La venganza de Troya
Desplome mundial
Para muchas naciones, sobretodo las mal-denominadas subdesarrolladas, la crisis económica les afectó con mayor virulencia después de 2009. Algunas de las naciones europeas, que en el imaginario neoliberal se han colocado como los grandes ejemplos de la funcionalidad del modelo monetarista en su versión europea, cayeron en la crisis en este momento.
Al menos las dos crisis económicas más recientes, la de 2001 y la de 2008, tuvieron una constante muy clara, comenzaron en los Estados Unidos. Pero además, en ambos casos el contagio internacional se fue reproduciendo por el mundo con un año, o más, de retraso. Sin embargo, la propagación de las crisis no ha sido algo aleatorio, sino que sigue caminos bastante determinados. Tanto en 2001 como en 2008, comentaba arriba, el punto de origen fueron los Estados Unidos, pero la primera economía europea en contagiarse fue la misma en los dos momentos: Gran Bretaña. Ello se debió a la intensa vinculación financiera que se ha construido entre la bolsa de valores neoyorkina y la bolsa londinense. A su vez, la compenetración entre los sistemas financieros europeos permite que en el lapso de unos cuantos meses se propaguen los efectos devastadores de la crisis económica. Al dar un rápido vistazo a los datos sobre crecimiento económico en la década reciente, se puede notar que durante la crisis de 2001 naciones como Francia, Grecia y España fueron las primeras en seguir la tendencia anglosajona (EE. UU. y G. B.), mientras que las demás economías de la eurozona (Alemania, Irlanda, Italia y Portugal) incurrieron en la crisis hasta el año 2003.
Pero la situación fue muy distinta en el caso de la depresión comenzada en diciembre de 2007. Tanto para los Estados Unidos como para la Gran Bretaña 2008 fue un año marcado por el estancamiento. Mientras los británicos presenciaron, en dicho año, una tasa de crecimiento del PIB de apenas 0.7% y los estadounidenses la consiguieron del 0.4%. En realidad los efectos recesivos más nocivos se hicieron presentes hasta el año de 2009 cuando la generación de riqueza fue abiertamente negativa, -4.4% para G. B. y -2.7% en el caso de los EE. UU. En la eurozona se registró la misma tendencia aunque no con la misma intensidad ni con los mismos tiempos. Irlanda, Italia y Portugal comenzaron a registrar fuertes retrocesos en su capacidad productiva desde 2008, para el año siguiente, esas economías no solamente tuvieron tasas negativas del PIB sino que su economía se despeñó, al igual que le ocurrió a Alemania. En esos cuatro casos la generación de riqueza fue inferior al -3%, incluso, los irlandeses se tuvieron que conformar con la pérdida del 7.5% de su producción con respecto al año previo.
En cambio, economías como la española y la griega, al menos en un principio siguieron exactamente los mismos patrones que el caso anglosajón. Es decir, una inmensa aglomeración de deudas cuyos efectos fueron pospuestos mediante la especulación financiera que en la actualidad ha diseñado una serie de mecanismos sumamente complejos e ininteligibles hasta para sus creadores, pero que hacen las veces de armas de destrucción masiva al depredar los recursos nacionales con su súbita ruina. Para colmo, tanto el gobierno español como el griego siguieron el camino de sobre desarrollar los instrumentos de especulación hipotecaria. Ello no puede ser un elemento casual, como tampoco lo puede ser el que compañías vinculadas a los principales bancos estadounidenses hayan sido las principales beneficiarias de los créditos hipotecarios.
Por si lo anterior no bastase, aunque nadie puede decir a ciencia cierta qué son los Hedge Funds, sus efectos en el mundo han sido muy claros. Al propagarse su utilización en todo el sistema financiero internacional, gracias a las altas rentas que ofrecían, sus efectos rompieron las barreras nacionales. De esa forma, al colapsar, cuando las tendencias a la sobreproducción y el subconsumo fueron excesivas, los beneficios de los Hedge Funds sirvieron como una aspiradora de riqueza que ha quebrado empresas en cada punto del planeta.
Pero, además del quebranto del sistema financiero especulador, la crisis griega demuestra el fracaso del modelo de integración europea. Para la mayoría de los analistas económicos burgueses el problema griego, que amenaza con arrastrar a todo el sistema financiero del euro, se debe al enorme déficit público de la República Helénica. Su hipótesis la basan en el argumento de la construcción de un gran engaño griego: para igualar la economía griega con el resto de las europeas se recurrió a incrementar las deudas, desde 2001 hasta 2010 los débitos de Grecia crecieron hasta alcanzar el 113.7% del PIB heleno. Ello sin contar que para el 2012 ya está comprometido en pagos de la deuda pública el 120% del PIB calculado para ese año. Este problema lo explican los economistas burgueses con la carencia de leyes en la Unión Europea que obliguen a sus integrantes a tener disciplina fiscal.
En realidad, el problema de la economía de la llamada eurozona, desde una perspectiva capitalista, no es la falta de regulaciones sino el forzar la integración de economías tan desiguales como la francesa o la alemana con la de naciones con un desarrollo de sus fuerzas productivas tan limitado como en el caso de Grecia, España o Portugal. Lo único que se ha conseguido es a construir mitos a partir de chispazos; la intensidad con la que se han desenvuelto en las dos décadas más recientes, esas últimas naciones, ha extenuado su capacidad productiva con tanta rapidez que su productividad difícilmente alcanzará una plenitud capitalista del tamaño de sus pares francesa, alemana o inglesa. La española, la portuguesa y la griega son economías que han envejecido antes de salir de la adolescencia.
Revolución helénica
Unos 15 meses atrás, el final de 2008 y comienzo de 2009, Grecia estuvo marcada por una durísima ola de protestas que se agudizó tras el asesinato, perpetrado por la policía, del joven estudiante Alexandros Grigoropolus de 16 años en el barrio ateniense de Exarhia. Las manifestaciones comenzadas en el sector estudiantil pronto se generalizaron hasta que los propios trabajadores se adhirieron en la defensa de los hijos del proletariado griego. El saldo de tal oleada se reflejó más claramente en octubre de 2009 cuando el partido del primer ministro, Kostas Karamanlis, perdió las elecciones generales. Karamanlis renunció ante la situación y asumió el cargo el jefe del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK, por sus siglas en griego), el greco-estadounidense Georgios Andreas Papandreu.
El desastre presupuestario sirvió para desenmascarar a los falsos predicadores de las izquierdas. No se olvide que Papandreu no solamente es el Primer Ministro de Grecia sino que al mismo tiempo es el jefe del PASOK, también es desde 2004 el presidente de la Organización Internacional de Partidos Socialistas, Laboristas y Socialdemócratas (mejor conocida como Internacional Socialista). Ese gobierno socialista es el que anunció la aprobación de un plan de austeridad económica que reduce el presupuesto social de la República Helénica. La mayoría socialista pasó por encima de sus objetivos fundamentales para favorecer a los grandes empresarios que operan en Grecia. Por si Papandreu no hubiese exhibido su traición al socialismo, una de las medidas que él ha tomado personalmente fue la de viajar hacia Alemania, la primer semana del mes, para entrevistarse con los principales capitalistas que invierten en la nación balcánica.
La incapacidad y traición del gobierno socialista de Papandreu no le ha pasado de largo al pueblo griego, una nueva oleada de protestas sacude en estos días a la antigua Grecia. Ya no son los estudiantes los que se han lanzado a las calles, ahora el la sagaz clase obrera. Según los reportes de la prensa internacional durante febrero y marzo se han realizado, al menos, dos huelgas generales de 24 horas; sin contar la que acaba de realizarse el pasado jueves 11.
Es difícil saber si el proletariado heleno obtendrá resultados de manera inmediata, pero aún si no lo hiciere es posible que al igual que le ocurrió al ex-primer ministro, Kostas Karamanlis, el actual Papandreu tenga los días contados al frente del gobierno griego. Lo único que hace falta en el teatro de la tragedia helena es una alternativa que unifique los verdaderos intereses de clase. Veremos de qué están hechos los revolucionarios en Grecia.
Barbas remojando
Así como la pésima forma de integrar la economía europea resultó en el consumo intenso de las fuerzas productivas griegas, de la misma manera el desgaste podría transmitirse hacia otras naciones de la zona euro. Principalmente hacia aquellas que se encuentran en condiciones similares, como en el caso de España o Portugal. Ambos países se encuentran al borde de recurrir a medidas tan severas en su política presupuestaria. Más que nada, los españoles deben estar al pendiente, pues a la saturación financiera que agudizó el subconsumo en el mundo, es preciso añadir que internamente, España, también ha tenido problemas con las deudas hipotecarias. Condiciones del mercado inmobiliario español que han reforzado la tendencia hacia el subconsumo. La incógnita será ¿cómo responderán los españoles si el gobierno del, también, socialista José Luis Rodríguez Zapatero? Recuérdese que la Revolución francesa detonó por un asunto de política fiscal y que la monarquía de los Borbón (parientes lejanos de Luis XVI) es cada vez menos popular en España.
Pero no solamente las naciones cuyas fuerzas productivas han sido agotadas por la intensidad se encuentran en riesgo de comenzar una revolución contagiada por las condiciones de Grecia, sino también naciones típicamente capitalistas como Francia podrían ser un foco revolucionario. Todavía están recientes las manifestaciones de los descendientes de migrantes y de los estudiantes franceses, además Nicolás Sarkozy tiene cada día más problemas para avanzar políticamente. El Hexágono (como llaman cariñosamente los franceses a su país) es una de las naciones de la eurozona que mejor ha librado la crisis mundial. No obstante, en Francia la alternativa electoral todavía está presente, y los trabajadores la asumen como la más vigente, muestra de ello han sido los avances que la izquierda (sobre todo el Partido Socialista) tuvo en las elecciones regionales del domingo 14 de marzo, cuando obtuvieron (según los resultados preeliminares) el 30% de los sufragios. Eso los coloca como la principal fuerza en el país.
Aunque es difícil, si en Francia el Partido Socialista no continuo el mismo camino que han seguido los socialistas españoles y griegos, sino que realizan una política mucho más apegada a las necesidades de clase, es probable que las próximas elecciones presidenciales, por fin consigan colocar a un presidente de izquierda en Francia desde la época de François Mitterrand. Tanto en Grecia como en España y en Francia se abren posibilidades que, al mismo tiempo, son un gran reto para la clase trabajadora: concretar gobiernos que no impongan el capitalismo con disfraz revolucionario, sino que se realice una verdadera revolución socialista. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!
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