase trabajadora, desde la Primera (1864-1876) y la Segunda Internacional de Trabajadores (1889-1916) hubo agrias disputas sobre los métodos de lucha que debían utilizarse para revolucionar a la sociedad.

No se trata de preferir una u otra en abstracto. Cualquier transformación social implica emplear el método más correcto para alcanzar nuestros objetivos con mayor precisión. Eso significa alternar uno y otro dependiendo de las condiciones reales.

En anteriores entregas de Reyertas he abordado el asunto electoral en América, aunque no desde una concepción utilitarista, es decir, esa que reza: “hay que participar en las elecciones para cerrarle los espacios a la malévola derecha”. Por el contrario, se ha hecho en función de la movilización social generada y de la historia particular tanto de los partidos como de los personajes.

En el caso mexicano, es imperativo no perder de vista lo que ocurre con las cúpulas políticas. Si bien la magnitud de los grupos sociales que se activan o no, es determinante para conseguir los avances de los políticos profesionales. No es menos cierto que la capacidad que tengan éstos para concretar las fuerzas sociales que los respaldan, también cuenta, incluso dicha habilidad eventualmente puede crear condiciones para una mayor movilización social. No hay dirigente que triunfe sin masas, pero tampoco hay masas victoriosas sin una dirección adecuada.

La clase obrera está obligada a no desentenderse de lo que acontece en las estructuras políticas ni menos de la actividad práctica de la burguesía. Aunque también tiene la responsabilidad de evitar entramparse con esa dinámica. Ello supone esclarecer la situación para que los trabajadores sorteen la demagogia capitalista tanto como a la falsa opción del “menos malo”.

Tras las elecciones federales de 2009 el PRI quedó como el partido aventajado rumbo a las presidenciales de 2012, también sentaron una incógnita interesante: la posibilidad de organización social a partir de la abstención consciente. Es decir, el rechazo y deslegitimación de los profesionales de la política como un elemento a favor de los trabajadores frente a la hegemonía capitalista.

Esta segunda requiere de mayor desarrollo, pasar por su prueba de fuego. Al contrario la primera secuela, aparenta solidez. Aunque, las elecciones estatales que se realizarán el próximo julio pintaren un panorama distinto.

Guerra en el paraíso

Es notable el papel desempeñado por el PRI durante este sexenio. Pese a ser minoría durante la XL legislatura, consiguió imponer muchos de sus enfoques por encima de los planteamientos de del PAN o del PRD, las dos fuerzas que tuvieron más escaños durante dicha legislatura.

Esa situación se derivó de dos hechos muy concretos. La convalidación que los priistas hicieron del sutil golpe de Estado panistas, al imponer a rajatabla a Felipillo I, el espurio. Además, ante el entorno nacional los operadores políticos del PRI demostraron tener más habilidad para resolver los conflictos del Estado mexicano.

Así, las huestes priistas que se habían desarticulado durante el foxiato, se vienen rearticulando alrededor de figuras emblemáticas, sea por su experiencia como dirigentes o por la popularidad que les otorgaron los medios de comunicación masiva.

Eso obligó al calderonato a concederle demasiado al priismo con tal de establecer avances en sus compromisos con el capital monopolista. Esto, en cierto sentido, convirtió a Felipillo I, el católico, en rehén de los altos jerarcas del PRI. Para el gobierno panista fuese imposible sacar adelante elementos como la Reforma Petrolera o los presupuestos sin el aval de los priistas.

Tales procedimientos derivaron en una repartición desigual de los resultados. El calderonato ha cosechando los inconvenientes, mientras los priistas han cosechando las bondades. Hasta 2009 las elecciones estatales han sido un fracaso para el PAN. Inclusive las elecciones federales de 2009 le costaron la presidencia nacional panista a uno de los más allegados colaboradores de Felipillo I, el breve: Germán Martínez Cázares.

Para desgracia del priismo, la gloria no podía sostenerse todo el sexenio. Tras sus derrotas el panismo debe cambiar de rumbo, cosa que el propio Calderón tuvo que reconocer. Por ello, en los últimos meses, se ha presenciado una serie de modificaciones en la política de alianzas del gobierno federal. La revelación de los acuerdos entre el secretario de gobernación, Fernando Gómez Montt, el presidente nacional del PAN, César Nava, y las principales cabezas del PRI, sobre todo el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, exhibieron el doble juego que está asumiendo el calderonato. Las consecuencias eran bastante previsibles: la fisura de las filas priistas al quedar expuestos los movimientos furtivos que cada facción realizaba. Aunque también significó cierto distanciamiento entre el PRI y el PAN que, por un lado, obliga a la confrontación de los primeros con la presidencia, al mismo tiempo que, lo fuerza a buscar las alianzas con el PAN para no quedar aislado. Esa será la condicionante más notoria en las próximas elecciones estatales.

El miniplan

Ante la manifiesta ilegitimidad con la cuál el calderonato comenzó su sexenio lanzando un anzuelo que le permitiese tener mayor espacio político: la guerra contra el narcotráfico. En ese modo, ante la opinión pública, siempre se podría justificar la actuación del gobierno para combatir uno de los conflictos morales más preocupantes para los mexicanos. Para el calderonato ceder el resto de las acciones políticas a la posibilidad de la negociación con el PRI, pero arrogándose para sí la autoridad moral del combate al crimen organizado, representó mantener la capacidad para movilizar una base social considerable en torno al PAN. Pero, como se indicó arriba, esa estrategia le permitió al priismo avanzar demasiado para las expectativas del panismo.

En su momento eso resultó de particular importancia para los principales miembros de los gobiernos del PAN, pues les permitió concentrarse en los negocios personales que han ido generando con PEMEX al amparo del ejercicio del gobierno.

Aunque con el tiempo, a Felipillo I, el espurio, era imperativo darle un viraje a su política de alianzas. Para ello está recurriendo a más de una vía para desgastar la potencia subjetiva de movilización que posee el priismo. Principalmente recurre a dos complementarias: sujeta al PRI con acuerdos secretos y emplea los instrumentos del Estado para perseguir a los opositores. No solamente Gregorio Sánchez, candidato perredista al gobierno de Quintana Roo, ha sido perseguido judicialmente; según las versiones periodísticas disponibles, también Jesús Vizcarra (Sinaloa) y Francisco Olvera (Hidalgo) enfrentarían las sospechas judiciales del gobierno federal por sus nexos con el cartel del Golfo y los Zetas, respectivamente. Curiosamente, el candidato del PAN al gobierno de Durango, José Rosas Aispuro, de quién se presumen vínculos con El Chapo Guzmán, no enfrenta ninguna sospecha por las instancias federales.

El complemento al acoso jurídico-político está en las negociaciones soterradas que el calderonato estableció con algunos altos dirigentes del priismo. El más importante de esos acuerdos fue el firmado por la cúpula panista con la facción priista del Estado de México, encabezada por el gobernador Enrique Peña Nieto. El acuerdo, cuyo contenido fue publicado por el diario Milenio (12/03/10) tres días después de haber sido difundido públicamente por Beatriz Paredes (dirigente nacional del PRI) en la tribuna de la Cámara de Diputados.

Casi un mes antes, el 10 de febrero, el secretario de gobernación, Fernando Gómez Montt, el abogado de las mejores causas empresariales, renunció a su militancia panista sin dar un motivo preciso. Al día siguiente, Peña Nieto reconoció la existencia del pacto que había obligado a la renuncia del secretario. Las sospechas poco a poco fueron develando todo el entramado palaciego que se había erigido. El 4 de marzo César Nava reconoció que había firmado un acuerdo con Beatriz Paredes el 30 de octubre de 2009 que tenía la finalidad de intercambiar la aprobación priista de la propuesta presupuestal calderonista a cambio de evitar las alianzas entre el PAN y los partidos de izquierda.

En sentido estricto, el presupuesto para 2010 fue un avance importante para el capital monopolista pues abrió de facto resquicios para imponer sus necesidades. Mediante éste se dio la puntilla a la liquidación de Luz y Fuerza del Centro, se elevó un punto porcentual el Impuesto al Valor Agregado (IVA), condonó impuestos y entregó parte del espectro radioeléctrico a Televisa y TV Azteca. Aunque todos esos elementos son la parte no dicha del acuerdo firmado. La que realmente se redactó comprometía tanto al PAN como al PRI a no formar alianzas con otros partidos en el Estado de México hasta el 31 de julio de 2011, cláusula cuarta, y a que ambos partidos se comprometieron a realizar las reformas necesarias para limitar las coaliciones en el país, según la cláusula quinta.

Con el develamiento del acuerdo se dispararon los acontecimientos exhibiendo muchas de las contradicciones internas de los políticos profesionales, al tiempo que dan una idea más precisa del cambio de estrategia del calderonato rumbo a las elecciones de 2012.

Si del lado del PAN quedó completamente claro que el gran elector es el propio Felipillo I, el católico, en el PRI se demostró que las facciones en la cúpula no son tan inseparables como se han venido presentando. Las posiciones encontradas podrían ser el anuncio de una confrontación entre los partidarios de Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones y Beatriz Paredes.

En tanto, el calderonato creo una división artificial en su bando que le puede servir para seguir sacando raja política en los próximos meses. Si Gómez Montt quedó como el “policía bueno” también es cierto que en realidad quedó como un negociador debilitado cuyo sacrificio fue pospuesto para un momento más conveniente. En tanto que César Nava quedó como el “policía duro” que mediante una actitud rijosa podría sacar resultados más favorables para que su partido remonte en la preferencia del capital hegemónico.

El nieto se despeña

De manera atinada el diputado panista Javier Corral, en entrevista con Jesusa Cervantes de Proceso (14/03/10, p. 6-9), argumentó que el principal afectado en todo el asunto fue el principal aspirante a la presidencia en 2012: Enrique Peña Nieto. De hecho, Corral sugirió que la filtración llegó a Beltrones desde Los Pinos para que fuese una mano priista la que sacrificase al gobernador mexiquense. Sin embargo, Peña Nieto se adelantó a difundir la noticia para minimizar el daño político y tener tiempo para recuperarse rumbo a las elecciones presidenciales.

La especie vertida por Corral es completamente plausible y demuestra que el panismo ha aprendido de la experiencia que tuvo el foxiato cuando intentó descarrilar por cualquier medio al candidato que llevaba mayor ventaja rumbo a las elecciones de 2006. En lugar de desaforar a Peña Nieto, como Fox lo intentó con López Obrador, Felipillo I, el espurio, busca dar golpes más sutiles que vayan disminuyendo la ventaja del priista, mientras se desarticula la unidad interna del PRI.

No obstante, la ventaja de Peña Nieto todavía radica en su alianza con la principal televisora, la de Emilio Azcárraga III, y en el control que este gobernador ejerce sobre la cámara de diputados mediante los más de 30 peñistas que encabezan la bancada del PRI, además de la lealtad que Francisco Rojas (coordinador de los diputados tricolores) tiene hacia Peña Nieto.

Dada su fortaleza sustentada en haber obtenido la mayoría de las corrientes priistas, el gobernador mexiquense, logró superar el escándalo de los acuerdos sin mayor daño inmediato. Pero el precedente está asentado, lo que a mediano plazo podría complicarle las aspiraciones presidenciales. Sobre todo cuando al interior del PRI se dé el momento de tomar la decisión sobre el candidato presidencial.

¿Y dónde está la izquierda?

Más allá de la destemplada protesta ante el Instituto Federal Electoral (IFE) que los dirigentes de la coalición de partidos de izquierda que conforman el Diálogo por la Reconstrucción de México (DIA). La realidad es que ni Convergencia ni el Partido del Trabajo (PT) tienen la fuerza para hacer mayor cosa. Por su parte, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se aleja cada vez más de la sociedad, la actual dirigencia prefiere hacer hasta lo imposible por construir alianzas electorales con el PAN, que presentarse como una opción auténtica de transformación social.

Ese procedimiento no es extraño en la izquierda electoral mexicana, pero el proceder de los llamados chuchos es mucho más marcado en ese sentido. Esto biene a corroborar la afirmación, que ya antes he argumentado, sobre la inutilidad del PRD. Dicho partido, desde la asunción de Jesús Ortega al frente de ese partido dejó de su estado de coma permanente para convertirse en un cadáver insepulto.

Por su lado, el pejismo también se está aislando de los procesos electorales, aunque de manera timorata. AMLO definitivamente está tomando el rumbo radical (que no revolucionario), pero algunos de sus colaboradores cercanos se intentan filtrar en el proceso a marchas forzadas.

Perspectivas

La exactitud de las afirmaciones del sociólogo Guillermo Fabela en su artículo “Democracia empantanada” (Contralínea, 21/03/10, p. 22) no dejan duda sobre la repercusión que tienen los reacomodos en la esfera de la política profesional para el pueblo mexicano. Fabela apuntó: “Mientras la vida política no sirva a los intereses prioritarios de la nación, sino a los particulares de los poderes fácticos y de la oligarquía, será imposible sacar del pantano a la democracia. El debate en la actualidad, al menos en la Cámara de Diputados, no es por hallar caminos de redención, sino fórmulas palaciegas que permitan seguir operando en lo oscurito acuerdos mafiosos.”

Pero aún esa concepción partidaria de la política tiene la necesidad de pasar por los procesos electorales que les den la fuerza suficiente para negociar dichos acuerdos. Así, para el calderonato el éxito de la estrategia de doble vía es fundamental. De los 12 estados que elegirán gobernador en julio, al panismo le interesa recrudecer las disputas en los que tienen una menor cantidad de electores. En cambio, en Oaxaca, Puebla, Veracruz e Hidalgo la intención es concretar alianzas que le permitan ir recuperando terreno con base en ganar los estados más poblados. Dada la subordinación del PAN al criterio presidencial, su avance pende de dos elementos: 1) la neutralización de la izquierda electoral mediante las alianzas con ella, y 2) la imposición ideológica de la guerra calderoniana.

Por su parte, el PRI lleva ventaja, pero no es lejana la posibilidad de perderla ante el cambio de estrategia panista que pretende arrebatarle el favor del capital monopolista. Mantenerse, al priismo, le requerirá conseguir ganarse el voto popular al tiempo que conserva el capitalista. En mucho, la unidad partidaria le será fundamental.

Las izquierdas electorales carecen de cualquier atisbo de salvación. Máxime su divorcio con las organizaciones sociales y populares. En tanto que los trabajadores necesitaremos irnos abriendo espacios sin incurrir en el error de someterse al calendario electoral ni en el de despreciarlo en absoluto. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

2 comentarios:

Casandra dijo...

Hola,
No cabe duda de que cada vez que me asomo por aquí aprendo algo nuevo.
Muy atinada me parece tu reflexión sobre el juego político-electoral de México en los últimos meses.
No hay nada bueno que esperar de la "izquierda" electorera hacia los trabajadores, pero hasta eso hay que tener bien clarito para entender las condiciones objetivas sobre las cuales hay que operar. Eso sí, el panorama está bien complicado.
Saludo y felicidades por la continuidad y seriedad de este esfuerzo.

Asaltante rojo dijo...

Saludos camarada;

Agradezco mucho la atención y el comentario. En efecto, está difícil el asunto, pero alguien debe intentarlo.