lunes, agosto 03, 2009

Reyertas 49: La crisis actual ¿dónde estamos?

Al referirse a la presente crisis económica mundial, desde la perspectiva de la izquierda crítica, resulta fácil recurrir a la comparación con la crisis de 1929. De hacho no falta el camarada audaz que señale que la actual superará los efectos de la Gran Crisis. No obstante, tales afirmaciones no pueden ser más que un producto proselitista que raya con la demagogia. La forma en que se han ido disolviendo socialmente los vínculos sociales a escala mundial demuestran que es urgente abandonar la senda trazada por el capitalismo de libre mercado, pues hasta la propia existencia de la humanidad (e incluso de la vida en el planeta) se ha puesto en riesgo con las reformas neoliberales. Pero tal hecho no justifica que en la premura por generar los cambios necesarios, tanto los partidarios de la vía revolucionaria como los de la humanización del capitalismo recurran a frases incendiarias que causan cierta preocupación entre quienes reciben tal mensaje, pero no necesariamente abren el camino de la concientización.

En primera instancia es preciso recordar que el contexto en el cuál se presentó la crisis de 1929 tiene diferencias importantes con el entorno en el que se está desarrollando la actual. En segundo lugar, el desarrollo de los medios de producción es muy diferente tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Finalmente las características específicas del imperialismo hegemónico de la actualidad son muy distintas a las del imperialismo hegemónico en la primera mitad del siglo XX.

En el primer punto es claro que la correlación mundial de fuerzas es completamente otra. La primera mitad del siglo XX estuvo definida por la agudización de las pugnas interimperialistas, además de una maduración del movimiento obrero que comenzaba a cuajar en revoluciones de corte socialista. A principios del siglo XXI aún no se ha presentado un desarrollo suficiente de la competencia entre imperialismos que permita poner en entredicho la hegemonía estadounidense, la mayoría todavía depende en muchas circunstancias de las decisiones que el gobierno imperialista tome. Por su parte, el movimiento obrero aún está en recuperación tras las derrotas que sufrió entorno al derrumbe del bloque soviético. Poco a poco los movimientos sociales se van recomponiendo, pero aún les falta un largo camino antes de alcanzar grados de madurez similares a los que tenían un siglo antes.

Cuando me refiero al desarrollo de las fuerzas productivas no solamente hablo de la tecnología empleada en las máquinas, sino también de las formas de organización del trabajo y de la propia división internacional del trabajo. Los avances tecnológicos han permitido la desconcentración de las unidades productivas, algo que en la primera mitad del siglo XX era impensable, pues la tendencia era hacia la concentración de las unidades productivas gracias a la mecanización de los procesos productivos. La automatización misma de la producción ha sido la que ha generado las condiciones para que el viejo esquema fordista-taylorista de trabajo vaya siendo remplazado gradualmente (aunque difícilmente será completamente sustituido) por formas de trabajo pretenden estar más vinculadas al consumo real. La alta especialización de determinadas tareas ha conducido a un perfeccionamiento de las labores ligadas a las fases económicas de la distribución e intercambio, los servicios financieros y el comercio tienen en la actualidad un papel que no habían alcanzado en otro tiempo, lo cuál los hace vitales al capitalismo para paliar los efectos negativos que trae el subconsumo de los trabajadores, es por ello que en el ciclo económico que terminó con el inicio de la presente crisis económica mundial las burbujas financieras tuvieron un papel tan relevante en el desempeño de la economía. Al mismo tiempo, la desaparición del antiguo colonialismo al estilo británico que requiere la intervención directa de la metrópoli perdió su carácter de necesidad. Además de las luchas de liberación nacional, una determinante de que ello haya sido así fue el propio camino que han tomado las nuevas formas de organizar el trabajo de manera desconcentrada. Así la división internacional del trabajo se ha reconfigurado, anteriormente las naciones industrializadas se apropiaban de las colonias para asegurarse una fuente de materias primas y un mercado que recibiese sus capitales exportados. En la actualidad el modelo neocolonial que ha establecido la hegemonía estadounidense solamente requiere de un dominio político-económico indirecto que preserve la independencia formal intacta. El resultado de tales circunstancias ha sido la aparición de naciones cuya economía está altamente especializada, entre las industrializadas y las importadoras de capital/exportación de materias primas están aquellas que se basan en la manufactura de mercancías intermedias y las intermediarias de capital.

Respecto a las características particulares del imperialismo hegemónico actual, ya adelantaba en el párrafo anterior que los modelos de colonialismo son completamente distintos. Mientras la Gran Bretaña requería mantener un oneroso aparato burocrático que gobernase directamente sobre la colonia, para el imperialismo estadounidense no se requiere más que mantener presencia central en algunos órganos internacionales de negociación y un cuerpo diplomático (que desempeña un papel equivalente al que tenían los procónsules en el imperio romano). El momento en que se hallaban ambos imperialismos en el momento en que las crisis que se están comparando iniciaron también es distinto. Cuando la crisis de 1929 se propagó por el mundo Gran Bretaña no solamente tenía casi seis décadas inmerso en una descomposición lenta, de hecho para el poderío británico el haber desarrollado el imperialismo significó el inicio de su decadencia como potencia hegemónica mundial, sino que ya había atravesado por una gran guerra desatada por las pugnas entre los imperialismos; guerra que como resultado le había quitado la supremacía militar y financiera, dejándole solamente la política. En cambio, para los Estados Unidos el haber iniciado su fase imperialista significó la base que posibilitó su supremacía mundial. De hecho el inicio de la fase de agotamiento del imperialismo estadounidense apenas podría comenzar a fecharse en el lapso de los últimos 20 ó 30 años en el mejor de los casos, además también se ha distinguido por ser lenta y máxime cuando carece de adversarios que realmente le hagan frente. Pese a ir perdiendo poderío los EU mantienen el control político, militar, económico y financiero del mundo. Ni la Unión Europea ni las naciones del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) tienen aún la capacidad para desbancar a los estadounidenses en cualquiera de esos rubros.

Por otro lado, muchos camaradas están desestimando las medidas políticas que ha ido aplicando el gobierno de Barack Obama. En el Reyertas 7: La elección en EU y América Latina ya señalaba que la inminente presidencia de Obama significaría la posibilidad de una reconstrucción de las fuerzas productivas al interior del imperialismo yanqui, lo que para éste es una urgencia vital puesto que la descompensación económica entre el sector financiero y el sector productivo ha sido muy grande al generarse un enorme volumen de valores monetarios sin un sustento real. Pues bien, sorpresa para todos. Resulta que las únicas medidas que efectivamente están funcionando de entre todas las que se han puesto en práctica en el aún breve gobierno de Obama han sido las relacionadas con el sector industrial. Si bien en el mes y medio que lleva de estar funcionando ese Fobaproa a la gringa del Plan Geithner para el rescate del sector bancario ha dado visos de no ser la mejor salida al problema financiero, de hecho en julio se reportó la quiebra de cuatro bancos más para llegar (nada más) en el 2009 a un total de 68, la forma en que se han manejado los problemas financieros de las compañías automotrices.

Hay que recordar que por todas las cadenas productivas que se generan al rededor de la industria automotriz, los Estados Unidos han tenido el corazón de su productividad en el desarrollo de ésta. Sin embargo, las reformas reaganeanas que favorecieron la especulación financiera, mientras se sacrificaba la productividad, crearon las condiciones para que las tres grandes compañías fabricantes de automotores dejasen de lado la innovación en el sector para desbocarse en la carrera por obtener jugosas ganancias financieras. Tales circunstancias hicieron que al estallar la crisis económica de 2000-2001 en la economía estadounidense, la competitividad de las automotrices estadounidenses se derrumbase para no recuperarse en todo el ciclo económico subsecuente (por ello es que en el período 2001-2007 la economía norteamericana haya promediado un raquítico crecimiento anual del 2.3%). Inclusive General Motors, que por décadas fue la empresa más importante de los EU fue desbancada como la principal vendedora de vehículos en su propio mercado de origen por la empresa japonesa Toyota.

Con el problema de la producción de mercancías en vías de solucionarse al imperialismo norteamericano nada más le haría falta subsanar sus cloacas financieras, recuérdese que los ciclos económicos están regidos por la tasa de ganancia y el volumen de las inversiones. Entonces sí, los movimientos sociales tendrán una cuesta mucho más pronunciada por escalar, pues lo que es bueno para el imperialismo no necesariamente lo es para las naciones subsumidas. Habrá que luchar más inteligente y con más fuerza. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

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