jueves, septiembre 17, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 26:

El Infinito

Análisis filosófico del origen del universo

Por: Sagandhimeo

Para Angélica

Por su apoyo

INTRODUCCIÓN

En esta obra se analizará si el universo tuvo un origen y la noción de infinito que le subyace, partiendo de los avances de la astrofísica y de argumentos filosóficos fundamentales.

1. El problema central

El primer paso para hablar del origen del universo consiste en no desviarse del problema, para ello es preciso entender universo como la totalidad y debido a que universo a veces puede entenderse como “nuestro universo” habremos de formular un nuevo término: “metauniverso”, en dicho término incluiremos nuestro universo, así como todo lo que pueda quedar fuera de él, como lo sería un estadio previo al universo actual, múltiples universos, universos paralelos e inclusive el vacío que pueda haber fuera del universo conocido.

En ese sentido, suponer que nuestro universo surgió de otro universo evade el problema, pues lo que queremos saber es el origen de todo en absoluto, del metauniverso. Del mismo modo, si planteamos que hubo un creador del metauniverso, tenemos que preguntarnos por el origen de tal creador y así sucesivamente, pues argumentar que dicho creador siempre existió o es causa de sí mismo es equivalente a decir que el metauniverso mismo siempre ha existido o es causa de sí mismo.

Algo parecido ocurre en cada campo de estudio, como creer que la civilización viene de otro planeta, o que la vida se originó en otra galaxia, o que la tierra reposa sobre una tortuga como se creía en culturas orientales. Estos argumentos poseen el mismo patrón: no enfrentar el problema como tal, sino pretender explicarlo insertando un elemento externo que se queda sin explicación y que por lo regular involucra cierta mística.

Por el contrario, actualmente se sostiene que la civilización es un producto histórico, que la vida emergió de componentes químicos terrestres y que la tierra no está sostenida por nada, pues su equilibrio radica en la gravitación universal, ya es tiempo de que también el origen del universo posea una explicación objetiva y libre de agentes arbitrarios.

2. El problema del infinito.

Para comprender el origen del metauniverso es necesario poseer una noción adecuada del infinito, como se verá en adelante.

Muy citada es la antinomia kantiana del infinito, la cual sostiene que si el universo tuviera un comienzo forzosamente tendría que haber algo antes de eso, por lo que no hay comienzo, y si no lo tuviera habría una infinidad de tiempo antes de ahora, por lo cual tiene que haber comienzo. Con esta antinomia Kant concluye que es imposible saber si el universo tuvo un origen o no.

El problema radica en la noción de infinito que se tenga, desde Aristóteles existen dos tipos de infinito, infinito en acto y en potencia. Infinito en acto es aquél que existe en absoluto y como ejemplo sólo podemos mencionar la idea de Dios, pues se cree que posee todos los atributos elevados a la máxima potencia. A este infinito se le suele llamar transfinito. Por otra parte el infinito en potencia es la posibilidad de sucesión indeterminada, como ejemplo tenemos todo cuanto existe, pues es posible una sucesión indefinida de los números, de las cosas, de las capacidades, de las personas, ya que siempre es posible que aumente el número de cualquier conjunto.

El transfinito es intrínsecamente incongruente pues supone una entidad que contiene en sí misma todas las posibilidades de ser, por lo cual no se movería y al ser estática es finita. Por ejemplo, la idea de destino supone que ya todas las posibilidades están dadas, de modo que la vida misma es una ilusión. En otras palabras, aunque el infinito posea congruencia siempre se encuentra en un estadio determinado, es decir, podemos contar los números del uno al infinito, pero aunque podamos continuar contando siempre, en todo momento estaremos en un número determinado. Así, el metauniverso es infinito (más claramente “indefinido”) en el sentido de que no tiene término, pero en todo momento posee una extensión y duración determinadas.

Manejar el infinito en acto y no como potencialidad facilita generar cosmovisiones incongruentes como la de Zenón, el cual ideó una serie de paradojas. Una de ellas consiste en afirmar que racionalmente, una persona no puede recorrer un estadio de longitud, porque primero debe llegar a la mitad de éste, antes a la mitad de la mitad, pero antes aún debería recorrer la mitad de la mitad de la mitad y así eternamente hasta el infinito. De este modo, teóricamente, una persona no puede recorrer un estadio de longitud, aunque los sentidos muestran que sí es posible. Esto ocurre porque el autor maneja el concepto de infinito en acto y no como potencia, es decir, una persona recorre un infinito número de lugares para recorrer un estadio, pero porque cada lugar es potencialmente divisible al infinito, en acto el estadio se recorre en pasos, no en unidades indefinidas.

La confusión surge cuando se mezclan los tipos de infinito. En el caso de Kant sucede que él considera que había tiempo antes del inicio del universo, siendo que el tiempo pudo surgir junto con el mismo, de modo que no hay paradoja. Por otro lado Kant supone que no puede haber una infinidad de tiempo hacia el pasado porque nunca llegaría hasta el presente, pero el tiempo hacia atrás no tiene por qué haber transcurrido ya, pues por ejemplo nuestra numeración es infinita hacia atrás y hacia delante y no por ello nos impide contar cotidianamente (Reichenbach). En otras palabras, suponer que el tiempo ha transcurrido transfinitamente hacia atrás es injustificado, pues puede suceder “indefinidamente”, de modo que en la actualidad siga avanzando hacia delante y hacia atrás desde un tiempo cero. Esto puede sonar extraño, pero es físicamente posible, pues así como existen partículas y antipartículas es probable que en otro lado del universo o en un universo paralelo el tiempo transcurra hacia atrás desde nuestra ubicación y viceversa. Donde naturalmente no hay una anti-tierra, pues su desarrollo es totalmente independiente al de nuestro universo.

De este modo lo que Kant veía como una antinomia se convierte en una disyuntiva, donde ambas optativas son razonables y la última palabra la posee la investigación científica, como veremos en adelante.

3. El problema del origen.

Hasta el momento tenemos dos opciones: que el universo haya existido siempre, de modo que el tiempo transcurra indefinidamente hacia atrás y hacia adelante. Y que el universo haya surgido en algún momento generando el espacio y el tiempo simultáneamente.

Estas opciones no son excluyentes, podemos combinarlas en una sola: el universo surgió en un punto cero a partir del cual se desglosó en dos espaciotiempos que se extienden indefinidamente. Esta afirmación no es meramente lógica pues existen descubrimientos físicos que la apoyan, como veremos.

La fluctuación cuántica consiste en que a partir del vacío surge espontáneamente una partícula con su correspondiente antipartícula (la misma pero con carga opuesta como el electrón y el positrón) y se aniquilan al instante, esto no es mera especulación sino una teoría de la física cuántica. Además, dicha fluctuación no viola las leyes de la matemática, pues si bien es injustificado que 0=1, sí es válido que 0=+1-1, de modo que del vacío no puede surgir la materia, pero sí materia más antimateria. De la nada no sale algo, pero sí algo más “antialgo”.

Sobre esta teoría algunos científicos sostienen que el universo surgió de la nada (matemáticamente esto equivale a la dimensión -1, ya que la dimensión cero es un punto), de una fluctuación cuántica colosal, aunque aun falta por explicar por qué no se aniquiló al instante como sucede en las fluctuaciones cuánticas comunes. Como en el universo hay muchísima más materia que antimateria, es probable que se haya generado otro universo con mucha más antimateria que materia, conservando así la igualdad y la existencia metauniversal. En otras palabras, en el principio no existía nada, ni el espaciotiempo, luego una fluctuación cuántica colosal derivó en dos universos (con sus respectivos big-bangs, según el modelo inflacionario), uno con más materia y otro con más antimateria, de modo que entre ambos tienen carga igual a cero, por lo que su aparición está justificada física y matemáticamente.

4. Implicaciones filosóficas

Es sumamente difícil imaginar la nada absoluta y más que de ella surgiera algo y antialgo, pues esto implica que la nada posee la potencialidad para generar todo cuanto existe. La pregunta de Leibniz ¿Por qué existe algo en vez de nada? Puede responderse: existe algo porque la nada contiene la potencialidad de algo, pero si la nada no es nada, ¿Cómo puede poseer un atributo de potencialidad? La solución consiste en no concebir la nada simplista, estática o irracionalmente. Sino en concebirla dialécticamente, es decir, entender que la existencia y la nada forman una unidad en conflicto permanente, para Hegel, el ser puro y la nada pura no pueden existir, sino que son meras abstracciones, pues si el ser es homogéneo, inmutable y simple: es exactamente igual que la nada pura. Como mirar un paisaje mediante toda la luz o nada de luz, en ambos casos no se puede ver el paisaje, sino blanco o negro, respectivamente.

Por lo tanto, la suma de todo lo existente así como cada una de sus partes: se constituyen por una mezcla de ser y nada, donde el ser significa su singularidad y la nada su posibilidad de movimiento. De este modo recuperamos la defensa de Parménides de que la nada no es nada, pues si fuera algo ya no sería nada. Pero a su vez consideramos que la nada aunque no sea algo concreto sí se constituye como una condición de posibilidad, la cual permite el movimiento del ser, es decir, el devenir.

En matemáticas el ser se constituye por los números y la nada por el cero. Pues el cero no representa nada por sí mismo, pero es condición de posibilidad de la mayoría de los números, como los que siguen del diez y los decimales, basta con compararlo con los sistemas de numeración antiguos que no poseían el cero.

Esto ocurre también en la constitución del universo, donde el ser o suma de lo existente está completamente rodeada por la nada (o vacío absoluto) y esto es lo que permite su expansión, pues si el universo lo ocupara todo no podría moverse. Además, las partículas subatómicas se encuentras enormemente separadas unas de otras, lo que implica que el vacío dentro del universo también es condición de posibilidad del movimiento nuclear.

Conclusiones

Como humanidad hemos encontrado una explicación lógica, matemática y física del origen del universo (y en general del metauniverso) que disfruta de solidez y autosuficiencia, por lo que podemos desechar toda explicación mística o agnóstica.

Además, es posible que haya una infinidad de universos dentro del metauniverso, pues las fluctuaciones colosales pueden ocurrir indefinidamente, lo importante es que existimos en uno de ellos y estamos hechos de la misma materia que lo originó, lo cual en cierta medida nos hace sus protagonistas, de nosotros depende lo que hagamos con esa fortuna.

Bibliografía

Aguilar Sahagún, En el limite del universo: la vision cosmologica de Stephen W. Hawking.

Courant y Robbins, ¿Qué son las matemáticas?

Engels, El Antidüring.

Gribbin, Génesis, los orígenes del hombre y del universo

Hacyan, El descubrimiento del universo.

Hegel, Ciencia de la Lógica.

Hospers, Introducción al análisis filosófico.

Kant, Crítica de la Razón Pura.

Reichenbach, La Filosofía Científica.

Zellini, Breve historia del infinito.

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