En la madrugada del 31 de mayo recién acaecido, el comando de élite de la armada israelí, Sayeret 13, tomó por asalto a una pequeña flota multinacional de embarcaciones que pretendían introducir 10,000 toneladas de ayuda humanitaria a la franja de Gaza. El saldo del valeroso ataque hebreo a la Flotilla de la Libertad, integrada por organizaciones pacifistas, tuvo un saldo de nueve muertos y decenas de heridos. Además, el gobierno israelí confiscó tanto los buques como el total de las mercancías que trasportaban y encarceló a toda la tripulación en la prisión de Beersheva durante tres días. Por si no fuese poco, al desproporcionado ataque hay que agregar que éste se realizó a 90 millas náuticas (167 Kms) de la costa de Gaza, es decir en aguas internacionales.
El hecho se inscribe en el contexto de una guerra que dura ya bastantes décadas, pero que en esencia se trata de la lucha entre judíos y árabes por el territorio de Palestina. Este tema lo abordé con motivo de la ofensiva militar que Israel lanzó entre finales de 2008 y comienzos de 2009 en Reyertas 19: Israel: perseguidos y perseguidores. Los recientes eventos exigen hacer una nueva valoración sobre el estado en que se halla el conflicto judío-palestino.
1. Gaza
El pequeño territorio costero cuya población es mayoritariamente árabe fue entregado por Israel en 1995 para que lo administrase la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Dicho acto se realizó en cumplimiento de los Acuerdos de Oslo, que fueron uno de los intentos por alcanzar la paz entre judíos y árabes. Sin embargo, para el año 2000 esos compromisos quedaron nulificados cuando Yaser Arafat, entonces máximo representante de la ANP, se negó a aceptar la propuesta que le hacía el Primer Ministro israelí, Ehud Barak, pues la consideró como una trampa. Poco después se desencadenó la Segunda Intifada. El gobierno de Israel aprovechó la situación para realizar constantes incursiones militares contra la población de la franja en represalia. Además se adjudicó el control de las fronteras entre Gaza e Israel.
En 2005 el parlamento israelí, Knéset, aprobó el retiro total de su ejército de la franja con el objetivo de distender la situación, creando condiciones para negociar la paz. Aunque tal disposición no duró demasiado.
Gaza tiene una extensión territorial de apenas 360 Km2 y una población superior al millón 500,000 habitantes. Lo que indica que su densidad poblacional es de 4,167 h/Km2, una de las más grandes del mundo. A su complicada demografía hay que añadir la poca disponibilidad natural de recursos. Agua potable, petróleo y materias primas en general requieren ser importados para sostener la vida de los pobladores de la franja. La pesca, gracias a sus 40 Km de costa, y el cultivo de algunos cítricos son las únicas actividades económicas de alguna importancia. En otras palabras, Gaza es un territorio al que necesita del exterior para subsistir.
Las limitaciones geográficas se han visto acentuadas por la política sionista que incluye el hostigamiento militar, la invasión de tierras, la destrucción de viviendas y el control estricto sobre las fronteras. El resultado fue el endurecimiento de los propios palestinos de la región, quienes tuvieron un papel decisivo en las elecciones parlamentarias de 2006 cuando Hamas consiguió la mayoría de los escaños. Con ello se abrió la puerta para que el cargo de Primer Ministro recayese en un integrante de esa organización, cargo que actualmente recae en la persona de Ismail Haniye. Esto derivó en una división entre los territorios palestinos: Cisjordania bajo control de Al Fatah con el presidente Mahmoud Abbas y Gaza dirigida por Haniye. Pero dado que Hamas es considerada una organización terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, el gobierno de la franja no es reconocido por dichas potencias. Más aún, desde septiembre de 2007 el gobierno israelí mantiene un bloqueo contra ésta.
2. El bloqueo
Hamas ha sido una de las organizaciones que más fuerza y decisión ha demostrado al enfrentar a Israel. Desde el comienzo de la Segunda Intifada constantemente envía ataques hacia el territorio israelí mediante atentados suicidas, lanzamientos de misiles caseros (Qassam), misiles Katyusha y morteros de fabricación casera. Esa clase de prácticas son consideradas como terroristas por parte del gobierno sionista. En consecuencia le ha exigido a Hamas, para reconocer su legitimidad para gobernar los territorios palestinos, que cumpla con tres condiciones: reconocimiento de la existencia de Israel, renunciar al empleo de la violencia y aceptar los acuerdos palestino-israelíes previos.
Sin embargo, la negativa de Haniye a aceptar las exigencias del Estado sionista fue respondida con un severo bloqueo comercial. Durante éste el gobierno de Israel cerró los pasos fronterizos de Gaza, amplió la línea de seguridad (el espacio dentro de territorio palestino en que los soldados israelíes pueden abrir fuego indiscriminadamente), restringió la zona de pesca a tres millas náuticas (5.6 Kms a partir de la línea costera) y obligó a Egipto a cerrar sus 11 Kms de frontera con Gaza.
Pero además del bloqueo, Israel ha lanzado fuertes ataques en contra de la franja como es el caso de la Operación Plomo Fundido, la que entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero de 2009 dejó más de 1,400 palestinos muertos. Aunque, solamente la tercera parte eran combatientes, el resto de las víctimas eran civiles. El verdadero golpe de la Plomo Fundido estuvo en la gran destrucción de infraestructura productiva que hizo. Gaza se convirtió en un territorio en que, para la subsistencia de su población, la ayuda humanitaria es fundamental.
El reporte de Amnistía Internacional, Asfixiante: El Bloqueo Israelí de la Franja de Gaza, publicado en enero de 2010, expone lo duras que han sido para la población civil las consecuencias de los más de dos años de bloqueo. El 80% de la población depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir, 20,000 personas han sido desplazadas de sus hogares, los cortes de energía se prolongan cada vez más, los hospitales carecen de instrumental y medicinas, las escuelas les falta material de estudio, 700 empresas han sido cerradas por los ataques militares y el desempleo abierto alcanza el 40% de la Población Económicamente Activa (PEA).
Según algunos cálculos, se requiere el ingreso diario de 500 camiones de ayuda para garantizar la subsistencia de la población civil.
3. Caín sionista
Antes de zarpar la Flotilla de la Libertad, según los testimonios de sus propios tripulantes, se enfrentó a varios problemas. A pesar que en las seis embarcaciones que componían la flota viajaban cinco eurodiputados y una premio Nobel de la paz, las presiones que Israel ejerció sobre Chipre obstaculizaron el inicio de la travesía. Fue a instancias de las autoridades de Turquía que por fin el viaje comenzó el domingo 30 de mayo. Esa misma noche comenzaron las amenazas por parte de la marina israelí. Sobre ello quedó registrado en el blog Crónicas desde Gaza del activista español Manuel Tapial.
Alrededor de las tres de la madrugada el grupo de asalto Sayeret 13 comenzó el abordaje del buque turco Mavi Marmara. Una vez que los efectivos israelíes llegaron en sus lanchas zodiac y descendieron de los helicópteros abrieron fuego en contra de la tripulación. En el asalto nueve de los tripulantes fueron asesinados. El gobierno del Primer Ministro Benjamin Netanyahu sostiene que sus marinos solamente respondieron a la feroz agresión que los activistas lanzaron cuando se vieron abordados. En verdad que debe dársele crédito al gobierno sionista, cualquiera se siente desprotegido frente a los palos y cuchillos de esos peligrosos pacifistas por más que se tengan en la mano un equipo militar completo, como los miembros de Sayeret 13, que incluye bombas de gas, subametralladora, flash ball, chaleco antibalas, pasamontañas y uniforme negro.
Conforme han trascurrido los días se van corroborando las versiones de los activistas de 40 nacionalidades distintas que tripulaban las seis naves de la Flotilla de la Libertad. Lo cuál indicaría que hubo varios crímenes durante el operativo. Se disparó contra civiles desarmados, se hizo un uso excesivo de la fuerza, el abordaje se realizó en aguas internacionales y no en las 20 millas (39 Kms) de aguas territoriales, los tripulantes fueron conducidos en contra de su voluntad a un puerto israelí (Ashdod), se les sometió a trato vejatorio, fueron interrogados extrajudicialmente y finalmente se les envió a la cárcel de Beersheva.
Aunque al final Tel Aviv terminó por liberar a los 682 tripulantes, originarios de 42 nacionalidades distintas, de la Flotilla de la Libertad, la respuesta dada por Israel ante la comunidad internacional es por demás incriminadora. La condena ante el ataque a un blanco de ayuda humanitaria fue mayoritaria al interior de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), solamente Estados Unidos, Italia y Holanda se negaron a condenar a Israel en primera instancia. Aunque Estados Unidos fue el que solicitó una investigación imparcial de la ONU para esclarecer los hechos. Cosa a la cuál se negó Israel. Además de lo anterior, el gobierno israelí lanzó una desafortunada campaña para conminando a los gobiernos y empresas de noticias del todo el mundo a censurar la información que proviniese de los activistas atacados. Dentro del propio Estado judío esa medida fue denunciada por el diario Maariv, así como por organizaciones políticas como la izquierdista Meretz y la pacifista Peace Now. Estas últimas llegaron al extremo de condenar las acciones de su propio gobierno.
La censura no es un arma desconocida para Tel Aviv, por el contrario. En abril recién pasado, el corresponsal de Proceso, Témoris Grecko (25/abril/2010, p. 46-48), dio a conocer el caso de la periodista Anat Kam quién trabajó para las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y posteriormente le filtró una serie de documentos al periodista de Ha’aretz, Uri Blau. En la documentación obtenida se daba cuenta de la manera en que el gobierno israelí comete crímenes de guerra que después son “maquillados” por las instancias especializadas del ejército. Ese acto le costó tanto a Kam como a Blau la persecución judicial en su país.
El sionismo no se dio por bien servido después de haber sido exhibido internacionalmente. Además de calificar a los críticos internacionales de la política israelí de hipócritas por no colaborar con la defensa de los intereses de Israel, el gobierno Benjamin Netayahu, arremetió contra otro buque que trasportaba ayuda humanitaria para la población palestina de Gaza. El sábado 5 de junio, a seis días del asalto a la Flotilla de la Libertad, la marina sionista abordó el carguero irlandés Rachel Corrie. Aunque esta vez el asalto fue solamente a 35 millas náuticas (65 Kms) de la costa palestina. Aún en aguas internacionales, pero ahora solamente por 15 millas y, por supuesto, sin el uso de la fuerza desmedida.
Sería torpe negar que el sionismo tenga sus motivos para desencadenar suceso de esta envergadura. Desde su fundación en 1947 el Estado de Israel ha ambicionado expulsar por entero a los palestinos. La guerra de los seis días en 1967 fue el punto decisivo, desde ese momento Israel avanzó arrebatándole territorio a todas las naciones árabes que la circundan. Las últimas dos décadas del siglo XX fueron testigos de algunos intentos por alcanzar acuerdos de paz, entre otros los de Oslo. Pero los extremistas de ambos lados se encargaron de descarrilarlos.
Desde finales de los años 1990 Israel adoptó una posición más cerrada que permitió el ascenso de gobiernos ultraconservadores como el de Ariel Sharon. Estos gobiernos no han hecho más que profundizar la opción bélica. Palestina y Líbano han sido los blancos de la política israelí, pero en ninguno de esos casos ha conseguido sus objetivos. En Líbano, el Hezbollah terminó derrotando a las tropas de Israel y en Palestina sus esfuerzos por acabar con las organizaciones de gobierno han sido infructuosas, salvo por los desvaríos de Mahmoud Abbas en Cisjordania.
En gran medida los ultraconservadores requieren de la continuidad de la guerra para justificar el apoyo que reciben de los capitales monopolistas estadounidenses (principalmente), pues acuerdos de paz que reconozcan el derecho de Palestina a la existencia no sólo le entregaría el poder a la emergente facción conciliadora israelí, sino que acabaría con muchas de las ganancias que está obteniendo la industria armamentista coaligada con el sector financiero de los imperialismos anglosajones.
4. El mercader del templo
El peso financiero de la comunidad judía en Estados Unidos es lo suficientemente grande para generar una estrecha alianza entre la nación norteamericana e Israel. Dada la capacidad económica que les da el formar parte del mundo de las finanzas, muchos judíos gozan de un trato preferencial por parte de muchos políticos profesionales tanto Republicanos como Demócratas. Esto se traduce en una gran capacidad del sionismo para influir sobre las decisiones del gobierno estadounidense. A lo anterior hay que agregar que el propio Estado de Israel es un factor que determina la correlación de fuerzas en el Medio Oriente. El sionismo desempeña un papel de gerente regional del imperialismo estadounidense en una región estratégica para el comercio mundial, pero que principalmente es la mayor reserva petrolera. Así, la posición asumida por los EE.UU. frente al conflicto palestino-israelí es casi inamovible.
Desgraciadamente para las organizaciones humanitarias internacionales, el momento en la región es de una tensión creciente dados los acercamientos que se vienen dando entre ANP y Hamas, Irán se mantiene en su decisión de desarrollar su programa nuclear, Irak es un fracaso para los EE.UU. y Turquía está dejando de ser el aliado para estadounidenses e israelíes. Tal como lo indicó Alfredo Jalife-Rahme en su “Radar geopolítico: La revuelta de los países emergentes” (Contralínea, 6/junio/2010, p. 12-13), el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, Primer Ministro de Turquía, firmó el 17 de mayo acuerdos de cooperación con Brasil e Irán. Algo que se complica más por el hecho que el buque Mavi Marmara navegaba con bandera turca y los nueve asesinados por la mariana israelí fueron turcos, lo que motivó el rompimiento de las relaciones del gobierno de Erdogan con el de Netayahu.
5. Con el pueblo palestino
Aunque es claro que a los trabajadores nos debe causar indignación cualquier acto imperialista, tampoco se trata de una solidaridad acrítica, sino que debe ser de clase. Ni el imperialismo es aceptable ni tampoco lo son los fundamentalismos religiosos sean cristianos, judíos a musulmanes. También es preciso tener claro que Hamas únicamente representa intereses nacionalistas, no los de los trabajadores. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!
El hecho se inscribe en el contexto de una guerra que dura ya bastantes décadas, pero que en esencia se trata de la lucha entre judíos y árabes por el territorio de Palestina. Este tema lo abordé con motivo de la ofensiva militar que Israel lanzó entre finales de 2008 y comienzos de 2009 en Reyertas 19: Israel: perseguidos y perseguidores. Los recientes eventos exigen hacer una nueva valoración sobre el estado en que se halla el conflicto judío-palestino.
1. Gaza
El pequeño territorio costero cuya población es mayoritariamente árabe fue entregado por Israel en 1995 para que lo administrase la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Dicho acto se realizó en cumplimiento de los Acuerdos de Oslo, que fueron uno de los intentos por alcanzar la paz entre judíos y árabes. Sin embargo, para el año 2000 esos compromisos quedaron nulificados cuando Yaser Arafat, entonces máximo representante de la ANP, se negó a aceptar la propuesta que le hacía el Primer Ministro israelí, Ehud Barak, pues la consideró como una trampa. Poco después se desencadenó la Segunda Intifada. El gobierno de Israel aprovechó la situación para realizar constantes incursiones militares contra la población de la franja en represalia. Además se adjudicó el control de las fronteras entre Gaza e Israel.
En 2005 el parlamento israelí, Knéset, aprobó el retiro total de su ejército de la franja con el objetivo de distender la situación, creando condiciones para negociar la paz. Aunque tal disposición no duró demasiado.
Gaza tiene una extensión territorial de apenas 360 Km2 y una población superior al millón 500,000 habitantes. Lo que indica que su densidad poblacional es de 4,167 h/Km2, una de las más grandes del mundo. A su complicada demografía hay que añadir la poca disponibilidad natural de recursos. Agua potable, petróleo y materias primas en general requieren ser importados para sostener la vida de los pobladores de la franja. La pesca, gracias a sus 40 Km de costa, y el cultivo de algunos cítricos son las únicas actividades económicas de alguna importancia. En otras palabras, Gaza es un territorio al que necesita del exterior para subsistir.
Las limitaciones geográficas se han visto acentuadas por la política sionista que incluye el hostigamiento militar, la invasión de tierras, la destrucción de viviendas y el control estricto sobre las fronteras. El resultado fue el endurecimiento de los propios palestinos de la región, quienes tuvieron un papel decisivo en las elecciones parlamentarias de 2006 cuando Hamas consiguió la mayoría de los escaños. Con ello se abrió la puerta para que el cargo de Primer Ministro recayese en un integrante de esa organización, cargo que actualmente recae en la persona de Ismail Haniye. Esto derivó en una división entre los territorios palestinos: Cisjordania bajo control de Al Fatah con el presidente Mahmoud Abbas y Gaza dirigida por Haniye. Pero dado que Hamas es considerada una organización terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, el gobierno de la franja no es reconocido por dichas potencias. Más aún, desde septiembre de 2007 el gobierno israelí mantiene un bloqueo contra ésta.
2. El bloqueo
Hamas ha sido una de las organizaciones que más fuerza y decisión ha demostrado al enfrentar a Israel. Desde el comienzo de la Segunda Intifada constantemente envía ataques hacia el territorio israelí mediante atentados suicidas, lanzamientos de misiles caseros (Qassam), misiles Katyusha y morteros de fabricación casera. Esa clase de prácticas son consideradas como terroristas por parte del gobierno sionista. En consecuencia le ha exigido a Hamas, para reconocer su legitimidad para gobernar los territorios palestinos, que cumpla con tres condiciones: reconocimiento de la existencia de Israel, renunciar al empleo de la violencia y aceptar los acuerdos palestino-israelíes previos.
Sin embargo, la negativa de Haniye a aceptar las exigencias del Estado sionista fue respondida con un severo bloqueo comercial. Durante éste el gobierno de Israel cerró los pasos fronterizos de Gaza, amplió la línea de seguridad (el espacio dentro de territorio palestino en que los soldados israelíes pueden abrir fuego indiscriminadamente), restringió la zona de pesca a tres millas náuticas (5.6 Kms a partir de la línea costera) y obligó a Egipto a cerrar sus 11 Kms de frontera con Gaza.
Pero además del bloqueo, Israel ha lanzado fuertes ataques en contra de la franja como es el caso de la Operación Plomo Fundido, la que entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero de 2009 dejó más de 1,400 palestinos muertos. Aunque, solamente la tercera parte eran combatientes, el resto de las víctimas eran civiles. El verdadero golpe de la Plomo Fundido estuvo en la gran destrucción de infraestructura productiva que hizo. Gaza se convirtió en un territorio en que, para la subsistencia de su población, la ayuda humanitaria es fundamental.
El reporte de Amnistía Internacional, Asfixiante: El Bloqueo Israelí de la Franja de Gaza, publicado en enero de 2010, expone lo duras que han sido para la población civil las consecuencias de los más de dos años de bloqueo. El 80% de la población depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir, 20,000 personas han sido desplazadas de sus hogares, los cortes de energía se prolongan cada vez más, los hospitales carecen de instrumental y medicinas, las escuelas les falta material de estudio, 700 empresas han sido cerradas por los ataques militares y el desempleo abierto alcanza el 40% de la Población Económicamente Activa (PEA).
Según algunos cálculos, se requiere el ingreso diario de 500 camiones de ayuda para garantizar la subsistencia de la población civil.
3. Caín sionista
Antes de zarpar la Flotilla de la Libertad, según los testimonios de sus propios tripulantes, se enfrentó a varios problemas. A pesar que en las seis embarcaciones que componían la flota viajaban cinco eurodiputados y una premio Nobel de la paz, las presiones que Israel ejerció sobre Chipre obstaculizaron el inicio de la travesía. Fue a instancias de las autoridades de Turquía que por fin el viaje comenzó el domingo 30 de mayo. Esa misma noche comenzaron las amenazas por parte de la marina israelí. Sobre ello quedó registrado en el blog Crónicas desde Gaza del activista español Manuel Tapial.
Alrededor de las tres de la madrugada el grupo de asalto Sayeret 13 comenzó el abordaje del buque turco Mavi Marmara. Una vez que los efectivos israelíes llegaron en sus lanchas zodiac y descendieron de los helicópteros abrieron fuego en contra de la tripulación. En el asalto nueve de los tripulantes fueron asesinados. El gobierno del Primer Ministro Benjamin Netanyahu sostiene que sus marinos solamente respondieron a la feroz agresión que los activistas lanzaron cuando se vieron abordados. En verdad que debe dársele crédito al gobierno sionista, cualquiera se siente desprotegido frente a los palos y cuchillos de esos peligrosos pacifistas por más que se tengan en la mano un equipo militar completo, como los miembros de Sayeret 13, que incluye bombas de gas, subametralladora, flash ball, chaleco antibalas, pasamontañas y uniforme negro.
Conforme han trascurrido los días se van corroborando las versiones de los activistas de 40 nacionalidades distintas que tripulaban las seis naves de la Flotilla de la Libertad. Lo cuál indicaría que hubo varios crímenes durante el operativo. Se disparó contra civiles desarmados, se hizo un uso excesivo de la fuerza, el abordaje se realizó en aguas internacionales y no en las 20 millas (39 Kms) de aguas territoriales, los tripulantes fueron conducidos en contra de su voluntad a un puerto israelí (Ashdod), se les sometió a trato vejatorio, fueron interrogados extrajudicialmente y finalmente se les envió a la cárcel de Beersheva.
Aunque al final Tel Aviv terminó por liberar a los 682 tripulantes, originarios de 42 nacionalidades distintas, de la Flotilla de la Libertad, la respuesta dada por Israel ante la comunidad internacional es por demás incriminadora. La condena ante el ataque a un blanco de ayuda humanitaria fue mayoritaria al interior de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), solamente Estados Unidos, Italia y Holanda se negaron a condenar a Israel en primera instancia. Aunque Estados Unidos fue el que solicitó una investigación imparcial de la ONU para esclarecer los hechos. Cosa a la cuál se negó Israel. Además de lo anterior, el gobierno israelí lanzó una desafortunada campaña para conminando a los gobiernos y empresas de noticias del todo el mundo a censurar la información que proviniese de los activistas atacados. Dentro del propio Estado judío esa medida fue denunciada por el diario Maariv, así como por organizaciones políticas como la izquierdista Meretz y la pacifista Peace Now. Estas últimas llegaron al extremo de condenar las acciones de su propio gobierno.
La censura no es un arma desconocida para Tel Aviv, por el contrario. En abril recién pasado, el corresponsal de Proceso, Témoris Grecko (25/abril/2010, p. 46-48), dio a conocer el caso de la periodista Anat Kam quién trabajó para las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y posteriormente le filtró una serie de documentos al periodista de Ha’aretz, Uri Blau. En la documentación obtenida se daba cuenta de la manera en que el gobierno israelí comete crímenes de guerra que después son “maquillados” por las instancias especializadas del ejército. Ese acto le costó tanto a Kam como a Blau la persecución judicial en su país.
El sionismo no se dio por bien servido después de haber sido exhibido internacionalmente. Además de calificar a los críticos internacionales de la política israelí de hipócritas por no colaborar con la defensa de los intereses de Israel, el gobierno Benjamin Netayahu, arremetió contra otro buque que trasportaba ayuda humanitaria para la población palestina de Gaza. El sábado 5 de junio, a seis días del asalto a la Flotilla de la Libertad, la marina sionista abordó el carguero irlandés Rachel Corrie. Aunque esta vez el asalto fue solamente a 35 millas náuticas (65 Kms) de la costa palestina. Aún en aguas internacionales, pero ahora solamente por 15 millas y, por supuesto, sin el uso de la fuerza desmedida.
Sería torpe negar que el sionismo tenga sus motivos para desencadenar suceso de esta envergadura. Desde su fundación en 1947 el Estado de Israel ha ambicionado expulsar por entero a los palestinos. La guerra de los seis días en 1967 fue el punto decisivo, desde ese momento Israel avanzó arrebatándole territorio a todas las naciones árabes que la circundan. Las últimas dos décadas del siglo XX fueron testigos de algunos intentos por alcanzar acuerdos de paz, entre otros los de Oslo. Pero los extremistas de ambos lados se encargaron de descarrilarlos.
Desde finales de los años 1990 Israel adoptó una posición más cerrada que permitió el ascenso de gobiernos ultraconservadores como el de Ariel Sharon. Estos gobiernos no han hecho más que profundizar la opción bélica. Palestina y Líbano han sido los blancos de la política israelí, pero en ninguno de esos casos ha conseguido sus objetivos. En Líbano, el Hezbollah terminó derrotando a las tropas de Israel y en Palestina sus esfuerzos por acabar con las organizaciones de gobierno han sido infructuosas, salvo por los desvaríos de Mahmoud Abbas en Cisjordania.
En gran medida los ultraconservadores requieren de la continuidad de la guerra para justificar el apoyo que reciben de los capitales monopolistas estadounidenses (principalmente), pues acuerdos de paz que reconozcan el derecho de Palestina a la existencia no sólo le entregaría el poder a la emergente facción conciliadora israelí, sino que acabaría con muchas de las ganancias que está obteniendo la industria armamentista coaligada con el sector financiero de los imperialismos anglosajones.
4. El mercader del templo
El peso financiero de la comunidad judía en Estados Unidos es lo suficientemente grande para generar una estrecha alianza entre la nación norteamericana e Israel. Dada la capacidad económica que les da el formar parte del mundo de las finanzas, muchos judíos gozan de un trato preferencial por parte de muchos políticos profesionales tanto Republicanos como Demócratas. Esto se traduce en una gran capacidad del sionismo para influir sobre las decisiones del gobierno estadounidense. A lo anterior hay que agregar que el propio Estado de Israel es un factor que determina la correlación de fuerzas en el Medio Oriente. El sionismo desempeña un papel de gerente regional del imperialismo estadounidense en una región estratégica para el comercio mundial, pero que principalmente es la mayor reserva petrolera. Así, la posición asumida por los EE.UU. frente al conflicto palestino-israelí es casi inamovible.
Desgraciadamente para las organizaciones humanitarias internacionales, el momento en la región es de una tensión creciente dados los acercamientos que se vienen dando entre ANP y Hamas, Irán se mantiene en su decisión de desarrollar su programa nuclear, Irak es un fracaso para los EE.UU. y Turquía está dejando de ser el aliado para estadounidenses e israelíes. Tal como lo indicó Alfredo Jalife-Rahme en su “Radar geopolítico: La revuelta de los países emergentes” (Contralínea, 6/junio/2010, p. 12-13), el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, Primer Ministro de Turquía, firmó el 17 de mayo acuerdos de cooperación con Brasil e Irán. Algo que se complica más por el hecho que el buque Mavi Marmara navegaba con bandera turca y los nueve asesinados por la mariana israelí fueron turcos, lo que motivó el rompimiento de las relaciones del gobierno de Erdogan con el de Netayahu.
5. Con el pueblo palestino
Aunque es claro que a los trabajadores nos debe causar indignación cualquier acto imperialista, tampoco se trata de una solidaridad acrítica, sino que debe ser de clase. Ni el imperialismo es aceptable ni tampoco lo son los fundamentalismos religiosos sean cristianos, judíos a musulmanes. También es preciso tener claro que Hamas únicamente representa intereses nacionalistas, no los de los trabajadores. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!
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