El 20 de abril la perforación de un pozo petrolero en el llamado prospecto Macondo frente a las costas de Plaquemines Parish, Louissiana, se hallaba en su fase final cuando se registró una explosión en la torre de la plataforma perforadora Deepwater Horizon. Ésta había sido arrendada por la empresa británica British Petroleum (BP) a la compañía Transocean para que abriese el pozo en aguas ultra-profundas (a
Más allá del desastre ecológico que se genera con tal acontecimiento, el desastre es también una evidencia más de la voracidad de las grandes compañías petroleras. Bajo los parámetros de éstas están basando en criterios de mercado, es decir la mayor ganancia en el menor tiempo posible. Así resulta claro que una actividad estratégica como la extracción de hidrocarburos no puede ser realizada partiendo de dicha idea, pues se pone en peligro tanto a los trabajadores de la industria petrolera como al medio ambiente, además de la afectación a millones de trabajadores que también terminan siendo afectados por el derrame al no poder desempeñar sus actividades económicas en la región.
1. Sed negra
Desde 1999 el precio internacional de los precios del petróleo venía creciendo constantemente. Aunque en aquella época el principal marcado de referencia, el West Texas Intermediate (WTI), promedió US$19.31. La crisis económica de 2000-2001 no afectó al sector petrolero que incluso en medio de los primeros signos de la crisis los precios siguieron incrementándose cada vez con mayor velocidad. Los especuladores financieros, al entrar en pánico ante la debacle económica que comenzaba, tuvieron la reacción inmediata de refugiar sus inversiones en el mercado petrolero, el cuál se disparó. Durante el año 2008 el WTI se vendió en promedió a US$100.06. Ello sin mencionar que algunas variedades de mejor calidad como el Nigerian Focados tuvieron precios medios ligeramente por encima del de referencia. Aunque como el resto de las materias primas, el petróleo, también estuvo afectado a la larga por la crisis económica. Para el 2009 el WTI se vendía en US$61.92 que pese a ser menor en 40% a la cotización del año previo, si es muy superior a los precios de finales del siglo XX. Es probable que en el año corriente los precios del petróleo quedasen por encima de 2009. Lo que deja claro que este mercado tiene una gran rentabilidad para los capitalistas ávidos por obtener ganancias rápidas.
Las jugosas ganancias del mercado petrolero estimularon dos facetas del proceso extractivo que se habían abandonado por años: la generación de nuevas tecnologías y la exploración de nuevos yacimientos. En diversos momentos esos dos componentes se combinan, pues en algunos casos la propia fase explorativa requiere de tecnologías novedosas para rastrear las reservas que se van descubriendo.
En esa forma naciones como Canadá, Venezuela o Brasil han aprovechado la década de altos precios para costear proyectos de exploración que están rindiendo frutos pletóricos. Así, Venezuela se convirtió en la segunda mayor reserva probada a escala planetaria al certificar hidrocarburos por más de 172,300 millones de barriles, mientras Canadá y Brasil aprovecharon la bonanza para ubicarse como la segunda y cuarta reserva petrolera, respectivamente, de América; por encima de potencias históricas de la región como Estados Unidos y México. Otras naciones como Noruega o Brasil han aprovechado el período de auge para desarrollar tecnologías importantes para la extracción. En el caso de Noruega se han venido creando instrumentos para las regiones polares. En cambio, en Brasil se generaron los mecanismos necesarios para la perforación en profundidades marinas superiores a los
La bonanza petrolera inflamó la codicia de los grandes empresarios estadounidenses, que aprovechando las nuevas tecnologías están presionando al gobierno de Obama para que abra zonas vedadas a la exploración petrolera en el Golfo de México y Alaska. A la cabeza de los apremios están las cuatro compañías (ExxonMobil, Chevron-Texaco, Royal Dutch Shell y British Petroleum) herederas de las Siete Hermanas que monopolizan la industria petrolera desde la década de 1960. Cada una de dichas compañías tiene sus propios representantes que negocian con los parlamentarios estadounidenses para obtener ventajas legales, práctica conocida como cabildeo. Más aún, estás mismas multinacionales entregan jugosas aportaciones económicas a las campañas de los principales partidos políticos: demócratas y republicanos. Pocos funcionarios federales tienen las manos limpias de petróleo. De hecho, según lo reportado por el Center for Responsive Politics, citado por Alejandro Maciel en el semanario Proceso (“Los costos del cabildeo”, 9/mayo/2010, p. 48-49) el principal beneficiario con dinero de BP durante las campañas electorales de 2008 fue Barack Obama, quién recibió US$71,000.
El resultado de las maniobras del cártel petrolero está dando resultados positivos para éste. Aprovechando la necesidad del presidente estadounidense por impulsar en el congreso una reforma energética que disminuya la dependencia norteamericana de fuentes extranjeras de abastecimiento, los cabilderos del cártel consiguieron que se retirase las prohibiciones para la explotación petrolera. A tal grado que, el propio Obama conminó el 31 de marzo del presente año a las compañías a acelerar los trabajos de exploración para reponer las reservas.
2. Petróleo mundial
Resulta hasta un pleonasmo señalar que en la actualidad se consumen hidrocarburos como nunca antes en la historia. Lo que no resulta tan evidente es que ninguno de los países que son grandes consumidores es autosuficiente en extracción de petróleo y gas natural, son grandes procesadores, sí, pero no productores de crudo. En cambio, las naciones que poseen grandes reservas de hidrocarburos o que generan millones de barriles cada día son, por el contrario, naciones subordinadas. Hasta la fecha, tal como lo fue en gran parte del siglo XX, el principal consumidor es Estados Unidos que durante el 2009 consumió en promedio 18.7 millones de barriles diariamente. Es decir, para ser la economía más poderosa del mundo requiere de ser la que más hidrocarburos emplea.
La segunda economía que más petróleo consume es la que tiene la mejor tasa de crecimiento en la actualidad: China. Los crecimientos de dos dígitos que mantiene la economía china pese a la crisis mundial exigen el consumo de poco más de 8.6 millones de barriles cada día. Con toda razón puede afirmarse que la deidad del crecimiento económico exige ofrendas de hidrocarburos para apaciguar los ánimos del libre mercado.
Contrariamente, ninguno de las dos naciones extrae el petróleo suficiente para satisfacer su demanda interna. Mientras los EE.UU. obtienen un promedio diario de 7.2 millones de barriles, en cambio China produce 3.8 millones de barriles diarios. En cada caso menos de la mitad de sus respectivos consumos. Eso sí, cada una de estas naciones tiene una gran capacidad de procesamiento de crudo que limita las importaciones de petrolíferos. Los norteamericanos poseen una capacidad instalada de refinación que supera los 17 millones de barriles diarios, mientras que la de China es de 8.6 millones. Es curioso, pero estas economías que por tamaño del Producto Interno Bruto (PIB) son la primera y la tercera, en tanto que en términos de consumo de hidrocarburos tienen los lugares uno y dos en el planeta, también tienen los dos primeros lugares mundiales por capacidad instalada para la refinación (¿pues no que el negocio está en la simple exportación de crudo, como decían los burócratas neoliberales con Felipillo I, el breve, al frente?)
No obstante, la materia prima de esas refinerías tiene su fuente en regiones completamente ajenas a las dos naciones referidas. La importación masiva de crudo que pueda mantenerse en el largo plazo solamente se da en dos regiones el mundo: el Medio Oriente y Venezuela. Las naciones árabes, con Arabia Saudita a la cabeza, poseen en total reservas probadas por 754,200 millones de barriles. Por su parte, en Venezuela se tienen reservas por 172,300 millones de barriles. Para dar una dimensión de lo que significan esas magnitudes vale la pena pensar que al ritmo de consumo actual de los EE.UU. y China sumados, podría ser sostenido por Medio Oriente aunado a Venezuela por más de 90 años.
Tanto para chinos como para estadounidenses ambas regiones representan un apetitoso banquete. Aunque ambas regiones tienen un grave inconveniente: están fuertemente influidas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Este cártel surgido en
3. Lecciones para México
Transcurrido poco más de año y medio desde la aprobación de la reforma petrolera posible, la realidad de la industria petrolera mexicana sigue siendo el franco abandono en la espera que con el tiempo los mexicanos se dejasen de anacronismos como la defensa de PEMEX. Como se mencionó en Reyertas 10: La victoria pírrica, si bien la reforma aprobada no era lo que deseaban los neoliberales más recalcitrantes, tampoco fue benéfica para la clase trabajadora. Un tanto porque sí abrió la posibilidad a la inversión privada en el sector, otro tanto porque ha sido el pretexto perfecto para que el calderonato abandone a su suerte a la industria petrolera en una especie de sabotaje programado a mediano plazo. Para Felipillo I, el espurio, los objetivos de su propuesta de reforma eran dos: abrir completamente la posibilidad de la inversión privada a través de los Contratos Riesgo y la exploración en las aguas ultra-profundas del Golfo de México. Sin embargo, el siniestro en la plataforma Deepwater Horizon demostró con creces que dichos objetivos, de persistir en ellos, serían un grave error para la política petrolera mexicana. La propia tecnología desarrollada hasta el momento, carece de los elementos de seguridad indispensables para las aguas ultra-profundas del Golfo. Sin mencionar que las compañías privadas, en su afán de lucro inmediato, prescinden de los más elementales procedimientos de seguridad industrial.
La indolencia de BP, Transocean, Deepwater Drilling, PLC y Halliburton, así como a varias subsidiarias de éstas, todas ellas involucradas directamente en el desastre de la Deepwater Horizon, demuestra que la peor decisión es permitir que los criterios de mercado controlen la industria petrolera de una nación. Esta calamidad tiene el potencial para superar el hundimiento del ExxonValdez, el 24 de marzo de 1989 en las costas de Alaska, que representó el mayor derrame de petróleo de la historia. Este tipo de sucesos deberían ser suficientes para que el inquilino de Los Pinos y su camarilla de sicofantes renunciasen a su proyecto de política petrolera para México. Por su parte, la clase trabajadora en México también tendría que verse en el espejo de la Deepwater Horizon para impedir que los criterios de mercado se apoderen de los hidrocarburos mexicanos a la par que se rescata la propiedad de la nación, no del gobierno, de PEMEX. El proletariado requiere una nueva nacionalización de su industria petrolera. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!
2 comentarios:
disculpa, en el punto 2 hay una parte que no se entiende:
En cambio, las naciones que poseen grandes reservas de hidrocarburos o que generan millones de barriles cada, son potencias económicas, por el contrario.
Gracias por identificar el resbalón, ya fue corregido.
Saludos solidarios.
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