jueves, octubre 15, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 28:

Materia, realidad y existencia en Mario Bunge

(segunda de nueve entregas)

Por: Sagandhimeo

CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN

En el presente capítulo se analizará el concepto de materia. Para ello se clarificará qué entiende Bunge por materia y su relación con el movimiento. Hecho esto se abordará qué significa que la materia tenga propiedades, y su relación con el espacio y el tiempo. Se proseguirá con el concepto de emergencia de propiedades y se verán los alcances de tales elementos para explicar la vida, la mente, la cultura y la sociedad, todo ello con el enfoque materialista y con el objetivo de clarificar de qué están hechas las cosas, pues de este modo se expondrá por qué para Bunge todo está hecho de materia y no de otra cosa.

1.1 MATERIA Y MOVIMIENTO

Dentro de nuestro antropocentrismo hemos llegado a pensar que lo material es todo aquello que se encuentra fuera de nuestra mente, ya que de antemano creemos que lo espiritual es de una naturaleza ajena a lo físico, sin embargo nuestra mente también se compone de materia en cierto sentido, debido a que está contenida dentro del cerebro. Y a la inversa, puede suponerse que existen ideas fuera de nuestra mente, como las ecuaciones matemáticas. Es decir que, si las ideas existen tanto fuera como dentro de nuestra mente, no hay posibilidad de hacer distinciones ontológicas, ya que tanto las ideas como la materia serían elementos de la mente o del exterior indistintamente. Esto implica que o bien no todo lo que existe fuera de nuestra mente es material o requerimos de una clara definición de materia.

Una opción es lo que se entiende cotidianamente por materia: como lo concreto, como aquello que tiene masa o como lo palpable, esto nos ayuda a contraponer lo material a lo mental o espiritual, sin embargo existen contraejemplos que refutarían tal definición, Bunge explica que "los entes materiales no pueden identificarse con los objetos (...) sólidos, desde que se descubrieron campos sin masa tales como el electromagnético y el neutrínico" (Bunge, 1981:34). Es decir que, si existen objetos materiales que no pueden percibirse cotidianamente, requerimos de otro criterio para entender lo material. En ese sentido, los campos físicos no pueden percibirse a simple vista, pero al no poseer lo que convencionalmente se entiende por materia como la concreción (grosso modo “que se puedan tocar”), nos obligan a redefinir lo material, lo cual no es arbitrario, podemos empezar por apegarnos a aquello que nos muestra que hay un campo físico: el movimiento de otros objetos.

Este ejemplo evidencia que el concepto de materia posee cierta complejidad y a la vez corre el peligro de caer en la ambigüedad, pues si hay objetos no palpables que a la vez son materiales, requerimos de un criterio bien delimitado para definir materia. Bunge opta por lo siguiente: "podemos caracterizar un objeto material como un objeto que puede estar por lo menos en dos estados, de modo que puede saltar de uno a otro" (Bunge, 1981:35) En ese sentido, material es todo aquello que se mueve o es capaz de cambiar o ser modificado, esto implica de paso que los campos físicos son materiales, pues cambian constantemente, en relación a los objetos que los rodean. Además, una montaña es material aunque aparentemente no se mueva, pues dentro de sí ocurren procesos fisicoquímicos que nunca cesan. Para clarificar tales conceptos observaremos si es posible que algo se mueva sin ser material.

Un objeto que puede entenderse como material y a la vez sin movimiento es un hecho estático, es decir, una o varias cosas en un estado dado (Bunge, 2006:40), sin embargo un estado dado es una mera convención, pues todo "estar" forma parte de un proceso, el cual es un movimiento, por ejemplo, el hecho de "estar durmiendo" implica procesos fisiológicos que no se interrumpen por completo en ningún momento, por lo que los hechos estáticos son materiales en tanto se mueven. Asimismo, los hechos, entendidos como sucesos entre objetos, no son materiales por sí mismos, pues existen en tanto involucran cosas concretas (Bunge, 1999:33), por lo que son materiales de manera derivada, ya que no hay hechos sin objetos materiales.

Por otro lado "los objetos conceptuales, como los números y las teorías, no son mutables, sólo las mentes que piensan en ellos están sujetas al cambio: de hecho, cambian cuando piensan" (Bunge, 1999:33). Es decir que, las teorías están en constante cambio en tanto son modificadas por los cerebros que las inventan, pero por sí mismas pueden permanecer estáticas permanentemente, como lo hacen en un libro impreso. Aun podría objetarse que las ideas cambian por sí mismas, por ejemplo el número “pi” consiste en una serie infinita de decimales, sin embargo tal número es una invención humana y no un objeto que por sí solo avance sin cesar, por lo que en todo momento posee una magnitud determinada: aquella que sea pensada en cada momento preciso.

Otro ejemplo, el concepto “México” no se mueve en tanto representa nuestro país, pero la cantidad de materia que corresponde a tal concepto se mueve en infinidad de direcciones, tanto por las personas y objetos que habitan dentro del territorio, como porque se traslada lentamente mediante el movimiento teutónico, y hasta por su reducción territorial por culpa de Santa Anna y otros factores históricos. Es decir, el concepto de México es una construcción político-cultural que depende de individuos concretos que la mantengan “viva”, pues es un hecho que sin individuos que se reconozcan como mexicanos, no existiría nada llamado México.

Aun podríamos imaginar un objeto tan simple que no se mueva y no forme parte de un proceso, pero solamente sería un imaginario, pues hasta la partícula más pequeña (como los quarks) está en constante movimiento y forma parte de procesos subatómicos, es decir que, "aun las llamadas partículas elementales o son inestables o, en caso de ser longevas, cambian en varias maneras, ya sea espontáneamente, ya sea en virtud de interacciones con otras entidades" (Bunge, 2002a:87). Vemos pues, que el movimiento no sólo es el criterio para saber qué es material, sino que nos ayuda a saber lo que no es material, sin embargo, aunque todo aquello que sea conceptual es inmaterial, no por ello existe por sí mismo, pues sólo existen dentro de la mente de los individuos o en los archivos de las computadoras o impreso en los libros, ya que nada que sea conceptual tiene movimiento o energía.

Por otra parte, nuestro autor intenta refutar algunas de las más comunes objeciones de la siguiente forma:

Podría objetarse que las almas descarnadas, tales como las propuestas por la mayoría de las religiones y los fantasmas que, se dice, acechan algunos castillos escoceses, son mudables y, a pesar de ello, inmateriales, lo que prueba lo inapropiado de nuestra definición [la de materia]. De ningún modo, ya que nuestra definición pertenece a una ontología materialista, en la cual no hay lugar para objetos sin cuerpo, y los estados mentales son estados cerebrales. Además, no hay pruebas de la existencia de fantasmas fuera de los cerebros de narradores y devotos religiosos (Bunge, 2002a:87).

Decir que nuestra definición pertenece a una ontología materialista no resuelve nada, pues a su vez la ontología materialista se perfila por su definición de materia, lo cual es un argumento circular, en tanto que se quiere demostrar algo que se encuentra dentro de la misma argumentación. Por lo demás, no puede haber estados mentales por sí mismos (entendidos como las configuraciones que adquiere el cerebro en función de procesos psicológicos), pues al poseer movimiento caben en nuestra definición de materia, sin mencionar que no ocurren en ausencia de procesos cerebrales, por ejemplo, pareciera que un rayo y un trueno no son lo mismo, pues los percibimos de manera independiente, pero en realidad es un solo fenómeno que se manifiesta sonoramente y visualmente en momentos sucesivos (Este argumento se refuerza en la sección 1.5.2). Y las supuestas pruebas de la existencia de fantasmas que suelen pulular en la vida cotidiana suelen ser invenciones o confusiones debido a trastornos cerebrales; por ejemplo, las experiencias cercanas a la muerte se deben a que en estados de alteración intensos el cerebro provoca sensaciones que no corresponden a la realidad, como el sentir que se sale del cuerpo o que hay una luz sumamente brillante (estos argumentos se refuerzan en la sección 2.2.3).

Definir la materia como aquello que posee movimiento nos puede llevar a la confusión de que materia y movimiento son lo mismo y puesto que el movimiento se da en objetos materiales, podríamos suponer que el movimiento se mueve, lo cual es ambiguo, pues no existe el movimiento por sí mismo, sino que es una abstracción que hacemos ante objetos que cambian de lugar o de estado. Para distinguir materia de movimiento habremos de entender que por un lado hay objetos materiales y por el otro existe la capacidad de tales objetos para cambiar, esto es, la energía. Es decir que, "puesto que la palabra técnica para mutabilidad es energía, la fórmula puede reescribirse como (...) Para todo x (x es material = x posee energía)" (Bunge, 2006:35).

La definición de materia puede reformularse postulando que es material todo aquello que posea energía y como la energía es una capacidad y no otro objeto: no pueden identificarse ambos elementos. En ese sentido, lo que define a una entidad como material no consiste en lo que sea en ese momento, sino en lo que puede llegar a ser, lo que abordaremos en el último capítulo. Además, la energía nos permite incluir a los objetos no-concretos como los campos físicos dentro de lo material, pues poseen energía como los demás objetos materiales.

Por otro lado, Peña critica al materialismo desde su filosofía analítico-dialéctica argumentando que "se podría p. Ej., criticar al materialismo (...) diciendo que, del mismo modo que ente es palabra plurívoca, cualquier palabra --p. Ej. materia-- a la que se pretende dar una aplicación universal será plurívoca, de suerte que decir que todo es materia será usar en una sola ocurrencia una palabra con una pluralidad de sentidos, o sea: incurrir en una silepsis --en definitiva: en un sin-sentido--" (Peña,1987:94). Es decir, que al usar palabras con una multiplicidad de significados, como lo es “materia”, no se logra explicar nada, pues lo mismo vale que se diga que algo es material por ser concreto o por ser un bien banal como la riqueza. Y efectivamente el concepto de materia sufre históricamente de una pluralidad de sentidos, pero el materialismo científico que defendemos posee la definición específica que ya hemos mencionado (1.1), por lo que no cae en un sin sentido o ambigüedad ontológica, sino que clarifica el sentido de los entes al tomar su materialidad como punto de partida. Una ontología que no posea un concepto nuclear como la nuestra tendería al sin-sentido, pues no tendría un fundamento para construir su propia visión del mundo.

A manera de síntesis, la materia es lo que constituye todo cuanto tiene la capacidad de cambiar (es decir, energía), pero esto no implica que la materia sea lo mismo que la energía, sino que materia es todo aquello que posee energía. Esto tampoco implica que la energía sea material, sino que es una propiedad de la materia, lo que veremos a continuación.

(Continuará…)

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