lunes, julio 05, 2010

Reyertas 97: Hacia la huelga española

La huelga del metro de Madrid realizada por los trabajadores españoles el pasado martes, fue la primera en décadas en ese medio de transporte. El motivo de esta movilización es simple: el recorte salarial decretado por el gobierno de la presidente de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. La medida afecta a todos los empleados de la ciudad al quitarles el 5% del salario. El problema deriva de la complicada situación económica que enfrenta España como consecuencia de la crisis mundial estallada en 2008. En entregas anteriores Reyertas 81: La crisis griega y Reyertas 90: …el minotauro seguía ahí me referí a las vicisitudes de Grecia como consecuencia del desplome griego que se agravó por el enorme déficit que los gobiernos helenos han asumido para colocarse a la par del resto de las naciones de la Unión Europea (UE). En ambas oportunidades también señalé que tanto Portugal como España se encontraban en condiciones similares a las griegas, aunque dado el tamaño de sus respectivos mercados las consecuencias podrían ser mucho más notorias. Este paro de los trabajadores del metro, apenas es la punta del iceberg español, pero es importante analizar algunos elementos para tener idea sobre la dimensión que tendrán tanto el desarrollo económico español como los avances que obtenga la clase trabajadora ibérica.

1. La nueva Armada Invencible

Durante la dictadura de Francisco Franco, España fue vista por el mundo como un ejemplo del subdesarrollo al que conducen los gobiernos totalitarios. En contraste, los reformadores del capitalismo se han dedicado a encomiar los Pactos de la Moncloa como el prototipo para superar las dictaduras y ejercer la democracia. Al exitoso modelito político español de transición le agregaron la bonanza económica que le acarreó su integración a la UE, incluyendo la sustitución de la peseta por los euros como moneda de curso legal.

A los latinoamericanos se nos insiste constantemente en la idea de imitar a la madre patria para insertarnos exitosamente en la globalización. Agoreros del libre mercado con máscara española abogan vehementemente por hispanizar la política en América Latina, dejarnos de rencores del pasado para abrirle los brazos de par en par al nuevo imperialismo español.

Contrariamente a la ideología promovida por personajes como Enrique Krauze o Mario Vargas Llosa (otrora peruano, ahora súbdito de Juan Carlos I de Borbón) está la miseria en que se están sumiendo los trabajadores por el milagro español. El desempleo alcanza ya a 4.6 millones de asalariados, lo que representa al 20% de la Población Económicamente Activa (PEA) en España. Tal indicador es aún más grave en el segmento juvenil (16-29 años), pues la desocupación alcanza al 31.8% de la PEA en ese rango de edades, casi duplicando el de la UE cuyo pomedio de desempleo entre jóvenes es de 16.4%. Peor aún. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la desocupación juvenil para 2011, en España, superará el 40%. En resumen, el paraíso creado por el proceso español de inserción democrática en la globalización neoliberal está produciendo un verdadero infierno para su juventud.

Pero no solamente la juventud española está quedando sin opciones para el futuro, el desempleo masivo que azota a España está teniendo efectos durísimos para el conjunto de los trabajadores. Las escasas posibilidades de encontrar una ocupación han llevado a que muchos a agotar el plazo máximo en que reciben la subvención que el gobierno les da a los desempleados. Únicamente 3.2 millones de trabajadores todavía tiene derecho a percibir ese ingreso, el resto ni puede obtenerlo ni encuentra un trabajo.

En realidad el ingreso de España al primer mundo fue un espejismo muy mal cimentado. La estabilidad política construida por el bipartidismo de facto entre el PP y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sirvió para encubrir los crímenes que el capital cometió, y sigue haciéndolo, en contra del pueblo español. Basta revisar los principales indicadores económicos para derrumbar el mito del milagro. Es cierto que durante los diez años recientes la inflación se mantuvo bajo control, su promedio está por debajo del 3% anual. En cambio, el crecimiento de su economía es famélico durante el mismo período, el PIB a duras penas promedia 2.6% de incremento anual. Ante ese estancamiento de la generación de valor era importante que el gobierno democrático pusiese en operación otro mecanismo para sostener la idea de la prosperidad: el déficit de la balanza comercial. En otras palabras, para compensar la inane expansión productiva, se recurrió a importar todo lo que no se produce en España. Al menos entre 2000 y 2009 no ha habido un solo año en que se haya vendido en el mercado mundial más productos españoles de los que la nación ibérica compra a otras naciones. A lo largo de esos diez años el déficit acumula más de US$ 721.9 millones. Para dimensionar la magnitud que representa dicho monto, es preciso recordar que el PIB español basado en el Poder de Paridad de Compra (PPC) en 2009 fue de US$ 1,360.6 millones. En otras palabras, para mantener la farsa de la España primer mundista, se empeña cada año más del 6% de su producción interna.

Saldar esas cuentas no es sencillo, el dinero para sufragar la europeización tiene que venir de algún lado. Ese lugar es nada más y nada menos que la deuda con bancos e instituciones financieras internacionales, tanto por parte del gobierno como de las empresas españolas. La crisis mundial ha hecho que los tipos de interés se eleven haciendo que las deudas de las naciones PIIGS (Portugal, Irlanda, Islandia, Grecia y España, despectivo acrónimo en inglés para referirse a las economías más atrasadas de la eurozona) se vuelvan impagables. A Islandia el problema le estalló al comienzo de la crisis, en 2008, cuando fue el primer Estado de la historia en declararse en bancarrota. A Grecia el mayor problema le vino hace unos meses. En tanto que Portugal y España están enfrentando esa situación en este momento.

2. Democracia al estilo PSOE

Fundado en 1879 el PSOE es uno de los dos partidos socialistas más antiguos en Europa, solamente el Partido Socialdemócrata Alemán es anterior. En sus inicios la influencia del socialismo científico fue completa, de hecho participó en la conformación de la II Internacional de Trabajadores, 1889. Un poco antes, el PSOE había desempeñado un papel fundamental en la creación de la central sindical Unión General de Trabajadores (UGT), fundada en 1888. La orientación política del socialismo español se quedó del lado del reformismo postulado por E. Bernstein, por lo que rompió con las posturas programáticas planteadas a raíz de la Revolución Rusa de octubre de 1917. El optar por una vía menos radical no fue impedimento para que el PSOE tuviese gran importancia en la restauración de la República Española (1931-1939). La dictadura limitó de manera muy grande la capacidad organizativa de los socialistas, durante la década de los años 1950 llegó a tener presos a más de 1,200 de sus militantes. Aún así, desde la clandestinidad el PSOE consiguió apoyar las huelgas obreras de las décadas de 1950-1960 y a la oposición antifranquista encabezada por el Partido Comunista Español (PCE).

Las debilidades programáticas del PSOE comenzaron a evidenciarse hacia el final de la dictadura, cuando la represión se hizo menos severa, condiciones de lucha que fueron aprovechadas por los elementos menos consecuentes para suavizar la línea política del partido. Así, para 1974 fue electo como Secretario General el señor Felipe González. La habilidad de González para traicionar los postulados del socialismo solamente puede compararse con el oportunismo de Juan Carlos de Borbón para apropiarse del poder e instituir nuevamente la monarquía. Bajo su nueva dirección los socialistas españoles tuvieron un rol fundamental en la firma de los Pactos de la Moncloa. A cambio de restituir la monarquía como forma de gobierno, el rey y los sectores conservadores de España se comprometieron a aplicar una serie de medidas que eliminaron el totalitarismo. Pero al mismo tiempo, esos acuerdos, dejaron impunes los crímenes de la dictadura, además de imponer una serie de medidas económicas de corte abiertamente monetaristas.

Si con la transición el PSOE de Felipe González había renunciado a restablecer al gobierno republicano y a una política económica que favoreciese el desarrollo pleno de las fuerzas productivas españolas, los siguientes pasos fueron un simple trámite. En el Congreso de 1979 el partido renunció a todos los fundamentos del socialismo científico. En lugar de ello adoptó una mezcla ecléctica de principios. Posteriormente, ya con Felipe González como presidente del gobierno español (1982-1996) implementó una serie de medidas que le permitieron a España ocultar sus verdaderas deficiencias económicas: en 1986 se adhirió a la Comunidad Económica Europea (CEE), antecedente de la UE. Esa acción les permitió a los empresarios y al gobierno acceder a fondos que las potencias europeas estaban destinando para posibilitar la integración de los mercados europeos. Con ese financiamiento algunas corporaciones comenzaron una expansión monopolista que pronto estuvo en condiciones de exportar capital hacia América Latina, una de las fuentes de ingreso que han seguido alimentando el espejismo primer-mundista.

Atrás de la figura de González como apóstol de la democracia burguesa, su gobierno acogió a los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), grupos paramilitares que combatieron a la oposición autonomista mediante el terrorismo de Estado. También, en esa época el PSOE encubrió la corrupción de varios funcionarios públicos. A final de cuentas, el desgaste cobró la factura. Los socialistas perdieron el gobierno en 1996. Para preservar su imagen pública, Felipe González se retiró de la política abierta al año siguiente.

Durante los ocho años del gobierno conservador de José María Aznar, el PSOE fue adaptando su discurso para promoverse como un partido moderno, abierto al diálogo (cosa que el PP nunca mostró) y liberado de la corrupción. Ese fue el discurso con el que los socialistas ganaron nuevamente la mayoría en el parlamento y con ello el gobierno en 2004.

3. El Zapatero remendón

La trayectoria política de Rodríguez Zapatero se ha caracterizado por las mediaciones. Su integración al PSOE ocurrió hacia 1979, motivado por las expectativas que generó Felipe González y la transición democrática. Muy pronto, para 1986, cuando solamente contaba con 26 años de edad, se convirtió en diputado de las Cortes por León. Desde entonces ha sorteado los tiempos electorales buenos y malos de los socialistas, pues se ha mantenido en todas las legislaturas desde aquella época. Su estilo conciliador le permitió llegar a la Secretaria General del PSOE en 2000. Ya como dirigente de la oposición su actitud fue modificándose conforme el PP evidenciaba mayor desgaste al frente del gobierno. Al principio se dedicó a buscar acuerdos como el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo del 8 de diciembre de 2000, en el cual tanto socialistas como populistas se comprometieron a terminar con el terrorismo. Más adelante, el endurecimiento del talante conservador del gobierno de Aznar, sumado al apoyo que éste le dio a EE.UU. y la G.B. para la invasión a Irak, fueron campo fértil para que Rodríguez Zapatero desplegase sin miramientos una agenda liberal, respecto a derechos sociales, y en contra de la guerra en el Golfo Pérsico. Aunque a favor de intervenir contra Al Qaeda, supuesto responsable de los atentados del 11 de marzo de 2004, en Afganistán.

Sin embargo, la realidad ha sido muy difícil para el mandato socialista. El período 2004-2008 estuvo marcado por la incapacidad del gobierno para alcanzar acuerdos con Euzkadi Ta Azkatazuna (ETA), cuando había ofrecido llegar a la paz mediante el diálogo. La ampliación de derechos sociales, pese a que la política migratoria no ha tenido cambios profundos, le permitió paliar los fracasos contra el terrorismo. En ese sentido, la ampliación de la autonomía de las comunidades españolas es lo que mantuvo a flote al gobierno socialista lo suficiente para poder reelegirse en 2008.

Durante este segundo mandato de Rodríguez Zapatero las cosas se han complicado más. Pues dado que tanto los gobierno del PSOE como los del PP siguen exactamente el mismo programa económico, no hubo nada que salvase a España de la debacle al estallar la crisis a escala mundial. El sector inmobiliario había dado duras muestras desde 2003 de agotamiento, los precios de las viviendas comenzaron a elevarse. Las medidas para promover la industria de la construcción resultaron vanas en el mediano plazo, pues fue el primer sector en desplomarse en 2008. Todavía peor debido a que el capital financiero estaba conteniendo a ese sector productivo.

La soga se apretó más para España a comienzos de mayo del presente año. Los vencimientos amenazan con quebrar al Estado. Esos factores obligaron a Rodríguez Zapatero a recurrir a lo último que deseaba: recortar el gasto social, lo que equivale a renunciar a las políticas que apuntalaban la preferencia de los electores por su partido. Las reformas laborales y los recortes al presupuesto que fueron propuestas por los socialistas el 12 de mayo reciente fueron una recomendación que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el presidente de los EE.UU., Barack Obama, le hicieron saber a Rodríguez Zapatero.

4. Subversión subterránea

Contra lo que publicitan los principales medio de comunicación, la huelga convocada por los sindicatos encabezados por la UGT y Comisiones Obreras (CC.OO.) no se trata exclusivamente de la respuesta contra las medidas de recorte salarial que pretende implementar el gobierno de Madrid. Ver la movilización de los trabajadores del metro como algo aislado es tan grave como concebir que las directrices políticas de Esperanza Aguirre son independientes del plan que pretende implementar Rodríguez Zapatero para toda España. Si bien la huelga del metro madrileño solamente se prolongó por cuatro días, hace unas horas las asambleas sindicales decidieron no retomar los paros programados para esta semana, la acción tiene el verdadero objetivo de preparar las condiciones para el paro general convocado para el 29 de septiembre próximo. Por ello, tampoco hay que olvidar que al mismo tiempo que ocurrían los paros en el metro madrileño, también los trabajadores ferroviarios del País Vasco y Cataluña suspendieron todo el servicio, incluso por debajo de los mínimos que el gobierno les impone en los casos de huelga.

No se pierda de vista a España, puesto que el asunto no es en contra de un partido o el otro, el propio PP estuvo presionando a Rodríguez Zapatero para aplicar las medidas que ahora se pretenden imponer, sino contra un modelo económico-político que pretende sumir a los trabajadores en las peores condiciones posibles. Todo con tal de beneficiar a su majestad la tasa de ganancia que perciben los grandes monopolios capitalistas. Lo que ocurra en los próximos meses en España no solamente es de interés europeo, pues podrían seguir el ejemplo español los trabajadores de las naciones vecinas, sino también para América Latina. No se olvide que a través de monopolios como Banco Santander, Banco Bilbao Vizcaya, Iberdrola, Repsol, Telefónica, Aguas de Barcelona, entre otras; el imperialismo ibérico se está apoderando de las economías americanas. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

2 comentarios:

Casandra dijo...

Siempre refrescante el tratamiento histórico de los problemas que analizas en el blog. En especial porque en las noticias uno nada más ve una parte de las escenas más recientes y pocas veces hay la posibilidad de identificar y entender los hilos que vienen de tiempo atrás.
Ahora Francia. Hace unos días a unos compas y a mí nos comentaba una investigadora sobre la reacción de los trabajadores europeos (en especial los franceses, aunque podría aplicarse a un caso como el de los españoles) frente a las reformas que dan marcha atrás en sus derechos sociales, y establecía la comparación con los casos de los países de América Latina, donde por ejemplo, nos privatizaron toda o casi toda la seguridad social y ni quien dijera nada... ¿será? Yo creo que no, pero sería interesante (no sé si pertinente) establecer puntos de comparación respecto a la magnitud de las reformas y la respuesta de la clase trabajadora en ambos lados.
Saludos.

Asaltante rojo dijo...

Saludos Casandra;

Siempre es un honor tener tus comentarios por acá. Ahora que, como apuntas, hay una gran confusión sobre los procesos latinoamericanos. La mayoría son producto de una generalización poco funcional sobre la región. En realidad lo que ha ocurrido en América Latina con respecto a esto de las contrarreformas sociales es bastante disparejo. Sin duda que es una tarea importante la que nos dejas, pero indispensable.