jueves, diciembre 10, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 32:

Materia, realidad y existencia en Mario Bunge

(sexta de nueve entregas)

Por: Sagandhimeo

2.2.3 LAS FICCIONES.

Por otro lado, uno de los problemas que sacuden al concepto de realidad es el concepto de ficción, en tanto se le puede catalogar como un imaginario que a su vez influye en la realidad, ¿Cómo es esto posible? Veamos el asunto a detalle. Una ficción es una construcción mental, si todas ellas fueran plenamente reales, no habría diferencia con la realidad material, por lo que todo sería ilusorio. Si todas ellas fueran meramente imaginarias, ninguna se aproximaría a la realidad, por lo que el conocimiento sería imposible.

Ahora bien, dentro de la ontología que venimos sosteniendo toda ficción es un imaginario que sólo existe como una propiedad de los cerebros, por lo que su realidad es derivada y sus resultados son arbitrarios, pues podemos imaginar cuanto se nos antoje. Sin embargo hay tipos de ficción que no son arbitrarias: la matemática y la lógica pura, las cuales, al ser aplicables a la realidad, evidencian poseer cierto grado de realidad, superior a las demás ficciones, pero inferior a los objetos materiales por carecer de contenido, es decir, "nuestra posición distingue entre ficciones matemáticas, por un lado, y mitos, cuentos de hadas, especulaciones teológicas, pinturas abstractas, fantasías parapsicológicas y psicoanalíticas, así como filosofías de múltiples mundos, por el otro (Bunge, 2006:269).

Esto ocurre en tanto que los mitos, las pinturas abstractas y los cuentos de hadas son representaciones del mundo y no descripciones precisas sobre la realidad, las especulaciones teológicas, las fantasías parapsicológicas y las psicoanalíticas no hablan de objetos que influyan o sean influidos por otros objetos de manera clara, pues ángeles, dioses, superyoes y fantasmas son invenciones de nuestra mente, los cuales no poseen una claridad suficiente de su interacción con los demás objetos. A diferencia de las ficciones matemáticas que "son estrictamente disciplinadas y pueden utilizarse para pensar acerca de cualquier asunto epistémico" (Bunge, 2006:283), pues comparten ciertas regularidades con la realidad material.

Aun podría objetarse que Dios, “el inconsciente” o la telepatía influyen de manera directa, pero lo que realmente influye es la idea de Dios, los mecanismos cerebrales y la sugestión, todos ellos pueden ser explicados por la psicología y por una ontología consecuente como busca ser la nuestra.

En ese sentido, para distinguir la influencia directa de un objeto real como el sol y un objeto imaginario como Dios, bastará con conocer el mecanismo en cuestión (Bunge, 2006:188), es decir, mientras que la interacción del sol con la tierra posee mecanismos fisicoquímicos ampliamente conocidos por la ciencia, la interacción de Dios con el mundo es ambigua, pues cada religión defiende su propia concepción y ninguna explica el mecanismo en cuestión, por lo que la influencia de Dios radica en el uso que se le dé a este concepto en el comportamiento psicosocial.

Otro ejemplo, suele ocurrir que un placebo cure algún padecimiento y esto puede malentenderse como que es una medicina real en tanto influye directamente para curar. Pero el problema es que explicar el mecanismo de cura mediante un mero placebo resulta insuficiente. El mecanismo en cuestión consiste en la sugestión del individuo, la cual le hace pensar que se curó cuando sólo se está engañando o cuando es la propia sugestión la que lo cura. En otras palabras, el placebo no es una medicina real, en tanto no es capaz de curar, y el mecanismo en cuestión explica que lo que hay es un engaño o una cura por sugestión, es decir, un fenómeno psicológico.

2.2.4 LAS POSIBILIDADES

Por otra parte, el movimiento de la materia no ocurriría sin la apertura de una posibilidad, es decir, la energía de la materia se efectúa solamente cuando existen las condiciones suficientes para tal evento, pues la materia no puede moverse arbitrariamente, en ese sentido "puesto que admitimos la categoría de posibilidad real, debemos expandir el concepto de realidad y, con ello, nuestra cosmovisión, para incluir hechos posibles, junto con los hechos efectivos, los cuales a su vez pueden ser necesarios o contingentes (Bunge, 2006:314). Es decir, que el hecho de que la realidad se mueva no implica que cada posibilidad sea una realidad, sino que dentro de una infinidad de posibilidades, todas ellas dentro de líneas legales, ocurrirán algunas de ellas contingentemente. En otras palabras, solamente ocurrirá aquello que tenga posibilidades reales, es decir, dentro de aquellos elementos que sean compatibles con las leyes de la naturaleza, y dentro de este patrón se levanta un sinnúmero de posibles eventos, tales derivan de la contingencia que acontece por el movimiento de la materia.

Cabe mencionar que las líneas legales o leyes de la naturaleza, tales como la relatividad, la combustión o el crecimiento, no deben entenderse en el sentido jurídico, como si la naturaleza tuviera una voluntad, pues no son convenciones ni mucho menos imposiciones, sino que llamamos leyes naturales a las regularidades que logramos identificar y que por sí mismas hacen posible la organización de la materia en sus diversos niveles, es decir, que las regularidades son propiedades primarias y al percibirlas las llamamos leyes, por lo que también son propiedades secundarias, según vimos anteriormente (2.2.1).

Sin embargo, Bunge categoriza a la realidad efectiva como dividida en hechos necesarios y hechos contingentes (Bunge, 2006:314), lo que a nuestro parecer se contrapone a otro argumento del mismo autor, pues en otro lado argumenta que "sería absurdo negar que hay accidentes a todos los niveles, y en particular que la existencia humana es un tejido de accidentes y necesidades. Pero estos accidentes, lejos de ser caóticos, son cruces de líneas legales (correspondientes a las regularidades naturales)" (Bunge, 1981:51). Es decir, que mientras en la primera cita Bunge divide a los hechos en dos tipos, en el segundo opta porque cada hecho es al mismo tiempo necesario: al ser el cruce de al menos una ley con otra, y contingente: al ocurrir con cierta aleatoriedad espacio-temporal.

Nosotros optamos por esta segunda opción, pues un hecho absolutamente necesario caería en el determinismo, donde todo está predispuesto y por tanto no hay variabilidad, y un hecho absolutamente contingente sería caótico, en el sentido de no obedecer a ninguna ley natural. Ambas posturas son unilaterales, por lo que nuestra opción consiste en entender cada hecho como necesario en el sentido de que permite explicar la complejidad y estabilidad de las totalidades, y al mismo tiempo como azaroso en el sentido de que permite generar la variabilidad en el acontecer espaciotemporal. Por ejemplo: un accidente de tránsito es necesario en tanto la imprudencia de los conductores, la presión laboral y la tecnología de nuestro siglo producen un catalizador, y al mismo tiempo es contingente en tanto le ocurra a éste o aquél transeúnte.

Ahora bien, en contraparte con la posibilidad real existe la posibilidad conceptual (Bunge, 2006:316), en donde la primera reposa sobre hechos y la segunda sobre razonamientos, mientras la primera requiere de ciertas condiciones materiales, la segunda sólo de condiciones lógicas. Por ejemplo, un Pegaso es conceptualmente posible, pues basta con pensar un caballo alado, en cambio es realmente imposible, pues según las leyes biológicas los mamíferos no generan alas hechas con plumas. Otro ejemplo, un animal que tenga el cuerpo totalmente cubierto de pelo y al mismo tiempo esté pelón es una imposibilidad conceptual, pues ni siquiera es posible imaginarlo y esto implica una imposibilidad real per se.

Ante tales categorías aún podemos preguntarnos qué tan real es la posibilidad real, en contraste con los hechos. En ese sentido, las posibilidades no son objetos materiales, pero tampoco son meras conjeturas, sino que son disposiciones o potencias de la materia (Bunge, 2006:328), es decir, propiedades, por tanto son reales tan sólo de forma derivada. En otras palabras, las posibilidades reales son reales en menor grado que los objetos materiales, a su vez las posibilidades conceptuales son reales en menor grado que los conceptos y como éstos a su vez son menos reales que los cerebros de donde surgen: resulta que las posibilidades conceptuales son reales en un grado muy pequeño, pero al fin y al cabo reales.

De este modo, no es necesario inventar mundos alternos para explicar la naturaleza de las posibilidades, basta con ubicarlas en el nivel que les corresponda, según sean reales o conceptuales. Asimismo, los objetos materiales poseen el mayor grado de realidad y las propiedades son reales de manera derivada, según se ha expuesto continuamente.

2.2.5 LOS TRASCENDENTALES

Un trascendental es todo aquello que no puede ser percibido mediante la experiencia cotidiana, a su vez hemos visto que lo real es todo lo que influye o es influido por otra cosa (2.1), en ese sentido, todo lo que trasciende la experiencia inmediata es tan real como lo que sentimos directamente, en tanto pueda percibirse de algún modo. Por tanto, la posibilidad, el espacio-tiempo, las ficciones, los electrones y las naciones son reales (Bunge, 2006:341), siempre que se localice su grado de realidad.

Es decir, mientras que la posibilidad y el espacio-tiempo son propiedades de la materia, las ficciones son construcciones mentales, los electrones son objetos materiales y las naciones son conjuntos de objetos materiales incluyendo organismos pensantes como los humanos. En otras palabras, el grado de realidad de cualquier elemento no está en relación directa con el grado de cercanía con nuestra experiencia inmediata, pues podemos sentir aquello que no ocurre como en una alucinación y podemos jamás percibir algo tan real y fundamental como los electrones.

En otras palabras, las propiedades, el espacio y el tiempo, las ficciones, y las posibilidades son reales de manera derivada y por ello su realidad es menor que la de los objetos materiales. Y los trascendentales (aquellos que sobrepasan la experiencia inmediata) son tan reales como lo que tenemos a la mano, e incluso son más reales que la experiencia directa de las ilusiones.

2.3 LA RELACIÓN ENTRE MATERIA Y REALIDAD

Durante todo este capítulo hemos hablado de la realidad con base en el materialismo que explicamos en el capítulo anterior, ahora es momento de clarificar las relaciones entre realidad y materia.

Como ya vimos, nuestro autor define materia como aquello que puede poseer movimiento o energía (1.1), y realidad como aquello que es capaz de influir o ser influido por otro objeto (2.1). En ese sentido, desde un enfoque meramente conceptual, vemos cómo para que un ente pueda influir sobre otro necesita moverse y la propia energía es una capacidad de influir. De este modo "un objeto es real (o existe realmente) si, y sólo si, es material. (Más brevemente: Todos los objetos materiales, y sólo ellos, son reales.)” (Bunge, 1981:38). Sin embargo, habrá que aclarar que un objeto puede ser real y no material, ya que puede ser subjetivamente real (Bunge, 2002a:89), esto no es contradictorio, ya que al ser subjetivamente real implica que su realidad reposa sobre objetos materiales, como ya vimos (2.1).

Asimismo, nuestro autor sostiene que materialismo y realismo deben estar unidos para dar una mejor explicación de la realidad (Bunge, 2006:62), pues si solamente se es realista, cabe la posibilidad de tomar por plenamente reales a las ideas, por lo que la noción de lo real se aplicaría indistintamente a todo elemento y perdería su delimitación categorial. Y si solamente se es materialista, se corre el riesgo de considerar lo mental como una mera construcción sin influencia en la realidad, por lo que se subestimaría la importancia del pensamiento.

Además es de suma importancia entender que si bien todo objeto plenamente real es material y viceversa, tales conceptos no poseen una relación de identidad, pues algo puede ser real (en un grado mínimo) sin ser material como los imaginarios, es decir que, "los materialistas rechazarán el ficcionismo por no hallarse dentro de las posibilidades de control sólo si confunden el materialismo con el realismo" (Bunge, 2006:288). Esto es, mientras lo material abarca los entes que poseen energía y sus propiedades que los acompañan, la realidad abarca un espectro mayor, el que incluye todo cuanto pueda pensarse. En ese sentido, solamente lo que no ha acontecido nunca y tampoco se ha pensado nunca: es lo irreal, pues todo lo demás es real en mayor o menor grado, en la realidad material o como realmente concebido.

Finalmente, nuestro autor opta por combinar el materialismo emergentista con el realismo científico en una nueva denominación: el hilorrealismo (Bunge, 2006:380). Donde la explicación de cualquier entidad, propiedad o proceso disfruta de una óptima clarificación conceptual. Es decir que, aun cuando materia y realidad se refieran casi a las mismas cosas, no deben confundirse simplistamente, sino combinarse complementariamente en el hilorrealismo, el cual posee una explicación complejizada de la realidad. En otras palabras, no es suficiente con optar por el mero realismo o con el mero materialismo, pues el realismo podría serlo de las ideas y el materialismo podría admitir múltiples realidades, para que nuestra visión adquiera objetividad debe poder combinar el movimiento de los objetos (lo que define a la materia (1.1)), con la interacción que se genera(lo que define a lo real (2.1)).

Por lo tanto, el concepto de lo real complementa al de materia y nos brinda algunos de los instrumentos necesarios para conformar una ontología acorde con los conocimientos científicos y con grandes posibilidades para dar cuenta de cualquier acontecimiento en el universo, según nuestra postura. Sin embargo, aún nos queda un concepto fundamental para una ontología consecuente: la existencia. En el siguiente capítulo veremos los alcances del hilorrealismo de Bunge para responder a las preguntas existenciales más importantes.

(Continuará…)

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