A unas horas de concluidas las elecciones en Colombia nada supone sorpresas. El candidato del Partido Social de Unidad Nacional (PSUN), Juan Manuel Santos, se perfila como el ganador, aunque posiblemente no en una vuelta. El candidato que probablemente quedase en segundo lugar, Antanas Mockus del Partido Verde, le ha quitado los suficientes votos al delfín de Álvaro Uribe para que no alcance el 50% de la votación. Forzar a una segunda vuelta es un avance para la oposición, pero dada la correlación de fuerzas es poco probable que Mockus tuviese oportunidad en una segunda vuelta. Con un resultado así se garantiza completamente la continuidad de las políticas uribistas. Lo que es una mala noticia para las izquierdas colombianas, pero sobretodo para el proletariado colombiano.
1. El general Uribe
Al igual que otras naciones latinoamericanas, Colombia inició tardíamente su proceso de industrialización. Debió en gran medida a la centralización económica en la agricultura de monocultivo. Los terratenientes se enriquecieron formando una burguesía rentista completamente desinteresada en modernizar las estructuras económicas colombianas. Dicho sacrificio fue el que a comienzos del siglo XX colocó a Colombia como una de las naciones mejor posicionadas de América Latina gracias a la producción cafetalera. Actualmente, Colombia es junto a Venezuela, Perú y Argentina, una economía de tercer nivel en América Latina. Detrás de México (en el segundo plano) y de Brasil (la más relevante de la región).
Como se puede inferir, la problemática colombiana tiene mucho tiempo. La polémica entre liberales y conservadores sobre la modernización desembocó en el Bogotazo. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, detonó la hostilidad cuando algunos de sus partidarios decidieron tomar las armas. Cinco años más tarde, la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla intentó la pacificación, consiguiendo que varios grupos dejasen las armas. Pero los comunistas no aceptaron los ofrecimientos de Rojas; en lugar de ello, se refugiaron en diversas comunidades rurales, incluida la de Marquetalia dónde se encontraba el grupo de Manuel Marulanda (Tirofijo). Tres años más tarde liberales y conservadores comenzaron un proceso de negociación de dos años (1956-1958), el resultado fue el cese de hostilidades entre los bandos y la conformación del Frente Nacional. Los grupos comunistas que mantuvieron la guerrilla quedaron aislados políticamente.
Dado que los grupos revolucionarios integraron regiones autónomas, sin olvidar que como telón de fondo estaba la guerra fría, la ofensiva del ejército colombiano tuvo el respaldo de Estados Unidos. Como consecuencia, en 1964 los grupos guerrilleros dispersos se unieron en torno al grupo de Marulanda para conformar el Bloque Sur que dos años después se comenzó a denominar Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). A la par los grupos guerrilleros que disentían del Partido Comunista de Colombia integraron un nuevo grupo: el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que contaba entre sus miembros al sacerdote Camilo Torres, surgió a comienzos de 1965.
Las guerrillas mantuvieron la misma dinámica de combate y organización de las comunidades rurales. Eso comenzó a cambiar en la década de 1980. Durante ésta el gobierno colombiano mostró mayor disposición para negociar con los grupos armados. Durante la presidencia de Belisario Betancur se firmaron treguas con casi todas las guerrillas. Al mismo tiempo, los rebeldes se encontraron en el dilema de involucrarse con los cárteles del narcotráfico, que en aquellos años iban en ascenso. Éstos consiguieron romper la negativa de algunas células guerrilleras mediante el poder económico.
En esa misma década se forjaron intentos de las guerrillas para abrir la vía política, se crearon organismos como la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB) o la Unión Patriótica (UP), pero perdieron fuerza rápidamente. Casi al mismo tiempo surgieron grupos armados creados por el gobierno o por los empresarios agrícolas y ganaderos o por el propio narcotráfico: los paramilitares, cuyo objetivo era combatir a las guerrillas. El principal grupo paramilitar surgido entonces fueron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) cuya misión era desarticular la base social de las FARC, ELN y grupos similares. Curiosamente durante esa época el empresario militante del Partido Liberal, Álvaro Uribe, era gobernador del departamento de Antioquia (1995-1997). Esa región fue de las que más problemas tuvo con los paramilitares, incluyendo la masacre de El Aro.
Durante el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) se abrió un proceso de negociación para la paz, que fue aprovechado por las guerrillas para extenderse sobre algunas comunidades rurales. Por el lado opuesto, Pastrana también comenzó la negociación del Plan Colombia que en primer momento estaba planteado como un apoyo que el gobierno de Bill Clinton otorgaría a la nación sudamericana para desarrollar la economía colombiana y restarle base al narcotráfico. Sin embargo, en lugar de ello, desde el comienzo el énfasis estuvo en la militarización de Colombia mediante armamento, tecnología y capacitación técnica estadounidense. Elementos que empleados preferentemente en el combate a las guerrillas.
A comienzos de 2002 se rompió la tregua y el proceso de paz. Reiniciaron las acciones guerrilleras. En ese contexto el Partido Liberal postuló a Álvaro Uribe Vélez, de quién se sospecha que tuvo nexos con el cártel de Medellín. El éxito de Uribe se encontró en que consiguió identificar tanto al narcotráfico como a los paramilitares y a los grupos guerrilleros como un solo problema: la inseguridad. Por ellos, una vez electo como presidente para el período 2002-2006 lanzó una agresiva política denominada: seguridad democrática, cuyo respaldo estuvo en los recursos del Plan Colombia y en la promulgación de la Ley para la Justicia y Paz.
Uribe aprovechó que los intereses de la administración estadounidense de George W. Bush se centraron en la Guerra contra el Terrorismo y en la Guerra contra el Narcotráfico. Para apuntalar el respaldo de la sociedad colombiana a su política, realizó la desmovilización de las AUC.
Respecto al Plan Colombia, gracias a éste los EE. UU. consiguieron darle mayor importancia a sus bases militares en territorio colombiano, lo cuál no es cosa menor. Por su ubicación geográfica, la nación sudamericana es un punto estratégico para los intereses estadounidenses en términos comerciales y militares. Colombia es la única nación de toda América del Sur con costas tanto en el océano Atlántico como en el Pacífico. Mediante el Plan el imperialismo se posicionó ventajosamente con miras a convertir al continente en su espacio vital. Por ello es que el gobierno colombiano ha recibido un trato tan deferente por los EE. UU.
Uribe comprendió bien esta situación, por eso su gobierno ha sido reacio a buscar las vías de una solución más perdurable. Sabe bien que el respaldo imperialista, sumado a su discurso de intolerancia absoluta ante los grupos armados le evita la molestia de tener que negociar con las fuerzas beligerantes.
De lo anterior se infiere con facilidad que el gobierno de Uribe ha conseguido buenos resultados de esa política agresiva. Al menos durante su primer mandato y la mitad del segundo (2006-2010). Su máximo fue alcanzado por el presidente colombiano cuando el ejército anunció el rescate de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt el 2 de julio de 2008. Tras ese último movimiento la popularidad de Uribe se fue a las nubes, pocos colombianos no se creyeron el cuento e incluso hubo quién ensayó con la propuesta de un tercer mandato de Uribe al frente de Colombia.
No obstante, conforme han ido saliendo los escándalos políticos por tráfico de influencias, relaciones del presidente tanto con el narcotráfico como con los paramilitares, las ejecuciones de civiles inocentes que después eran presentados como guerrilleros (falsos positivos) y los intentos de soborno a congresistas de oposición para que aprobasen una reforma a la Constitución que permitió la reelección inmediata de Uribe, el respaldo social hacia el presidente y la coalición de partidos que lo respaldan ha ido en retroceso.
Se le cerró la posibilidad de otra reelección, pero no la de elegir a su candidato para la sucesión. Así, mediante el Partido Social de Unidad Nacional (PSUN o Partido de la U), que se formó para apoyar la reelección de Uribe en 2006, cuando éste abandonó al Partido Liberal, el presidente colombiano consiguió imponer la candidatura de su antiguo ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
2. Juan Manuel Santos
No se trata de un personaje recién llegado a la política ni mucho menos de alguien que guste de pasar inadvertido durante el desempeño de sus gestiones. La formación profesional de Santos incluye su paso por tres universidades estadounidenses, la de Kansas, la de Tufts y la de Harvard. En otras palabras, posee una formación académica pro-imperialista bien consolidada.
Durante algún tiempo ejerció el periodismo, pero desde 1991 comenzó a desempeñar altos cargos de gobierno, cuando fue designado Ministro de Comercio Exterior por el entonces presidente César Gaviria. A partir de entonces no ha dejado de aparecer en los altos cargos públicos. Durante sus primeros 15 años como político, mantuvo su afiliación al Partido Liberal. Cuando Álvaro Uribe decidió renunciar a su militancia en dicho partido en 2006, con el propósito de generar una fuerza más amplia que lo postulase para ser reelecto, Santos fue uno de sus artífices. En medio de ese proceso electoral, se formó el PSUN por miembros del antiguo liberalismo. La participación del ex periodista en la conformación de ese nuevo partido fue importante.
Los esfuerzos desplegados por Santos en apoyo de Uribe fueron bien recompensados cuando se le designó Ministro de Defensa para el segundo mandato presidencial de éste. Desde dicha posición realizó maniobras que tuvieron cierta espectacularidad tanto por los efectos que tuvieron en el combate a los grupos guerrilleros como por los disputas políticas que ocasionó con los gobiernos vecinos, véase la Operación Fénix en que el ejército colombiano masacró en territorio de Ecuador a un grupo de miembros de las FARC entre los que se encontraban Raúl Reyes (alto dirigente de la organización) y algunos estudiantes mexicanos que intentaban realizar un trabajo académico sobre este tipo de organizaciones.
Lejos de solicitar el perdón de los afectados por las arbitrariedades ordenadas, Santos se caracterizó por vanagloriarse de sus designios al frente del ministerio. A la Operación Fénix y el escándalo de los falsos positivos es preciso agregar las denuncias de los opositores que fueron espiados por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) bajo las órdenes de Juan Manuel Santos. Esa forma de proceder le costó que en 2007 hubiese estado muy cerca de ser vetado por el Congreso.
Finalmente, cuando la Corte declaró improcedente un referendo que abriese la puerta para otra reelección de Uribe, Santos se convirtió en el candidato del oficialismo para las elecciones del 30 de mayo. Durante toda la campaña ha estado al frente de las preferencias electorales, aunque en algunos momentos tuvo al opositor Antanas Mockus muy cerca. Con todo, las previsiones hasta el momento indican que Santos obtendrá el 45% de los votos, lo cuál no es suficiente para evitar la segunda vuelta, pero de darse ésta el uribista fácilmente podría obtener el apoyo de los partidos menores como el del Cambio Radical y el Partido Conservador. Ello le supondría una victoria relativamente sencilla en la segunda vuelta.
3. Antanas Mockus
Su trayectoria política comenzó dentro de la vida universitaria en 1990, cuando fue designado Rector de la Universidad Nacional de Colombia, aunque perdió el cargo en 1993 debido a su comportamiento frente a la comunidad estudiantil. Posteriormente ejerció el cargo de alcalde de Bogotá en dos ocasiones. La primera entre
Ha postulado sus candidaturas a la vicepresidente, congresista y presidente, en 1998, 2006 y 2010, respectivamente. Al menos en las dos primeras fue derrotado por sus adversarios, en la oportunidad presente lleva una disputa algo cerrada con el candidato del oficialismo, Juan Manuel Santos, pero todo indica que también saldrá derrotado, aunque sería hasta una segunda vuelta, pues aunque se cree que obtuvo el 20% de los votos emitidos, eso sería suficiente para evitar que Santos obtenga el 50% que le daría el triunfo en una ronda.
Para Mockus su propio partido, el Verde, es un elemento que permite identificarlo con posiciones programáticas y prácticas políticas que no se alejan demasiado del uribismo. Sobre los verdes pesa el hecho de tener su origen en la Alianza Democrática M19, organización que pasó de la guerrilla al paramilitarismo. Además, tómese en cuenta que el Partido Verde está más identificado con sectores de la pequeña burguesía con cierta educación pero carentes de una conciencia social clara, cuando más llega a postular temas sobre preservación ambiental o participación ciudadana, y mucho menos de una conciencia de clase.
4. Sustituyendo nombres
Aunque en términos de desarrollo económico la gestión de Uribe no fue mala, pues se obtuvo un promedio de crecimiento superior al 4% anual, mientras la inflación se mantuvo alrededor del 7% y se diminuyó el déficit en balanza comercial a un equivalente inferior al 3% del PIB. Los problemas colombianos son más agudos que eso. Primero, la diversificación de su economía aún es escasa pues depende de la producción de unos cuantos artículos. Segundo, la distribución de la riqueza es crecientemente desigual, se concentra en una capa cada vez menor de la sociedad.
Y tercero, la política de Seguridad Democrática está ocasionando más problemas que beneficios: en la legislatura electa para 2006-2010 fueron procesados por nexos con las organizaciones paramilitares 80 congresistas. En las elecciones parlamentarias del marzo reciente ya se han identificado algunos nombres tales como: Arleth Casado, Raimundo Méndez, Antonio Guerra de Esprinella y Héctor Julio Alfonso. Éste último con el agravante de haber sido postulado por el Partido de Integración Nacional (PIN) que fue fundado por Luis Alberto Gil desde la celda donde permanece recluido por sus nexos con las AUC. Paralelamente a los problemas en la política profesional, la Seguridad Democrática también está yendo en contra de la oposición social colombiana. Más de una vez los pueblos indígenas han sido acusados de apoyar a las guerrillas; en consecuencia de las fuerzas armadas se ha vuelto una constante.
En esos términos, independientemente de quién gane la elección en Colombia, lo cierto es que ni siquiera habría un verdadero cambio en las formas de desempeñar la administración pública: los vicios del uribismo y la mano del imperialismo están muy arraigadas como para que algo cambie.
5. Isla continental
La continuidad política, sea con Santos o con Mockus, dejaría en una situación difícil para Colombia frente a sus vecinos del subcontinente. Aunque el cambio de gobernante sería suficiente pretexto para reducir las tensiones con Venezuela, Ecuador y Bolivia. El ser un representante embozado de los intereses del imperialismo estadounidense, tarde o temprano, hará que el próximo gobierno colombiano se distancie del resto de Sudamérica, siempre y cuando la tendencia de gobiernos de izquierda no varíe en el mediano plazo. Aunque el distanciamiento no necesariamente se traducirá en confrontación política, solo ocurrirá ésta en condiciones muy especiales. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!
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