Con un poco de retraso en su publicación, pero cumpliendo con su compromiso de presentar a los lectores un punto de vista que analiza la situación de la sociedad que les aporte algo a los revolucionarios que estamos intentando transformar la forma en que viven los trabajadores del país, y del mundo. En esta oportunidad, el retraso se ha debido en parte por la gran cantidad de material que el golpista inquilino de Los Pinos, Felipillo I el católico, ha ido entregando en pequeñas dosis elementos que simbolizan claramente la abdicación de su trono tan duramente peleado.
En muchos sentidos, el discurso manejado por Felipillo I el breve desde que le entregó su informe al Congreso de la Unión ha sido una forma de reconocer que se equivocó, parecería una señal de madurez política ese reconocimiento de los errores propios. Sin embargo, la codicia que ha sido el sello del gobierno federal actual, ha sido demasiado traicionera para el señor Calderón, pues de un acto altamente loable ha logrado convertirlo en una acción pueril, propia de cualquier buscapleitos de barrio. Mucho han resaltado los medios electrónicos de comunicación que Felipillo I el espurio haya señalado que lo hecho hasta ahora por su gobierno ha sido “insuficiente”. Lo que no comentan es que en cada mensaje de la presidencia de la república se inicia con alguna variante de la justificación favorita del gobierno que le descarga cualquier responsabilidad sobre lo que ha pasado en los tres años recientes. Una manera de echarle la culpa a todos los demás para ocultar todo lo que no se ha hecho y todo lo que ha dejado de hacerse en esta administración.
En el Mensaje del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, con motivo de su Tercer Informe de Gobierno, difundido en los principales diarios de circulación nacional el día 4 de septiembre de 2009 (aquí incluyo el hipervínculo del mensaje en la página de Presidencia de la República), el gobierno de Calderón reparte culpas entre la crisis mundial, la epidemia de influenza, la violencia del crimen organizado, la caída de la producción petrolera y la sequía; pero él como responsable de la política del país no tiene la menor culpa. Ni él ni sus funcionarios tienen culpa alguna en la crisis, mucho menos los eficientísimos gobiernos panistas y con menos razón los modernísimos gobiernos neoliberales son responsables de la situación actual del país. Por cierto, se prevé que el presente año será el de peor crecimiento económico desde 1932, cuando el PIB cayó 14% (según datos del propio INEGI).
Por otro lado, durante los primeros tres años del gobierno de Calderón la seguridad era la principal bandera, el estandarte mediante el cuál Felipillo I el católico había ido ganándose su legitimidad (que nunca pudo obtener en las urnas). Pues en el mensaje presidencial arriba mencionado, que incluye un nuevo decálogo anticrisis, el punto principal es el del combate a la pobreza. Hasta ahora Calderón, como otros panistas, había considerado que este tipo de políticas son populistas: no una salida real a la pobreza en México. No se olvide que durante la campaña de 2006 y en estos tres años la descalificación principal de populista contra López Obrador ha sido por su famoso lema: “primero los pobres”. Para colmo, en un mensaje posterior, Mensaje a la nación del Presidente Calderón en Materia de Combate a la Pobreza en el Marco de su Tercer informe de Gobierno, el señor Calderón no presume otra cosa ni promete continuar otra cosa que políticas clientelares. Presume que gracias al programa Oportunidades 26 millones de mexicanos reciben ayudas mensuales que van desde los 500 hasta los 2,000 pesos, es decir, se les entrega una cantidad que a las familias más pobres del país les permite subsistir, pero que definitivamente no las saca de la miseria en la que subsisten. Por el contrario, el objetivo es conseguir que la clientela tenga los medios para seguir con vida pero que no se haga de los suficientes medios económicos que los quite de la nómina de clientes políticos. ¿No es esto populismo? Peor aún, programas como oportunidades que están diseñados para profundizar la brecha entre ricos y pobres al cambiarles los derechos a los más pobres por simples programas, que suelen ser los primeros en sufrir los recortes presupuestales.
El ejemplo más claro de lo anterior está en el segundo punto del decálogo calderoniano, que es el de ampliar la cobertura de salud. Durante los gobiernos panistas se han creado programas que están sustituyendo a las instituciones encargadas de garantizar el derecho a la salud de los mexicanos. Muchos estudios, de diversos investigadores, han demostrado que el Seguro Popular o el Seguro para una Nueve Generación ni tienen la capacidad técnica para alcanzar la cobertura universal, ni pueden cubrir el catálogo de las principales enfermedades que aquejan a los mexicanos y para colmo solamente le ha ido restando recursos al IMSS, ISSSTE y sistemas de salud estatales que les urgen.
Cómo mencionaba en Reyertas 20: ¿Cuál plan anticrisis?, la parte más criticable del que entonces se promovía como el gran acuerdo que le daría la salvación a México era que pretendía encaminarse por una vía correcta, la construcción de infraestructura, pero se hacia en forma completamente irreflexiva y demagógica. Ni la planeación ni la asignación de recursos era suficiente. Sobre la concentración de un plan anticíclico en el rubro de la infraestructura también se hizo hincapié en que dicha actividad es la más importante en momentos de crisis en el ciclo económico pero no por sus resultados inmediatos, no los tiene, sino por el capital fijo que crea a largo plazo, el que podría constituir la base de una renovación del mercado interno. Pero el espontaneismo del calderonato le impidió a su gobierno tener una mejor planeación de en qué proyectos prioritarios invertiría el gobierno federal.
Por ese uso simple y llanamente electorero del Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo para Vivir Mejor terminó ahogándose a sí mismo bajo el peso del oportunismo burocrático de los gobiernos neoliberales.
Pero ahora, en los recientes mensajes en torno al tercer informe de gobierno, además de los recientes cambios en el gabinete y la propuesta presupuestal para 2010, Calderón no está demostrando otra cosa que la claudicación hacia los planes anticrisis que tanto había propuesto a inicios del presente año. En unos cuantos meses se pasó del planteamiento que prorizaba la construcción de nueva infraestructura al simple fortalecimiento de los programas asistencialistas contra la pobreza y de carácter netamente clientelar: populistas sería una expresión más precisa.
Sin embargo, los puntos seis, siete y ocho, principalmente el siete, son caballos de Troya. El seis y ocho se enfocan respectivamente al sector de telecomunicaciones y a la administración. Por un lado, parece loable el objetivo de romper los monopolios en el ramo, pero lo que no parece buena idea es que se haría mediante la entrega a compañías transnacionales del espacio mexicano. Por el otro, también aparece como un punto interesante, sin embargo nada garantiza que sea un medio para hacer más efectivo el gasto corriente del gobierno federal, sino que podría utilizarse como arma para ir eliminando las plazas de los trabajadores; en administraciones recientes esta práctica de reducción de plazas para agilizar la administración se ha realizado en varias dependencia dando como resultado el despido de varios trabajadores y que los salarios de éstos se sumen a las percepciones de los altos funcionarios de las secretarias.
A pesar de todo, la verdadera clave, el auténtico punto central de la propuesta calderoniana se halla en el séptimo punto de su decálogo: la reforma laboral. Sin duda que cualquier propuesta que se haga al respecto irá en el sentido que largamente analicé en las entregas Reyertas entre febrero y junio del presente año, es decir, en el de legalizar la confiscación de los derechos de los trabajadores.
El periodista Miguel Ángel Granados Chapa pone el dedo en la llaga al señalar, en su artículo para Proceso 1714, sus suspicacias sobre el uso de la expresión “toda la fuerza del Estado” al referirse al combate de la pobreza como punto inicial. De un lado, el resultado de la frasecita puede resultar en la demostración de la magritud e impotencia del Estado. En el lado opuesto, es una declaración de renuncia por ejercer cualquier de acción. Sin embargo, en este momento cuando Calderón dice que se usará toda la fuerza del Estado para combatir la pobreza está diciendo que el PAN ha arrancado la campaña electoral de 2012. Para eso es que el primer movimiento del calderonismo va dirigido a crear una clientela política, ya que definitivamente el gobierno de Felipillo I el espurio no ha convencido a nadie.
Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!
2 comentarios:
Definitivamente puedo decir que la espera por el Reyertas de esta semana ha valido la pena. Por diversas ocupaciones he seguido como de lejos todo lo que ha tenido que ver con el "informe" y los cambios que ha anunciado Fecal, pero al leerte...híjole...
Es cierto, en los medios se centran en hablar de la desaparición de secretarías; en el mejor de los casos alguien por ahí se pregunta: ¿qué pasará con los trabajadores de esas secretarías? Pero en definitiva nadie va más allá (ni las Aristegui del cuadrante, mucho menos los Zabludowsky, etc.)
Lo que mencionas al final sobre la campaña electoral panista...¡claro! No lo había pensado, pero es muy lógico: sabe el gobierno calderonista que no puede hacer gran cosa para paliar la situación (menos ahora que tendrá que meterse a negociar más duro con el priísimo de la cámara de diputados). Y sabe que Peña Nieto y demás priístas ya iniciaron campañas. Usa su arma al frente del gobierno justo para ganar clientela: los programas asistenciales. Lo tétrico, trágicamente irónico es que lo hace con la bandera del aumento de impuestos al consumo ¡¿para combatir la pobreza en un país donde los pobres invierten más del 70% de sus ingresos en alimentos?!
Por otro lado: me han comentado que las cosas al interior del SME están calientes...¿algo saben aquí de eso? Hablando del terreno de la lucha de los trabajadores frente a todas estas embestidas me parece muy importante voltear a ver la situación de un sindicato tan importante como el SME (importante para bien y para mal).
Saludos.
Lorena.
Muchas gracias Lorena por tus comentarios y tus saludos.
Híjole, nada más que este problema que nos marcas sobre el SME sí está que arde y tiene muchas más aristas de las que se ven a simple vista. Por el momento he estado recopilando alguna información sobre el Sindicato Mexicano de Electricistas y el sindicalismo en general.
Pues como siempre nos dejas más tareas por realizar. Vaya un saludo y reiteramos todos los agradecimientos por tus comentarios.
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