jueves, julio 02, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 23:

El Fin

Análisis filosófico del significado de la vida

(Segunda y última parte)

Por: Sagandhimeo

(Continuación: 4. Significado artístico)

Por otro lado, el arte también nos acerca a la realidad porque la representa y esto no significa que la copie o que la trasgreda, pues “la apariencia es estética sólo si es sincera (si renuncia explícitamente a todo derecho de realidad) y sólo si es autónoma (si prescinde de todo apoyo de la realidad)”, según explica Schiller. Por tanto, mediante el arte es posible que conozcamos la realidad sin enfrentarla de lleno y esto puede ayudarnos a asimilar el sufrimiento. Nietzsche sostenía que el valor de la tragedia griega consiste en que nos enfrenta con la realidad más cruda posible, de modo que nos ayuda a enfrentar la vida real con mayor valor y coraje.

En contraste Moliere mostró que también la comedia nos enfrenta a la realidad, pues burlarse de ella es otra forma de asimilarla. Las bromas son un ejemplo de ello: jugamos a hacerle creer a alguien que algo malo le pasa cuando sólo es un invento.

Esto ocurre porque el arte “juega” con la realidad, de modo que la hace más digerible. Schiller decía que el impulso del juego nos ayuda a dominar nuestra razón y nuestras pasiones, es decir, cuando jugamos y cuando hacemos arte nos introducimos a una realidad ficticia, la cual nos entrena para enfrentar la realidad concreta.

Por eso los juegos de violencia no son perjudiciales en absoluto, Michael Moore en su documental “Bowling for Columbine” muestra cómo los videojuegos violentos son tan comunes en Canadá como en Estados Unidos, pero sólo en Estados Unidos hay una violencia excesiva en las calles. La razón de esto es que en Canadá no hay tanto amarillismo en las noticias como en Estados Unidos. Esto muestra que efectivamente las actividades lúdicas nos integran a la realidad y la violencia real puede propiciar más violencia.

En síntesis, no se trata de entregarnos a nuestras pasiones, pero tampoco de evadirlas como en la religión, sino de dominarlas y asimilarlas, con lo cual puede ayudarnos el juego y el arte (siempre que no se entienda por juego los juegos de azar, pues si implica dinero ya no es un juego, sino una actividad pasional). Pero debido a que el arte no afronta la realidad directamente, no nos puede otorgar el significado de la vida explícitamente, sino sólo por comparación, por lo que continuaremos nuestra búsqueda.

5. Significado filosófico.

La filosofía es precisamente la encargada de buscar el significado de la vida, pues se supone que es su tarea primordial, todo esto es justo lo que hemos estado haciendo en esta obra: filosofando, pero no podemos meramente filosofar, pues pensamientos sin contenido son vacíos, tal como explica Kant, por lo que la filosofía sólo es capaz de responder a tales preguntas si logra conocer la realidad.

Los neorrománticos como son los posmodernistas, hermeneutas, existencialistas y fenomenólogos han buscado el significado de la vida apegándose ya sea al misticismo o al arte. Pero ya vimos que pretender significar la vida mediante otro mundo sólo provoca que evadamos el problema o lo divinicemos. También vimos que si bien el arte nos suaviza la realidad al representarla como comedia o como tragedia, no la aborda directamente, por lo que su significación es meramente analógica (por comparación).

A su vez, los positivistas lógicos afirman que el significado de la vida es un pseudoproblema, es decir, una afirmación carente de significado, en tanto que la palabra “significado” se refiere a una afirmación con sentido lógico que parte de la realidad y la vida no tendría significado por sí misma pues ya forma parte de la realidad.

La confusión radica en pretender que la vida posea un significado antropomorfo en sí misma. Por el contrario, lo que buscamos es darle un significado a nuestras vidas a partir de la realidad, pero sin imponerlo desde nuestras motivaciones, lo que sería meramente pasional.

En síntesis, la filosofía es la disciplina encargada de buscar el significado de la vida, pero no podemos apegarnos a la religión y al arte como los neorrománticos, ni tampoco suprimir el problema como los positivistas lógicos. Sino que habremos de suavizar la realidad con el arte y a su vez buscar una disciplina que aborde la realidad directamente, lo que veremos en adelante.

7. Significado científico.

La ciencia aborda la realidad directamente, esto nos haría suponer que ella sola encontrará el significado de la vida, pero esta disciplina no se enfoca en tales divagaciones, pues lo que busca es resolver problemas prácticos y adquirir conocimiento objetivo (Bunge).

Aun así Sagan propone que como la naturaleza fue capaz de generar organismos que pueden conocerla: nuestro destino es el conocimiento. En ese sentido, enfocar nuestra existencia en conocer el universo y a la humanidad es una tarea muy significativa, pero aun cuando conozcamos lo más esencial de la materia o de la sociedad, conocer por conocer no nos brinda un significado en la vida, sino más bien “conocer para”. Por tanto, afirmamos que aun cuando la ciencia no nos brinde el significado de la vida, nos otorga el conocimiento necesario para seguir con nuestra búsqueda.

Dicho conocimiento sugiere que el desarrollo de la materia devino desde las partículas subatómicas a los átomos, pasando por las moléculas, los seres vivos, las sociedades y la tecnología. Es decir, la naturaleza logró generar seres inteligentes como los humanos capaces de transformar su entorno y a ellos mismos. Esto no sólo representa que el universo posee un sentido hacia el desarrollo, sino que somos protagonistas en dicho proceso. En nosotros radica empalmar el significado de nuestras vidas con el sentido del universo, como veremos más adelante.

Lo que proponemos es que el sentido necesario del universo (o Ser) se desarrolla en el orden que sugiere Bunge y que coincide con la historia natural y social (físico, químico, biológico, social y técnico), pero para que tales niveles sucedan se requiere de ciertas condiciones. Por ejemplo, en el nivel físico se necesita que el universo posea cierta magnitud, en el nivel químico que haya cierta estabilidad molecular, en el nivel biológico que haya equilibrio químico en un determinado planeta o similares, en el nivel social que haya cierto desarrollo cerebral en los animales (al menos en el caso nuestro) y en el nivel técnico que tales animales hayan desarrollado las suficientes relaciones interpersonales y habilidades manuales para tal producción. Por lo que si bien el desarrollo no es lineal, tampoco podría ser cíclico, más bien posee un sentido complejo, en tanto cada nivel requiere de ciertas condiciones que hacen imposible una evolución que regresara al inicio, sólo serían posibles los retrocesos con fenómenos destructivos.

El hecho de que la mayor parte de la materia física no forme compuestos químicos, la mayor parte de los compuestos no formen moléculas orgánicas, la mayor parte de tales moléculas no formen parte de la vida y que la mayor parte de la vida no genere sociedades y tecnología; podría sugerirnos que la materia no tiende al desarrollo. Pero no estamos defendiendo un desarrollo lineal en el cual todo se dirija a un mismo objetivo, sino que el hecho de que exista una complejidad cada vez mayor en la materia, aunque sea en una mínima parte de ella: evidencia que posee una tendencia por mínima que ésta sea.

En pocas palabras, si partimos del arte que nos suaviza la realidad, agregamos a la ciencia que nos brinda conocimiento objetivo y añadimos a la filosofía que reflexiona sobre el sentido de la vida: tal vez encontremos tan ansiado significado, Pero no es suficiente, pues la vida no es meramente representación, conocimiento o reflexión, sólo podemos enfrentarla plenamente viviéndola, por lo que requerimos de la práctica social para encontrar tan ansiado significado, o al menos eso esperamos.

6. Significado social.

Los animales poseen un instinto de conservación individual, pero también un instinto de conservación colectiva. Tales instintos se adaptan a las condiciones que se presenten, por ejemplo, cuando se trata de conseguir alimento suelen agruparse y cazar en equipo, pero también pueden luchar vorazmente cuando hay poco alimento, al grado de aniquilarse unos a otros.

En el ser humano tales instintos se transformaron en cooperación y competencia, y en cada época histórica han variado su proporción. En las comunidades primitivas la cooperación fue predominante, pues era más efectivo cazar y recolectar en equipo que individualmente.

Con el surgimiento de la agricultura y de la ganadería hubo cierto exceso de producción, lo cual favoreció el acaparamiento de los recursos por unos cuantos (como los emperadores, los señores feudales y los burgueses) y el sometimiento de la mayor parte de la población. Esto ocurrió en razón de que el interés por el bien individual predominó sobre el bien común, dado que las condiciones materiales fueron favorables a tales relaciones y la madurez social era mínima.

Con el desarrollo del capitalismo la producción se aceleró, pero lejos de favorecer a la humanidad ha aumentado su opresión, en tanto que "en el año 2000, 36 millones de personas en el mundo murieron de hambre o por lo que se conoce como enfermedades por carencias, al mismo tiempo, la Bolsa de Materias Primas Agrícolas de Chicago señaló que a nivel mundial existían alimentos suficientes para una población de 12 mil millones de seres humanos, cuando sólo somos la mitad. Esa bolsa de valores está dominada por seis trasnacionales, que son las que fijan los precios anuales de los productos agrícolas y las que sentencian a pueblos enteros a vivir en la miseria y la hambruna" (Revista Rebeldía).

En ese sentido, no existimos como individuos aislados, sino que formamos parte de la humanidad, por lo que un auténtico significado de la vida tiene que partir de la sociedad como un todo. Sólo si somos capaces de actuar en conjunto y en beneficio de todos: lograremos autodeterminarnos colectivamente y forjar una sociedad que nos resignifique socialmente. El hecho de que siga imperando el bien individual evidencia que no hemos sido capaces de superar nuestra animalidad, la cual toma la forma de pasiones, como vimos en la primera sección.

En otras palabras, para superar el sentido pasional tenemos que buscar el significado social, el cual se constituye por la conducta prosocial. Es decir, aquélla conducta que procure el beneficio de los demás, pero no en un mero altruismo en el que se dejen intactas las relaciones económicas, sino uno que busque superar la desigualdad, combatiendo las injusticias y que a su vez forje una sociedad autodeterminativa, en la cual cada persona pueda desarrollarse libremente.

Tal conducta no puede efectuarse aisladamente, pues el problema no es individual sino mundial, por lo que además de luchar contra nuestras propias pasiones, habremos de concienciar a los demás, de modo que logremos combatir la opresión y la explotación de manera colectiva, es decir, en una lucha política. Donde estemos dispuestos a dar la vida por los demás, pues es preferible morir por significar la vida que vivir nihilistamente (sin significado). Morir por la vida que vivir para la muerte.

Esta lucha tiene que enfocarse incluso contra la propiedad privada, pues una cosa es poseer bienes que requerimos para vivir dignamente (como un hogar) y otra muy distinta es poseer propiedades que sobrepasen nuestras necesidades o que priven a los demás de las necesidades básicas. Por tanto, siempre que nuestras herramientas se relacionen con un sentido pasional, tenderemos al egoísmo y al lujo, evidenciando nuestra poca madurez social y nuestro instinto de territorialidad animal.

Los santos y los sabios en la historia solían aconsejar un freno a las pasiones y cierto tipo de conducta con fines sociales, de ellos podemos recuperar muchos aspectos, siempre que se supriman sus rezagos religiosos, su excesivo ascetismo o sus deficiencias políticas. Gramsci mencionaba que los revolucionarios de hoy equivalen a los santos del ayer, pues la conducta prosocial es similar en ambas épocas.

Además, darle un significado social a la vida nos permite converger tal objetivo con el sentido del universo, pues si el universo tiende a un desarrollo que va de lo físico a lo social y técnico; esto sugiere que en la medida en que logremos armonizar nuestras relaciones sociales garantizaremos nuestra supervivencia como especie y aceleraremos nuestro desarrollo cultural y tecnológico.

Consecuentemente, si buscamos un significado social a la vida, contribuiremos al desarrollo de la humanidad y al mismo tiempo provocaremos que el arte, la ciencia, la filosofía y la tecnología se socialicen, de modo que al concienciarnos participemos en el sentido del universo.

CONCLUSIONES

Si partimos de nuestra constitución biológica, dominamos nuestras pasiones, suprimimos el significado religioso porque evade la realidad, suavizamos la vida con el arte, reflexionamos sobre la existencia con la filosofía, apoyamos nuestro conocimiento en la ciencia y enfocamos nuestra conducta en beneficio social: lograremos darle un significado a la vida que al mismo tiempo converja con el sentido del universo.

Ya que la vida por sí misma no posee un significado, sin embargo su evolución generó al ser humano, el cual tiene la posibilidad de darle un significado universal a su existencia.

Enfocar nuestra existencia en las meras pasiones, en otro mundo o en el mero conocimiento: no nos satisfará del todo, sólo podemos significar nuestra vida plenamente cuando poseamos un objetivo social. Ya que la muerte acabará con nosotros y tenemos la oportunidad de trascender significativamente en beneficio de la humanidad, de lo contrario habría dado igual que naciéramos como meros animales o incluso que no hayamos nacido.

En otras palabras, podemos trascender biológicamente con los hijos, pasionalmente con la fama, religiosamente con la supuesta inmortalidad del alma, artísticamente creando o apreciando obras que nos integren al mundo, filosóficamente al preguntarnos por el significado de la vida, científicamente conociendo el universo y socialmente dando nuestra vida por la justicia y la concienciación. Pero sólo si combinamos la trascendencia artística con la filosófica y la científica, y estas tres las enfocamos en la trascendencia social: lograremos la mayor trascendencia posible, pues estaremos contribuyendo al desarrollo integral de la humanidad y en cierta medida al desarrollo del universo.

Por último, biológicamente estamos sometidos a la naturaleza, a nivel pasional somos títeres de nuestras emociones, mediante la religión idolatramos a la naturaleza o la subordinamos a lo supuestamente divino, por lo que en estos casos seguimos sometidos a la intemperie o a invenciones humanas, según el caso. Pero mediante el arte somos capaces de integrarnos emocionalmente a la naturaleza, mediante la filosofía podemos asimilarla racionalmente, gracias a la ciencia podemos conocer el universo, dominarlo y transformarlo. Y enfocando estas tres últimas disciplinas en la práctica social: seremos capaces de construir relaciones sociales armoniosas y lograr el desarrollo político que supere las contradicciones mundiales.

No se trata de contemplar, adorar o negar pasivamente a la naturaleza, ni de temerle, sino de dominar nuestra naturaleza interior (las pasiones) y la naturaleza exterior, tal como explica Engels, pues si sólo dominamos nuestro interior seremos incapaces de enfrentarnos al mundo y si sólo dominamos la naturaleza exterior acabaremos con el planeta.

Ya que el universo no está hecho para nosotros, pero tenemos la posibilidad de ser sus protagonistas, lo que sólo es posible si la humanidad se desarrolla infinitamente.

Bibliografía

Ayer, El Neopositivismo.

Blanck-Cereijido y Cereijido, Vida, Tiempo y Muerte.

Bunge, La Ciencia, su Método y su Filosofía.

Engels, El Antidüring.

Gramsci, Antología.

Motz, El Universo, su Principio y su Fin.

Nietszche, El Origen de la Tragedia.

Revista Rebeldía No. 4

Sagan, Sombras de Antepasados Olvidados.

Schiller, Cartas para la Educación Estética del Hombre.

G. G. Simpson, El Sentido de la Evolución.

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