Mientras redacto las siguientes líneas para su publicación en Asaltando la red se presentan los primeros resultados oficiales en los medios internacionales de comunicación sobre las elecciones presidenciales tanto en Honduras como en Uruguay. En ambos casos la tendencia que hemos señalado en anteriores entregas (ver Reyertas 65: Decisiones) se está cumpliendo. Por un lado, ya con el visto bueno del reciente premio Nobel de la Paz, Barack Obama, Lobo se perfila como el ganador y futuro presidente de Honduras. En cambio, Mújica se encuentra a poco de ser el próximo presidente de Uruguay.
En un futuro cercano tendremos la oportunidad de profundizar mejor tanto en el caso uruguayo como en el hondureño. Por ahora basta con referir que estas son las características específicas en que se desarrolla la lucha de clases en América Latina. El crecimiento de las expresiones de izquierda, por un lado, pero también la recomposición de las derechas, como su anverso.
Una muestra interesante de las tendencias que se manifiestan en la región es el de las izquierdas electorales mexicanas. Por principio de cuentas cabe recordar que desde hace más de 15 años los partidos de izquierda con registro político, principalmente el Partido de la Revolución Democrática, se divorciaron irreconciliablemente de las demandas de las clases subsumidas. El papel poco solidario con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la mezquindad populista de los gobiernos perredistas con los habitantes del Distrito Federal, la espalda que se le dio al movimiento estudiantil universitario en 1999 (cuando el PRD traicionó a un movimiento que no se dejó manipular por dicho partido), la complicidad de sus congresistas con la contrarreforma indígena, la falta de solidaridad con el movimiento de Atenco, la incapacidad e ineptitud con que combatió los fraudes electorales en Oaxaca (2005) y en la presidencial (2006), nulo apoyo que se le brindó a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), las traiciones que la propia dirigencia de ese partido le ha hecho al pueblo mexicano desde el Congreso de la Unión y la ausencia de una política de fortalecimiento de la lucha obrera-sindical, son las muestras más claras del autismo que el PRD ha exhibido frente a las luchas populares. Todo el sumario de agravios anterior viene a cuento porque el próximo fin de semana (5 y 6 de diciembre) en Oaxtepec, Morelos se realizará el XII Congreso Nacional del PRD. El lema de tal congreso (“Para la refundación del PRD”) demuestra que el divorcio de ese partido se ha extendido muy severamente, ya no solamente con los movimientos sociales, sino hasta de la propia realidad.
Resulta completamente irreal creer que ese instituto político podría siquiera convertirse en una opción que realmente represente los intereses de las clases subsumidas. De entrada es imposible que en dicho congreso salga una estructura partidaria funcional. Ni la facción lopezobradorista ni la de los chuchos podrán llegar a acuerdos programáticos reales, pues aunque ninguna de las dos está en condiciones de independizarse del partido (han generado una obsesiva dependencia hacia las estructuras de organización clientelar). Pese al esfuerzo que han desplegado en sus giras, los lopezobradoristas, no han conseguido crear una estructura organizativa sólida y experimentada que les permita mantener la lucha política. Aún el voluntarismo es moneda corriente entre las brigadas de partidarios de López Obrador. Por su parte, las alianzas creadas por Nueva Izquierda con los pequeños grupos de influencia local obligan a los chuchos a depender cada vez más del presupuesto que les entrega el Instituto Federal Electoral (IFE), pues solamente repartiendo dinero es como se han logrado aferrar a la dirección partidaria.
La redefinición del PRD como un partido socialdemócrata tampoco puede tomarse como algo serio. Si alguna forma de socialismo demostró en el siglo XX que es completamente inocua para el capitalismo, esa es la socialdemocracia. El excesivo pragmatismo, basado en la realización de pequeñas reformas con la finalidad de equilibrar las desigualdades en la sociedad, característico de esa corriente socialista le ha impedido plantear un programa serio de transformaciones sociales. Esas condiciones nos señalan una teoría política completamente laxa, demagógica y desarticulada. No se olvide que dentro de la propia Internacional Socialdemócrata conviven por igual expresiones políticas como el Partido Socialista francés, el Partido Social Demócrata Alemán, el Partido de la Revolución Institucional de México o el Partido Laborista de la Gran Bretaña. Como se aprecia, en realidad no hay una verdadera unidad en torno a un proyecto de transformación de la humanidad que construya sobre las bases de la equidad social.
Pese a que la defunción del PRD es un hecho consumado, la permanencia de ese cadáver insepulto en la palestra política nacional es posible gracias a que en realidad no existe una alternativa electoral de izquierda. El Partido del Trabajo (PT) no ha dejado de ser una organización oportunista completamente aislada de los trabajadores. La improvisación, al igual que en el caso del lopezobradorismo, es la divisa de los petistas. Una organización sin el mínimo interés en la formación de cuadros y que reproduce demasiados de los viejos vicios del corporativismo. El PT ha basado su estructuración orgánica en la cooptación del movimiento territorial por la vivienda, el cuál puede tener demandas muy loables, pero en términos objetivos es un tipo de organización social que desarrolla el corporativismo en lo orgánico, pero el anarquismo en las propuestas políticas.
Convergencia por la Democracia va en el mismo sentido con el agravante de ser la franquicia de un solo individuo, Dante Delgado Rannauro. Aunque debe reconocérsele a dicho partido que ha sido el más apegado a la línea implantada por el peje y la Convención Democrática Nacional.
Hasta hace unos meses, la otra alternativa electoral de izquierda era el Partido Socialdemócrata (PSD). Sin embargo, el fracaso de dicha opción electoral se debió a la terquedad por apostar a ser el partido defensor de los intereses de la pequeña-burguesía ilustrada, esa que quiere dice reivindicar un proyecto de izquierda moderna y tolerante. Pero que en la práctica es la claudicación de cualquier lucha. Además de la evidente predisposición de su dirigencia a traicionar las demandas de la sociedad realizando acuerdos inconfesables con la parte más oscura del PRI y de los chuchos, la militancia del PSD carecía del desarrollo ideológico, de la disposición a la lucha que llega hasta sus últimas consecuencias. Algo a lo que sí están dispuestos los partidos de la derecha.
El que el PRD sea un cadáver podrá ser una noticia que festejen muchos de sus detractores de derecha y de izquierda, pero en realidad implica una verdadera catástrofe para todas las izquierdas. La necesidad de una opción electoral que abra el campo a las demandas sociales es indispensable, se trata de ampliar los medios de lucha mientras se van estrechando las demandas programáticas, no lo contrario. Urge la conformación de una verdadera organización de las izquierdas, pero comprendiendo que ésta no podrá darse en los abstractos términos de la “unidad a toda costa”, como se hace en el PRD; sino que solamente puede ser posible en el plano del trabajo concreto, la negociación amplia y la discusión de las diferencias (el pragmatismo de trabajar solamente sobre los acuerdos no ha hecho más que conducir a naufragios gigantescos). La primera tarea de las izquierdas que no descartan la lucha electoral será la defensa de los trabajadores, lo que por supuesto incluye la defensa de los electricistas del Sindicato Mexicano de Electricistas, pero va más allá. Por principio de cuentas, nada más a la defensa de los derechos contenidos en la Ley Federal del Trabajo, no es posible dejar que se legalicen prácticas como los contratos de prueba, la subcontratación y demás linduras de la política laboral neoliberal. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario