lunes, septiembre 28, 2009

Reyertas 57: Al filo en las Honduras

Apenas inicia el otoño boreal y llegó cargado de sucesos. Sobre todo en el plano nacional la humareda que dejaron los festejos patrios es densa, entre la ratificación del Arturo Chávez al frente de la Procuraduría General de la República (PGR) hasta las interminables, cuan estériles, batallas verbales en torno al presupuesto de 2010, pasando por la intensificación de la putrefacción amarilla que inicia entre los famosos Chuchos y alcanza a los puros que siguen a López Obrador, el incremento de la pobreza que reconoce la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en sus proyecciones para el año que viene, las purgas de trabajadores (no de funcionarios de alto nivel) que se realizarán al interior de las Secretarías de Estado, Felipillo I, el espurio, que insiste en la privatización de la industria petrolera con reglamentos impuestos mediante albazos y el colapso al que la falta de democracia real está conduciendo al denominado sindicalismo democrático, son todos elementos que pintan de frente perfil el fracaso al que el neoliberalismo está conduciendo al proyecto de la nación mexicana. ¡Y todavía hay quién festeja la guerra contra el crimen organizado como si realmente estuviese salvando a la nación! Cuando no es más que el síntoma más claro de que el país se está deshaciendo a pedazos.

En el panorama internacional las cosas no parecen ser mejores. Aunque en días recientes ha surgido una pequeña luz de esperanza en el caso de la república de Honduras. Quizá la pequeña nación centroamericana no se vaya a convertir en la chispa que encienda la llama de la revolución mundial, pero sí está presentándose como un modelo a escala de lo que podría ocurrir en el mundo, o al menos en América Latina, en los próximos años.

En la entrega de la semana pasada (Reyertas 56: Ramificación del camino revolucionario) señalé que los escenarios posibles tras la actual crisis económica mundial. Por un lado bien podría ocurrir que con el inicio de un ciclo largo descendente, la actual oleada revolucionaria llegase a su fin para iniciar un período de restauración conservadora. Pero también es muy probable que si hay una rápida recuperación de la economía que conduzca al tope del desarrollo del ciclo económico largo, y eso implicaría una prolongación de la oleada revolucionaria, pero con la condición de que sería un momento decisivo que al movimiento revolucionario le urgiría aprovechar.

Pero en cualquiera de ambos escenarios, se presentaría una intensificación de la respuesta de la facción hegemónica para cerrarle el paso a cualquier oleada revolucionaria. Por ello no sería extraño ver que otra vez comenzasen a presentarse situaciones de reacción virulenta contra todo aquello que se perciba como proveniente de la izquierda.

Es justamente en ese sentido que señalo la posibilidad de apreciar al caso hondureño como una representación a escala. Por un lado, el golpe de Estado encabezado por el militar Romeo Orlando Vásquez Velásquez que depuso al presidente constitucional José Manuel Zelaya Rosales para sustituirlo por el presidente del Congreso Roberto Micheletti, es una clara expresión de que ante la oleada revolucionaria 1999-2009 las derechas se ven forzadas a responder. Conforme los intereses de los capitalistas neoliberales queden más restringidos por los avances del proletariado, la réplica que éstos den será menos escrupulosa y estarán más dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. Esas son precisamente las condiciones que cimentarían las bases de los regímenes totalitarios del corte de las dictaduras militares que aquejaron a América Latina durante gran parte del siglo XX.

En ese contexto, el golpe de Estado es el resultado de una burguesía de libre mercado que ante la amenaza de perder parte de sus privilegios realizó una acción desesperada, pero con plena conciencia de que ahora están obligados a llevarla hasta sus últimas consecuencias. Micheletti puede estar asustado o dispuesto a entregar la presidencia, pero el grupo que está detrás de él no está dispuesto a dejarlo ceder un ápice. Aquí no importa cuál es la voluntad del individuo que personifica al gobierno de facto, sino cuál es la necesidad de la clase hegemónica. Por eso es que antes que ceder el gobierno de Micheletti estaría dispuesto a incrementar la ofensiva y castigar al propio pueblo hondureño, incluso en detrimento de su base social, que ha estas alturas solamente puede compararse con el fervor fanático que alcanzan algunas sectas religiosas.

Esa obcecación de los golpistas combinada con las consecuencias sociales del haber alcanzado el punto más agudo de la crisis económica en Honduras fueron las circunstancias que frenaron la respuesta social. Por ello es que durante más de dos meses la ofensiva estuvo en manos de los golpistas, pese a la respuesta que ha dio la comunidad internacional al asunto, en contraste con la posición de resistencia que tuvieron que mantener los partidarios de Zelaya.

La inesperada aparición de “Mel”, el 21 de septiembre pasado, en las instalaciones de la embajada de Brasil en Tegucigalpa le dan a la situación hondureña un giro radical. El pueblo que apoya el regreso de la institucionalidad democrática a Honduras tiene la posibilidad, por fin, de tomar la ofensiva tras la victoria moral que representa. Pero también los golpistas quedan en una posición que los obliga a escalar la belicosidad de sus reacciones. De entrada, la sistemática negación de diálogo que Micheletti ha expresado de múltiples maneras, algunas directas y otras encubiertas en pretextos absurdos, se complementa con el incremento de la represión. Desde el reestablecimiento del toque de queda hasta el endurecimiento de la censura contra los medios que no se sometan a la línea periodística que el golpismo pretende imponer, aún a los corresponsales del extranjero, pasando por las represalias que el gobierno de facto pretende imponerle a la comunidad internacional (puede motivar justificadas carcajadas el berrinche de Micheletti implícito en el ultimátum contra los gobiernos de México, Venezuela, Argentina y España que se niegan a reconocer a su gobierno) pero no es más que un pésimo augurio en contra del pueblo hondureño. Se cierne sobre la clase obrera de Honduras el fantasma del genocidio.

Parte del envalentonamiento de los golpistas también se apoya en que aún hay sectores al interior del gobierno estadounidense que respaldan a Micheletti. Muestra de lo anterior son las declaraciones que el representante alterno de EE. UU. ante la Organización de Estados Americanos (OEA), el señor Lewis Amselem, en las cuales dejó caer su rechazo al regreso de Zelaya a Honduras cuando dijo: “El retorno del presidente Zelaya a Honduras es irresponsable e idiota”, tal como puede leerse en la nota que el corresponsal Jordi Zamora preparó para la Agence France-Presse (AFP).

El otro riesgo que corre Honduras es el de la intervención militar por parte de Estados Unidos, ya hubo un primer rumor en el Consejo de Seguridad de la ONU que sugería la intervención de las fuerzas de paz, que obviamente estarían encabezadas por EE. UU. como se ha hecho en otras ocasiones. Un movimiento de ese tipo despeñaría al pueblo hondureño hacia la guerra civil, porque la burguesía librecambista que mantiene a Micheletti en el poder tendría que jugarse su última carta: la guerra. Mientras tanto, el pueblo hondureño vería absolutamente clausuradas las vías democráticas, sin contar con que se echaría por la borda el poco prestigio de demócrata que aún mantiene el empresario metido a la política que trabaja como presidente, Manuel Zelaya, de aquella nación centroamericana.

Como puede apreciarse en el análisis que he desarrollado hasta este punto, las esperanzas de una solución democrática y favorable a los intereses de los trabajadores siguen siendo escasas. Sobre todo cuando se percibe claramente que la única idea que los golpistas están dispuestos a aceptar como solución al conflicto es el resistir un mes y medio más para celebrar unas elecciones en las cuales resulte electo un personaje bien esterilizado por ellos.

Para los trabajadores hondureños se estrechan las salidas. Por lo pronto urge que su consciencia de clase se desarrolle a pasos agigantados, que se coloquen en la disposición de llegar hasta las últimas consecuencias, incluyendo el concientizar a integrantes de las fuerzas armadas hondureñas. De otra manera, el apoyo que las fuerzas progresistas le estamos brindando al pueblo hondureño serán inútiles. No pasarán de un mero evento anecdótico. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

domingo, septiembre 27, 2009

Memoria proletaria 2: Plebe independentista

El 14 de julio de 1789 pasó a la historia no solamente por haber sido el día en que la toma de la Bastilla marcó el inicio de la revolución francesa, sino también por haber sido la irrupción del pueblo —la chusma, dirían en la nobleza— en la historia. Antes de ese momento los campesinos, obreros y artesanos habían hecho posible la historia pero se habían ubicado en un plano secundario, casi invisible. Después de ese evento el pueblo como tal no ha dejado de tener un papel decisivo en los sucesos cruciales. De entrada baste recordar que durante la misma revolución francesa mientras la burguesía perfeccionaba el nacionalismo basado en el desarrollo del mercado interno, el pueblo comenzó a esbozar las líneas básicas del socialismo y del comunismo.

El poder del pueblo, como tal, tampoco se constriño al marco europeo sino que se reprodujo rápidamente en el resto del mundo. Las guerras napoleónicas no solamente afectaron a Europa con la difusión de las ideas de la ilustración, también en América se propagaron éstas rápidamente. Con ellas el papel del pueblo en la historia también se fue haciendo más evidente, ya no solamente como el sujeto social que hacia posible toda la subsistencia sino que también tenía la posibilidad de presionar para crear cambios radicales en la estructura.

Lo anterior viene a colación porque en estas fechas se preparan ya grandes festejos en toda América Latina, desde California hasta la Tierra de Fuego (Patagonia) para conmemorar los bicentenarios de las independencias. Sin embargo, el enfoque que se le está dando a ese tipo de festejos es el de conmemorar una historia de medias verdades. La visión oficialista (la de la burguesía hegemónica), así como la de la facción más conservadora entre los capitalistas es la que se ha impuesto con mayor vehemencia.

Por una parte, en donde los gobiernos de tendencia más o menos progresista se han asentado, a lo más que se llega es a reivindicar la figura de algunos próceres, pero sin cuestionar mayormente su origen o intervención en los procesos independentistas. Así, las elegías que se componen para personajes como Miguel Hidalgo, Simón Bolívar o José de San Martín, no hacen más que imponer la idea de que los únicos capaces de “hacer la Historia” son los grandes personajes. Por si eso no fuese poco, se llega al extremo de atribuirle a esos sujetos cualidades que nunca tuvieron, se presentan versiones idílicas de los héroes mediante el viejo procedimiento de exagerar sus acciones positivas y omitir las negativas. Nada más obsérvese a los gobiernos progresistas en Sudamérica, reivindicando el más importante movimiento político-social de los últimos treinta años con el apelativo de bolivariano. Algo que no deja de imponer la concepción unilateralidad de la historia que se enfoca en las acciones de unos cuantos personajes.

El otro lado, cuando al frente de algunos gobiernos latinoamericanos han triunfado las facciones más conservadoras de la burguesía, inmediatamente se pretende imponer una concepción que reivindica a los personajes más oscuros de los procesos de independencia. Recuérdese cómo el golpista más democrático de la historia, Felipe Calderón, ha sido uno de los promotores de la restitución de Agustín de Iturbide en el santoral republicano de México. Desde que fue dirigente nacional del Partido Acción Nacional (PAN) a Calderón le urgía recuperar a Iturbide como una de las figuras emblemáticas de la derecha, tal como lo recuerda Édgar González Ruiz en su artículo Iturbide: emblema derechista.

Independientemente del personaje que se reivindique para construir una identidad nacional, el otro problema que subyace a la imagen histórica de las independencias que se está presentando con motivo de los bicentenarios está muy parcializada. Si uno identifica el origen de los próceres que se ensalzan se puede apreciar ese racismo que ha caracterizado a las elites latinoamericanas. Casi todos los personajes que se mencionan fueron criollos (españoles nacidos en América), que no tenían mayor interés en crear condiciones de verdadera libertad e igualdad entre los pobladores de la región, sino en encontrar la manera de acceder al poder que entonces ejercían los gachupines (españoles nacidos en la península). Desde entonces hasta la fecha, la ideología que se ha impulsado para legitimar la dominación de clase en la región ha tenido un carácter de racismo disimulado. Pocos jefes de estado en América Latina han salido del canon racial, o blancos de origen europeo o mestizos cuya piel esté lo menos bronceada que sea posible. No solamente Benito Juárez García debió enfrentar los denuestos que le lanzaban los partidarios del Partido Conservador, sino que hasta dentro del propio Partido Liberal uno de los motivos que impulsó a sus detractores fue su origen zapoteco. En la actualidad, ese mal no ha sido erradicado de la región, por mucho que ahora sea considerada la más progresista del planeta. Llama la atención la virulencia con que determinados grupos sociales, tanto dentro como fuera de Bolivia, son capaces de alcanzar en su desprecio contra Evo Morales Ayma. No les interesa si el de Morales ha sido un gobierno que responda o no a los intereses del pueblo boliviano, el racismo conduce a muchos de los opositores del presidente de Bolivia a ver cada acción como un error, en el mejor de los casos, sino es que llegan hasta el grado de señalarlo insistentemente como el lacayo del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Para ellos, el presidente de origen aimara, como todos los aimaras e indígenas, son niños fácilmente manipulables. ¡Vaya mentalidad colonialista!

Una de las utilidades de la historia, más precisamente de la enseñanza de la historia, es la construcción de una identidad nacional. Ésta puede ir en dos sentidos: crear un orgullo nacional que sea la base del imperialismo o una conciencia nacionalista que se oponga al neocolonialismo. En ese sentido resulta incoherente que un gobierno encabezado por un personaje tan educado como Felipe Calderón, esté introduciendo reformas, bajo la presión de transnacionales de origen español, a los planes de estudio en la enseñanza básica que mutilan dos de los procesos históricos que determinan la identidad nacional de los pueblos latinoamericanos, y en los cuales se definen muchas de las particularidades que los distinguen entre sí: la conquista y el período de la colonia. En cambio, el (para sus detractores) ignorante aimara que preside Bolivia, Evo Morales, justamente a mediados del presente año concretó el rompimiento de las relaciones comerciales que obligaban a su gobierno a adquirir los libros de texto de primaria que editaba el grupo editorial Santillana de procedencia española. En esos volúmenes, curiosamente, se hacía omisión y se trivializaban los procesos de conquista y colonia del Alto Perú (hoy Bolivia).

Pero aún eso sigue sin ser suficiente.

Tampoco basta con colocar algunos cuantos nombres de personajes entre los principales próceres de las independencias, como Francois Dominique Toussaint-Louverture (dirigente de los esclavos negros en Haití que consiguieron su independencia en 1804) o José María Morelos y Pavón (caudillo de la independencia mexicana de origen mestizo). Ni tampoco basta con reconocer y valorar las insurrecciones previas, como la encabezada por Gaspar Yanga o la de Jacinto Canek en Nueva España, o las de Tupac Amaru II en Perú o la de Tupac Katari en el Alto Perú, las cuales allanaron el terreno para los procesos independentistas. Porque a final de cuentas sería repetir los mismos errores de crear una serie de ídolos. Mucho menos es de utilidad repetir el procedimiento seguido por el notable insurgente Carlos María de Bustamante que al difundir en sus escritos el movimiento de independencia en México, creo mitos como el del Pípila o el del Niño artillero.

En dado caso la tarea central que se requeriría al elaborar una historiografía científica, una memoria de los trabajadores, que abone para la articulación de una identidad de la clase obrera, sería reivindicar el papel que el pueblo (la “chusma”) tuvo en el proceso independentista. Desde la conciencia de clase sería un grave error incurrir en el menosprecio del papel que el pueblo desempeño durante el movimiento independentista. Implicaría cometer el mismo desatino que Hidalgo cuando se negó a entrar en la Ciudad de México tras la batalla del Monte de las Cruces, o el de Bolívar cuando jugueteo con la idea de establecer una monarquía en los territorios liberados por él, o el de José de San Martín cuando se negó a la unificación de las naciones que habían sido colonias españolas. Es decir, la injusticia del menosprecio hacia el pueblo.

Es cierto que no se trata de negar la influencia que ejercen los grandes personajes en la historia, finalmente, el papel que los dirigentes tienen en la historia es el de encausar las fuerzas sociales. Sin embargo, es importante desde la perspectiva de los trabajadores superar las ideas que permiten el ascenso de una clase que subsuma a las demás y ésta se da gracias a la rendija que deja abierta el culto a las grandes personalidades. Evitar toda exaltación de los próceres por encima del pueblo es una equivocación que los trabajadores debemos evitar.

El inicio, desarrollo y consumación de las guerras de independencia fueron posibles gracias a que mucha gente, tanto hombres como mujeres: campesino, artesanos, obreros, comerciantes, bajo clero y militares rasos, tuvieron que modificar sus condiciones de vida para adaptarse a las condiciones que les imponía su propia convicción de pelear por la independencia de las colonias hispanas. Las glorias de San Martín o las de Bolívar o las de Morelos no existirían sin el respaldo de ese pueblo que luchó y de ese pueblo que sustentó la vida de esos ejércitos insurgentes.

Aunque, es importante acotar que tampoco se debe caer en la idealización del pueblo. En muchos sentidos, si la independencia política que dio origen a las naciones latinoamericanas fue una obra de sus propios pueblos, también es justo señalar que las debilidades con que nacieron esas naciones se debieron a las propias carencias de las sociedades americanas. Por ello es que durante las primeras décadas de independencia el poderío económico del imperio británico mantuvo en entredicho la independencia de las naciones latinoamericanas y que durante el siglo XX el imperialismo estadounidense haya hecho de las suyas a lo largo y ancho de la región.

En síntesis, la elaboración de una historiografía desde la perspectiva de los trabajadores requiere dimensionar de manera más justa el papel que tuvo el pueblo en los procesos de independencia. Pero también requiere de esclarecerse los límites que históricamente ha tenido para tener claras las tareas que se le han quedado pendientes. Ello permitiría construir una identidad nacional con posición de clase impulsada desde el proletariado que se oponga al imperialismo y haga efectivamente real los sueños de liberación nacional.

lunes, septiembre 21, 2009

Reyertas 56: Ramificación del camino revolucionario

La mayoría de los izquierdistas hemos juzgado con demasiada dureza la actual crisis económica mundial. Más de uno ha querido ver el surgimiento de una crisis estructural del capitalismo al empatar el proceso económico con los procesos de deterioro ambiental, los cambios en las relaciones políticas, la degradación de las relaciones sociales y el surgimiento de nuevas expresiones dentro de los movimientos sociales. No obstante, las cosas se están desarrollando de manera muy distinta a lo que los buenos deseos de los analistas de izquierda quisiéramos. El armagedón que representaría la actual crisis simple y sencillamente no está ocurriendo, por el contrario, comienzan a darse los primeros signos de que podría comenzar en los próximos meses una recuperación.

Como mencionábamos hace unos meses en el Reyertas 18: 2009, el año (del temor) por venir señalé, con base en el análisis desarrollador por el Círculo de Estudios de Marxismo Ortodoxo y Recalcitrante (CEMOR), que la actual crisis tiene muchas posibilidades de convertirse en el inicio de una fase descendente del ciclo largo económico (con duración total de 40-60 años), pero la condición indispensable de esto era el desempeño de la economía china en la presente crisis. Entre más tiempo durase la fase depresiva del ciclo económico medio (que en total dura entre 7 y 11 años), la floreciente economía de la República Popular China se vería cada vez más comprometida, lo cual en un momento determinado podría ocasionar el colapso definitivo del mercado estadounidense, que en los años recientes se va haciendo dependiente en forma progresiva de la productividad china.

Debido a los procesos de globalización, desatados en los años setenta del siglo XX por aquel supremo consejo revitalizador del capitalismo que fue la Comisión Trilateral, en las últimas tres décadas la interrelación entre el mercado norteamericano y el chino ha crecido de manera descomunal. Por el lado de China, la inversión proveniente de Estados Unidos pero sobre todo la transferencia de tecnología han sido los principales instrumentos que están convirtiendo a la nación asiática en una de las economías más sólidas del siglo XXI. El costo de ello ha sido que a cambio los estadounidenses han podido expandir sus corporaciones transnacionales, incrementar su control financiero sobre el mundo. El principal comprador de los bonos del tesoro norteamericano (deuda) es China, nación que entre sus reservas monetarias en el extranjero cuenta con más de un billón de dólares (un trillón según la forma anglosajona de hacer cuentas). De no ser por esa gran masa de circulante estadounidense que los chinos tienen atesorados, el valor del dólar como moneda de reserva internacional se habría desplomado hace tiempo. En otras palabras, el desarrollo de las fuerzas productivas en China se ha realizado gracias a la expansión de las empresas norteamericanas, no tanto por las inversiones directas sino por la transferencia de tecnologías y patentes, eso ha convertido al gigante asiático en el principal socio comercial de los EU. Las mercancías importadas desde China son las que le dan posibilidades de subsistir a los estadounidenses; al tiempo que el déficit comercial de los Estados Unidos frente a la economía china es el elemento principal que le da valor al dólar, y gracias a ello, es posible que los norteamericanos se apropien de la producción mundial de mercancías.

La crisis actual ha obligado a la dirección política china a redireccionar su capacidad económica hacia el fortalecimiento de su mercado interno, pues el que Estados Unidos se encuentre en condiciones adversas para seguir adquiriendo las mercancías básicas de otras naciones se traduce en un rápido incremento del capital almacenado improductivamente. Dada la capacidad productiva que tiene la economía china habría sido un golpe letal el perder el espacio físico en el cuál se realiza su producción. Pero, lo ventaja de China es que al basar su desarrollo económico en el sector de las exportaciones, dejando intacto el despliegue pleno de su mercado interno. Ante la difícil situación mundial, la economía asiática tiene la oportunidad de expandirse internamente, lo que implicaría un incremento considerable hacia su interior. El efecto de largo plazo de tal evolución económica china sería el vaciar a Estados Unidos de la rentabilidad financiera que le ha caracterizado en las tres décadas más recientes.

Un viraje chino de interiorización combinado con la reestructuración productiva estadounidense le daría una sobrevida a la fase ascendente del ciclo económico largo, pues se crearían condiciones que le devolverían a EE. UU. la posibilidad de competir, lo cuál implicaría reforzar su capacidad productiva y por extensión su mercado interno.

Pero cuidado. La reconstrucción del aparato productivo estadounidense requerirá que las medidas que el gobierno de Barack Obama está impulsando para restringir la especulación financiera sean adoptadas. Hasta el momento las reformas del sector industrial gringo han dado algunos resultados, pero de nada servirán si el libertinaje financiero continúa drenando la riqueza generada en la producción real de mercancías. En tal sentido, no basta con eliminar los Hedge Funds o cualquier otro de los instrumentos que se han multiplicado en la última década, también le es urgente al mercado norteamericano el crear un sistema de salud que se quite los grilletes impuestos por las poderosas empresas farmacéuticas. En términos financieros dichos corporativos son los que generan el pozo sin fondo que más recursos consume de forma improductiva, al tiempo que polariza el ingreso de los hogares, generando con ello mayor desigualdad entre aquellos que perciben los ingresos más altos dentro de la sociedad estadounidense y la porción social que obtiene más bajos ingresos. La situación política en los Estados Unidos apunta a que gracias a la férrea oposición del partido republicano, a la mezquindad que reina entre los congresistas demócratas (a quienes les aterroriza pagar el costo electoral de aprobar una ley que dañe los intereses de los grandes capitalistas) y la intensa campaña de intimidación y desprestigio social que los dueños de las farmacéuticas, aseguradoras y hospitales han lanzado en contra de la reforma al sistema de salud que promueve Obama.

Para colmo, algunos economistas ya comenzaron a reportar que el sentido positivo del crecimiento económico de la producción china no se basa tanto en el fortalecimiento de su mercado interno, sino en la adquisición especulativa de materias primas por parte del gobierno chino. Esta forma de proceder coloca un grave riesgo sobre la economía mundial.

Si EE. UU. no logra recuperarse pronto de la depresión, es decir si no se consigue reducir las posibilidades de la especulación financiera, el aletargamiento será todavía más prolongado y los alfileres con que China le estaría sosteniendo la economía mundial no podrían soportar demasiado tiempo, por lo que eventualmente la burbuja especulativa creada por la adquisición de materias primas terminaría arrastrando al mundo a una profundización de la crisis económica mundial. Entonces, y solamente entonces, el desplome alcanzaría los niveles que muchos de los analistas de izquierda hemos profetizado desde nuestros espacios de lucha.

Sin embargo, ese escenario sería precisamente el que cumpliría con aquella sentencia que reza: “cuidado con lo que se sueña, porque podría volverse realidad”. Contrariamente a los que se piensa desde la izquierda, tanto los momentos de crisis en el ciclo medio como las fases descendentes del ciclo económico largo son puntos en que el descontento social no se expresa mediante grandes cambios transformadores, por el contrario, en las crisis las organizaciones revolucionarias y la auto-organización obrera suele disminuir porque para las personas el obtener los medios de vida se vuelve más difícil y, por consiguiente, la tarea que ocupa más tiempo. Por su lado, en las fases descendentes ocurre algo similar, de hecho se puede comprobar que hay una correlación entre los momentos de auge revolucionario con el ascenso del ciclo económico largo, lo que supone que hay una correlación en el sentido inverso. Recuérdese que el momento de reflujo revolucionario más reciente se dio en la década de los años 80, justo cuando el ciclo largo se hallaba en su fase descendente más aguda, en cambio, en los años recientes las izquierdas han proliferado en el mundo a la par que se llegaba a la cima de la fase ascendente.

Nos encontramos en un punto histórico crucial para el desarrollo de las izquierdas y la evolución de los sistemas democráticos (en el sentido de superación del concepto de democracia burguesa). Por más que el crecimiento chino se esté dando como producto de su desarrollo interno, si EE. UU. no entra en su fase de recuperación pronto, la depresión se profundizará a tal punto que se iniciaría una fase descendente del ciclo largo, lo que plantearía una gran dificultad para los movimientos revolucionarios y habría que comenzar a plantearse estrategias de verdadera resistencia, de sobrevivencia. En cambio, si la economía estadounidense entra en una fase de recuperación (en la cual los movimientos sociales tienen más opciones para crecer), pese a que China estuviese sosteniendo su crecimiento mediante la especulación con materias primas, la fase ascendente se prolongaría un ciclo más, lo que nos daría tiempo (7-11 años) para desplegar estrategias de ofensiva revolucionaria más serias. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

jueves, septiembre 17, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 26:

El Infinito

Análisis filosófico del origen del universo

Por: Sagandhimeo

Para Angélica

Por su apoyo

INTRODUCCIÓN

En esta obra se analizará si el universo tuvo un origen y la noción de infinito que le subyace, partiendo de los avances de la astrofísica y de argumentos filosóficos fundamentales.

1. El problema central

El primer paso para hablar del origen del universo consiste en no desviarse del problema, para ello es preciso entender universo como la totalidad y debido a que universo a veces puede entenderse como “nuestro universo” habremos de formular un nuevo término: “metauniverso”, en dicho término incluiremos nuestro universo, así como todo lo que pueda quedar fuera de él, como lo sería un estadio previo al universo actual, múltiples universos, universos paralelos e inclusive el vacío que pueda haber fuera del universo conocido.

En ese sentido, suponer que nuestro universo surgió de otro universo evade el problema, pues lo que queremos saber es el origen de todo en absoluto, del metauniverso. Del mismo modo, si planteamos que hubo un creador del metauniverso, tenemos que preguntarnos por el origen de tal creador y así sucesivamente, pues argumentar que dicho creador siempre existió o es causa de sí mismo es equivalente a decir que el metauniverso mismo siempre ha existido o es causa de sí mismo.

Algo parecido ocurre en cada campo de estudio, como creer que la civilización viene de otro planeta, o que la vida se originó en otra galaxia, o que la tierra reposa sobre una tortuga como se creía en culturas orientales. Estos argumentos poseen el mismo patrón: no enfrentar el problema como tal, sino pretender explicarlo insertando un elemento externo que se queda sin explicación y que por lo regular involucra cierta mística.

Por el contrario, actualmente se sostiene que la civilización es un producto histórico, que la vida emergió de componentes químicos terrestres y que la tierra no está sostenida por nada, pues su equilibrio radica en la gravitación universal, ya es tiempo de que también el origen del universo posea una explicación objetiva y libre de agentes arbitrarios.

2. El problema del infinito.

Para comprender el origen del metauniverso es necesario poseer una noción adecuada del infinito, como se verá en adelante.

Muy citada es la antinomia kantiana del infinito, la cual sostiene que si el universo tuviera un comienzo forzosamente tendría que haber algo antes de eso, por lo que no hay comienzo, y si no lo tuviera habría una infinidad de tiempo antes de ahora, por lo cual tiene que haber comienzo. Con esta antinomia Kant concluye que es imposible saber si el universo tuvo un origen o no.

El problema radica en la noción de infinito que se tenga, desde Aristóteles existen dos tipos de infinito, infinito en acto y en potencia. Infinito en acto es aquél que existe en absoluto y como ejemplo sólo podemos mencionar la idea de Dios, pues se cree que posee todos los atributos elevados a la máxima potencia. A este infinito se le suele llamar transfinito. Por otra parte el infinito en potencia es la posibilidad de sucesión indeterminada, como ejemplo tenemos todo cuanto existe, pues es posible una sucesión indefinida de los números, de las cosas, de las capacidades, de las personas, ya que siempre es posible que aumente el número de cualquier conjunto.

El transfinito es intrínsecamente incongruente pues supone una entidad que contiene en sí misma todas las posibilidades de ser, por lo cual no se movería y al ser estática es finita. Por ejemplo, la idea de destino supone que ya todas las posibilidades están dadas, de modo que la vida misma es una ilusión. En otras palabras, aunque el infinito posea congruencia siempre se encuentra en un estadio determinado, es decir, podemos contar los números del uno al infinito, pero aunque podamos continuar contando siempre, en todo momento estaremos en un número determinado. Así, el metauniverso es infinito (más claramente “indefinido”) en el sentido de que no tiene término, pero en todo momento posee una extensión y duración determinadas.

Manejar el infinito en acto y no como potencialidad facilita generar cosmovisiones incongruentes como la de Zenón, el cual ideó una serie de paradojas. Una de ellas consiste en afirmar que racionalmente, una persona no puede recorrer un estadio de longitud, porque primero debe llegar a la mitad de éste, antes a la mitad de la mitad, pero antes aún debería recorrer la mitad de la mitad de la mitad y así eternamente hasta el infinito. De este modo, teóricamente, una persona no puede recorrer un estadio de longitud, aunque los sentidos muestran que sí es posible. Esto ocurre porque el autor maneja el concepto de infinito en acto y no como potencia, es decir, una persona recorre un infinito número de lugares para recorrer un estadio, pero porque cada lugar es potencialmente divisible al infinito, en acto el estadio se recorre en pasos, no en unidades indefinidas.

La confusión surge cuando se mezclan los tipos de infinito. En el caso de Kant sucede que él considera que había tiempo antes del inicio del universo, siendo que el tiempo pudo surgir junto con el mismo, de modo que no hay paradoja. Por otro lado Kant supone que no puede haber una infinidad de tiempo hacia el pasado porque nunca llegaría hasta el presente, pero el tiempo hacia atrás no tiene por qué haber transcurrido ya, pues por ejemplo nuestra numeración es infinita hacia atrás y hacia delante y no por ello nos impide contar cotidianamente (Reichenbach). En otras palabras, suponer que el tiempo ha transcurrido transfinitamente hacia atrás es injustificado, pues puede suceder “indefinidamente”, de modo que en la actualidad siga avanzando hacia delante y hacia atrás desde un tiempo cero. Esto puede sonar extraño, pero es físicamente posible, pues así como existen partículas y antipartículas es probable que en otro lado del universo o en un universo paralelo el tiempo transcurra hacia atrás desde nuestra ubicación y viceversa. Donde naturalmente no hay una anti-tierra, pues su desarrollo es totalmente independiente al de nuestro universo.

De este modo lo que Kant veía como una antinomia se convierte en una disyuntiva, donde ambas optativas son razonables y la última palabra la posee la investigación científica, como veremos en adelante.

3. El problema del origen.

Hasta el momento tenemos dos opciones: que el universo haya existido siempre, de modo que el tiempo transcurra indefinidamente hacia atrás y hacia adelante. Y que el universo haya surgido en algún momento generando el espacio y el tiempo simultáneamente.

Estas opciones no son excluyentes, podemos combinarlas en una sola: el universo surgió en un punto cero a partir del cual se desglosó en dos espaciotiempos que se extienden indefinidamente. Esta afirmación no es meramente lógica pues existen descubrimientos físicos que la apoyan, como veremos.

La fluctuación cuántica consiste en que a partir del vacío surge espontáneamente una partícula con su correspondiente antipartícula (la misma pero con carga opuesta como el electrón y el positrón) y se aniquilan al instante, esto no es mera especulación sino una teoría de la física cuántica. Además, dicha fluctuación no viola las leyes de la matemática, pues si bien es injustificado que 0=1, sí es válido que 0=+1-1, de modo que del vacío no puede surgir la materia, pero sí materia más antimateria. De la nada no sale algo, pero sí algo más “antialgo”.

Sobre esta teoría algunos científicos sostienen que el universo surgió de la nada (matemáticamente esto equivale a la dimensión -1, ya que la dimensión cero es un punto), de una fluctuación cuántica colosal, aunque aun falta por explicar por qué no se aniquiló al instante como sucede en las fluctuaciones cuánticas comunes. Como en el universo hay muchísima más materia que antimateria, es probable que se haya generado otro universo con mucha más antimateria que materia, conservando así la igualdad y la existencia metauniversal. En otras palabras, en el principio no existía nada, ni el espaciotiempo, luego una fluctuación cuántica colosal derivó en dos universos (con sus respectivos big-bangs, según el modelo inflacionario), uno con más materia y otro con más antimateria, de modo que entre ambos tienen carga igual a cero, por lo que su aparición está justificada física y matemáticamente.

4. Implicaciones filosóficas

Es sumamente difícil imaginar la nada absoluta y más que de ella surgiera algo y antialgo, pues esto implica que la nada posee la potencialidad para generar todo cuanto existe. La pregunta de Leibniz ¿Por qué existe algo en vez de nada? Puede responderse: existe algo porque la nada contiene la potencialidad de algo, pero si la nada no es nada, ¿Cómo puede poseer un atributo de potencialidad? La solución consiste en no concebir la nada simplista, estática o irracionalmente. Sino en concebirla dialécticamente, es decir, entender que la existencia y la nada forman una unidad en conflicto permanente, para Hegel, el ser puro y la nada pura no pueden existir, sino que son meras abstracciones, pues si el ser es homogéneo, inmutable y simple: es exactamente igual que la nada pura. Como mirar un paisaje mediante toda la luz o nada de luz, en ambos casos no se puede ver el paisaje, sino blanco o negro, respectivamente.

Por lo tanto, la suma de todo lo existente así como cada una de sus partes: se constituyen por una mezcla de ser y nada, donde el ser significa su singularidad y la nada su posibilidad de movimiento. De este modo recuperamos la defensa de Parménides de que la nada no es nada, pues si fuera algo ya no sería nada. Pero a su vez consideramos que la nada aunque no sea algo concreto sí se constituye como una condición de posibilidad, la cual permite el movimiento del ser, es decir, el devenir.

En matemáticas el ser se constituye por los números y la nada por el cero. Pues el cero no representa nada por sí mismo, pero es condición de posibilidad de la mayoría de los números, como los que siguen del diez y los decimales, basta con compararlo con los sistemas de numeración antiguos que no poseían el cero.

Esto ocurre también en la constitución del universo, donde el ser o suma de lo existente está completamente rodeada por la nada (o vacío absoluto) y esto es lo que permite su expansión, pues si el universo lo ocupara todo no podría moverse. Además, las partículas subatómicas se encuentras enormemente separadas unas de otras, lo que implica que el vacío dentro del universo también es condición de posibilidad del movimiento nuclear.

Conclusiones

Como humanidad hemos encontrado una explicación lógica, matemática y física del origen del universo (y en general del metauniverso) que disfruta de solidez y autosuficiencia, por lo que podemos desechar toda explicación mística o agnóstica.

Además, es posible que haya una infinidad de universos dentro del metauniverso, pues las fluctuaciones colosales pueden ocurrir indefinidamente, lo importante es que existimos en uno de ellos y estamos hechos de la misma materia que lo originó, lo cual en cierta medida nos hace sus protagonistas, de nosotros depende lo que hagamos con esa fortuna.

Bibliografía

Aguilar Sahagún, En el limite del universo: la vision cosmologica de Stephen W. Hawking.

Courant y Robbins, ¿Qué son las matemáticas?

Engels, El Antidüring.

Gribbin, Génesis, los orígenes del hombre y del universo

Hacyan, El descubrimiento del universo.

Hegel, Ciencia de la Lógica.

Hospers, Introducción al análisis filosófico.

Kant, Crítica de la Razón Pura.

Reichenbach, La Filosofía Científica.

Zellini, Breve historia del infinito.

lunes, septiembre 14, 2009

Reyertas 55: Réquiem por la educación

Con el pretexto de enfrentar la crisis de la mejor manera posible, el gobierno de Felipillo I el breve, ha decidido combatir a sus peores enemigos para que al fin México supere su rezago y salga a flote: la ciencia y la educación. Durante los tres años de calderonato, el inquilino de Los Pinos ha demostrado tener la piel sumamente delgada ante la crítica de la oposición, ha demostrado que no aguanta que alguien esté en desacuerdo con su peculiar forma de ver las cosas. La intolerancia calderoniana se expresa en su afán por acabar con todo aquello que represente la amenaza de extender la actitud crítica en la sociedad. Por eso es que cual merolico vendiendo sus cursos de autoayuda para recetarle a los mexicanos que tienen toda la obligación de hablar bien de México, no importa que el país se esté cayendo a pedazos, hay que hablar bien de México. Sin embargo, lo que Felipillo I el espurio entiende por “hablar bien de México” se reduce a hablar bien de su gobierno federal. Una especie de regresión calderoniana en la que pretende equipararse con Luis XIV, aquel rey francés del siglo XVIII que decía: “el Estado soy yo”. En un sentido apologético, Calderón parodia al francés al decir: “México soy yo”.

Lo que no puede negarse, cuando se trata de enfrentar a la crítica, es que el señor Calderón es un personaje de soluciones radicales. Para evitar que la actitud crítica siga empañando los grandilocuentes logros de su tan exitosa administración, ha metido el acelerador para desarticular el sistema educativo del país.

Es cierto que muchos camaradas exageran al indicar que lo más importante para un pueblo es la educación. Se olvidan que antes de poder aspirar a que un pueblo tenga la posibilidad para ser educado, requiere satisfacer otras necesidades que hacen posible una vida digna, una vida humana. La garantía de una alimentación suficiente y el desarrollo de las capacidades de trabajo son las dos condiciones que preceden a cualquier aspiración por crear un sistema educativo que le dé una amplia cultura a todos los integrantes de una sociedad. Para los mexicanos la capacidad de trabajo es un hecho que se demuestra día a día, pese a las malas caricaturas que pretenda hacerse de sus trabajadores, éstos diariamente dejan clara tal capacidad. Pero las arbitrariedades cometidas por los capitalistas nacionales y trasnacionales no solamente les escatiman ese reconocimiento, sino también la propia posibilidad de tener una alimentación adecuada. Para colmo de males, los panistas no se han distinguido, en sus 70 años de existencia, por ser un partido que se preocupe de manera extensa por la formación de consciencias críticas. Más bien se han preocupado por perseguir toda expresión cultural que salga de sus estrechos límites. De modo que el panismo no puede presumir que haya tenido grandes lumbreras entre sus intelectuales. Antes por el contrario, le conviene mejor ocultar las pocas que ha dado. Por ejemplo, Carlos Castillo Peraza, el gran intelectual del PAN en tiempos recientes, no fue un personaje al que se le pudiesen reconocer grandes dotes como difusor de la cultura ni capaz de mostrar un bagaje cultural que impresionase a sus adversarios, si mayor cualidad era la de ser un defensor vehemente de sus ideas, pero no más.

Esta saña del panismo en contra de toda la cultura deriva de que justamente de la gente que posee cierta formación de pensamiento crítico es la que más ha cuestionado sus planes de gobierno. La situación se vuelve todavía más aguda cuando el PAN coloca en la presidencia a un sujeto como Calderón que es incapaz de soportar el mínimo disenso con su pensamiento.

Por ello es que la ciencia y la educación han sido los dos grandes blancos contra los cuales las armas del calderonismo se han enfocado. Esos rubros son, para Felipillo I el breve, más peligrosos que la aparición en escena de cualquiera de los integrantes de los Zetas. Por eso es que anteponiendo el pretexto de la crisis, la Secretaría de Hacienda recortó el presupuesto a los becarios de posgrado del CONACYT. A tal punto ha llegado esto, que los pocos investigadores que está formando el país, están quedando ahogados bajo el peso de las cuentas que requieren pagar para sustentar su vida. Esta situación no puede conducir a ningún otro camino que a la reducción de formación de cuadros generadores de ciencia y tecnología. Esa situación no ha pasado inadvertida para los becarios que están buscando convertirse en parte de los investigadores que requiere México, por ello es que se han venido agrupando para dar la batalla en contra de los recortes que la sensible secretaría de Hacienda está haciendo no únicamente hacia los becarios, sino a todas las instituciones encargadas de desarrollar la ciencia, tecnología y la educación superior en el país (véase el blog: que ni reduzcan las becas ni nos cierren las bocas).

En el extremo opuesto del sistema educativo mexicano, apenas puede creerse que algo que hace unos meses, apenas junio pasado, causó revuelo en el mundo, hoy México esté retomando las cosas nefastas que suceden en el mundo. Apenas el 7 de junio en Bolivia el gobierno de Evo Morales le cerró las puertas del jugoso negocio de los libros de texto para la educación básica a la trasnacional española editorial Santillana, y en nuestro país ya se están imitando las peores prácticas de ese corporativo. En Bolivia se le quitó la edición de libros de texto a la editorial Santillana porque promovía la eliminación de la identidad nacional boliviana. La línea de la casa editora iba en la tendencia de eliminar los puntos de conflicto entre las culturas indígenas prehispánicas y la cultura española de los conquistadores. Estos momentos que son los que definieron la cultura moderna de los pueblos de Latinoamérica, es decir los de conquista y colonia, son los puntos que el gobierno de Felipillo I el espurio intenta borrar de la memoria de los mexicanos.

Ya es preocupante el hecho de que por años se haya intentado eliminar la parte sustancial del pensamiento crítico de los mexicanos: la identidad, bajo el pretexto de que la educación “moderna” debe privilegiar el razonamiento verbal y matemático. ¡Bien! No es mala idea dejar atrás la enseñanza tradicional que se basa totalmente en la memorización, sin embargo, no puede ni debe abandonarse el fomentar que los alumnos tengan una buena capacidad de memoria porque finalmente cualquier habilidad de razonamiento resulta inútil, estéril, si no se tiene la materia prima sobre la cuál reflexionar, sobre la cual pensar; y esa solamente se puede obtener gracias a la memoria. No solamente en el campo de las ciencias sociales, que el ejercicio adecuado del razonamiento sobre la información que se concentra en la memoria nos daría por resultado excelentes ciudadanos capaces de ejercer sus capacidades críticas hacia los diversos gobiernos; también en el campo de las ciencias naturales y las ciencias exactas es indispensable que los investigadores tengan la capacidad para realizar la crítica sobre los conocimientos preexistentes a su investigación. De otra manera tendríamos una ciencia en estado permanente de estancamiento.

Como se afirmó arriba, la educación no es el problema más importante que se debe resolver, con perdón de los camaradas profesores y demás trabajadores dedicados a la educación, resultaría demasiado simplón, simplista y hasta cursi hacer la típica afirmación sobre la centralidad de la educación. Sin embargo, el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la adecuada educación son procesos que tienen una importancia decisiva en el desarrollo de las fuerzas productivas, lo cual es un interés que los trabajadores debemos seguir persiguiendo porque son elementos que nos permitirán abrirnos el camino de la revolución.

Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

viernes, septiembre 11, 2009

Reyertas 54: De lo perdido, lo encontrado

Con un poco de retraso en su publicación, pero cumpliendo con su compromiso de presentar a los lectores un punto de vista que analiza la situación de la sociedad que les aporte algo a los revolucionarios que estamos intentando transformar la forma en que viven los trabajadores del país, y del mundo. En esta oportunidad, el retraso se ha debido en parte por la gran cantidad de material que el golpista inquilino de Los Pinos, Felipillo I el católico, ha ido entregando en pequeñas dosis elementos que simbolizan claramente la abdicación de su trono tan duramente peleado.

En muchos sentidos, el discurso manejado por Felipillo I el breve desde que le entregó su informe al Congreso de la Unión ha sido una forma de reconocer que se equivocó, parecería una señal de madurez política ese reconocimiento de los errores propios. Sin embargo, la codicia que ha sido el sello del gobierno federal actual, ha sido demasiado traicionera para el señor Calderón, pues de un acto altamente loable ha logrado convertirlo en una acción pueril, propia de cualquier buscapleitos de barrio. Mucho han resaltado los medios electrónicos de comunicación que Felipillo I el espurio haya señalado que lo hecho hasta ahora por su gobierno ha sido “insuficiente”. Lo que no comentan es que en cada mensaje de la presidencia de la república se inicia con alguna variante de la justificación favorita del gobierno que le descarga cualquier responsabilidad sobre lo que ha pasado en los tres años recientes. Una manera de echarle la culpa a todos los demás para ocultar todo lo que no se ha hecho y todo lo que ha dejado de hacerse en esta administración.

En el Mensaje del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, con motivo de su Tercer Informe de Gobierno, difundido en los principales diarios de circulación nacional el día 4 de septiembre de 2009 (aquí incluyo el hipervínculo del mensaje en la página de Presidencia de la República), el gobierno de Calderón reparte culpas entre la crisis mundial, la epidemia de influenza, la violencia del crimen organizado, la caída de la producción petrolera y la sequía; pero él como responsable de la política del país no tiene la menor culpa. Ni él ni sus funcionarios tienen culpa alguna en la crisis, mucho menos los eficientísimos gobiernos panistas y con menos razón los modernísimos gobiernos neoliberales son responsables de la situación actual del país. Por cierto, se prevé que el presente año será el de peor crecimiento económico desde 1932, cuando el PIB cayó 14% (según datos del propio INEGI).

Por otro lado, durante los primeros tres años del gobierno de Calderón la seguridad era la principal bandera, el estandarte mediante el cuál Felipillo I el católico había ido ganándose su legitimidad (que nunca pudo obtener en las urnas). Pues en el mensaje presidencial arriba mencionado, que incluye un nuevo decálogo anticrisis, el punto principal es el del combate a la pobreza. Hasta ahora Calderón, como otros panistas, había considerado que este tipo de políticas son populistas: no una salida real a la pobreza en México. No se olvide que durante la campaña de 2006 y en estos tres años la descalificación principal de populista contra López Obrador ha sido por su famoso lema: “primero los pobres”. Para colmo, en un mensaje posterior, Mensaje a la nación del Presidente Calderón en Materia de Combate a la Pobreza en el Marco de su Tercer informe de Gobierno, el señor Calderón no presume otra cosa ni promete continuar otra cosa que políticas clientelares. Presume que gracias al programa Oportunidades 26 millones de mexicanos reciben ayudas mensuales que van desde los 500 hasta los 2,000 pesos, es decir, se les entrega una cantidad que a las familias más pobres del país les permite subsistir, pero que definitivamente no las saca de la miseria en la que subsisten. Por el contrario, el objetivo es conseguir que la clientela tenga los medios para seguir con vida pero que no se haga de los suficientes medios económicos que los quite de la nómina de clientes políticos. ¿No es esto populismo? Peor aún, programas como oportunidades que están diseñados para profundizar la brecha entre ricos y pobres al cambiarles los derechos a los más pobres por simples programas, que suelen ser los primeros en sufrir los recortes presupuestales.

El ejemplo más claro de lo anterior está en el segundo punto del decálogo calderoniano, que es el de ampliar la cobertura de salud. Durante los gobiernos panistas se han creado programas que están sustituyendo a las instituciones encargadas de garantizar el derecho a la salud de los mexicanos. Muchos estudios, de diversos investigadores, han demostrado que el Seguro Popular o el Seguro para una Nueve Generación ni tienen la capacidad técnica para alcanzar la cobertura universal, ni pueden cubrir el catálogo de las principales enfermedades que aquejan a los mexicanos y para colmo solamente le ha ido restando recursos al IMSS, ISSSTE y sistemas de salud estatales que les urgen.

Cómo mencionaba en Reyertas 20: ¿Cuál plan anticrisis?, la parte más criticable del que entonces se promovía como el gran acuerdo que le daría la salvación a México era que pretendía encaminarse por una vía correcta, la construcción de infraestructura, pero se hacia en forma completamente irreflexiva y demagógica. Ni la planeación ni la asignación de recursos era suficiente. Sobre la concentración de un plan anticíclico en el rubro de la infraestructura también se hizo hincapié en que dicha actividad es la más importante en momentos de crisis en el ciclo económico pero no por sus resultados inmediatos, no los tiene, sino por el capital fijo que crea a largo plazo, el que podría constituir la base de una renovación del mercado interno. Pero el espontaneismo del calderonato le impidió a su gobierno tener una mejor planeación de en qué proyectos prioritarios invertiría el gobierno federal.

Por ese uso simple y llanamente electorero del Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo para Vivir Mejor terminó ahogándose a sí mismo bajo el peso del oportunismo burocrático de los gobiernos neoliberales.

Pero ahora, en los recientes mensajes en torno al tercer informe de gobierno, además de los recientes cambios en el gabinete y la propuesta presupuestal para 2010, Calderón no está demostrando otra cosa que la claudicación hacia los planes anticrisis que tanto había propuesto a inicios del presente año. En unos cuantos meses se pasó del planteamiento que prorizaba la construcción de nueva infraestructura al simple fortalecimiento de los programas asistencialistas contra la pobreza y de carácter netamente clientelar: populistas sería una expresión más precisa.

Sin embargo, los puntos seis, siete y ocho, principalmente el siete, son caballos de Troya. El seis y ocho se enfocan respectivamente al sector de telecomunicaciones y a la administración. Por un lado, parece loable el objetivo de romper los monopolios en el ramo, pero lo que no parece buena idea es que se haría mediante la entrega a compañías transnacionales del espacio mexicano. Por el otro, también aparece como un punto interesante, sin embargo nada garantiza que sea un medio para hacer más efectivo el gasto corriente del gobierno federal, sino que podría utilizarse como arma para ir eliminando las plazas de los trabajadores; en administraciones recientes esta práctica de reducción de plazas para agilizar la administración se ha realizado en varias dependencia dando como resultado el despido de varios trabajadores y que los salarios de éstos se sumen a las percepciones de los altos funcionarios de las secretarias.

A pesar de todo, la verdadera clave, el auténtico punto central de la propuesta calderoniana se halla en el séptimo punto de su decálogo: la reforma laboral. Sin duda que cualquier propuesta que se haga al respecto irá en el sentido que largamente analicé en las entregas Reyertas entre febrero y junio del presente año, es decir, en el de legalizar la confiscación de los derechos de los trabajadores.

El periodista Miguel Ángel Granados Chapa pone el dedo en la llaga al señalar, en su artículo para Proceso 1714, sus suspicacias sobre el uso de la expresión “toda la fuerza del Estado” al referirse al combate de la pobreza como punto inicial. De un lado, el resultado de la frasecita puede resultar en la demostración de la magritud e impotencia del Estado. En el lado opuesto, es una declaración de renuncia por ejercer cualquier de acción. Sin embargo, en este momento cuando Calderón dice que se usará toda la fuerza del Estado para combatir la pobreza está diciendo que el PAN ha arrancado la campaña electoral de 2012. Para eso es que el primer movimiento del calderonismo va dirigido a crear una clientela política, ya que definitivamente el gobierno de Felipillo I el espurio no ha convencido a nadie.

Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

jueves, septiembre 03, 2009

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 25:

ENSAYO REFLEXIVO SOBRE LA ILUSTRACIÓN

Por Sagandhimeo:

La ilustración es un fenómeno de gran complejidad con una difícil delimitación histórica, tan es así que Adorno y Horkheimer (si no es que hasta Nietszche) lo remontan hasta la Grecia antigua. Si nos limitamos a ubicarlo como fenómeno posterior al renacimiento la tarea se facilita, pues identificar el concepto en cualquier época diluye su consistencia.

Podemos empezar por considerar que el mismo término “ilustración” obedece a la contraposición de las luces de la razón con el oscurantismo medieval. En ese sentido, la ilustración se constituye como el uso de una razón combativa en contra de la superstición, la autoridad y la mediocridad. Pero no solamente es el uso de la razón, sino también de la emoción, pues la ilustración también es ese sentimiento irracional de combatividad en nombre de la razón, tal como sostenía Schaftesbury.

Es así como la ilustración combate lo subjetivo del moralismo (como en Sade) y lo objetivo del idealismo (como en LaMettrie), frente al conservadurismo, el dogmatismo e incluso el monoteísmo. Asimismo, la ilustración combatió la erudición de aquellos que saben mucho, pero no proponen nada, así como a los poetas que se disfrazan de filósofos, aquéllos que se quedan en la superficie de las cosas y las pintan con colores brillantes. También criticó a los genios: aquéllos que escriben lo más confuso posible y a los que buscan el aplauso fácil del público.

Por otra parte, hay una tendencia a identificar ilustración y positivismo por parte de autores como Adorno y Horkheimer, por ejemplo, el hecho de que se pretenda dominar a la naturaleza tiende a la enajenación y a la pérdida del sentido; sin embargo esto puede ser más un mal necesario que una regresión, pues el hombre mismo se ha constituido con base en el dominio de la naturaleza exterior e interior, tal como explica Engels.

Es decir, que si bien el avance de la razón y la técnica ha provocado una alienación en la humanidad, solamente mediante el desarrollo de nuestras capacidades es como podemos lograr en un futuro una integración mayor con la naturaleza, mayor que aquella que teníamos con el mito y la celebración ritual. Pues la razón es un arma de dos filos: nos permite destruir nuestro entorno y a nosotros mismos, pero también nos permite conocer y mejorar nuestro ambiente y nuestras vidas, todo depende de la madurez social que alcancemos, pues los mismos ilustrados fueron los que nos avisaron del peligro de la tecnificación y del abandono de la naturalidad.

Asimismo, la ilustración pretendió combatir los mitos, pero mediante la razón creó una nueva forma de mito, que incluye la confianza en la ciencia y el olvido del ser. En ese sentido, los ilustrados fueron presa de su entusiasmo, pero su mito pertenece a una categoría distinta a los mitos en las culturas antiguas, es un mito más sutil y más fácil de superar, pues nos acerca a un razonamiento crítico y nos aleja del dogma, así como el agua de Tales tenía cierto misticismo, pero era ya un intento de explicación más reflexiva que la mitología que le precede.

Además, no podemos trazar un avance lineal en la historia de la humanidad que coloque a la ilustración como el grado más alto de progreso, pues eso sería positivista.

Lo que sí podemos hacer es reconocer su entusiasmo y confianza en las capacidades humanas, tales como la razón, la emoción, la experimentación y la lucha social. Tampoco podemos confundir la ilustración con la razón instrumental, pero sí podemos señalar que ambos son fenómenos fundamentalmente burgueses que forman parte de nuestra historia.

En nuestra época el proyecto de la ilustración puede servirnos como propuesta para nuevos desafíos. Si la ilustración combatió el dogma y el moralismo, nosotros podemos combatir el postmodernismo y el neoliberalismo, es decir, combatir los extremos de la emoción y la razón, y buscar integrar ambos elementos en una práctica reflexiva, aquélla que busque la emancipación de la humanidad ante la explotación y la enajenación.

Podemos recuperar el entusiasmo ilustrado para forjar una sociedad en donde todos tengamos la capacidad social de crear, donde todos disfrutemos de los beneficios de la ciencia y podamos recuperar el sentido de la existencia, aquél que vislumbramos en los orígenes de la humanidad. Puede sonar utópico, pero al menos es un proyecto, un objetivo a seguir y no una mera crítica que pretenda meter a la ilustración, el positivismo, el pragmatismo y la ciencia en un solo costal y tirar el agua de la bañera junto con el niño.

BIBLIOGRAFÍA

  • Horkheimer, Max y Theodor W. Adorno. Dialéctica de la Ilustración: fragmentos filosóficos. Akal, Madrid 2007.
  • Plebe, Armando. Qué es verdaderamente la ilustración. Doncel. Madrid. 1971
  • Cassirer, Ernst. Filosofía de la Ilustración. FCE. México. 1975.